Con casi el 24 % de los votos positivos de este domingo, la coalición creada por Mauricio Macri ahora es mirada con entusiasmo tanto por el peronismo como por los liberfachos. Para Massa, “se terminó la grieta” con el radicalismo gorila. Para Milei, ahora hay que “trabajar juntos por un cambio”. De cara al 19 de noviembre, la casta está revuelta.
Daniel Satur @saturnetroc
Lunes 23 de octubre de 2023 13:49
Foto Federico López Claro | La Voz
Los resultados de las elecciones generales de este domingo dejaron kilómetros de tela para cortar. La remontada del candidato oficialista Sergio Massa, el estancamiento de Javier Milei respecto a las PASO y la bancarrota de la coalición encabezada por Patricia Bullrich (opositora nacionalmente pero gobernante en muchos distritos), configuraron una segunda vuelta en la que, el próximo 19 de noviembre, el peronismo y el liberalismo jurásico buscarán salir de sus “tercios” y conquistar la “mitad más uno” de los votos de quienes concurran a las urnas.
Además de quedar planteado quiénes competirán por el sillón de Rivadavia en cuatro semanas, el domingo electoral dejó infinidad de interrogantes, tanto sobre “lo que pasó” como, especialmente, sobre “lo que puede pasar”. En ese sentido, desde Unión por la Patria y La Libertad Avanza no tardaron ni un minuto en intentar seducir al universo de votantes de Juntos por el Cambio . Es que, con el 98,54 % de las mesas escrutadas, ese 23,83 % de votos positivos representa casi 6,3 millones de personas.
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Hay quienes (en medio de la efervescencia) especulan que, como si fuera algo “natural”, los votos de JxC deberían ir en bloque a Milei. Pero no estaría siendo eso lo que piensan, precisamente, los dos candidatos que competirán en noviembre. De allí que, tanto uno como el otro, utilizaron sus primeros discursos del domingo a la noche para lanzar sus “invitaciones” a los votantes cambiemitas.
El ministro-candidato del oficialismo dijo desde su bunker: “Quiero hablarles a los argentinos y las argentinas que fueron al cuarto oscuro pero votaron en blanco, a los que con desesperanza y bronca se quedaron en su casa (...) y a esos miles y miles de radicales que, a lo largo y ancho de la Argentina, comparten con nosotros valores democráticos”. Además, sin nombrar a los candidatos, interpeló a más de un bullrichista y mileísta al hablarles “a quienes quieren una Argentina en paz y con orden”. La famosa “unidad nacional”... con quien venga.
Por su parte, como nunca lo había hecho antes en sus discursos, Milei utilizó casi hasta la exageración las palabras “juntos” y “cambio”. Con tal de sumar hacia noviembre, hasta propuso olvido y perdón sobre todo lo dicho hasta ayer. “Durante todos estos meses la campaña hizo que muchos de los que queremos un cambio nos viéramos enfrentados, yo vengo a dar por terminado ese proceso de agresiones y ataques, estoy dispuesto a hacer tabula rasa, barajar y dar de nuevo, con el objetivo de terminar con el kirchnerismo”. ¿Y la casta? ¿Y la moto(sierra)? ¿Y Candela?
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Posiblemente Milei crea que es el más indicado para sumar los votos de JxC . Algo de eso intuyó Bullrich el mismo domingo a la noche, cuando reconoció la derrota desde un escenario en el que la acompañaba parte de la plana mayor de su coalición. “Nunca vamos a ser cómplices del populismo ni de las mafias”, dijo en clara referencia a Massa. “No soy yo quien va a felicitar que vuelva al poder quien ha sido parte del peor gobierno de la historia argentina”, agregó. Y en lo que más de uno interpretó como un guiño al liberfacho, sentenció: “Hoy me ha tocado a mí este lugar, serán otros los que avancen en estos valores y en este camino”. Fue uno de los pasajes más aplaudidos por Mauricio Macri, quien la escuchaba a su lado.
No es la primera ni será la última vez que los referentes de la política burguesa (de la que Milei es parte aunque lo niegue) apelan a “sumar votos” de donde venga con tal de ganar una competencia definitoria como la que se avecina. Incluso a riesgo de desdecirse de todo lo que hasta ayer parecían convicciones.
¿Ya no habrá margen para las acusaciones de Milei hacia Juntos , a quienes ha llegado a calificar de “socialistas de buenos modales”? ¿Bullrich ya no será la “inmoral montonera que metía bombas en jardines de infantes”? ¿Habrá una foto común en estos días entre el farsante de la “libertad” y la ahora excandidata que llegó a denunciarlo por calumnias e injurias?
¿Tampoco habrá margen en estas semanas para las acusaciones peronistas al gorilaje radical y de otras alas internas de la coalición creada por el macrismo? ¿Quedarán en el olvido los repudios kirchneristas a los represores y amigos del exintendente de Tigre Gerardo Morales y Horacio Rodríguez Larreta? ¿Ahora las alas progres del peronismo realzarán como ícono democrático a Raúl Alfonsín, cuya imagen Milei confesó utilizar como punching ball?
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Todo eso se verá en las próximas semanas. Lo cierto es que ya hay indicios de una futura reconfiguración del coalicionismo político capitalista. De hecho hay quienes leen en la (relativamente sorpresiva) remontada de Massa algo de migración de exvotantes de JxC . Y no sólo de radicales. Se apoyan, entre otros datos, en que hay unos 430 mil votos que en las PASO de agosto fueron a Larreta y este domingo no fueron a Bullrich.
Un análisis más fino dirá si el grueso de esos cientos de miles de votos se fueron a las boletas de Milei o a las de Massa. Pero para las alas derechas del peronismo, casi que son votos propios. De allí que recuerden con cariño los dichos de Larreta, cuando en su campaña electoral pre PASO afirmó que “la Argentina no necesita a tipos que construyen su carrera en base a la agresión, todos los Milei que ha habido en el mundo fracasaron”.
El radicalismo, el larretismo y las demás alas “centro” de Juntos están en un flor de dilema. ¿Se puede votar al Milei que destroza a Alfonsín y que en su cierre de campaña en el Movistar Arena bailó al ritmo de “¡el que no salta es radical!”? ¿O mejor votar al ministro-candidato bendecido por Cristina Fernández que lleva en sus listas a muches kirchneristas? ¿O no queda otra que votar en blanco?
Como se sabe, en el peronismo actual no faltan radicales. Allí están el candidato a jefe de Gobierno porteño Leandro Santoro, la presidenta de la Cámara de Diputados Cecilia Moreau y su padre Leopoldo. Y hasta podría pensarse que Martín Lousteau, exministro de CFK, frente a la disyuntiva del balotaje termine optando por Sergio Tomás y no por Javier Gerardo. Pero para más de un “correligionario” que lleva dos décadas vomitando antikirchnerismo junto a Macri, la cosa no se presenta fácil.
También es verdad que para otros gorilas vernáculos “sin partido” (como Jorge Lanata o Baby Etchecopar), tanto por “historia” como por “responsabilidad” el tigrense es mucho más presentable que el gatito mimoso del poder. Sin ponerse colorados, lo afirman más allá de las históricas traiciones de Massa y de que, desde hace más de un año, lleve adelante un plan económico ordenado por el FMI y cuyos resultados se miden en inflación, pobreza y precarización récords.
No sería de extrañar, entonces, que buena parte del gorilismo "republicano", sea o no radical, emprenda más temprano que tarde una retirada de su experiencia cambiemita. Por lo pronto, la invitación a un gobierno de "unidad nacional" con el peronismo gobernante les puede resultar más tentadora que mantenerse en la vetusta coalición que acaba de ser derrotada por el supuesto outsider del sistema.
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Ante el balotaje, las alternativas son tres. O se vota a Massa, o se vota a Milei o no se vota a ninguno. Esta última opción se puede expresar en abstencionismo, en el llamado “voto en blanco” o en el voto nulo. Suponiendo que quienes votaron a Unión por la Patria y a La Libertad Avanza repitan su sufragio en la segunda vuelta, resta saber qué harán quienes no lo hicieron.
Según los recuentos oficiales, este domingo hubo unas 7,8 millones de personas empadronadas que directamente no fueron a votar, mientras que 554.161 lo hicieron en “blanco” y otras 224.864 anularon su voto. En total representan un cuarto del padrón electoral, una masa de votantes que no se siente representada, al menos formalmente, por ninguna de las listas que estuvieron en el cuarto oscuro. A su vez, entre las y los votantes de Bullrich, Schiaretti y Bregman suman otra cuarta parte del padrón.
Sobre ese 50 % aproximado de la población habilitada para votar deberán ejercer sus intentos de seducción tanto Massa como Milei. Como se dijo, hay toda una franja de ese variopinto universo que, tranquilamente, podría definir su voto tanto por el peronismo-kirchnerismo como por el libertarianismo fascistizante. Aunque también hay quienes votan de acuerdo a sus principios y convicciones.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).