Desde anoche Telefe pone en pantalla, por más de cien días, una nueva edición del “reality” cuya primera temporada arrancó en 2001. Pero, ¿los reality shows son realmente televisión verdad o son otra forma de producción cultural, guión incluido?
Martes 18 de octubre de 2022 10:29
Foto Prensa Telefe
Con una fórmula que no varía sustancialmente de la primera edición lanzada por Telefe a principios de siglo, este lunes comenzó una nueva temporada de “Gran Hermano”, con la conducción de Santiago del Moro, acompañado por Wanda Nara y Robertito Fernández.
Con un contingente inicial de 18 participantes, durante más de cien días se transmitirá este reality show basado en la convivencia de un grupo de personas encerradas y desconectadas del mundo exterior que deben ir eliminándose hasta consagrar a una ganadora o un ganador que se llevará, entre otros premios, $ 15 millones y una vivienda.
La convivencia se dará en una casa de 2.200 metros cuadrados ubicada en las instalaciones de Estudios Pampa de Martínez, en el norte del Gran Buenos Aires. Contará con 65 cámaras y 87 micrófonos que registrarán minuto a minuto la vida dentro de la casa.
Según la descripción de la agencia Télam, la nómina de participantes se compone de “la exdiputada del Frente de Todos Romina Uhrig, una mujer adicta al sexo, un hombre de 60 años que promete convertirse en ‘el patriarca de la casa’, una veinteañera cuya estrategia será ‘jugar con los hombres para que se peleen entre ellos’, un analista político de 25 años ‘amante de las MILF’, una peluquera canina, un influencer rosarino, un taxista-abuelo de 42 años, una jugadora de fútbol fan de Wanda Nara que ‘no entiende la bisexualidad’, una joven de 25 años a quien ‘operarse las lolas le cambió la vida’, un estudiante de abogacía que ‘cree mucho en Dios y va los domingos a misa’, una modelo de veintipocos que ‘solo toma champagne’ y odia las tareas domésticas, un repositor del Mercado Central y cartonero de 19 años, un cordobés que admite tener debilidad con las mujeres y no aguanta más de dos dias sin sexo (de allí su apodo de ‘conejo’) y una joven santafesina cuya definición de vida fue ‘no salgo a comprar pan sin maquillarme’”.
¿La vida real televisada?
En julio pasado, cuando Telefe anunció con bombos y platillos que se venía una nueva edición de “Gran Hermano”, la columnista de La Izquierda Diario y El Círculo Rojo Celeste Murillo reflexionaba sobre este producto televisivo que, más allá del rating asegurado y ciertas variaciones epocales, refrita una receta comunicacional que, en definitiva, reproduce hasta el hartazgo (y una vez más) las “exigencias” de un mercado cultural que “se mueve al ritmo de lo que genera dinero”.
Aquí algunos extractos de esa reflexión de Murillo, que también podés escuchar completa.
Otra televisión
· Una de las marcas de época está en la convocatoria, que en 2022 fue a través de redes sociales y casting con videos de Tik Tok. El público participa desde el primer momento eligiendo quién tiene que participar.
· Habla de un momento de la televisión abierta. Gran Hermano vuelve cuando los reality shows ya no son novedad y se consolidaron en la programación.
· Durante las dos décadas que pasaron desde el primer Gran Hermano Argentina, pasaron varios que quedaron en el pasado como El bar, Expedición Robinson. Otros más recientes renovaron sus ediciones, como Masterchef, Masterchef Celebrity o Bake Off se instalaron fuerte en la pandemia.
· Gran Hermano vuelve cuando las ficciones nacionales se retiraron de la televisión abierta hacia las plataformas. Las últimas producciones argentinas se vieron en Netflix, como El reino, o en Amazon Prime como Iosi o Porno y Helado.
· Entre las pocas ficciones producidas en Argentina para televisión abierta están La 1-5/18 de Canal 13 y acaba de terminar El primero de nosotros en Telefé.
· Los programas que mandan en el prime time argentino son: novelas turcas (los llamados enlatados, productos de otros países que compran los canales, como Fuerza de mujer, Doctor milagro o ahora La fugitiva), programas políticos y de noticias y reality shows.
· Hoy se emiten todos los días La Voz Argentina y El hotel de los famosos. La Voz encabeza el rating del horario central de la noche.
¿La realidad en la pantalla?
· Volviendo a la promoción, Gran Hermano dice “tenés que ser vos las 24 horas del día”. ¿Los reality shows son realmente televisión verdad o son otra forma de producción cultural?
· Subrayan que son realidad, sin actores ni historias prearmadas, pero los reality shows suelen estar guionados. No es que no sean reales pero se cuelan puntos de vista, prejuicios y decisiones de qué mostrar y qué no.
· A fuerza de repetición aprendemos a detectar esas historias. El o la participante que llega con mucho esfuerzo, las recetas de una abuela que murió, el recuerdo de una infancia difícil. La emoción es acompañada siempre con música y edición pensada para lograr el efecto.
· El productor de las primeras emisiones de Gran Hermano, Marcos Gorbán, contó que el secreto del formato tenía tres patas: “el aislamiento absoluto, el sistema de eliminación, y que no haya metro cuadrado sin que pueda ser visto por las cámaras”. El éxito se confirma, decía, cuando empiezan a interactuar dos realidades: la de adentro y la de afuera.
· Los ejes que ordenan las historias son muy parecidas a las que antes alimentaban tiras diarias y telenovelas.
Historias que conmueven o emocionan, con las que podamos identificarnos, personalidades arquetípicas (popular, tímido, emprendedor, romántico, inteligente) y, aunque a veces no parezca, un mensaje.
· Lo más atractivo de los reality shows son los personajes (que en Gran Hermano no son personas famosas) y las historias que se van armando en la interacción en un contexto específico: una casa sin comunicación con el afuera.
· Las historias que más cautivan son las que contienen conflictos interpersonales, muchas internas y otras que tienen que ver con el exterior (quién es el cheto, quién es laburante, si está casado, ¿tendrá un romance? Si es mujer, ¿tiene hijos? ¿Los extraña?).
· El público es clave. Mucha gente lo ve porque le gusta, otra porque se burla, pero en definitiva todos hablan del programa.
· La adaptación de formatos internacionales no es simplemente copiar, hay una traducción cultural.Lo importante no es igual en el Reino Unido y en Argentina. Se combina la receta y la idiosincrasia local.
¿Quién está mirando?
· Más allá del formato y las conversaciones que provoca, lo que más se critica es el consumo, a la gente que lo ve. ¿Es muy diferente ver un reality show, una serie o una película?
· Las discusiones sobre el público traduce de alguna manera un debate más viejo que la televisión. La “alta cultura” (la que supuestamente es culta de verdad) versus la “cultura popular”, el cine de autor versus el de Hollywood, ver televisión o leer un libro u otras supuestas “formas elevadas” de la cultura.
· El debate en estos términos deja en un segundo plano que la mayoría de las personas tiene muchos obstáculos para acceder a diferentes producciones culturales. Y, sobre todo, borra la mediación del mercado, que privilegia determinadas producciones y margina otras.
· Y si genera interés ver interactuar a personas desconocidas, espiar su vida “privada” y juzgarlas, el problema no es el formato. Ese interés es lo mismo que hace funcionar las redes sociales, los portales de noticias y programas de información.
· Sobre el impacto de los reality se pueden tomar notas parecidas a las de otras producciones culturales. En definitiva, son productos en un mercado que se mueve al ritmo de lo que genera dinero.
· La televisión persigue el mismo negocio que las plataformas. Si no hay más variedad no es porque a la gente no le interese. Lo sabemos por la circulación de contenidos fuera del “mercado formal”: las páginas pirata, los lugares donde encontramos todo lo que no está en las plataformas y los canales.
· Lo que es distinto y muy desigual es lo que tenemos a la mano. Y en 2022, la televisión abierta sigue siendo la que se enciende igual más en lugares muy distintos.
· A lo mejor la discusión más interesante no es si hay que cambiar de canal, sino pensar qué pasaría si las opciones no estuvieran reducidas a lo que se puede vender a buen precio.
El primer gran hermano
· El nombre de la franquicia “Gran hermano” no tiene nada que ver con la televisión o el voyeurismo de las redes sociales.
· En 1949, el escritor británico George Orwell publicó 1984, una novela en la que imaginaba cómo sería Londres en 1984.
· Orwell imaginó una dictadura totalitaria que controla todo, incluida la vida de los ciudadanos y las ciudadanas. Nadie escapaba a la vigilancia de y la Policía del Pensamiento (que construyó en base a la NKVD, la policía secreta del régimen de Stalin en la URSS por esos años).
· Las múltiples adaptaciones de 1984 hablan de las transformaciones, ya no de regímenes como el que criticaba Orwell, sino de diferentes formas de vigilancia desarrolladas en las sociedades capitalistas contemporáneas. Por eso la novela sigue encontrando lectores y lectoras que buscan romper “nuevos” pensamientos únicos.
Una historia contada mil veces
· La primera versión de Gran Hermano como reality show fue en 1991, con la serie Nummer 28 de los Países Bajos. El programa reunía a personas desconocidas y filmaba sus interacciones.
· Se transformó en el reality show como lo conocemos en 1999 y comenzó a exportarse en los años 2000. A lo largo de los años, se extendió a varios países y se combinó con shows clásicos de talento, a los que se agregó el seguimiento con cámaras de las personas que participaban.
· Antes de existir como género televisivo, la ficción también contó historias parecidas. La más conocida es The Truman Show, una película de 1998 en la que Truman Burbank (Jim Carrey) descubre que su vida es un producto televisivo y todo está diseñado para el entretenimiento del público.
Redacción
Redacción central La Izquierda Diario