El 2 de diciembre a las 18.30 en La Pantera Rossa, la CRT organiza en Zaragoza un acto para reflexionar sobre la crisis capitalista, el fin de ciclo del reformismo y la necesidad de organizarnos para construir una izquierda revolucionaria y socialista cuyo centro de gravedad sea la lucha de clases. Una invitación al debate y la organización para el período que se abre.
Lunes 28 de noviembre de 2022
Cada vez es más evidente que el capitalismo nos lleva a crisis globales catastróficas. La guerra y el militarismo, la crisis energética y la inflación, la catástrofe climática: ¡este sistema capitalista debe caer!
Desde la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) os invitamos a debatir acerca de cómo enfrentar estas múltiples crisis. Para que la clase trabajadora, las mujeres y la juventud no las sigamos pagando como hasta ahora, pero también para reflexionar estratégicamente sobre la urgencia de construir una organización revolucionaria que tenga como objetivo acabar con esta sociedad de explotación y luchar por una perspectiva socialista.
En el último período, con muchos compañeros y compañeras hemos compartido movilizaciones y luchas en común, huelgas contra el cambio climático, jornadas por los derechos de las mujeres y las personas LGTBI, movilizaciones para frenar las contra reformas universitarias, manifestaciones contra la guerra y el rearme imperialista, así como el apoyo a huelgas obreras contra la precariedad y la inflación. Pero queremos ir por más. Os proponemos también reflexionar en común cómo nos organizamos y construimos una herramienta política revolucionaria para transformarlo todo.
Para esto, lo primero que queremos debatir son las lecciones del ciclo anterior. Un ciclo que arrancó con el 15M, la indignación en las plazas, las movilizaciones masivas y las huelgas generales que se impusieron desde abajo a las burocracias de CCOO y UGT. Un período enormemente convulsivo, en el que el desprestigio de los partidos capitalistas y la reaccionaria monarquía borbónica alcanzaron niveles de crisis nunca vistos; en el que una mayoría social creyó que se podía superar el régimen heredero del franquismo y el movimiento democrático catalán se propuso ejercer su derecho a decidir, incluso a pesar de sus propias direcciones. Pero este ciclo, lejos de alcanzar sus propósitos democratizadores, terminó con un gran desvío hacia la “vía institucional”, primero, y con Unidas Podemos en el gobierno de Pedro Sánchez, después, como ministros leales a su majestad. Un gobierno que mantuvo lo esencial de las reformas laborales, en el que continúa la ley mordaza, que avaló la persecución y encarcelamiento de los políticos independentistas catalanes y que es un fiel sirviente de los intereses del IBEX35.
¿Cómo se pasó del grito de “PP-PSOE la misma mierda es” a la idea conformista de que hay que gobernar con ese mismo PSOE? ¿Por qué se permitió que la enorme fuerza social desplegada en este período fuera canalizada en los marcos del estado capitalista? ¿Qué fue lo que faltó para que las demandas populares que resonaban en las plazas y las calles pudieran ser satisfechas? A partir de estas y otras preguntas queremos polemizar con la estrategia de una izquierda neorreformista que prometió “asaltar los cielos” pero terminó en los despachos de ministros de un gobierno de la OTAN ayudando a la recomposición del viejo régimen. Y también queremos debatir con quienes desde la izquierda radical colaboraron con este resultado, como Anticapitalistas, que fundaron Podemos y tras su debacle, siguen apostando por proyectos con contornos similares, sin delimitación entre posiciones reformistas y revolucionarias.
En un momento en el que la crisis capitalista, las consecuencias de la pandemia, la crisis climática, la guerra y el auge de la extrema derecha tiñen la escena política mundial, no puede haber medias tintas en el balance. E ciclo anterior ha demostrado que a la extrema derecha como Vox -o Meloni en Italia, o Bolsonaro en Brasil-, que propaga discursos de odio contra los migrantes, las mujeres y las personas LGTBI, mientras defienden los intereses de los grandes capitalistas, no se la puede enfrentar con la política del neoliberalismo “progresista”. Si algo le ha dado alas a la extrema derecha han sido justamente las políticas de derecha del gobierno del PSOE-Unidas Podemos: los jueces y fiscales que piden cárcel para los 6 antifascistas de Zaragoza, la defensa de la monarquía borbónica, la represión al movimiento democrático catalán, la masacre de Melilla y las deportaciones exprés en las fronteras, la represión a los trabajadores que luchan como en la huelga de Cádiz. Y por si faltaba algo, la subordinación a la agenda de la OTAN y la presentación de unos presupuestos en los que destinan más de 27.000 millones a aumentar el gasto militar para alimentar una política guerrerista e imperialista.
Ante un nuevo capítulo de “malmenorismo” como el que ya estamos viendo, que propone “sumar” con Yolanda Díaz para que siga gobernando el PSOE, ¿cómo damos pasos para organizar la fuerza de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud y construir una fuerza política que ponga en el centro la lucha de clases para enfrentar en las calles a la extrema derecha y los capitalistas?
La segunda reflexión que queremos hacer, vinculado a lo anterior, es justamente acerca de los ciclos de la lucha de clases en el último período, no solo en el Estado español, sino a nivel internacional. Movilizaciones, revueltas y estallidos no han faltado: desde Francia a Colombia y Ecuador, Chile y el norte de África, Irán y Sri Lanka. Sin embargo, a pesar de la radicalidad y la voluntad de lucha, en todos los casos, el rol de las burocracias sindicales -y también de los movimientos- cooptadas por el estado capitalista, han logrado contener y controlar estos procesos para desviarlos o institucionalizarlos, cuando no han sido aplastados violentamente. Y lo han hecho apoyándose en la fragmentación y atomización de los distintos procesos de lucha, de la que son en gran medida responsables.
La crisis inflacionaria está generando nuevas oleadas de lucha y huelgas obreras que recorren el Reino Unido, Alemania, Francia y hasta Estados Unidos. Aunque rezagado, en el Estado español también comienza a haber luchas importantes. Mas temprano que tarde, estos combates parciales pueden dar lugar a nuevos procesos de lucha generalizada. Ante este escenario, ¿cómo avanzamos en que se desarrolle una estrategia de hegemonía obrera, donde la clase trabajadora junto al resto de las y los oprimidos pueda dotarse de una política para vencer? Pensamos que esta es otra de las preguntas claves para una estrategia revolucionaria en el siglo XXI que es necesario debatir.
Finalmente, la tercera gran cuestión que nos proponemos debatir en esta charla son los fines por los que luchamos, y los medios para conseguirlos. ¿Cómo podemos superar al capitalismo y abrir paso a una sociedad socialista? ¿Qué estrategia es necesaria para luchar por ese enorme objetivo de emancipación social?
La CRT se propone construir un gran partido revolucionario y socialista de la clase trabajadora, cuyo objetivo estratégico es terminar con esta sociedad de explotación y opresión, para construir una sociedad en la que todo el conocimiento y desarrollo científico sea puesto al servicio de garantizar una vida que merezca ser vivida, terminando con el hambre, las guerras, la precariedad, la destrucción del ambiente y todas las opresiones. Por ello nuestra perspectiva es la del socialismo revolucionario desde abajo, opuesto a la monstruosa degeneración que fue el estalinismo y la utopía reaccionaria del socialismo en un solo país, que aún hoy algunas sectas siguen reivindicando.
Frente a los próximos combates que se avecinan, el problema estratégico fundamental es si existe un partido que plantee esta perspectiva con la suficiente fortaleza para incidir en la realidad y evitar que, como decíamos antes, la energía desplegada en las calles, las empresas, los centros de estudio, se disipe en nuevas trampas reformistas para recomponer los regímenes políticos o caiga en la impotencia frente a los golpes de la reacción. Esta no es una tarea del futuro, sino del presente. Depende de los combates actuales y de cómo una organización así, al mismo tiempo que interviene en todos los terrenos de la lucha de clases, en los sindicatos, en los movimientos sociales, en la juventud, incluso en el terreno electoral, es capaz de ir más allá de “la rutina de la táctica”. Y, sobre todo, superar la percepción de la clase trabajadora como si fuera un movimiento más que lucha por sus intereses corporativos o como una suma de ciudadanos atomizados, e interpelarla como la única clase productora de la sociedad, que con su lucha tiene la potencialidad de abrir el camino a la construcción de un socialismo revolucionario desde abajo capaz reconfigurar la sociedad sobre nuevas bases.
El desafío de construir una corriente revolucionaria en el siglo XXI tiene más que nunca un carácter internacionalista. Como CRT compartimos esta lucha con nuestra corriente internacional, la Fracción Trotskista- Cuarta Internacional, desde donde impulsamos la Red Internacional de Izquierda Diario en 14 países y en 8 idiomas. El periodo que se abre hace indispensable la preparación estratégica. Os invitamos a debatir y a organizaros con nosotras por esta perspectiva.