Las nuevas formas de explotación de la juventud bajo el macrismo, tienen como preludio una larga historia de precarización y empleos basura. La historia de un joven que se organizó contra los explotadores.
Sábado 9 de febrero de 2019 00:27
imagen/Martín Cossarini/Enfoque Rojo
En esta nota te quiero contar una breve historia que muestra cómo nosotros, la juventud trabajadora, no le debemos nada a los parásitos que viven a costa de nuestro trabajo, nuestro tiempo y nuestras vidas.
Hace un tiempo empecé a ver por la Capital Federal y distintas zonas de la provincia de Buenos Aires, cientos de pibes que con sus bicicletas pedalean como locos para entregar pedidos de comida. Las nuevas tecnologías, las llamadas apps, llegaron para sumergir en lo más profundo de la precarización a miles y miles de jóvenes que, desesperados por juntar el mango, no les queda otra que salir a laburar para estas empresas multinacionales ilegales. Pero, ¿son estas formas de explotar a la juventud algo tan nuevo?
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Te cuento algo. Allá por el 2006, pleno kirchnerismo, cuando empezaba a laburar con 16 años, tuve que dejar la escuela para poder sostenerme como vendedor ambulante. A los pocos meses entré a una fábrica de lavandina en la que me pagaban 700 pesos mensuales, estaba en negro y a veces trabajaba más de 12 horas.
Aquellos tiempos donde el kirchnerismo decía que era el gobierno de los pobres, millones de laburantes como yo sufríamos una larga carrera de explotación laboral basada en los contratos por agencia y el trabajo en negro. En esa época y bajo esas condiciones, comencé mi militancia revolucionaria en el PTS, a fines del 2006.
Durante los últimos 12 años pasé por más de 40 fábricas. Así como leés: 40 fábricas en 12 años. Tiene lógica que bajo el macrismo, seamos los más precarizados, los primeros en quedarnos sin trabajo. Y tiene lógica además, que en esta nueva etapa en la que gobierna el FMI y los especuladores, las formas de trabajo ultra precario, como las plataformas digitales, proliferen como peste.
Cuando cumplí los 18 empecé a buscar laburo en blanco no solo para sobrevivir, sino con el objetivo de organizarme con mis compañeros para “darlo vuelta todo”, porque veía que los pibes y las pibas como yo no tenían para darle de comer a sus hijos y que andaban como golondrinas de ciudad, de fábrica en fábrica, buscando llenar la olla. Todas las mañanas me pateaba las agencias laborales como Bayton, Adecco, Suministra Gestión Laboral y muchas otras, más o menos conocidas. En la mayoría el laburo era “temporal” y esta modalidad es aún más extendida ahora.
Me curtí en casi todos los rubros. Recuerdo que en la primera metalúrgica que entré por Bayton, el patrón te echaba si te accidentabas trabajando y así me pasó. La fábrica era un total desorden porque el dueño no invertía en infraestructura mínima de seguridad e higiene. Una chapa que estaba mal apilada se deslizó y me hizo un corte leve, pero que podría haber sido serio, en la mano derecha. Un mal llamado “accidente”, porque se podría haber evitado si no nos hubiesen negado guantes de seguridad. No puedo explicar la bronca que sentí cuando me llamaron de la agencia para que “no vaya más”.
En el gremio del plástico laburé en varios talleres, pero en una fábrica del parque industrial de Burzaco la patronal me hizo laburar en el turno tarde dos años seguidos, sin tener el derecho de pasar a la mañana como hacían con los “más viejos”. Siempre nos intentan dividir entre nuevos y viejos, entre contratados y efectivos, todo pensado para que la bronca sea entre nosotros y no contra quienes nos explotan. El turno tarde y el nocturno, además de asegurar grandes ganancias por la producción continua las 24 horas, está pensado para que nosotros no tengamos vida social y esparcimiento. Nos obligan a ir del trabajo a la casa y de la casa al trabajo, quitándonos el derecho al estudio y al conocimiento, a estar con nuestros seres queridos y amigos. El tiempo de los capitalistas dicen que vale oro. El nuestro, el de los trabajadores y trabajadoras, es el que produce ese oro.
Una experiencia laboral que me marcó mucho fue en una curtiembre multinacional en la que trabajábamos como perros en turno noche, haciendo una dura tarea que era el lavado y estibado a mano de los cueros de vaca. En esa fábrica nos echaron a un grupo de los contratados por descansar cinco minutos más de lo que te dejaban. Otra vez el llamado de la agencia y la bronca. Recuerdo que en el 2009, cuatro años antes de entrar a esa fábrica, nos acercamos con un grupo de compañeros del partido a solidarizarnos porque la empresa había echado más de 200 operarios. Los despidos corrieron con el aval del gremio que dirige Walter Correa, actual diputado kirchnerista de Unidad Ciudadana.
A lo largo del tiempo pasé por diferentes gremios: Alimentación, Aguas Gaseosas, Camioneros. Pero siempre con esa condición que tanto les conviene a los empresarios para aumentar sus ganancias: contratos temporales donde no tenés ningún tipo de estabilidad, no podés proyectar a futuro y siempre estás pendiendo de un hilo, sabiendo que en cualquier momento te pueden llamar para que “no vayas más”. Por eso la juventud debe organizarse y pelear junto a los efectivos para terminar con el trabajo por agencia y que todos seamos efectivos.
La lucha que damos con mis compañeros y compañeras es la más realista. Podemos organizarnos para que haya becas para que todo joven que lo desee pueda estudiar?. Hay que pelear para poder trabajar seis horas, cinco días a la semana, sin que te bajen el salario para poder dedicarte a lo que quieras de tu vida. Hay que luchar para repartir el trabajo entre los que hoy están desocupados. Hoy muchos pibes y pibas que laburan 12 horas para llegar a fin de mes, mientras en el país aumenta el desempleo. No tiene ningún sentido que haya jóvenes esclavos de las máquinas, encerrados durante 12 horas o más, mientras cientos de miles deambulan de agencia en agencia, repartiendo currículum con desesperación para conseguir un laburo.
Los sindicalistas nos quieren acostumbrar a que toda esta situación es natural y son amigos de los empresarios y hasta dueños de las agencias. Ningún sindicato defiende a los contratados por agencia o tercerizados, por ejemplo, para que después del tiempo de prueba quedemos efectivos en planta. Siempre me dijeron cosas por el estilo: “Pibe no te podemos defender, buscate otro laburo porque acá está jodida la mano”.
Hoy los jóvenes trabajadores del PTS peleamos para dar vuelta toda esta situación, porque no queremos más contratos basura, ni que nos echen como perros, ni queremos naturalizar las nuevas formas de trabajo que se extienden en pleno siglo XXI, pero se parecen más a formas de explotación del siglo XIX.
Vivir toda esta situación me ayudó a darme cuenta de quiénes son los amigos y quiénes los enemigos. Por eso desde muy joven me decidí a militar. Ahora, seguramente habrás visto que en todos los medios de comunicación los políticos de los empresarios empezaron a agitar una larga campaña electoral. Los macristas nos dicen que tenemos que seguir haciendo el esfuerzo para que el país salga adelante, mientras nos meten el tarifazo en los servicios, el transporte, sin invertir un peso mientras gobiernan para pagarle al FMI y a los especuladores.
Los peronistas que se dicen opositores como Lavagna, Massa o Pichetto, se la pasan hablando de sacar a Macri en las elecciones, pero son cómplices del avance del ajuste desde que asumió. De igual manera el kirchnerismo, que según Kicillof seguirá pagando al FMI. Criminalizan a los pibes pobres de los barrios sin tocar un peso de las ganancias de los grandes millonarios que nos hunden en la pobreza. Con esa plata se podría llevar adelante un plan de obras públicas para terminar la crisis de vivienda y los cortes de luz.
Tampoco queremos a los sindicalistas amigos de los empresarios que negocian con nuestras vidas y que también juegan sus cartas en la disputa electoral. Queremos pelear para que millones de pibes los enfrenten y poder así luchar contra toda la miseria que nos quieren imponer los gobiernos de turno, sea Macri o los peronistas de todos los tipos. Peleamos para darle un futuro mejor a nuestros hijos y al conjunto de la clase trabajadora. Necesitamos organizarnos para garantizar y construir un futuro que merezca ser vivido. Por eso mismo te invito a ser parte de esta pelea.