En este artículo hacemos una caracterización de la movilización actual en la Universidad de Chile y debatimos con la política y la prática de la la organización Estudiantes por la Causa Popular (ECP) con el objetivo de contrastar programa y estrategia política entre la izquierda extra-oficialista.
Martes 25 de junio
Como hemos escrito en otros artículos, la movilización estudiantil hoy se encuentra en un impasse. La arremetida de las autoridades de la Universidad de Chile, los académicos y partidos de derecha e incluso los partidos del gobierno con Camila Vallejo y Gabriel Boric a la cabeza, han criminalizado la movilización estudiantil y ocupado todos los medios de comunicación hegemónicos para buscar deslegitimarla. Asimismo, el potencial de la movilización ha sido frenado por la burocracia estudiantil que se ha negado en los momentos más álgidos a nacionalizar la lucha, con una Confech (dirigida por el Partido Comunista y el Frente Amplio) que se ha negado a convocar a un Paro Nacional por universidades libres de apartheid y contra la precarización en la educación que es un problema transversal a las instituciones de todo el país, e incluso haciendo llamados paralelos a las protestas de estudiantes movilizados por la precarización de la educación pública, con el objetivo de dividir.
La explicación de fondo es que todo el régimen de conjunto hoy se encuentra asustado porque el movimiento estudiantil vuelva a articularse y cumplir un rol político nacional. En esto, la causa palestina y la exigencia por la ruptura de los convenios y universidades libres de apartheid ha sido una demanda que ha dinamizado al movimiento estudiantil, con comités por Palestina en distintas universidades del país y el acampe en la Casa Central de la Casa de Bello que ha estado en el ojo de los medios.
Pero esta dinámica del movimiento no solo se queda allí, si no que se ha vuelto a abrir un gran cuestionamiento a la educación de mercado, al sistema de universidades-empresa y toda la precarización que implica el desfinanciamiento a la educación pública mientras universidades privadas se llenan los bolsillos con la plata del Estado y los bancos se enriquecen con el negocio del CAE.
Asimismo, se ha abierto un profundo cuestionamiento al autoritarismo universitario, a los sueldos de gerentes que ganan las autoridades y a la nula posibilidad que tiene la mayor parte de la comunidad de tomar decisiones, recayendo estas en un puñado de autoridades que no les importan las condiciones de estudio y trabajo en las facultades. Expresión de esto ha sido el caso de Margarita Ancacoy, de quién hace solo unos días se cumplieron seis años de su muerte, siendo un símbolo de la impunidad. O el caso de Yolanda Galáz que este año perdió su dedo pulgar trabajando en la Facultad de Artes Centro por ser obligada a utilizar herramientas de las que no tenía ningún tipo de capacitación.
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La precarización laboral y estudiantil (los problemas de financiamiento) y el autoritarismo (los problemas de democracia) se convirtieron en el último tiempo en los temas más discutidos en las asambleas de las facultades movilizadas, incluso llegando a hablarse sobre la importancia de la educación pública gratuita y de un co-gobierno universitario. Todo esto es lo que ha provocado que los medios de comunicación estén buscando aislar a la movilización y buscar atacar a la educación pública de conjunto, planteando que quienes se movilizan son los culpables de los problemas y no este sistema de negocio heredado de la dictadura.
¿Pero, qué hacemos para volver a legitimar nuestra movilización y sacarla del aislamiento?
En la movilización actual, el rol que han cumplido los partidos de gobierno ha sido aislar la movilización en la Universidad de Chile. El PC y el FA con sus frentes estudiantiles se niegan a nacionalizar la lucha, dividiéndola y buscando dejarla encerrada en los muros de la Uchile, mientras que el PS hace como que no hubiera ningún tipo de descontento e incluso ha llegado a criminalizar el acampe de Casa Central como lo ha hecho su último candidato a la presidencia de la Fech, Fernando Segura, quién publicó en sus historias de instagram que si fuera por él desalojaría a los estudiantes del acampe por faltarle el respeto a su amiga la rectora Rosa Devés. Más superestructuralmente, todos estos partidos han criminalizado y desprestigiado la protesta estudiantil por medio de medios de comunicación masivos.
Sin embargo, también hay organizaciones de la izquierda “por fuera del gobierno” que han cumplido el rol del reformismo bajo el velo de la fraseología revolucionaria. Es el caso del ECP (Estudiantes por la Causa Popular), el nuevo “gremialismo combativo” que participa específicamente de la movilización en JGM.
Primero que todo se han restado de la movilización por Palestina, devaluando completamente la lucha internacional que sin duda ha sido un factor en potenciar la crítica hacia la educación de mercado y el autoritarismo, pues es un puñado de autoridades la que decide mantener convenios con universidades que fomentan ideológica y tecnológicamente el genocidio con la plata de nuestros aranceles. Porque sumarse a un par de convocatorias y subir sus acciones a redes sociales no es suficiente. Es necesario que toda organización de izquierda se proponga utilizar todo su capital político para organizar a trabajadores, pobladores y estudiantes contra el genocidio y la ruptura de los lazos de las universidades chilenas con las universidades israelías.
Por otro lado, es "puramente estudiantil", no han planteado ningún programa superador que permita rearticular a nivel nacional al movimiento estudiantil, más allá de las justas demandas por las que hoy peleamos en el campus Juan Gómez Millas. Las consignas generales como “a barrer la educación de mercado”, “a protestar contra la crisis educativa” o consignas de ese estilo, no son suficientes para este objetivo. Sin buscar retomar la lucha por la gratuidad de la educación y el financiamiento integral a la educación pública, o el cogobierno triestamental, y encerrándose en petitorios locales, simplemente son colaboradores del reformismo tipo PC que históricamente ha buscado rebajar el programa histórico de las y los estudiantes. Lo mismo al negarse a hacer exigencias a la Fech y a la Confech, es decir, sin hacerles ni cosquillas a las juventudes de gobierno, ya que al no enfrentar a la burocracia estudiantil tan solo se les deja tranquilos haciendo su política por arriba, siendo que tienen la capacidad para involucrar a universidades de todo el país y a potenciar la movilización buscando llegar a sectores más amplios con las demandas estudiantiles, es decir, una capacidad hegemónica superior (este debate también lo desarrollamos en otro artículo). Misma crítica se les puede hacer por su renuncia a la participación en las elecciones de la Federación, pues el ECP abandona la disputa directa con las juventudes de gobierno y les deja en bandeja la conciencia de miles de estudiantes al oficialismo, abriéndole el camino para que éstas aparezcan como la única alternativa dentro de la universidad.
En cambio, en términos programáticos, desde la Agrupación Anticapitalista Vencer hemos sido claros -incluyendo en las últimas elecciones de la Fech, antes de la movilización generalizada en la universidad- al decir que los problemas de financiamiento solamente se van a resolver con una gran inyección de recursos a la educación pública por medio de aportes basales directos 100% del Estado que garantice una educación gratuita, de calidad, democrática y no sexista. Que la educación pública debe financiarse por medio de la nacionalización de los recursos naturales como el cobre y el litio, además de impuestos a las grandes fortunas. Decimos que es urgente la condonación del CAE, la que debe ser sin ningún tipo de indemnización a los bancos que ya se han enriquecido a destajo con la deuda de las familias trabajadoras. Por otro lado, creemos que el problema de autoritarismo solamente se resuelve con un co-gobierno triestamental donde dejen de ser las autoridades millonarias las que tomen las decisiones y éstas pasen a ser tomadas por estudiantes, trabajadores/as y académicos/as.
Una amplia campaña de exigencia por un plebiscito triestamental y vinculante
Con la criminalización y ofensiva mediática en contra de la movilización lo que han buscado las autoridades es quedar ellos de “democráticos”, mientras que dejan a las y los estudiantes movilizados como “una minoría que no deja que el resto pueda asistir a clases”, dejando de lado que las votaciones de paro se realizan de forma completamente democrática y que luego todas las decisiones se toman en asambleas de base donde cualquiera puede participar y dar su opinión.
Sin embargo la correlación de fuerzas y la opinión pública actualmente la tienen las autoridades. Una forma muy práctica para hablarle a las y los estudiantes que aún están ajenos a la movilización, doblarle la mano a las autoridades y su discurso “democrático” y profundizar el cuestionamiento al autoritarismo universitario, es llevar adelante una amplia campaña democrática en donde se le exija a la rectora Rosa Devés que organice un plebiscito para decidir si romper o no los convenios con universidades de Israel, es decir, que ponga a disposición todas las herramientas institucionales para que toda la comunidad decida con voto universal y secreto.
Hoy la lucha, para quienes queremos que triunfe, que no caiga por su propio peso y le arranquemos nuestras demandas a las autoridades, tiene como principal necesidad ganar en el terreno de la opinión pública, y no aislar a la vanguardia con un programa gremial, aunque este tenga detrás una fraseología “combativa”.
Benjamín Vidal
Periodista - Universidad de Chile