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Red Internacional
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Cifras que hablan. Feminización y empobrecimiento de la vejez

Las mujeres tienen menos acceso al empleo formal que los varones, cobran salarios más bajos y su expectativa de vida es mayor. Eso se traduce en la feminización de la vejez, con jubiladas cada vez más pobres.

Jueves 7 de abril de 2022 10:00

Mientras se desarrolla el nuevo censo nacional, el INDEC proyecta que este año la población ascenderá a 46,2 millones de personas. Y estima que los varones en edad jubilatoria serían aproximadamente 2,3 millones (10% dentro de todos los varones) y mientras que las mujeres alcanzarían los 4,2 millones (18% entre todas las mujeres), es decir, casi el doble que los varones. Eso es así porque las mujeres viven en promedio más años que los varones. En el Dossier Estadístico de Marzo 2022 que publicó el instituto, afirman que la vejez está feminizada pues ya “en 2010 se registraron 145,2 mujeres por cada 100 varones en el grupo de 65 años y más”.

Hoy la jubilación mínima está en $ 32.630, menos de la mitad de la Canasta para la tercera edad calculada en $ 75.500 para el mes de octubre de 2020 por la Defensoría de la Tercera Edad de la Ciudad de Buenos Aires. Según estimó el titular de esa entidad, Eugenio Semino, jubilados y jubiladas perdieron el 50 % de poder adquisitivo en cinco años. Según el último dato publicado por la ANSES, al 4° trimestre 2021, el promedio de la jubilaciones del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), casi la mitad de las personas beneficiarias (2,7 millones) cobra menos o igual a una mínima. Sin embargo, entre quienes cobran menos, la mayoría son mujeres.

El 64% de las jubilaciones y pensiones corresponden a una mujer, que cobra un 15% menos que sus compañeros.

Sin embargo, entre los beneficiarios por desempleo, sólo 33% tiene como destinataria una mujer, consecuencia de la menor inserción en el mercado laboral y la precarización laboral.

Analizando los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC sobre el 3° trimestre 2021, 1,3 millones de jubilados o pensionados tenían un ingreso promedio por jubilación o pensión de $ 33.415; mientras que para 2,4 millones de mujeres en esa misma situación -casi el doble que los varones- era de $ 28,840, un 16% menos.

Por eso, es necesario un aumento de emergencia y que las jubilaciones y pensiones aumenten automáticamente con cada punto de inflación. El bono extraordinario por única vez, que definió el gobierno, mantiene los niveles de pobreza y de pérdida del poder adquisitivo de la mayoría de los adultos mayores. Según un relevamiento del Instituto Argentino de Análisis Fiscal, la pérdida acumulada en los haberes jubilatorios, se situó entre 5 y 10 ingresos mensuales en los últimos cuatro años. Pero, las consecuencias son peores para las mujeres.

¿Cómo llegan las mujeres a la edad jubilatoria?

Las mujeres tienen menor participación en el mercado laboral. En las edades centrales (30-64 años) 66 de cada 100 mujeres se encuentran empleadas cuando entre los varones la relación es 87 de cada 100. Una proporción que se mantiene en el tiempo. También entre las mujeres, son más altas las cifras de subocupación y desocupación (un 30% superior a la de los varones).

Fuente: elaboración propia de La Izquierda Diario en base a datos INDEC-Encuesta Permanente de Hogares

La brecha con los varones se incrementa con la presencia de niños y niñas en el hogar, porque en las mujeres recae la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, y éste es el motivo principal que obstaculiza su participación laboral plena. De cada 10 mujeres, 8 están a cargo de las tareas de cuidado mientras que la proporción entre los varones es algo menos de 5 de cada 10.

También se manifiesta en la proporción de mujeres que trabajan desde la vivienda, entre todas las ocupadas, que es mayor y duplica a la de los varones: 15 de cada 100 mujeres en hogares con niños y niñas de hasta 6 años trabajan desde la vivienda, pero sólo 4 de cada 100 está en esta situación.

Entre las personas ocupadas, en promedio, por cada 100 pesos que gana un varón, una mujer gana 74. Esta brecha en los ingresos salariales aumenta a menor nivel educativo, a menor calificación de la ocupación, y en la precariedad; el ingreso medio de las mujeres asalariadas a las que las patronales no les hacen descuento jubilatorio -es decir, en un trabajo informal- representa el 65% del ingreso de los varones.

En consecuencia, estas brechas inciden directamente al jubilarse, por tener menos años de aportes e ingresos menores. Por lo cual, terminan percibiendo haberes inferiores a los de sus pares.

Ya entre los aportantes al SIPA es visible la diferencia por género: al alcanzar los 59 años en las mujeres y 64 años en los varones, algo más de 5 de cada 10 varones tienen menos de 18 años de aporte mientras que esta proporción se eleva a más de 7 de cada 10 entre las mujeres.

Fuente: Dossier Estadístico. Marzo 2022. INDEC

Y casi la mitad de los aportes de las mujeres derivan de monotributo y del trabajo que realizan en casas particulares, mientras que entre los varones predominan los aportes del sector privado en relación de dependencia.

A la hora de jubilarse, 8 de cada 10 mujeres acceden a la jubilación a través de moratorias, mientras entre los varones esa proporción es apenas de algo más de 4 de cada 10.

Fuente: Dossier Estadístico. Marzo 2022. INDEC

Con la reforma previsional de 2017 impulsada por Macri que tuvo un rechazo social unánime, aunque recibió el apoyo del PJ para su aprobación parlamentaria, se modificó la fórmula de ajuste de los haberes. Con la nueva formulación, las jubiladas y jubilados perdieron y en el año 2020 Alberto Fernández congeló la movilidad previsional para otorgar aumentos por decreto inferiores a los que correspondían con la fórmula anterior. Siguieron perdiendo.

Cuando la amplia mayoría de las personas jubiladas -y siendo las mujeres muchas más- viven con menos de $ 65.260 por mes, se degrada su calidad de vida. La inflación impacta directamente sobre su salud porque son los alimentos los que lideran las alzas de precios, y que junto con los medicamentos son el principal y mayor gasto de las personas de la tercera edad. En muchos casos la única manera de subsistir es con la ayuda de otros familiares. Compartir la vivienda con las familias de sus hijos e hijas tampoco es igual para las mujeres que para los varones: ellas, probablemente, asumirán muchas tareas de cuidado, en colaboración con las mujeres adultas que trabajan fuera de su hogar.

Aunque el gobierno pretenda encubrir la presión del FMI para achicar el gasto y avanzar en una reforma jubilatoria, en los hechos, los adultos mayores, y entre ellos la mayoría mujeres, continúan siendo ajustados hasta el fin de sus días.