El primer Ministro de facto de Haití, Ariel Henry, anunció su renuncia a última hora del lunes, que se haría efectiva una vez que se haya designado un consejo de transición. En realidad lo han forzado a renunciar, pues se trata de una decisión que ya había sido tomada el viernes a instancia del propio Estados Unidos. El imperialismo estadounidense, con la complicidad de la ONU y con esta nueva fachada del “consejo de transición”, prepara una nueva intervención militar en el país caribeño bajo el nombre de “Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad”.
Martes 12 de marzo 10:52
Ariel Henry había viajado a Kenia a finales de febrero para conseguir apoyo para el envío de tropas internacionales en Haití bajo las directivas del imperialismo estadounidense, pero la situación y la crisis se intensificó durante su ausencia y lo dejó varado en el territorio estadounidense de Puerto Rico, después de que se le prohibiera aterrizar en República Dominicana. Voceros del Departamento de Estado afirmaron que Henry era libre de permanecer en Puerto Rico o viajar a otros lugares de Estados Unidos. "El gobierno que estoy dirigiendo se destituirá inmediatamente después de la instalación del consejo [de transición]", declaró Ariel Henry, pero ya era una decisión tomada por la hoja de ruta establecida por el Gobierno de Biden.
Antes de que Ariel Henry anunciara su renuncia, ésta ya la había hecho pública Antony Blinken, quien en horas más tempranas del lunes declarara sobre la instalación de un “consejo presidencial” que tendría la tarea de establecer un gobierno interino. Lo declaraba mientras se realizaba la reunión de Jamaica, convocada formalmente por la Comunidad del Caribe (Caricom) y con la presencia del Departamento de Estado, a través de Blinken, que era para discutir “una transición política”, a instancia de Estados Unidos que había exigido la semana pasada que debía ser "acelerada", para acelerar también el despliegue de la “misión de seguridad” planificada. En dicha reunión también participó México, a través de la canciller mexicana, Alicia Bárcena, representantes de la ONU, Francia, Canadá, entre otros. Sin el apoyo del Departamento de Estado de EE.UU. ni de ninguno de los países vecinos, Ariel Henry no tenía otra alternativa que renunciar.
Con Estados Unidos por detrás, Kenia se había ofrecido a liderar la fuerza de intervención militar el año pasado, que venía pidiendo el propio Ariel Henry, y de allí su viaje al país africano. En febrero, la ONU dijo que cinco países habían prometido formalmente tropas para la fuerza, siendo Benin el mayor contribuyente conocido con 1.500 efectivos. Chad, Bangladesh, Barbados, Bahamas, también hicieron compromisos formales. También se sumarían Antigua y Barbuda, Surinam, Belice y el gobierno de Bukele de El Salvador volvió a manifestar que podría enviar tropas, ofrecimiento que ya había hecho en el mes de enero. Estados Unidos que no enviaría tropas, es el mayor patrocinador financiero, también lo serían Canadá y Francia.
En los hechos Ariel Henry ha sido depuesto ante una situación donde el caos social y la crisis política ha aumentado vertiginosamente, sobre todo desde que el 28 de febrero se conociera que Henry se había "comprometido" a celebrar elecciones en Haití antes de finales de agosto de 2025, una fecha considerada demasiado lejana, y más aún sin contar con legitimidad entre el pueblo haitiano. El viernes por la noche en las cercanías del Palacio Nacional de la capital se intensificaron disparos sin clara procedencia, y como expresión de la gran descomposición estatal, bandas armadas el pasado sábado 2 de marzo habían liberado a miles de personas de prisión, lo que obligó al gobierno a cerrar el principal puerto de carga de la capital y ordenar el estado de emergencia.
Pero la verdadera arremetida realmente es contra el pueblo haitiano. La semana pasada, el 7 de marzo, miles de haitianos salieron a las calles de Puerto Príncipe para exigir la renuncia del primer ministro, Ariel Henry. Los manifestantes levantaron barricadas en llamas en la autopista de Delmas, paralizando toda actividad en la zona y reduciendo al mínimo la circulación del transporte público. Al grito de "fuera", "fuera", exigían la dimisión de Henry, que ha prohibido las manifestaciones. La Policía Nacional de Haití (PNH), que no ha respondido a las acciones recientes de las bandas armadas, no dudó en reprimir a los manifestantes con armas letales y gases mientras marchaban hacia la embajada de Canadá.
Durante el fin de semana, representantes del gobierno de Haití, así como grupos de oposición, el sector privado empresarial y hasta grupos religiosos se reunieron con representantes de Estados Unidos y la Comunidad del Caribe (CARICOM) para establecer un consenso de salida de emergencia. Allí se terminó de cocinar la salida Henry Arias, a quién ni siquiera invitaron a la reunión en Kingston.
De acuerdo a declaraciones del presidente de CARICOM, Irfaan Ali, el consejo presidencial de transición estará compuesto por dos observadores y siete miembros votantes que representarán a a diversos sectores políticos y sociales de Haití. Los siete miembros votantes provendrán del sector empresarial y de partidos o coaliciones políticas de Haití, incluido un grupo conocido como el Colectivo 30 de Enero y el Acuerdo del 21 de Diciembre, una organización que había respaldado el mandato de Henry para gobernar hasta febrero de 2024.
Dicho consejo ejercerá poderes presidenciales mediante votación mayoritaria. También nombrará un primer ministro interino y un gabinete, y establecerá un consejo electoral provisional que tendrá de convocar las primeras elecciones en Haití desde 2016.
Recordemos que tras el asesinato del presidente Jovenel Moise en julio de 2021 Ariel Henry fue elegido como primer ministro por el llamado Core Group o grupo de contacto, que está liderado por Estados Unidos y del que también participan Francia, España, Brasil, Alemania y Canadá. Esta "designación", se pasaba por alto toda instancia sucesoria y no contaba con el apoyo de la población, fue rubricada por Naciones Unidas y la OEA. Es decir, un avasallamiento abierto a la soberanía del pueblo haitiano.
Durante gran parte del gobierno de Ariel Henry, movilizaciones y huelgas masivas sacudieron a Haití contra la carestía de vida, aumento de los combustibles y otras demandas y que exigían su caída, que fue puesto a dedo por Estados Unidos y otros países y no cuenta con ninguna legitimidad, como informamos desde La Izquierda Diario y que puede leerse aquí y aquí. Es que la miseria ha ido en vertiginoso aumento y una permanente crisis humanitaria que ha desencadenado una migración masiva. Por centenas de miles se cuentan los migrantes haitianos en países como México, Centroamérica y el Caribe, donde la mayoría buscan rumbo hacia Estados Unidos.
Ariel Henry, en octubre del 2022 había pedido una completa intervención militar imperialista en Haití, a manos de los Estados Unidos o Canadá. El objetivo de fondo de esta solicitud era lograr detener el enorme descontento sobre un gobierno ilegítimo impuesto al pueblo haitiano por las potencias extranjeras, pero el argumento formal era el “control” de las bandas armadas. En su momento, Anthony Blinken, Secretario de Estado, reconoció que estaban organizando la intervención. Poco tiempo después Canadá anunciaba el envío de buques de guerra. En enero el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, afirmó en ese momento que era "urgente" desplegar una fuerza de seguridad internacional en Haití para “ayudar a combatir las bandas y contribuir a la gobernanza democrática”, en la misma línea argumental para justificar la intervención militar. A un poco más de un año han decidido dar el zarpazo.
Como escribimos en nuestra última declaración de la FT-CI, hay toda una farsa alrededor de las pandillas. “Es indiscutible que desde que asumió el gobierno títere de Ariel Henry, que se combina con la agudización de la miseria acentuada con la carestía de alimentos y el aumento de los combustibles, grupos armados paramilitares han ganado terreno en el país caribeño. Sin embargo, lo que cínicamente obvian los Estados Unidos, la ONU y el Gobierno haitiano, es el hecho de que han sido ellos mismos quienes han mantenido vínculos históricos con el crimen organizado, alentando la creación de las pandillas a través de las fuerzas represivas del Estado cuando les han sido funcionales. Ya desde antes existían las bandas armadas que el Gobierno y el capital haitiano usaban contra el movimiento de masas. Dichas bandas se han desarrollado paralelamente a las fuerzas del capital y del Estado, diferentes facciones del régimen apoyaban discrecionalmente a la o las pandillas de su elección. Y hoy aparentemente habrían perdido ‘el control’ en el marco de la gran descomposición estatal y gubernamental”.
Aún se mantiene fresca en la memoria del pueblo haitiano la última intervención de la ONU para la “Estabilización de Haití” (MINUSTAH) que duró 13 años, entre 2004 y 2017, y en la que diversos países de América Latina (incluido Brasil que también en ese entonces era gobernado por Lula, la Argentina gobernada por los Kirchner y Bolivia cuando tenía de presidente a Evo Morales), participaron o dirigieron junto a tropas de otros países una ocupación militar a pedido de Estados Unidos, degradando la soberanía del pueblo haitiano, y siendo acusada de todo tipo de aberraciones, abusos y asesinatos.
No a la intervención militar imperialista en Haití
Lo hemos venido afirmando. No existe ninguna solución a la crisis en Haití que provenga de las intervenciones militares dirigidas por el imperialismo estadounidense o de fachadas de organizaciones internacionales a su servicio como la ONU o la OEA, como ha quedado demostrado a lo largo de los años en varias partes del mundo, y sobre todo en Latinoamérica, para imponer gobiernos dóciles al imperialismo yanqui. Estas han profundizado por décadas los problemas internos del país hundiendo aún más en la miseria al pueblo haitiano. Se hace necesario impulsar una gran campaña internacional contra la intervención militar en Haití y en solidaridad con el pueblo haitiano.
En el propio Haití solo los trabajadores y el pueblo oprimido puede ir hasta el final en la lucha contra la miseria imperante, las clases dominantes y sus gobiernos corruptos sostenidos por el imperialismo. Para ello es preciso que tomen en sus manos su propio destino y al calor de la lucha por sus propias demandas, oponerse a cualquier tipo de intervención militar, así como cualquier fuerza de ocupación disfrazada de “misiones de paz”. Al calor de su lucha el pueblo haitiano debe potenciar sus propias organizaciones de masas poniendo en pie organismos de autodeterminación confiando solo en sus propias fuerzas, en la perspectiva de un gobierno de los trabajadores y oprimidos único que podrá dar una verdadera y definitiva salida a la crisis.