Un estudio realizado por el Espacio Multidisciplinario de Interacción Socioambiental (EMISA) de la Universidad de La Plata, reveló que el ciento por ciento de los algodones, gasas estériles, toallitas femeninas, tampones e hisopos contienen glifosato (herbicida potencialmente cancerígeno según la Organización Mundial de la Salud).
Jueves 22 de octubre de 2015
Los resultados se dieron a conocer en el marco del 3° Congreso Nacional de Pueblos Fumigados, que se realizó la semana pasada en Buenos Aires.
El doctor en Química Damián Marino, integrante de EMISA, detalló a Télam que “el 85% de todas las muestras dieron positivos para glifosato y el 62% para AMPA, que es el metabolito ambiental; pero en el caso de algodones y gasas el porcentaje fue del ciento por ciento”.
De acuerdo a lo declarado por integrantes de EMISA, el hallazgo fue casual, ya que en realidad lo que estaban investigando eran los alcances del glifosato en aplicaciones aéreas, es decir hasta dónde se expande este herbicida cuando se fumiga. El protocolo indicaba que como grupo testigo, debían comparar con una gasa estéril.
Fue al utilizarla que descubrieron la presencia de este agroquímico, y decidieron continuar probando con diferentes productos que contuvieran como materia prima el algodón. Los resultados fueron contundentes: el glifosato estaba presente en un ciento por ciento en algodones, gasas, toallitas femeninas y tampones.
Sucede que en Argentina el algodón es transgénico, es decir, es resistente al pesticida glifosato, y la última etapa de fumigación se realiza a capullo abierto; esto significa que todas la fibras que componen el algodón son rociadas y absorben directamente este herbicida.
El pediatra Medardo Avila Vázquez, referente de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados afirmó: “El resultado de esta investigación es muy grave. Cuando uno utiliza algodón o gasas para curar heridas o para uso personal higiénico, lo hace pensando que son productos esterilizados, y resulta que están contaminados con una sustancia cancerígena”.
El glifosato es el herbicida más vendido en nuestro país (más de 200 millones de litros se usan al año para los más diversos cultivos). Ya se ha prohibido su uso en 74 países, y la Agencia Internacional para la investigación sobre el Cáncer (Iarc), dependiente de la OMS, lo incluyó en marzo de este año como el pesticida “posible” o “probable” de causarlo. De allí que los resultados de este estudio sean tan importantes, porque demuestran que millones de personas en el país están expuestas, de forma directa, a este veneno altamente peligroso.
Utilizar semillas transgénicas, combinadas con el pesticida glifosato, hace que los cultivos sean resistentes a insectos y plagas, con lo cual aumenta la producción y con esto la rentabilidad. No podemos dejar de mencionar que la corporación agroquímica transnacional Monsanto es en nuestro país quien prácticamente monopoliza el mercado.
Y en este sentido el gobierno no puede deslindar la responsabilidad que le cabe por proteger los agronegocios, en detrimento de la salud de la población. Es por eso que desoye las denuncias y demandas que se hacen para lograr la prohibición del glifosato.
El doctor Avila Vázquez indicó: “En Argentina hay 24,5 millones de hectáreas de cultivos transgénicos, con 12 millones de personas afectadas por el aumento sin precedentes de cánceres, abortos espontáneos, malformaciones congénitas o daños neurológicos. Los dueños de los cultivos van a Buenos Aires a atenderse, se pueden defender, pero los pobres del campo, sus niños y sus mujeres, los pequeños campesinos y los miembros de pueblos originarios simplemente mueren”.