Justo cuando acaba de anunciarse una reforma reaccionaria a las escuelas normales, el director de la Escuela Normal Superior de México (ENSM) decretó arbitrariamente la baja de un estudiante reconocido por su activismo político. ¿Cuál es el papel de Gonzalo López Rueda al frente de la ENSM?
Jueves 10 de septiembre de 2015
Golpe represivo
El pasado 24 de agosto, el Dr. Gonzalo López Rueda, director de la ENSM le negó al compañero Aldo Santos, estudiante de tercer semestre en la especialidad de Geografía, el derecho a la revisión de un examen extraordinario y le comunicó al mismo tiempo su baja definitiva de la escuela.
Ajena a criterios académicos, esta medida de represión política contra un referente del movimiento estudiantil normalista, no es un hecho casual ni aislado. Se produce justo cuando acaba de anunciarse una reforma a las escuelas normales que lejos de fortalecerlas promete adelgazarlas, reducirlas y desfigurar aún más su sentido social, como continuidad de la reaccionaria “reforma educativa” de Peña Nieto y los partidos del Pacto por México.
Las autoridades de la ENSM, con López Rueda al frente -respaldadas por las de la Dirección General de Educación Normal y Actualización del Magisterio (DGENAM), encabezadas por María Luisa Gordillo-, están demostrando que son capaces de cualquier cosa con tal de evitar que se manifieste el rechazo al golpe que se pretende dar a las normales, que ellas mismas están avalando y quieren imponer. Por ello reprimen brutalmente a quienes podrían protestar e impulsar al movimiento estudiantil normalista.
Evaluaciones arbitrarias y punitivas
A pesar del drástico vaciamiento que en los últimos años ha venido sufriendo la ENSM, al igual que otras normales, las autoridades y los miembros de la burocracia académica de esta institución han adoptado como política promover y/o avalar la exclusión de estudiantes.
Son numerosas las bajas forzadas tras procesos de “regularización” en los que se aplican (o no) las normas y lineamientos de evaluación en función del “juicio” de los sínodos, que se erigen como auténticos tribunales inquisitoriales en contra de los alumnos, quienes quedan en total indefensión ante cualquier arbitrariedad.
Generalmente -independientemente de su capacidad, empeño y desempeño académico-, son estudiantes que trabajan, tienen hijos, están embarazadas, se enferman, accidentan o padecen cualquier eventualidad, quienes caen en una situación “irregular” y, lejos de ser apoyados, resultan víctimas de una normatividad excluyente, rígida y autoritaria, disfrazada de “sistema escolarizado”, que de nada ha servido para fortalecer y mejorar la institución ni académica ni materialmente.
López Rueda sonsaca y respalda prácticas ilegales y carentes de ética, al negarle a un estudiante el simple derecho a que se revise el procedimiento y resultado de un examen del que depende su permanencia en la escuela. El director busca con ello “dar una lección” a todos los que osen cuestionar las decisiones de la burocracia y la casta académica que él mismo encabeza, responsables del maltrecho estado de la Normal Superior.
Régimen oscurantista y medieval
La baja de un alumno por motivos políticos es un hecho funesto para la vida interna de cualquier institución educativa, donde se supone que deberían regir la libre manifestación y discusión de las ideas.
Esto no sucede en las normales públicas, debido a que impera en ellas una estructura de gobierno vertical y autoritaria, funcional a los planes de desmantelamiento que tienen el gobierno y los empresarios para estas escuelas.
Los nombramientos de sus directivos no están basados en criterios democráticos ni académicos, sino en lealtades burocráticas y políticas. López Rueda ha demostrado ser un digno heredero de su nefasto antecesor, el represor Héctor Cantú y fiel ejecutor de los dictados de la DGENAM, la Administración Federal de Servicios Educativos en el D.F. y la SEP, que han mantenido abandonadas a las normales y ahora pretenden desfigurarlas.
Los trabajadores, maestros y estudiantes que forman parte de la comunidad normalista son totalmente ajenos a las decisiones que afectan a sus escuelas. La reaccionaria normatividad y estructura orgánica de las mismas están al servicio de evitar que los miembros de su comunidad discutan, se organicen y se manifiesten.
Los enemigos de la ENSM
Ahora resulta que las normales no sirven y que hay que transformarlas en “verdaderas instituciones de educación superior”. Pero son las propias autoridades educativas, adalides de la “reforma”, las que han venido degradando a estas escuelas sistemáticamente, material y académicamente, como parte de su política educativa pro empresarial y esclavista, dictada por la OCDE y Mexicanos Primero.
La campaña de desprestigio en contra de las normales y el magisterio -orquestada por las televisoras, Mexicanos Primero, el INEE y la propia SEP-; los filtros excluyentes y discriminatorios para poder ingresar a estas escuelas; el estado de abandono en que se encuentran; junto a la incertidumbre, inestabilidad y precariedad laboral que les espera a los futuros maestros, son algunas de las causas que han desalentando drásticamente la demanda de ingreso a las normales y propiciado su vaciamiento.
¿Tiro de gracia al normalismo?
De imponerse, lejos de fortalecerlas, la reforma a las escuelas normales representa un duro golpe contra éstas.
Para justificarse, esta reforma parte de denostar y demeritar a la formación que imparten las normales, sin contar siquiera con un diagnóstico serio de las mismas. Obliga a la ampliación de los años de estudio al trasladar las especialidades al nivel de maestría, por lo que rebaja la valoración académica de las generaciones que egresen de la licenciatura con el viejo plan, así como pervierte y abandona definitivamente el espíritu crítico y social del normalismo.
En el diálogo que los representantes del movimiento de rechazados de las normales del D.F. sostuvieron con funcionarios de la DGENAM antes del inicio del ciclo escolar, con la presencia del director de la ENSM, éste se manifestó siempre reacio a aceptar que se tome en cuenta a la comunidad normalista para que ésta defina democráticamente los mecanismos de ingreso que más convengan a sus escuelas, su rumbo y cómo fortalecerlas.
Indolente, omiso y carente de juicio crítico ante la profunda crisis de la institución que dirige; verborrágico, incapaz de atender favorablemente hasta la mínima demanda de la comunidad; complaciente con sus jefes; falto de criterio e iniciativa propia; López Rueda es la encarnación personificada de la casta de burócratas que en función de sus intereses mezquinos instrumenta el ataque contra el normalismo y la educación pública, con la esperanza de poder mantenerse dentro del “sistema” ante los cambios que se avecinan.
Sólo la organización democrática y la movilización de los estudiantes, maestros y trabajadores normalistas, en alianza con todos los trabajadores de la educación que enfrentan la reforma educativa y de otros sectores, pueden evitar que el gobierno y sus funcionarios liquiden al normalismo. Hay que echar a los burócratas que están al frente de las normales y que sólo responden al mandato de sus jefes, para establecer un cuerpo directivo integrado por maestros, trabajadores y con mayoría estudiantil, elegido democráticamente por la comunidad.
Puedes firmar aquí la campaña en solidaridad con Aldo Santos