“...porque, mientras queden al menos cien de nosotros, nunca seremos reducidos bajo el dominio inglés. No es en verdad por gloria, ni por riqueza, ni por honores por lo que luchamos, sino por la libertad -sólo por ella, que ningún hombre honesto entrega sino con la vida misma”.
Declaración de Arbroath, 1320.
Martes 16 de septiembre de 2014
El reino de Escocia surgió en el año 840 por la unión de los clanes escotos (pueblos de origen celta procedente de Irlanda) con los pictos (antiguos habitantes de la región).
A fines del siglo XIII la monarquía inglesa se inmiscuye en las rencillas internas de Escocia e intenta dominar el país. El mítico caudillo William Wallace derrota a los ingleses en 1297 (batalla de Stirling) y asegura la independencia. De todas maneras, las pretensiones inglesas y por tanto, las tensiones entre ambos países subsistirán por centurias.
Tras la muerte de la reina Isabel, la corona de Inglaterra pasa en 1603 a manos de su pariente más directo, el rey de Escocia Jacobo VI. Desde entonces, Escocia e Inglaterra son dos naciones distintas pero con un mismo rey. No obstante, el soberano residirá en Londres y la hegemonía inglesa sobre Escocia será cada vez mayor.
En 1707 con la llamada Acta de Unión, se funda el Reino Unido de Gran Bretaña; Escocia pierde lo que aún queda de su autonomía y se disuelve su parlamento.
En 1715, 1719 y 1745 se producen grandes levantamientos armados contra la dominación inglesa dirigidos por los “jacobitas” (con un tibio apoyo de Francia), partidarios de un Jacobo Estuardo, pretendiente a la corona de Escocia. Tras la derrota, muchos nobles escoceses pierden sus propiedades y son reemplazados por nobles ingleses, así como miles de familias campesinas son desplazadas hacia zonas marginales e improductivas.
Durante el siglo XVIII, multitudes de escoceses empujados por la miseria emigran hacia América o se ven obligados a incorporarse al ejército. De hecho, durante las guerras napoleónicas, la mayoría de los soldados británicos son galeses, irlandeses y fundamentalmente escoceses.
A fines del siglo XIX renace el nacionalismo escocés, pero cobrará mayores bríos en las últimas décadas del siglo XX tras los efectos sociales y económicos del gobierno conservador thatcherista.
En 1998 Escocia obtiene algunas concesiones autonómicas y se restablece su parlamento, aunque con alcances limitados.
En 2011 el Partido Nacional conquista la mayoría absoluta del parlamento escocés y prepara la realización de un referéndum acerca de la independencia; el mismo está llamado para el 18 de septiembre del 2014.
Claudio Zusman
Sociólogo y Docente de la Universidad de Buenos Aires