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Red Internacional
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MINISTERIO PÚBLICO. Fuga de reos en Valparaíso y el problema punitivo y carcelario en Chile

Seis internos se escaparon de la cárcel de Valparaíso. El número de reos total en Chile durante el año 2020 superaron los 100 mil internos, y hasta el mes pasado habría aumentado el número a 112.462 lo que exige preguntarnos ¿funciona la cárcel y el sistema punitivo?

Sábado 24 de julio de 2021

Según el informe del hecho, entregado el día de ayer por Gendarmería, 6 reos se fugaron del Centro Penitenciario de Valparaíso. El hecho ocurrió cerca de las siete de la mañana de ayer viernes, cuando un funcionario uniformado del Centro de Educación y Trabajo (CET) la Pólvora, en compañía de usuarios de la misma unidad, llegó hasta el patio de maniobras del Complejo para entregar el pan para la población penal.

“En el instante en que se bajaban del vehículo, fueron abordados por seis internos, uno de ellos, presumiblemente premunido de un arma de fuego. Los reclusos habrían intimidado al gendarme, obligándolo a abrir el portón de ingreso al patio de maniobras, para, posteriormente, darse a la fuga”, indicó el director general de Gendarmería, coronel Luciano Chávez.

A esto, una de las principales preguntas que acarrea el problema de las y los reos y en sí los delitos y el sistema penal, es ¿Qué tan efectivas son las cárceles, y el sistema punitivo en general? Antes es necesario visualizar si es un problema de forma individual o son carencias del sistema, es decir, y como escribía Matías Mahielo en su escrito “Crimen y castigo: debate sobre marxismo y derecho", se buscaba responder a la pregunta ¿Son manzanas podridas, o es el árbol el que está envenenado? En ese escrito se señala que “en que las cárceles desde el punto de vista de sus objetivos autoproclamados de “rehabilitación” del delincuente no son más que un rotundo fracaso, otro tanto se puede decir respecto de la disminución del delito. Si miramos las estadísticas, la población carcelaria asciende”. Por otro lado, como expresa Foucault “la permanencia de la criminalidad no es en modo alguno un fracaso del sistema carcelario; es, al contrario, la justificación objetiva de su existencia”, por lo tanto, la existencia de más cárceles significa obviamente mayor cantidad de crímenes por parte de la población y no lo contrario; hecho empírico del fracaso de las cárceles.

A esto además, se le suma el carácter de clase que posee el sistema judicial no sólo en Chile, sino que atraviesa un largo historial en todo el mundo. Friedrich Engels escribía “el delito se manifiesta como una forma de desmoralización producto del barbarismo del sistema, del trato brutal y embrutecedor que la burguesía ofrece a las capas más bajas de la población”. Ejemplos claros de esto, es el alto porcentaje de niños que pertenecen al Sename y hoy están en un centro penitenciario o cárcel.

Otro hecho que hay es sobre la diferencia de clase que hay al juzgar a los procesados, por ejemplo, tenemos el caso de Roberto Campos, el cual estuvo meses en prisión preventiva por haber pateado un torniquete, mientras que los crímenes de cohecho, malversación de fondos, fraudes al fisco, y una serie de hechos delictuales por parte de la burguesía chilena, que incluso involucra el apoyo a violadores de derechos humanos, pasan por el reto de abuelita del Ministerio Público. Uno de los casos más recientes, es el de el empresario Marcelo Roquefort, formalizado como autor de delito de soborno en el proceso de licitación de un proyecto de recambio de luminarias LED en Chillán, el empresario no pasó ni un día de prisión efectiva, solo arresto domiciliario.

Así como el ejemplo anterior, existen muchos casos más que muestran el carácter de clase que posee la justicia en Chile, tomando el caso de los presos políticos de la revuelta, con montajes, testimonios unilaterales, etc. y la diferenciación que hacen los tribunales -a la hora de sentenciar- con la población más vulnerable o lo que ocurre en Wallmapu con las y los presxs politicxs Mapuche.