La primera ministra británica, Theresa May, activó formalmente este miércoles la cláusula que inicia la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Comienzan dos años de negociaciones.
Miércoles 29 de marzo de 2017 10:29
La primera ministra británica, Theresa May, presentó este miércoles los documentos formales para abandonar la Unión Europea e iniciando un proceso de negociaciones inciertas que podría durar dos años.
Nueve meses después del triunfo del Brexit en el referéndum convocado por el exprimer ministro David Cameron, May notificó oficialmente por carta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que el Reino Unido renuncia al grupo al que se unió en 1973.
La respuesta de Tusk, en nombre de la Unión Europea, no se hizo esperar y trajo consigo un alto grado de ironía: "¿Qué puedo agregar? Ya los extrañamos. Gracias y adiós."
European Council President Donald Tusk tells the UK: "What can I add to this? We already miss you. Thank you, and goodbye." #Brexit pic.twitter.com/JYhty11Gs8
— CNN International (@cnni) 29 de marzo de 2017
El anuncio de May con la intención británica de salir del bloque bajo el Artículo 50 del Tratado de Lisboa de la UE fue entregado en mano a Tusk en Bruselas por Tim Barrow, el representante permanente británico ante la UE.
The Article 50 letter. #Brexit pic.twitter.com/SO5R5BTvhw
— Donald Tusk (@eucopresident) 29 de marzo de 2017
Barrow entregó la misiva en las oficinas del presidente del Consejo Europeo, en la undécima planta del nuevo Edificio Europa, según un fotógrafo de Reuters presente en el lugar.
"Reino Unido deja la Unión Europea", dijo May a los legisladores en el Parlamento británico. "Es un momento histórico del que no hay marcha atrás".
This is the Article 50 letter triggering the Brexit process - read more here https://t.co/mCAREkNmIq pic.twitter.com/aMXH0Sajbm
— Bloomberg Brexit (@Brexit) 29 de marzo de 2017
Dentro de las próximas 48 horas, Tusk enviará a los otros 27 países de la UE un borrador con las líneas maestras de las negociaciones. Los embajadores de los 27 se reunirán entonces en Bruselas para debatir el documento de Tusk, que comentará la situación desde Malta, donde asistirá a un congreso de líderes de centroderecha.
May, de 60 años, afrontará ahora un período de dos años en los que el Reino Unido deberá negociar con la Unión Europea las condiciones de la salida del bloque. No se trata de un panorama sencillo. En el terreno interno May deberá mantener la unidad del Reino Unido, mientras que en el externo deberá celebrar duras negociaciones con otros 27 estados de la UE sobre finanzas, comercio, seguridad y otros asuntos complejos.
Ambos frentes son complejos. El martes mismo el Parlamento escocés aprobó un referéndum de independencia del Reino Unido. A pesar de los llamados de May a mantener la unidad para negociar en mejores condiciones, la ministra principal escocesa, la nacionalista Nicola Sturgeon, consiguió el mandato del Parlamento autónomo de Escocia para impulsar un nuevo referéndum de independencia. Es una tormenta interna que puede hacerse efectiva entre 2018 y 2019 y que promete un capitulo de negociaciones hacia el interior del Reino Unido por los términos del Brexit, y la situación en la que quedará cada uno de los países que lo integran.
En el terreno externo si bien varios líderes europeos dijeron que no quieren castigar a Reino Unido, la realidad es que el bloque necesita enviar un mensaje duro frente al triunfo del Brexit (y el apoyo de Trump desde EEUU), las tendencias centrífugas que genera en la propia UE y ante el ascenso de partidos nacionalistas y antieuropeos. Por estos motivos es previsible que la UE no pueden "darse el lujo" de ofrecer a Londres términos generosos que podrían alentar a otros estados miembros a seguir su ejemplo y romper el bloque.
La entrega este miércoles de la carta que activa la clausula 50 del tratado de Lisboa es un paso formal, que ya tenía fecha estipulada, pero que activa toda la carga simbólica de la salida del Reino Unido de un proyecto iniciado hace más de medio siglo.
El resultado de las negociaciones modelará el futuro de la economía británica de 2,6 billones de dólares, la quinta más grande del mundo, y determinará si Londres puede mantener su lugar como uno de los dos principales centros financieros globales.