Luego de álgidas semanas de debate parlamentario sobre la jornada laboral y las condiciones de trabajo que tienen las y los trabajadores en Chile, en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) se desmiente por sí solo el discurso pro flexibilidad de Sebastián Piñera, Nicolás Monckeberg y Patricio Melero.
Jueves 12 de septiembre de 2019
El último mes ha estado marcado por la discusión que se instaló en el parlamento sobre la reducción de la jornada laboral. Pero, mientras los parlamentarios discuten en sus cómodos asientos del parlamento y del senado, ¿cuál es la realidad de los y las trabajadoras en el Chile de hoy?
Hace algunos días apareció en las redes un video del sindicato GAM que mostraba a una trabajadora subcontratada, relatando su experiencia en un trabajo flexible, como los que ha defendido Piñera en beneficio de las empresas. Trabajar 80 horas extras, 15 días corridos para tener 1 dia libre, son parte de la cruda experiencia laboral de cientos de trabajadores y trabajadoras precarizadas en Chile.
Desde el presidente hasta el ministro del trabajo han defendido en todos los medios su proyecto de 41 horas en respuesta a la reducción de la jornada laboral a 40 horas que presentó Camila Vallejos (PC). Pero la disputa no es por una hora más o menos de trabajo, sino por la famosa flexibilidad que la derecha ha intentado hacernos creer que es más tiempo para los trabajadores y mejores condiciones de contrato en igualdad de condiciones entre el empleado y el empleador.
Pero el discurso del Ministro del trabajo, Nicolás Monckeberg, en defensa de la flexibilidad choca con un muro muy macizo cuando se prueba en la realidad. El subcontrato abre puertas a los empleadores para que usen o abusen libremente del tiempo de los trabajadores, ya que permite contratos esporádicos, por horas, e incluso por días específicos, sin asegurar derecho a negociación colectiva, a beneficios sindicales, a aumentos de sueldo, etc., sin contar la siempre inminente carta de despido por artículo 161.
Y así es como terminamos encontrándonos con las trabajadoras de aseo del GAM que parecen responder en su cara al gobierno de Sebastián Piñera que la flexibilidad es precariedad laboral, es dejar la vida entera en el trabajo sin derecho a ocio, recreación, familia, estudios, etc., trabajando la mitad del mes sin parar para poder comer.
Luego, está la utopía de los derechistas que nunca ha trabajado ni con contratos basura, ni en Rappi, Uber, PedidosYa o comidas rápidas, ni en servicios, que quieren hacernos creer que existe la posibilidad de pactar jornadas con los empleadores.
¡Dónde están esos trabajos para poder estudiar y trabajar según mis tiempos y no los del mercado!
Todos y todas las estudiantes que trabajan y las y los subcontratados saben que es imposible exigir que la jornada laboral sea pactada de común acuerdo con el empleador, que las empresas exigen firmar documentos donde se comprometen todas las horas a disposición de las jefaturas. Por esto, estudiar y trabajar es un calvario para miles de jóvenes, el Estatuto laboral juvenil propuso más flexibilidad para estos contratos y ahora las empresas exigen a estudiantes trabajar 3 o más días para cubrir sus horas peak sin importar los horarios de los trabajadores, sin vacaciones pagadas y sin importar los costos de transporte de los jóvenes.
La realidad en Chile es abismalmente contraria a lo que la derecha ha intentado hacernos creer, mientras la flexibilidad le permite a los empleadores abaratar costos con contratos basura o sobre explotar trabajadores como han denunciado en el sindicato GAM, las y los trabajadores se quedan sin derechos, dejando todo su tiempo en la pega, y muchas veces sin derecho a organizarse en sindicatos.
Simón Bousquet, militante del PTR y miembro del sindicato interempresa GAM, comentó con La Izquierda Diario que, a raíz de la realidad de la precariedad y el subcontrato en el Centro Cultural GAM, el sindicato se sometió a una votación de cambio estatutario para la creación de un un sindicato interempresa. De esta forma, las trabajadoras subcontratadas del aseo, en su mayoría migrantes, podrán formar parte de las luchas que organicen en conjunto todos los trabajadores y negociar colectivamente.
Es una realidad en Chile que existen trabajadores de segunda categoría y que detrás de los dichos repugnantes de la derecha se esconde una realidad miserable que empuja a cientos de jóvenes, mujeres y migrantes a trabajos flexibles y precarios sin derechos y que absorben toda la vida de las y los trabajadores.
Tamara Medina Linco
Estudiante de Castellano en el ex Pedagógico y militante de Vencer