La banda graba un último disco antes de separarse en diciembre de 1994, cuando la convivencia se vuelve imposible y da por terminada una historia que a partir de entonces comenzará a ser leyenda. El recuerdo del Tano Romano para LID.
Juan Ignacio Provéndola @juaniprovendola
Martes 31 de diciembre de 2024 13:58
El domingo 18 de diciembre de 1994 Hermética da en la disco Go! de Mar del Plata el último recital de su historia. Habían pasado poco más de seis años de su primer concierto —el 7 de mayo de 1988 en un pub de San Martín— y apenas cinco de la salida de su álbum debut. Víctimas del vaciamiento se había publicado a fines de octubre y un mes después fue presentado en Obras, donde reciben un Disco de Oro por las ventas. En simultáneo a la grabación del tercer álbum de estudio (cuarto si contamos en EP Intérpretes) en los estudios Del Abasto al Pasto de Don Torcuato bajo las órdenes de Álvaro Villagra, la banda se tomó un recreo para ir a River y hacer historia en el Monsters of Rock que traía a Kiss, Slayer y Black Sabbath con Tony Martin. En su hora cumbre, Hermética salta al abismo. Y cae: en enero de 1995 cada cuál estaba ensayando por su parte y para marzo y abril debutarían Malón y Almafuerte, los proyectos de sus ex integrantes.
Víctimas del vaciamiento es, entre otras cosas, un testimonio medular de 1994, año en el que Hermética quemaría la vela por los dos lados hasta consumirse. En febrero un espectador muere electrocutado en un show del boliche Morón 90 que años después dará inicio a un proceso legal complicado. Poco después retoman las presentaciones en Stadium de Almagro con más de tres mil personas por noche haciendo cola sobre Avenida Rivadavia, todo un standard refundacional para nuevas popularidades y convocatorias de la cultura metalera argentina. Y luego sobreviene grabación a toda pasta de un disco con las comodidades del estudio Del Abasto al Pasto más la pericia de Álvaro Villagra. River se pone de pié, Obras le da su noche protagónica. Pero algo ya estaba roto.
Hermética publicó toda su discografía por Radio Trípoli, el sello independiente que por esa época también le había dado pista a Attaque 77 y Los Auténticos Decadentes. “Después de Ácido Argentino renovamos contrato por dos discos de estudio más, aunque solo grabamos Víctimas del Vaciamiento”, recuerda Sergio Fasanelli, director de Trípoli. La apuesta del sello por ese nuevo álbum de La H fue tan grande que solo basta con medirla en horas de grabación: Víctimas del Vaciamiento dispuso 300, diez veces más que las que tuvieron en Estudios El Aguilar para Intérpretes. Hubo una campaña publicitaria fuerte con las recordadas microguías radiales grabadas por el Ruso Verea solo con su voz en off, sin música de fondo, con el propósito de generar curiosidad.
La tapa, al igual que la de Ácido Argentino, es una composición de los distintos contenidos que emanan: allí aparece un conscripto (“Del colimba”), la entrada desgajada de un centro de salud (“Hospitalarias realidades”), pintadas de campañas electorales (“Olvídalo y volverá por más”), una persona sentada en un inodoro (“Otro día para ser”) y cuatro muchachos tomando cerveza en la vereda (“Soy de la esquina”), que no son otros que los mismos músicos, entre ellos el propio Iorio estrenando su cresta en el pelo. “El dibujo de tapa lo hizo Cristian Heredia, un muchacho que era amigo de Ricardo y había trabajado en algunos telones. Vino directamente con el dibujo. Y en un momento, nosotros, como compañía, tuvimos la idea de que el logo no estuviera fuera del dibujo de la tapa, sino dentro de él. Y así aparece, hecho a mano, a diferencia del título, que está fuera de ese cuadro y con una tipografía de imprenta”.
Según Chuchu Fasanelli, sin embargo, toda esa intensidad creativa se les vino en contra. “Los Hermética no pudieron con sí mismos: tenían para mucho más, por eso yo quería seguir laburando con la banda. Pero la historia alrededor de ellos se volvió inestable, especialmente después de Ácido Argentino, un discazo a partir del cual empezaron a vivir de la música, aunque la convivencia entre ellos se desgastó. Fue muy triste la forma en la que se terminaron peleando. En las fotos aparecían los cuatro, pero quizás Ricardo empezaba ya a verse como líder, algo que profundizó en Almafuerte y ni hablar como solista. A pesar de que siempre formó excelentes bandas con excelentes músicos, en un momento sintió que la gente iba, en definitiva, por las creaciones de él”.
Para el guitarrista Tano Romano las cosas no estaban tan mal a inicios de 1994, de lo contrario hubiese sido imposible hacer ese disco. “A principios del 94 la cosa no estaba tan densa, entonces todavía podíamos laburar. Si grabamos un disco, es porque todavía se podía. No sé si, como veníamos ya al final de ese año, hubiésemos podido grabar otro. Había algo que ya no se generaba. Estaba difícil la cosa para juntarnos, incluso. Si bien teníamos algunos temas, como los que grabamos en el primer disco de Malón. O “Buitres”, del primer disco de Almafuerte, que Ricardo la trajo después de haber sacado Víctimas del vaciamiento y no sé si incluso la hemos llegado a tocar en vivo alguna vez. Pero la cosa ya estaba tensa. No veníamos bien. Ya no teníamos la convivencia de los años anteriores. Entonces la composición también era así. Ni nos juntábamos”.
“Ricardo siempre venía con canciones. Él las traía tocadas y cantadas con una melodía, la letra, las estrofas y el estribillo. Pero después había que darles otra forma, porque a lo mejor no tenían un corte, o no se sabía en qué parte iría un solo. Entonces yo me encargaba, por ejemplo, de hacerle una intro para después arrancar con los riffs y que luego de eso Ricardo empezara a cantar. O armar cortes entre el solo. Y terminar el tema con el estribillo, o buscarle otro cierre”, cuenta Romano. “Los temas míos, en cambio, como los hacía en casa y a lo mejor tenía más tiempo, creo que musicalmente eran un poco más complejos. Tenían otras cosas, partes instrumentales, un laburo distinto. Los grabábamos y luego Ricardo escuchaba el casete en su casa con una lapicera y un papel, dándose el tiempo para escribir. Así hicimos, por ejemplo, “Olvídalo y volverá por más”, que él además cantó”.
“Creo que algunas músicas mías le inspiraban letras. Como “Soy de la esquina”, que es heavy metal, pero también fiesta. Para escucharlo en un encuentro de amigos: un tema que acompaña mientras estamos charlando y tomando unas birras”, describe el Tano. “En los inicios de Hermética componíamos con Ricardo mano a mano, con dos guitarras criollas. Aunque más que laburar la composición, lo que hacíamos era armar lo que teníamos: él venía ya con algunas canciones, yo también con otras. “Tu eres su seguridad”, por ejemplo: era un temazo, aunque yo le recomendé agregarle una intro para que la gente agitara, entonces fuimos trabajando un arreglo que es el que terminamos grabando. Eso le da otro músculo a la canción”.
“Pero después empezamos a ensayar los cuatro en la casa de Marcelo Tommy Moya y ya dejamos de juntarnos los dos con criollas. Ricardo llevaba la canción a la sala y ahí la terminábamos con una distorsión, con una batería. Algunas cosas a lo mejor me las llevaba a casa y les encontraba otra vuelta: intros, cortes, arreglos, solos, cosas así”, recuerda el guitarrista. “La única canción de Víctimas del Vaciamiento que compusimos juntos con criollas, tal como pasaba al principio, fue “Moraleja”. Era una idea de Ricardo que empezamos a cantar y a tocar en los micros de gira para hinchar las pelotas y divertirnos, y porque al ser un tema folclórico se podía hacer en una guitarra criolla. Decidimos incluirla porque la habíamos tocado tantas veces que sentíamos que ya era parte de nuestra vida juntos, jaja. Fue, por lejos, la canción de ese disco que más tocamos antes de grabarla”.
“En esa última etapa estábamos cansados de lo que estaba pasando, cada cual en su mundo. En un punto, ya éramos conscientes de que en cualquier momento se terminaba.
Una lástima: era impresionante lo que estaba pasando con Hermética, todo lo que nos había costado, tocar en River, llegar a Obras”, se lamenta el Tano. "Cada cuál tiene su historia, pero no todo es como se anda diciendo por ahí. Ricardo entró en la suya, era él y solo él, y nosotros tres queríamos seguir tocando juntos. Creía que premeditábamos apartarlo, y así se fue alejando hasta tomar la decisión de desarmar Hermética. Él formó la banda, escribía las letras y componía varias de las canciones, pero cada uno de los cuatro puso lo suyo para que eso haya sido lo que fue. Sería injusto pensar otra cosa”.
“Pasaron ya treinta años de eso y, lamentablemente, nunca lo pudimos aclarar. Será por eso que a veces se me aparece en los sueños. Como sea, me quedo con los lindos recuerdos. Juntarnos con Ricardo a componer las primeras canciones, disfrutar los shows y recorrer todo el país, conocer un montón de gente. Y hoy tener un montón de amigos en muchos lados que nos abrazan, nos dan la mano. Y nos agradecen por esos momentos y emociones que les generaron las canciones que compusimos juntos”.