El desalojo de Guernica reabre un debate siempre presente en el movimiento de mujeres: el rol de las funcionarias "feministas" en el Gobierno. Columna de Géneros y Sexualidades en El Círculo Rojo, programa de La Izquierda Diario que se emite los domingos de 21 a 23 h por Radio Con Vos, 89.9.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Lunes 2 de noviembre de 2020 20:59
Escuchá la columna completa acá:
· Uno de los discursos que intentó integrar el Gobierno de su asunción fue el feminismo y algunas demandas del movimiento de mujeres de Argentina, en particular. Esto se vio en el esfuerzo por mostrar algo parecido a la paridad de género en la conformación del gabinete que no fue (quedó relegado a las segundas líneas) y, sobre todo, en la conformación de un ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, encabezado por Elizabeth Gomez Alcorta.
· Conformar un ministerio, la promesa (todavia incumplida) del presidente Alberto Fernández de presentar un proyecto para legalizar el derecho al aborto, son reconconocimientos de un momento de relevancia de un actor político importante y, a la vez, una forma de dirigirse al movimiento de mujeres con el objetivo de institucionalizar sus demandas y quitarle los aspectos más críticos.
· La asunción de las ministras y otras funcionarias siempre reabre un debate presente en el movimiento de mujeres: ¿qué rol juegan las funcionarias que se dicen feministas? ¿Es suficiente sentarse a la mesa, cuando los planes que se discuten en esa mesa no se elaboran en función de las necesidades de la población y los sectores precarios y pobres, donde las mujeres están sobrerrepresentadas?
· Este debate ya había aparecido al principio de la pandemia cuando las trabajadoras de casas particulares, un gremio femenino por excelencia, entre los sectores precarios más golpeados. Los ministerios y direcciones de género no llevaron adelante ninguna medida durante todos estos meses para paliar, aunque sea parcialmente, esas desigualdades que crecían todavía más.
· Desde esa postura de “cambiar desde adentro” los gobiernos, nos piden a quienes no compartimos esa visión que reconozcamos que estamos mejor que con el anterior gobierno, que se invierte en responder a la violencia machista (aunque sean insuficiente como algunas funcionarias señalan), nos piden paciencia, comprensión y que valoremos pequeños gestos (como el uso del lenguaje inclusivo, la perspectiva de género de algunos programas) que no tienen impacto en la vida de las mujeres, mientras la mayoría de las mujeres están en situaciones que todas sabemos tienen que ver con su género y con su clase.
· El desalojo de Guernica, que no fue otra cosa que el Estado ejerciendo violencia contra familias pobres (muchísimas eran mujeres jefas de hogar, varias atravesaron situaciones de violencia de machista), en defensa de la propiedad privada, es una situación límite de todos esos debates. La respuesta de las funcionarias fue, en el mejor de los casos, el silencio (Gómez Alcorta, incluso cuando las mujeres de Guernica le pidieron que interceda), cuando no participaron de directamente de las políticas estatales en las ocupaciones de tierra como la ministra de las Mujeres de la Provincia de Buenos Aires, Estela Díaz.
· Se pueden tener posturas diferentes en estos debates, de hecho dentro del feminismo y el movimiento de mujeres las hay, pero en situaciones límites como estas, creo que vale la pena preguntarse, ¿para qué sirven los ministerios y las direcciones de género si no es para amplificar la voz de ellas, las que pelean contra una desigualdad tan evidente como no tener casa, por el derecho a la vivienda y exigen para sus familias un vida digna?
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.