Esta semana, el arzobispo de la Arquidiócesis de Salta salió atacar al movimiento de mujeres y disidencias sexuales, tras el escrache a la Catedral durante la movilización del 8 M, solicitando leyes contra las “feministas Violentas”. Pero sobre los femicidios y la imputación de Yolanda Vargas, el silencio impera en monseñor Cargnello.
Sábado 13 de marzo de 2021 16:31
Foto: Félix Gramajo
El arzobispo de Salta, monseñor Mario Cargnello, en declaraciones misóginas a medios locales, pidió “que las leyes contengan a feministas violentas, que no permitan estos desmadres”. Estas declaraciones llegan días después de la masiva movilización que recorrió las calles salteñas, expresando durante todo su recorrido una bronca cada vez mayor contra los femicidios. Y que incluyó un escrache a la Catedral.
Miles nos movilizamos esta 8 M por la separación de las Iglesias del Estado y sus injerencias en todos los aspectos de nuestras vidas, algo que consideramos particularmente violento. Una fuerte expresión contra años de opresión oscurantista que ha intentado disciplinar vidas y cuerpos, principalmente de las mujeres y la diversidad sexual.
Vivas nos queremos
La movilización hizo visible la bronca tras conocerse, a días del 8M, el femicidio de Macarena Blanco Dominguez, con un fuerte reclamo del sector organizado en la Asamblea Feminista de Salta por la absolución de Yolanda Vargas, una joven precarizada en el trabajo y la vida que permanece imputada tras el fallecimiento de sus niños durante el incendio de su casilla.
Ante esos reclamos, Cargnello no dice nada. Si no que con sus declaraciones ataca al movimiento de mujeres y a quienes considera “feministas violentas”, cuando la violencia viene de los Gobiernos, de Gustavo Sáenz y Alberto Fernández, y el Estado. Porque nos matan por ser mujeres, nos precarizan la vida, nos maltrata la Justicia y la Policía cuando hacemos denuncias o directamente nos reprimen por luchar o encarcelan, como a Yolanda, por ser mujer y pobre.
La injerencia de la Iglesia en nuestras vidas
La iglesia de la que hablamos es la que "activamente" se organiza contra los derechos de las mujeres y la diversidad sexual. Como lo vimos con el aborto en el 2018 y el año pasado, cuando la cúpula de la Iglesia Católica, junto con los dinosaurios, hizo lobby contra nuestros derechos.
Es la institución repodrida que hace silencio ante los casos de abusos eclesiásticos y ante la posibilidad de que prescriban las causas. Mientras que las y los sobrevivientes que acusan a Emilio Lamas, Agustín Rosa Torino, Gustavo Oscar Zanchetta, entre otros, siguen reclamando que las causas lleguen a juicio.
Es la misma Iglesia que sostiene en la historia la creciente desigualdad social y se alía con los Gobiernos de turno, cumpliendo roles protagónicas para “mediar” a favor de las patronales en los conflictos. Como ocurrió en las luchas de Tartagal y Mosconi en la década de los 90 cuando familias trabajadoras se enfrentaban al plan de las privatizadas, a los despidos y reclamaban trabajo genuino. O ante cada huelga azucarera. Y de eso, los trabajadores del ingenio Tabacal saben, y mucho. Acaso, ¿la relación entre la Iglesia, las patronales y los Gobiernos, en contra de los derechos de las y los trabajadores, no es la que genera violencia?
Cuando este 8M la movilización pasó por la Iglesia se escuchó "ustedes se callaron cuando se los llevaron", recordando el rol de la cúpula de la Iglesia Católica en la última dictadura militar, aliada clave que legitimó al accionar de la dictadura con muestras de apoyo, participando en actos y reuniones del Gobierno genocida y llamando a cooperar con su plan. Estos “favores“ fueron devueltos con decretos de financiamiento estatal que no importa quién gobierne, siguen vigentes. Por eso, como cada 24 M, éste saldremos a las calles contra la impunidad de ayer y de hoy.
Tenemos que organizarnos
De esas violencias que Cargnello ignora estamos hartas, pero las mujeres y disidencias que nos organizamos en Pan y Rosas no nos quedamos ahí. Cuando salimos a la calle, demostramos que nuestra fuerza es imparable, somos parte de la marea verde que conquistó el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
Las movilizaciones enormes son un paso, pero tenemos que avanzar en organizar toda esa bronca que explota, rompe e incendia, junto a las mujeres y disidencias de los movimientos sociales que pelean por asistencia social, insumos para los merenderos y trabajo con derechos; junto a las trabajadoras que se organizan como las estatales precarizadas de los CPI, hogares y dispositivos que quieren el pase a designación; junto a las familias de las víctimas de femicidios y de gatillos fácil; contra los tarifazos que se profundizan con el ajuste del FMI y Fernández; por la implementación real de la IVE y contra la objeción de conciencia, por ESI en las escuelas, la separación de las Iglesias del Estado, y todas nuestras demandas.