El presidente Pedro Pablo Kuczynski dio a conocer lo permitido en la implementación del uso de la marihuana con fines medicinales. Para su producción, la nueva norma deja afuera a las madres que luchan por el aceite para sus hijos que lo necesitan.
Kevin Wright @kevouv
Viernes 17 de noviembre de 2017 22:48
El reglamento autoriza el uso informado, la investigación, importación y comercialización del cannabis y sus derivados, con fines medicinales y terapéuticos. El pasado 19 de octubre, con 64 votos a favor, cuatro en contra y tres abstenciones, el proyecto fue aprobado y exonerado de segunda votación en el Pleno del Congreso. A pesar de este avance para la salud de miles de niños y adultos mayores, el Ejecutivo otorgó licencia de producción únicamente a las universidades e instituciones de investigación agraria y en salud.
“El Perú está volteando varias páginas, yendo a la modernidad y esta es una de ellas, es una página importante que rompe prejuicios y mitos, por eso estamos felices de firmar esto”, declaró, airoso, Kuczynski durante la ceremonia en el Palacio de Gobierno. En su discurso, PPK saluda y agradece a los legisladores de Peruanos Por el Kambio que promovieron la ley en el Parlamento y olvida con precisión que esta norma fue la conquista de la enorme batalla de organizaciones sociales, en especial el grupo Buscando Esperanza -de madres cuyos hijos afrontan enfermedades graves como cáncer y epilepsias con fuertes convulsiones, las cuales, en ausencia de mejores medicamentos, crearon sus propios aceites-.
Ahora el Gobierno tendrá 60 días para elaborar punto por punto la nueva normativa, que por el momento no contempla el autocultivo particular para la realización de las medicinas que estos niños y niñas tanto necesitan. El discurso del gobierno roza lo irónico y golpea en la espalda de quienes, con la movilización social consiguieron que el Congreso trate el tema de la planta de marihuana y sus beneficios para la sociedad.
El Gobierno se pone al día para abrir un nuevo mercado a los empresarios amigos del parlamento. Y hasta las normas más progresivas las transforma en antipopulares por deporte de clase.
Es totalmente repudiable que, una vez superada esta etapa fundamental de despenalización, los y las representantes en el Congreso elijan beneficiar al sector privado. Una manifestación más de su desinterés por el pueblo trabajador.
Si bien la potencial producción nacional podría abaratar los costos para las familias, es necesario que también se otorgue licencia para la producción a las madres y familiares de quienes serían beneficiados por la planta, para conseguirlo deberán seguir, como hasta ahora, peleando en las calles por sus derechos.