Astillero Río Santiago: tres generaciones, una misma pelea revolucionaria. Los trabajadores y trabajadoras del Astillero tienen una larga tradición de lucha. Este año enfrentaron los planes vaciadores de Vidal y Macri constituyéndose en una referencia frente al ajuste en curso. Ideas de Izquierda entrevistó a tres generaciones de obrerxs revolucionarixs de la Agrupación Marrón alrededor de la tradición de lucha, la construcción de una corriente revolucionaria en el movimiento obrero, la irrupción del movimiento de mujeres en la fábrica y las perspectivas estratégicas abiertas.
“Hay que dinamitar el Astillero”, dejó caer Macri a mediados de año. Y el gobierno de María Eugenia Vidal se ocupó de mostrar que la metáfora era apenas inexacta. El ataque era claro: la intervención de la empresa vino con un plan orientado al cierre del Astillero Río Santiago (ARS). Con una operación mediática, buscaron –desde el programa Periodismo Para Todos, de Jorge Lanata– instalar en la opinión pública la improductividad del ARS para avanzar con ataques a las condiciones de trabajo, la organización gremial y el desabastecimiento de insumos (vaciamiento). El objetivo era lograr 143 despidos en agosto y 800 en septiembre.
Fieles a su tradición, los trabajadores y trabajadoras se pusieron a la cabeza de la lucha. En agosto avanzaron sobre la casa de gobierno enfrentándose durante dos horas con la policía, con varios heridos y detenidos y el retroceso de las fuerzas represivas. Trabajadores/ as, estudiantes, movimientos sociales, organizaciones políticas y la población de la zona en general apoyaron la lucha y repudiaron la represión. En septiembre ocuparon la fábrica con las autoridades dentro, en uno de los hitos más difundidos. Siguió la ocupación del Ministerio de Economía donde se firmó un Acta que contemplaba sus reclamos.
Ante esta resistencia decidida, el gobierno de Vidal reemplazó los despidos directos por ataques a las condiciones laborales y el convenio de los trabajadores, abriendo un período de negociación con el sindicato y con la iglesia como mediadores [1].
La historia de lucha del ARS incluye ser parte de la resistencia al golpe gorila iniciado en 1955, pasa por los ‘70, donde su indomable fuerza costó a la fábrica más de 40 obreros desaparecidos, 200 encarcelados en distintos puntos del país, una decena de trabajadores asesinados y otros tantos exiliados, un signo de la magnitud de la militancia obrera, siguiendo por la conquista del cuerpo de delegados en los ‘80 y el freno a la privatización durante el menemismo, con marchas memorables como la de 1992 a la Bolsa de Valores y a la Sociedad Rural (junto a otras 20 marchas más en el transcurso de año). A su vez, la intervención de una vanguardia de más de mil trabajadores del ARS enfrentando la represión el 18 de diciembre de 2017 frente al congreso marca una reactivación de esta tradición que anunciaba la lucha de este año. En todos esos procesos, la fracción de lucha que hoy condensa la agrupación Marrón –impulsada por el PTS–, logró dejar una marca.
Aquí hablamos, en dos jornadas intensas en el pintoresco local del PTS en Ensenada –cuna del Astillero–, con tres generaciones de militantes del PTS que son y fueron parte de la militancia en el ARS: Titín Moreira, José “el Negro” Montes, militantes históricos desde los ‘80; Nora “naná” Buich, Juan Constrisciani y Hernán García, con más de una década de militancia allí; y con Jonatan, Javier y Verónica, recientemente incorporados.
IdZ: El Astillero tiene una tradición de lucha sostenida a lo largo de su historia. ¿Cuáles son los orígenes de la tradición de organización de lo que es hoy la agrupación Marrón en el ARS?
Montes: Hay una tradición en la fábrica de los históricos, de los viejos: te enseñaban primero qué eran las agrupaciones, quiénes los dirigentes sindicales, qué hacer y qué no hacer. Todo eso te enseñaban antes de enseñar el laburo. Yo entro y mi oficial me dice: “mirá, del laburo ya vas a aprender, ya vas a tener tiempo pero yo te voy a enseñar una cosa: acá cuando hay una asamblea no se puede faltar, ¿te queda claro? No se puede faltar. Y si la asamblea vota una medida de fuerza, aunque vos estés en minoría y no estés de acuerdo, se tiene que cumplir. ¿Entendés? Bueno, después vamos a hablar de laburo”.
Titín Moreira: Yo ingreso en 1982 al Astillero, Montes en el 83. Éramos del viejo MAS. Nos hicimos una corriente a partir de ser quienes peleamos consecuentemente por recuperar el cuerpo de delegados, por la organización democrática de los trabajadores lo cual implicó incluso mi despido. Fue la pelea por normalizar la fábrica que seguía en manos de la Armada, y recuperar el cuerpo de delegados por sección. El golpe había matado 46 trabajadores del Astillero, la mayoría eran delegados. La vieja Azul y Blanca de Horvath se negaba a normalizarla. Hubo elecciones de ATE a fines de 1984 donde en Ensenada ganó la Blanca (un desprendimiento de la desprestigiada y colaboracionista burocracia). Como no se podían negar a que hubiera elección de delegados querían que solo fuera uno cada 100. Era un escándalo. Nos negamos rotundamente y obligamos a que De Gennaro (que era flamante Secretario General de ATE Nacional) impusiera la elección por sección. Y ahí se eligieron más de 70 delegados titulares y 50 suplentes. Ahí entró la Araña Montes y otros compañeros. Fuimos un sector determinante en la recuperación de esa herramienta democrática que los milicos habían liquidado violentamente. En 1995, con Duhalde gobernador, despiden a 13 delegados (la mayoría de izquierda) con el objetivo final de liquidar al cuerpo de delegados. En 1996 en la lucha por los contratados, que es derrotada, fuimos la única agrupación que peleó consecuentemente por su defensa; ese es otro eje, la pelea por la unidad de las filas obreras. Al otro año, en 1997, De Gennaro cambia los estatutos de ATE, ya no se elegirán delegados por sección sino por listas sábanas, ante lo que proponemos hacer una elección previa por sección para burlarlas, o sea que los más votados por sector integraran la lista unitaria. Aplastamos con la lista Negra a la conducción Blanca. Tiempo después se volvió a delegados por sección.
Juan: Justamente, cuando yo entré, en el 2004, lo que me encontré fue al núcleo histórico del Astillero, el Negro Montes, Quique Ferrer y Lago, y se da el proceso de recuperación del cuerpo de delegados. Desde que ATE negocia con Duhalde el tema de la lista sábana y modifica el estatuto, fuimos los únicos que cuando había elecciones seguíamos planteando el tema del cuerpo de delegados mientras que el resto armaban listas sábanas. Además, el cuerpo de delegados siempre fue reconocido históricamente como una herramienta de lucha clave en el Astillero. Y eso se mantuvo desde el 2004 hasta hoy. Fue una conquista de hecho, porque impusimos que fuera así.
Hernán: Hay una cuestión que tiene que ver con la tradición de cómo defender el Astillero, con todo lo que ha transmitido el Negro y los históricos, alrededor de la autodefensa. Esa tradición de cómo prepararse, se transmite, es parte de una correa de transmisión hacia abajo de la fábrica. Y esa cuestión que tiene el Astillero de pertenencia, que vos decís “esta fábrica es mía, es de nosotros”.
Juan: Tiene que ver con que los distintos proyectos de los gobiernos, se ven que no es fuente laboral para los 3 mil trabajadores, por eso se lo ve así, y el tema de conseguir los barcos, los laburos, es tan sentido, porque es tu defensa del puesto de trabajo. Hasta la agrupación más conservadora, y la mayoría están ligadas al peronismo, reivindica toda lucha. La misma conducción gremial que en los 90s hubieran negociado y traicionado si no fuera por la presión de la base y de la izquierda, reivindica esa lucha, o la permanencia del 97 por el convenio colectivo de trabajo. Eso está en la memoria colectiva, y es como “bueno, nos tocó la permanencia a nosotros”. Lo mismo cuando, estando todo pinchado dijimos “vamos a casa de gobierno y la pudrimos”, y todo el mundo sabía lo que iba a pasar.
IdZ: En diferentes las crisis nacionales, el Astillero tuvo un rol importante en toda la región. En un momento donde estamos yendo hacia una crisis del país, ¿cómo piensan que puede darse y qué perspectiva está planteando la Marrón y el PTS?
Juan: Lo que hoy representa la Marrón, durante los ‘80 y los ‘90 y en los 2000 también, dió peleas en ultra minoría. Y a pesar de que la conducción fuera la blanca o la azul y blanca, las dos variantes del peronismo que en la fábrica mantuvieron siempre la conducción, las peleas que nosotros dimos fueron tomadas por la base. Por ejemplo, hablábamos del tema de la solidaridad, del fondo de lucha, el apoyo a los otros conflictos. Desde una huelga en Ford en el ´85 hasta Pepsico el año pasado, todos los conflictos que hubo y que pudimos los trajimos a la fábrica: Zanón, Madygraf, Lear, eso siempre fue una marca registrada nuestra. Y lo mismo el tema de la coordinación. En el imaginario de la fábrica está instalado que si hay que luchar, hacer asambleas de sector, cuerpo de delegados y salir de la fábrica.
Montes: Lo de la coordinación es algo que ya está incorporado. Por ejemplo, lo que hoy definimos como plenario regional en los ‘80 era plenario de cuerpo de delegados y comisiones internas de la región abierto a las agrupaciones combativas. Cuando fue el Ensenadazo, era plenario regional abierto al sindicato, comisiones internas, cuerpo de delegados, agrupaciones y organizaciones políticas y sociales. Esa dinámica de coordinación está planteada hoy.
Juan: Después fue en el 2001 la asamblea regional...
Montes: Ese 18 de diciembre fuimos los primeros en enfrentarnos con la policía… Y después fue el proceso de la asamblea regional, junto con estatales, muy parecido a ahora. Después vino la multisectorial en el 2006, cuando desaparecieron a Jorge Julio López, lo pusimos al frente ahí como cuerpo de delegados. Hay una foto que muestra cómo marchó el Astillero, una marcha a Capital, una columna que ocupaba todo el ancho de Avenida de Mayo con una bandera que pedía por la aparición de López. Eso fue votado en asamblea.
Juan: Ese año, que se cumplían 30 años, se estableció la tradición de hacer actos por el 24 de marzo en el Astillero, que se mantiene hasta el día de hoy.
IdZ: ¿Qué políticas se plantearon desde el Astillero hacia otros sectores como el movimiento estudiantil, secundarios, movimiento de mujeres, desocupados, en el sentido de conquistar hegemonía para una salida obrera a la crisis abierta?
Nora: Es importante tener política hacia otros sectores, otros movimientos que existen y también con compañeros/as que al interior de nuestros sectores tienen distintos tipos de contratación. Por ejemplo, nosotras tenemos un convenio que lo está atacando Vidal, pero tenemos sueldos y condiciones de privilegio en algún punto, más allá de que hay sectores donde hay compañeras a las que no se los cumplen. Y estamos en el mismo gremio con las auxiliares que tienen, unas condiciones de trabajo, unos convenios miserables. Y ATE tiene una política diferente con las auxiliares que con nosotros, yo tengo una amiga auxiliar, y cuando llamaron a paro y movilización me dijo “yo quise ir en el micro de ATE y me dijeron ‘ni se te ocurra porque te van a descontar el día y avisale a las demás suplentes, que más vale que no paren porque van a perder el laburo…’”. Entonces hablamos de que desde las docentes tenemos que empezar a hacer un trabajo con las compañeras, pero desde Astilleros también. Tenemos que romper el corporativismo, y son mayoría de mujeres. Esta chica se llevaba volantes que ATE traía al Astillero para mostrar que ATE en el Astillero dice una cosa y en Auxiliares dice otra. Somos todas de ATE Ensenada, es la misma seccional.
Hernán: El Astillero tiene la particularidad, que empalma con la de la región, de una cierta tendencia a confluir y que se ha dado a través de la historia. Ahí toma más valor la participación del ARS dentro de los movimientos sociales. Por ejemplo el otro día fue el paro de mujeres y distintos sectores de la fábrica pararon. Cuando la lucha sindical por salario y condiciones de trabajo, bajó un poco su intensidad, entró en instancia de negociación, apareció el movimiento de mujeres de vuelta, revitalizando ciertos aspectos y parando algunos sectores de la fábrica. No es que participa la masa, pero tenemos una pelea política para que el ARS también intervenga en esos sectores que son parte de un movimiento más extenso, ligado también al movimiento de la juventud. Por otro lado, después de la represión del 21 de agosto llegamos a La Plata y confluimos con otros sectores. Era la primera vez que los compañeros decían “acá hay que pelear por la lucha de los docentes…”. La represión había generado la idea de que esa solidaridad que habíamos tenido había que devolverla, y a su vez, el día en que llegamos a La Plata, el 22 de agosto, parecíamos héroes de una película épica, donde estaban los docentes universitarios protestando en el rectorado, los estudiantes que estaban apoyando a los docentes, confluyendo todos en una movilización enorme de cerca de 30 mil personas, una de las manifestaciones obreras más grandes que se ha visto en la ciudad en este período.
Jonatan: Vale aclarar que en mucha de esas luchas para salir hacia afuera tuvo que ver mucho la agrupación Marrón, contra la visión sesgada de “es el ARS y yo peleo por el ARS”, que no tiene esa conciencia de clase.
Hernán: Antes que empiece el conflicto nosotros recorrimos las universidades anunciando que se venía un ataque al ARS y que lo iba a pagar la educación, la salud… hicimos recorridos con algunos activistas de la fábrica, haciendo campaña diciendo “el ajuste viene para todxs”, y después la realidad nos marcó ya el mismo camino a casi todos.
Jonatan: yo a ellos los conocía hace diez años. Y ellos me hicieron conocer la lucha de Lear, de Madygraf, a carne viva; te hacen conocer, “mirá, él es un trabajador como vos, pero a él le niegan lo que a vos te dan” por una cuestión política, porque saben de la lucha del Astillero. Ellos en ese período de impasse en fábrica seguían luchando y demostrandonos que no, que afuera estaba el arco trabajador que necesitaba la ayuda nuestra. Entonces ahí se te abre un abanico de realidad que te golpea la cabeza y te hace repensar un montón de cosas. O cuando los estudiantes hicieron el abrazo al ARS, que un estudiante que cante tus canciones y que ni siquiera tenga un familiar dentro de la fábrica, y que llore al cantar. Eso es algo que te golpea. Y fue antes de la represión.
Montes: impactó muchísimo a los obreros, porque se paraban. De diez, uno paraba, se bajaba o bajaba la ventanilla y le daba la mano a los pibes y les agradecía.
Jonatan: El día de la toma, volvíamos, había un aire de lucha, yo estaba con fiebre y les decía “me voy porque no doy más”. Organizamos la toma pacífica. A las siete de la tarde me desplomo en el piso, con los nervios y la fiebre que tenía, no tenía fuerzas… y lo veo a Javier [también militante reciente de la Marrón] que estaba en el trailer al lado del Negro gritando dándole fuerza a los familiares y me dice “Jona, vinieron los pibes, los estudiantes”. Y ahí se me pasó la fiebre, como una inyección de adrenalina que me dió; me levanté y me fui corriendo, busqué el trapo que tenemos en el sector, y dije “tengo que enarbolar esta bandera para que los estudiantes sepan que estamos acá, que seguimos de pie”. Y dicen que estuve dos horas en el techo de dirección enarbolando esa bandera, sin darme cuenta. Cuando bajé, lo único que me dió fuerza es que hablaba el Negro abajo. Esa inyección de moral, ese abrazo que nos habían dado antes de la represión, durante esa represión, al otro día, y encima vinieron a abrazarnos otra vez, eso te despierta el espíritu. Salió en todos los medios esa bandera, y termina el negro hablando abajo, y para mí fue enorme.
Para nosotros ese día fue importante tener esa aceptación de los históricos, porque a partir de la represión del 21 es como que los históricos como que nos dejaron las llaves del Astillero a nosotros. Nos hacían entender “bueno pibe, ahora me puedo ir tranquilo, o me puedo morir tranquilo, porque tengo la tranquilidad de que vas a defender lo que yo defendí alguna vez”. Teníamos que estar a la altura de las circunstancias.
También ese día estábamos con Capdevila [el interventor, NdE] adentro, y le digo a Hernán “yo quiero entrar, romper todo y tirarlo por la ventana”, y él me dice “no Jona, no es momento. Tranquilo, yo quiero hacer lo mismo que vos, pero también quiero ganar”. Sinceramente no lo entendí, me quedé, y después, en la reflexión del bajón que te agarra en ese momento, con mi fiebre, me ponía a pensar en las palabras de Hernán, y cuando termina todo, que se iba toda la gente, y estaban los pibes, pensaba “tenía razón Hernán, ganamos”. Y eso es algo que me marcó y me va quedar por siempre, porque en el calor de la lucha, ahora somos prácticamente hermanos de lucha, y él confió esas palabras a mí, y después de unas horitas ya lo estaba resolviendo dentro mío. Y la verdad es que fueron exactas.
Nora: Durante la ocupación pacífica de la fábrica también fue muy importante el rol de las compañeras. Cuando se corrió la bola que iba a haber represión –además habían venido muchas mamás con los bebés– empezamos a hablarles, a esas esposas, hermanas, si estaban con bebés mandarlas al comedor. La que quería se iba al comedor, y la que no se tenía que ir. Se organizó militarmente, con baldes, se ponían piedras arriba. Pero más allá de eso un grupo de mujeres nos organizamos por si reprimían adentro… dijimos “si acá entra Vidal, la cana, la gendarmería, nosotras estamos en la primera fila y los gases, las balas nosotras nos las comemos”. Y fue interesante porque un montón de compañeras que antes hubieran rajado dijeron sí, fue un click. Eso cambió un montón. Y en el Puente Pueyrredón estábamos en segunda línea y uno del gremio nos quería hacer ir atrás, “¡qué bronca! ¿qué te pasa? Nosotras vamos a donde queremos”, le decíamos.
IdZ: ¿Cuál es el rol de las mujeres hoy en el Astillero? ¿Cómo fueron las peleas históricas y cómo influyó el fenómeno de la marea verde y el movimiento de mujeres?
Nora: Yo creo que la marea verde este año entró en la fábrica. Yo soy docente de literatura en la escuela técnica que está dentro del ARS, la escuela tiene 65 años y es la primera vez que hay Centro de Estudiantes, nunca los dejaron que hubiera, y en una escuela técnica con mayoría de varones, presidenta y vicepresidenta son mujeres; que por supuesto el director las desconoció. Tiene que ver con la Marea Verde, no es casualidad que son dos pibas las que se pusieron al frente, enfrentándose con los directivos que las encerraban horas.
Negro Montes: Lo nuevo de la escuela es que se hizo mixta y empiezan a ingresar hijas de trabajadores, cada vez entran más mujeres que salieron de la escuela y están trabajando, muchas en el sector de producción y en el barco...
Nora: ...soldadoras, torneras, obreras, impresionantes. Respecto a las peleas que se dieron y que se dan, hace tres años dimos una pelea importante por una compañera nuestra docente, Eugenia, que fue amenazada, insultada y maltratada frente a todas las autoridades de la escuela por un trabajador, padre de un alumno. Ella decidió no callarse, y como el gremio no nos daba bolilla nos autoconvocamos. Y a partir de ahí empezamos la campaña de denuncia de lo que pasaba con volantes, campañas de solidaridad y contra el gremio que no nos apoyaba y la patronal que cajoneaba las notas que elevábamos. Hubo ataques de todo tipo, pero algo pasó: nos juntamos. En esa época nos contaron de un montón de abusos. Después de unos meses le comunican que tiene 2 días de suspensión, que no parece mucho, pero la sanción social dentro de la fábrica fue importante. A partir de lo que pasó con la denuncia a Darthés a mí me parece interesante pensar el hashtag #mirácomonosponemos, –que eso en la fábrica también pasa– en un sentido de organización. Hoy una compañera dijo “pero si todo lo que pasa acá los protege el sindicato”. Y eso es real, hay un montón de jefes que se abusan de las compañeras y el gremio hace lo que hizo con Eugenia. Estaría bueno que las compañeras hoy sintieran esa fuerza. Cuando pasó lo de Eugenia al toque empezó lo de #niunamenos, y empezamos a ir a las marchas con un pequeño grupito de alumnas de la escuela. Hoy esas alumnas son la presidenta y la vicepresidenta del Centro de Estudiantes, nada es casualidad. Pero eso pasaba afuera de la fábrica. Este año se metió la marea verde adentro de la fábrica.
Vero: Si, adentro de la fábrica hay muchas contradicciones, porque hay muchas que están con la iglesia o piensan en el qué dirán. Lo de la Marea Verde fue criticado por muchos, o nos decían que estaba buenísimo, pero cuando había que sacarse una foto decían “no, hasta ahí no me sumo”. También muchos y muchas estaban con “salvemos las dos vidas” y nos decían no nos representan, aunque después mostraban que hay ganas o curiosidad de algunas, pero todavía la sociedad “no las deja” o no se animan. Lo que fue muy simbólico fue el pañuelazo en el barco Juana Azurduy, hicimos un pañuelo gigante y lo colocamos en la proa del barco. Simbólicamente fue muy importante, hubo mucha discusión, pero fue un hecho muy fuerte. Y a partir de ahí hubo un impulso distinto.
Nora: Porque el Astillero tiene una presencia histórica muy fuerte de las fuerzas armadas y de la Iglesia. Monseñor Aguer fue el padrino del Astillero hasta hace poco. Entonces empezaron a salir muchos compañeros y compañeras a decir “a mí eso no me representa”, y nuestro diálogo fue que a nosotras las misas tampoco nos representan, y ellos hacen misas ahí.
Y lo del paro por Lucía fue muy sintomático. El 8 de marzo, el paro de mujeres no salió, pero por Lucía paramos, peleamos y el gremio sacó una circular de que íbamos a parar 3 hs. Hay toda una discusión de si paran las mujeres, si no paran los varones. Pero en esa fábrica con tanto machismo, con tanta opresión, que apareciera eso fue muy sintomático. Y también lo de las detenidas… de la democracia para acá nunca habíamos tenido compañeras detenidas, y cuando fue la represión de la votación del presupuesto nacional hubo dos compañeras detenidas. Es algo súper importante, y a veces me parece que en otros sectores es más fácil visibilizar… un compañero me dijo “ustedes tienen que entender que están cambiando las cosas en serio” porque esta fue una fábrica para hombres, la industria naval era para los hombres. Y yo creo que los varones también nos tienen mucho respeto. Es simbólico, pero es importante, ahora dicen, “compañeros y compañeras.” Y ni hablar cuando tuvimos las dos detenidas, hubo como un respeto a las dos compañeras. Las pibas también se la bancan.
IdZ: ¿Por qué construir un partido revolucionario? ¿cómo fue el encuentro con esa idea?
Jonatan: Construir un partido revolucionario es la necesidad que tiene cada individuo y cada joven. Hay un dicho de Churchill, que a mí no me gusta y estoy en contra, que dice que “que el joven, a los 18 años, si no tiene rebeldía no tiene corazón. Pero si a los 60 sigue teniendo esa rebeldía, lo que no tiene es cabeza”. Y yo cada vez que me pongo a pensar en ese dicho lo veo al Negro, y lo miro, que es un joven, y digo “qué equivocado que estaba este tipo”. Y él es la imagen fiel de eso, porque comparte un montón de cosas con él. Es una figura histórica con una leyenda detrás, que podría sentarse y dirigir, y sin embargo va y pone el cuerpo con vos en todo. Eso para nosotros es importantísimo, porque muchas veces –yo siempre lo digo– tiene más fuerza él que nosotros mismos. Ya con todos esos años de lucha, de militancia… entonces ahí se cae ese lema, y es hermoso, porque es ahí donde me doy cuenta que ese tipo, con toda su leyenda y la segunda guerra mundial y todo, estaba totalmente equivocado.
Por lo otro, yo tenía un acercamiento ideológico. Vos los veías a los chicos de la marrón en todos lados, en cada comentario y en cada lucha ahí estaban, los obreros revolucionarios, resistiendo una fábrica que, en muchas ni siquiera existe la agrupación. Eso empieza a comenzar algo en tu conciencia. A partir de eso comencé a acercarme a los chicos. Y el acercamiento total fue con el abrazo de los estudiantes.
Hernán: Un par veníamos de comernos los gobiernos populistas. En mi caso, la primera cita que tuvimos yo estaba empezando a organizar Mafissa [fábrica textil ubicada en Olmos, NdR], y lo primero que empezamos a discutir fue la política, el chavismo. Pero después el click es la discusión de Partido Revolucionario de los Trabajadores, esa idea de construir un partido, de sentir que vos podías ser parte de construirlo, te hacía tener un papel protagónico, y no solo desde tu lucha, de tu fábrica, sino que te daba una responsabilidad de construir algo colectivo. El día que me dijeron “vamos a construir un partido”. Ese día fui a mi casa y me puse a leer qué carajo era marxismo. Recién había terminado el secundario y lo busqué en el diccionario, y dije “ahh, era esto…”. Y ahí empecé a discutir la idea.
Me parece que era parte de los fenómenos de la época, de los que pensábamos en una sociedad distinta, veíamos un discurso antiimperialista del chavismo y decíamos “la onda va por ahí”. Pero hasta ver las contradicciones, que me explicaban los compañeros, de que era lo opuesto, que en realidad estaban conteniendo a los laburantes para para que no puedan ir por su emancipación. Y el peronismo hizo lo mismo. Y si vos querías hacer algo en el barrio era con el peronismo, con los punteros, en las unidades básicas, que era lo que hacíamos en los ‘90.
IdZ: ¿Y cómo fue el acercamiento a las ideas del marxismo?
Javier: A Trotsky lo empecé a leer cuando Juan me decía “es por acá”. tenía una idea de Marx… pensaba que el kirchnerismo era la izquierda, Chávez, Lula… Y en las charlas con él me ayudó a ver que no, que eran partidos del mismo régimen. Y ahí se me abrieron contradicciones con el kirchnerismo y me llevó a clarificar las cosas. Leí el Manifiesto, y había cosas que no tenían nada que ver con el kirchnerismo, y ahí se me levantó el velo y empecé a leer un poco de Trotsky, y a entender que el sujeto revolucionario pasa por la clase obrera, es el motor para cambiar las cosas, y así con todo. Ojalá hubiera una agrupación marrón en todas las ramas, en todas las fábricas, para que realmente sea posible el camino al socialismo.
Hernán: Hay otro denominador común en lo que dice Jona, que es la práctica política, que uno ve y hace una experiencia en la lucha de clases en distintos momentos: mirá cómo jugó este y cómo jugó este. Eso te hace ganar un respeto hacia el que está luchando con vos. Y después esa cosa de llevarte a comprender en un momento, a revertir una idea que tenías y en un momento “click”, te cambió la idea para siempre. Esa combinación de práctica política, de hacer una experiencia en la lucha. En mi experiencia, un caudillo sindical, dirigía la fábrica… y yo me imagino de mayor lucha de clases, el partido que tenga que hablarles a esos cientos de dirigentes sindicales genuinos de la clase que giren a la izquierda, que vean la oportunidad para la toma del poder; me parece que esa combinación entre esos dirigentes y el partido, esa fusión, en momentos determinantes, es elemental.
Trabajo cruzado, salir más de la estructura, ver cómo podemos golpear a los distintos sectores, que la lucha universitaria es una lucha tuya, que la lucha de salud es una lucha tuya, la educación… y por eso no pensar solamente que la lucha del Astillero puede solucionar los problemas de la humanidad.
Jonatan: El día que fuimos a la facultad de Bellas Artes, le digo “Hernán, yo estoy con el nene, ¿puedo entrar?” Y me dice, “¿cómo que no, si esa facultad es de tu hijo?”. Son esas cosas, las reflexiones, con esa simplicidad, que te lo tomás como propio. Ese sentido histórico y político que dice él, que es apropiarse de lo que nos corresponde. Que me lo hicieron sentir no solamente él sino los propios estudiantes ahí.
También conocer Zanón fue importantísimo. Porque Zanón no hubiera sido Zanón sin el PTS. Y esa reflexión está buenísima, que a nosotros, los más jóvenes nos hizo a adentrarnos en esa lucha y conocer desde adentro a esos trabajadores, que no tienen nada que ver con el Astillero –en la forma productiva– pero que padecen los mismos síntomas que nosotros contra todos los gobiernos.
Colaboraron: Ana Loustaunau, Mariano González, Juliana Yantorno.
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