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Red Internacional
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Opinión. Falleció Ricardo Iorio, el metalero que atravesó todo límite

En la mañana de hoy corrió como un reguero de pólvora la noticia de que el corazón del artista más influyente del metal pesado argentino había dejado de latir. No sin ser polémico en sus posiciones políticas e ideológicas en los últimos años de su vida, sin dudas murió un artista y nació una leyenda.

Daniel Lencina

Daniel Lencina @dani.lenci

Martes 24 de octubre de 2023

Ricardo Iorio

Ricardo Iorio

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La última dictadura militar que vivió la Argentina entre 1976 y 1983 encontró a distintos sectores de la juventud urbana tratando de dar expresión a esa rabia contenida, ahogada, que pronto iba a explotar. Hacia el final de esa noche oscura, bajo el cono de sombra del terrorismo de Estado, una banda de Heavy Metal hizo su debut en octubre de 1981. Esa banda fue V8, liderada por Ricardo Iorio en bajo y voz, el “Chofa” Moreno en guitarra y Gerardo Osemberg en batería. Luego por distintos problemas la banda mutó hacia una formación icónica desde la que podemos reconstruir el árbol genealógico del metal que hundió sus raíces en suelo argentino, hasta hoy. Iorio fundaría Hermética años más tarde, Osvaldo Civile sería el líder de Horcas, Alberto Zamarbide haría lo propio con Logos y Gustavo Rowek con Rata Blanca.

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Destrucción

En las letras de V8 se nota muchísimo esa rabia contenida, de bronca e impotencia contra la represión de los milicos, la policía y el sistema. Hablan del bajón de ir a laburar los lunes y de que se acabaron los tiempos de los símbolos de paz, del morral, porque “estalló el tiempo del Metal”. Todo eso lo podés escuchar en su álbum debut “Luchando por el metal”.

En su segundo disco, llamado “Un paso más en la batalla” encontramos la misma potencia y vale aclarar que Iorio le puso “V8” de nombre a la banda en alusión a un motor de 8 cilindros, que a la vez era “metálico” y bien “pesado”. En esta segunda placa encontramos una canción en particular que se llama “Cautivos del sistema”. Básicamente parece una proclama anarquista, rebelde, contestataria y antisistema. Una verdadera invitación a la rebelión, una verdadera obra de arte.

El último disco, si bien está bueno musicalmente, tiene mal sonido. Sin embargo, ese no es problema, sino que la banda giró hacia lugares místicos, por no decir lisa y llanamente; evangélicos y derivó en la separación. Su función ya había sido cumplida y el semillero del metal pronto daría sus frutos.

Vientos de poder

Llegó el turno de Hermética. Esta vez acompañado por Claudio O’Connor en voz, el Tano Romano en guitarra y Tony Scotto en batería, luego reemplazado por el Pato Strunz. Lo más difícil es definir qué es Hermética, y aunque parezca una frase trillada, hay que decirlo: es un sentimiento. Sí. Quien haya vivido la experiencia de ver en vivo a semejante banda a finales de los ‘80 e inicios de los ‘90 sabe de lo que hablo. Con la mística de haber fundado V8, Iorio encabezaba una nueva formación porque tenía mucho más para decir en letras que tendrían que leerse en las escuelas de poesía, en las esquinas, bibliotecas populares, “de Pacheco a la Paternal, de Dock Sud a Tres de Febrero”.

Entradas autografiadas por Ricardo Iorio
Entradas autografiadas por Ricardo Iorio

Por nombrar sólo alguna, elijo “Vientos de poder”. En los comienzos del tema se escuchan cuatro voces diciendo “algo”. Con el tiempo, con mis amigos del barrio, en una esquina de Los Polvorines, pensábamos que podría tratarse de un mensaje indio, oculto, que tenía que ver con la canción y así la leyenda de la “H” iba creciendo. Un día Ale, mi amigo, vino corriendo a casa y me dijo “¡Dí vuelta la cinta del cassette de Hermetica y encontré un mensaje del Martin Fierro!”. Lógicamente no le creí nada. Hicimos la prueba y explotamos de alegría, era verdad y tiene la frase de José Hernandez que reza: “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera; tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera”.

Así, de a poco, la “H” iba enseñando de cultura a una generación de jóvenes por todo el país, fusionando el folklore con el metal. Otro ejemplo en ese sentido fue que Hermética fue la primera banda en hacer un tango en versión heavy metal: “Cambalache” y no solo eso, también hizo “Si se calla el cantor” de Horacio Guaraní.

El homenaje y reconocimiento a otras bandas impulsado por Iorio, acercó los corazones de distintas tribus urbanas, entre ricoteros y metaleros por ejemplo. Cuenta la leyenda que cuando el Indio Solari, cantante de los Redonditos de Ricota, se enteró que Hermética había reversionado “Vencedores vencidos” salió al escenario con una remera de Hermética, re contento. Lo podés ver en el documental “La H”.

Sentir indiano

El segundo golpe duro emocional en mi vida, después de haber llorado en la final entre Argentina vs. Alemania en el mundial Italia ’90, fue la separación de Hermética. Fue un golpe para toda una generación. Asimilando la realidad con el tiempo, fuimos con mis amigos a ver a “Almafuerte” la nueva banda de Ricardo Iorio junto al Tano Marciello (señor guitarrista, por cierto) y Claudio Cardacci en batería. El público se había dividido y ahí nació la verdadera grieta, entre los que seguían a Malón (todos los ex miembros de la H menos Iorio) y los que seguían a Almafuerte. Del primer álbum destaco la canción Pibe Tigre, temazo, pero más me llegó “Sentir indiano”, continuando de alguna manera lo que Ricardo había cantado en la “Revancha de América” del gran disco “Ácido argentino” de Hermética.

Se vos

Esta mañana fue gris, de esas que cuando paras un toque en el laburo para tomar un mate amargo y te enterás que Ricardo Iorio ya no está entre nosotros, mientras el mate se vuelve más amargo. La noticia recorre los medios y grupos de wasap, los recuerdos vienen y te asaltan justo en el momento más inesperado. Inesperado porque el país vive un momento crucial de ajuste que sufre “el gil trabajador”, el que “esquiva patrullas” y toda aquella persona que busque “evitar el ablande”. Si bien Ricardo Iorio era un artista y a la vez un personaje polémico, misógino, que se sienta con otros fachos a tomar un café como Biondini y Victoria Villarruel, negacionista de la dictadura que él mismo sufrió, no deja de ser un personaje que se metió en la cultura latinoamericana.

Me vienen recuerdos de cuando era pibe cuando una y otra vez con mis primos y amigxs le pedíamos a mi tío José que nos cuente cómo fue ver a V8 en vivo y él nos contaba siempre la misma historia, agregando algún que otro detalle que vivió junto a las “brigadas metálicas” y como en esa època no había Youtube, esta era la forma de transmitir la pasión por la música. Recuerdos de las dos veces que vi a Hermética, de cuando la conocimos a Iorio en San Miguel.

Por la música y sobre todo por las letras, hay que decirlo, muchos de nosotrxs aprendimos a defender a los pueblos originarios, a bancar a los jubilados e inmigrantes, a los desocupados y trabajadores, a no resignarse contra el sistema. No aprendimos eso en la escuela, menos en los 90s, aprendimos todo eso escuchando, cantando, sintiendo en la piel las letras de V8, Hermética y Almafuerte. Mucha gente hoy llora la muerte del artista, va a brindar cantando “Se vos”, escuchando el solo estremecedor del Tano Marciello, y con un nudo en la garganta, sabe que murió Ricardo Iorio pero nació una leyenda.


Daniel Lencina

Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.

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