Los murguistas de la orilla oriental deleitaron con su poesía de barrio. Con sorpresa musical incluida, la noche se tiñó de alegría y foquitos amarillos en el Teatro Bar de la capital provincial. Como dice la canción, mil gracias por estar... y volver a La Plata.
Valeria Jasper @ValeriaMachluk
Domingo 14 de mayo de 2023 23:00
Fotos La Izquierda Diario
Un sábado de mayo donde el otoño se tomó una tregua y un teatro a sala llena y con ganas de canturrear por un buen rato, fueron el marco para que Emiliano Muñoz Y Freddy “el Zurdo” Bessio volvieran a pisar los escenarios de la noche platense.
Con los primeros acordes de la banda, el dúo uruguayo hizo que las sillas del lugar no se quedaran quietas y el espíritu del carnaval se apoderara de los espectadores, en lo que fue un viaje a las calles montevideanas de un caluroso febrero.
“Amor profundo es lo que siento al cantar”, recitó el Zurdo como si una llamarada de notas escapara de su voz. Emiliano rindió homenaje al personaje simpático del barrio con “El loco Omar” y a ese sentimiento tan noble y complejo con las bellas “Amor de escuela” y “Amor profundo”.
“Guarda murguista, ciertas luces cuando apuntan te marean”, entonaron al unísono estos dos sencillos muchachos de barrio, con tantos años de llamadas, maquillajes y retiradas a cuesta, rememorando viejos hitos de Agarrate Catalina, Falta y Resto y Araca la Cana. Y en medio de la algarabía colectiva, Tabaré Cardozo se sumó a la fiesta, regalándonos por un rato su magia y su voz.
La murga se apoderó de la sala y la alegría fue colectiva. Bailó el señor mayor sentado adelante con su copa de vino en mano, una barra de pibes se transformó en los saltimbanquis de la noche. “Esa la conozco” le dijo el nene a su mamá. Y la alegría siguió siendo colectiva. Y entre estribillos y bises, “La bajada”, ansiosa por cantar, llegó para despedirse por un rato nomás.
Estos cantores de esquina regalaron saludos, abrazos, sonrisas, fotos y muchos “gracias por venir”, antes de la próxima parada en Ayacucho. Doy por sentado que la algarabía también se desparramó por allá. “Hoy seremos muy felices”, vaticiné antes de entrar. Entre tanta miseria acumulada, Emiliano y el Zurdo prendieron las bombitas amarillas y sí, fuimos muy felices.