Primer análisis del resultado de las elecciones europeas. El crecimiento de la extrema derecha y las políticas del "extremo centro" militarista.
Lunes 10 de junio 09:13
Todos los pronósticos auguraban un crecimiento de la extrema derecha y así ocurrió. Las formaciones que integran los dos grupos de las extremas derechas, más partidos no inscriptos a ningún grupo como Alternativa por Alemania sumarían un 25% del total de los votos (habían obtenido un 18% en 2019).
Los resultados son desiguales. La extrema derecha ha quedado como primera fuerza en Francia, Italia, Austria, Hungría y Bélgica. Y sube a segunda fuerza en Alemania, superando al SPD. Es decir, que se transforma en una fuerza política determinante en los tres países con más población y que son las economías más importantes de la UE. El triunfo de Le Pen en Francia ya ha provocado una fuerte crisis política. Un Macron acorralado ha disuelto la Asamblea Nacional y convoca a elecciones legislativas anticipadas para intentar recrear un frente “anti Le Pen” al que se sumen el resto de fuerzas políticas.
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El nuevo Parlamento europeo, con un total de 720 eurodiputados queda conformado de este modo: 185 para el Partido de los Populares Europeos de la derecha tradicional (suben 3 respecto a 2019), 137 para los socialistas (pierden 17 respecto a 2019), 80 los liberales (pierden 28), 52 los verdes (pierden 22). En el flanco de la extrema derecha, suman 73 los Conservadores y Reformistas, grupo liderado por Giorgia Meloni y del cual es parte VOX (ganan 11 escaños). El grupo Identidad y Democracia, liderado por Marine Le Pen, alcanza 58 escaños (pierden 15, pero eso se explica porque Alternativa por Alemania fue expulsado y ahora va como no inscripto). Los parlamentarios no inscriptos suman 46, (17 pertenecen a Alternativa por Alemania y el grupo de La Izquierda, 36 (pierden 5).
La crisis del proyecto europeísta
Como primera lectura, salta a la vista que los que más pierden son los socialistas, los liberales y los verdes. Es decir, el ala “liberal y progresista” de los partidos del “extremo centro”, que han gobernado las instituciones europeas junto a la derecha tradicional en los últimos años. Este sector pierde un total de 67 escaños en el Europarlamento. Mientras que la extrema derecha, si se toman en cuenta los escaños de los dos grupos y los de Alternativa por Alemania, alcanzan 148 escaños, 10 más que los socialistas europeos.
La coalición formada por los Populares Europeos, los socialistas, los liberales y los verdes puede seguir gobernando la UE, ya que suman el 63% de los votos. Sin embargo, es un hecho es que la política de “contener a la extrema derecha” tomando su agenda racista y xenófoba no ha funcionado. Más bien, le ha abierto las puertas.
Si hace 10 años, la “novedad” de las elecciones europeas fue el ascenso de Podemos, Syriza y la izquierda reformista, que lograron canalizar y desviar los procesos de la lucha de clases hacia la vía electoral, su integración en los Estados capitalistas de la UE durante el último ciclo político ha llevado a grandes frustraciones. Decepción que, en muchos casos, se ha expresado en abstención electoral o giro a la derecha en parte del electorado.
Por otra parte, quizás lo más significativo es que los resultados de Marine Le Pen en Francia y de la AfD en Alemania, indican un “voto castigo” (por derecha) a los Gobiernos del eje franco-alemán que ha embarcado a la UE en un alineamiento incondicional con la OTAN, la guerra de Ucrania y el rearme militarista. En este punto, se expresa una crisis muy importante del proyecto europeísta.
La subordinación de la geopolítica europea a Estados Unidos y la OTAN en la guerra de Ucrania genera fuertes contradicciones, que se profundizarán con la probable llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Mientras Macron anunciaba hace unos días la posibilidad de enviar contingentes del ejército francés a Ucrania (declaraciones que no cayeron nada bien entre los socios europeos), el primer ministro húngaro, Viktor Orban es más proclive a un entendimiento con Rusia. De igual modo, el partido Alternativa por Alemania, que ha quedado como segunda fuerza en ese país, se inclina por un acuerdo con Rusia y China, porque opinan que eso puede fortalecer la economía y al imperialismo alemán.
Crisis política en Francia
La sacudida más importante se ha producido en Francia, con una derrota aplastante para Macron. El candidato ultraderechista del partido de Marine Le Pen, Jordan Bardella obtuvo un 32,4% de los votos, muy por delante de la candidata macronista Valérie Hayer (15,2%) y el candidato socialista Raphaël Glucksmann que llegó al 14%.
La respuesta de Macron fue inmediata, mostrando la dimensión de la crisis abierta: convocó de urgencia a elecciones legislativas anticipadas. La primera vuelta será en tres semanas, el 30 de junio y la segunda el 7 de julio. Parece ser una acción “a todo o nada” que busca polarizar la política francesa. La idea de “Macron o el abismo” para que todos los partidos tengan que apoyarlo para frenar a la extrema derecha. Una salida que no puede esconder la crisis de Macron, cuyo mandato presidencial tiene duración hasta el 2027.
La Francia Insumisa de Melenchon ha obtenido el 10,1% de los votos emitidos, mientras que Los Republicanos -partido conservador de derecha del cual es parte el ex presidente Nicolás Sarkozy- obtiene el 7,2% de los votos.
Desde Révolution permanente en las elecciones europeas llamaron a un voto crítico a LO. Ante el anuncio de Macron, señalaban que “se multiplicaron los llamados a ‘frentes populares’, basados en alianzas electorales con fuerzas del régimen como los ecologistas o el Partido Socialista.” Sin embargo, sólo la movilización independiente de la clase trabajadora y la juventud puede ofrecer una salida a la crisis actual. Y planteaban: “Ante la crisis, tendremos que organizarnos y aportar una perspectiva en esta dirección, que defienda la independencia de clase frente a los impasses electorales. Una política que defender en los lugares de trabajo, de estudio, en los barrios y en las calles, pero también en las próximas elecciones, buscando la unidad de quienes defienden esa lógica. Révolution Permanente asumirá con todas sus fuerzas esa pelea en los próximos días y participará en iniciativas encaminadas a construir un frente desde abajo frente a esta situación.”
La extrema derecha avanza en Alemania
Los grandes perdedores de la jornada electoral en Alemania son los partidos de gobierno, que integran la “coalición semáforo”: el SPD, los liberales y los verdes.
El primer lugar queda para los conservadores de la CDU y la CSU que suman el 30% de los votos. Mientras que la segunda plaza fue para la extrema derecha de Alternativa por Alemania con el 15,9%. El SPD de Olaf Scholz cae a un mínimo histórico de 13,9%. Por su parte, los verdes retroceden hasta el 11,9% de los votos, perdiendo un 8% respecto a 2019. Los liberales del FDP obtienen el 5,2%. La populista Sahra Wagenknecht, ruptura “rojiparda” de Die Linke, obtuvo el 6,2% de los votos.
Los resultados de la AfD superan son un 4,9% más que en las elecciones de 2019. Alternativa por Alemania ha sido expulsado del grupo Identidad y Democracia liderado por Marine Le Pen en el Europarlamento, después de que un dirigente de ese partido expresara sus simpatías por las SS diciendo que “no todos eran criminales”. El partido de ultra derecha también ha atravesado escándalos de corrupción y acusaciones de tener tratos secretos con los rusos y un espía chino a su interior. Aún así aparece como una fuerza en ascenso, y podría ganar elecciones regionales en el este de Alemania. Ha crecido especialmente entre los menores de 34 años.
Lo inverso ha ocurrido con los verdes, que se han desplomado en este sector de votantes jóvenes, perdiendo hasta 23 puntos entre estos. Si en 2019 los verdes hacían su mejor elección, subidos a la “ola verde” de las manifestaciones contra el cambio climático, parecen estar pagando su adhesión a las políticas de “pacto verde” liberal en la UE y, sobre todo, su apoyo incondicional a la escalada guerrerista y el genocidio en Palestina.
Giorgia Meloni: ¿nueva Kingmaker?
Los hermanos de Italia, el partido de Giorgia Meloni obtiene el primer lugar en Italia, como se esperaba, con el 28,8% de los votos. Obtiene así 24 escaños en el Parlamento Europeo (14 más que en 2019) y se transforma así en una figura que puede ser clave para la elección de autoridades o para sacar adelante iniciativas, junto a la derecha.
Meloni busca transformarse en una fuerza clave para negociar con la derecha algunas cuestiones. En las semanas previas a las elecciones, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von Der Leyen, dejó abierta esta posibilidad al decir que “trabajaba muy bien con Meloni”. Por eso, algunos la presentan como una nueva kingmaker, cuyos apoyos pueden ser decisivos en las negociaciones. En los dos últimos años, desde que llegó al gobierno, Meloni se ha mostrado como una aliada firme de la OTAN y su línea belicista en Ucrania, a diferencia de partidos como la AfD alemana o el húngaro Viktor Orbán.
Marine Le Pen ha planteado la idea de unificar los dos grupos de la extrema derecha, para sumar fuerzas con Giorgia Meloni. Es parte de una operación de “normalización” del partido de Le Pen, que aspira a llegar a la presidencia de Francia en 2027.
El bipartidismo resiste en el Estado español
El Partido Popular ha obtenido el primer puesto en las europeas, como se preveía, pero por menos diferencia de la que esperaban sus dirigentes que buscaban transformar las elecciones en un “plebiscito” contra Pedro Sánchez. El PP obtiene 34,18% mientras que el PSOE un 30,18%. VOX pasa a ser tercera fuerza con el 9,62%, mientras que la novedad es la aparición de un nuevo actor político a la derecha de la extrema derecha: el partido Se acabó la fiesta de Alvise Pérez con un 4,59%. Muy poca diferencia con el 4,91 de Ahora Repúblicas y el 4,61% de los socios progresistas de Sumar. Podemos queda con el 3,28%, obteniendo dos diputados.
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Como señala Santiago Lupe, editor de Izquierda Diario del Estado español, en un primer análisis de los datos: “Si bien los resultados europeos no parece que vayan a generar el terremoto esperado por la derecha, el gobierno de coalición no queda tampoco en una posición demasiado estable. Además de la inestabilidad que quedará instalada en Europa, otros elementos domésticos prometen semanas de volatilidad.”
En el caso de la izquierda reformista, si comparamos la situación con hace una década, cuando Podemos despertaba grandes ilusiones e ingresaba al Parlamento Europeo con 5 diputados, la situación es muy distinta. Sumar se ha transformado en un apéndice del PSOE en el gobierno y Podemos intenta recuperar posiciones después de un enorme retroceso. Ahora cuestionan, desde la oposición, todo lo que hicieron cuando estaban en el gobierno.
En este contexto, la CRT presentó por primera vez una lista conformada por jóvenes y trabajadores, para plantear una salida anticapitalista y socialista. En un escenario difícil, sin financiación estatal ni espacios gratuitos en los medios de comunicación, el resultado es satisfactorio. Una intensa campaña militante centrada en Madrid, Barcelona y Zaragoza, nos ha permitido llegar con las ideas de la izquierda socialista y revolucionaria a decenas de miles de personas. Es un paso más hacia la construcción de una izquierda revolucionaria en el Estado español, como parte de la Fracción Trotskista - Cuarta Internacional.
La crisis de la UE y la necesidad de una salida anticapitalista
El crecimiento de la extrema derecha y la crisis de los gobiernos del eje franco-alemán, muestran las contradicciones profundas que recorren la Unión europea, en un contexto marcado por el rearme militarista, la guerra de Ucrania y el genocidio en Palestina.
En el marco de una crisis profunda del “orden global neoliberal” que se apoyó en la hegemonía de Estados Unidos en las últimas décadas, la Unión Europea, como bloque imperialista, tiene fuertes grietas y puntos de fractura. En última instancia, son expresión de las contradicciones entre su estructura supranacional y los intereses de cada Estado nación, que se agravan en un escenario internacional convulsivo, cuando crecen las tendencias proteccionistas y los choques entre las grandes potencias.
En Europa, los grupos que formamos parte de la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional en Francia, Estado español, Alemania e Italia, planteamos que las variantes del “mal menor” no representan ninguna alternativa para frenar las tendencias guerreristas y el ascenso de la extrema derecha. Lo que hace falta es poner en movimiento las fuerzas de la clase trabajadora, las mujeres, migrantes y la juventud. Desplegar las tendencias de la lucha de clases que se mostraron en las grandes huelgas en Francia o en Reino Unido, en las manifestaciones en solidaridad con el pueblo palestino y en múltiples manifestaciones y movilizaciones durante los últimos años. Con esa perspectiva intervenimos en los procesos huelguísticos y movilizaciones, en las luchas juveniles, del movimiento de mujeres o contra el racismo policial. Para defender un programa de independencia de clase, desarrollar la autoorganización y avanzar en la unidad de la clase trabajadora con todos los sectores oprimidos. Así también participamos con fuerza en las movilizaciones y acampadas en apoyo al pueblo palestino, denunciando la complicidad de los gobiernos imperialistas con el genocidio. Porque en estas luchas, desde abajo, se muestra una tendencia contraria al crecimiento de la extrema derecha y el militarismo. La posibilidad de que se fortalezca un nuevo internacionalismo desde la clase trabajadora, las mujeres y la juventud.
Para evitar que esas fuerzas sean nuevamente divididas por las burocracias sindicales o canalizadas hacia vías electorales por las corrientes reformistas, es urgente avanzar en la construcción de fuertes corrientes revolucionarias y socialistas. Porque, frente a la Europa del capital y las guerras, la única salida progresiva es la lucha por una Europa obrera y socialista, basada en gobiernos de trabajadores que pongan fin al expolio imperialista a los pueblos del mundo.
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