La multitudinaria movilización universitaria fue la marcha más masiva desde que comenzó el Gobierno de Milei y una de las más grandes de la historia en defensa de la educación pública. Contó con gran apoyo popular y a pesar de sus direcciones -que en el acto no plantearon cómo continuar- actuó como una caja de resonancia de cambios en el humor social y de la transición hacia una nueva coyuntura política, que combina un crecimiento de las luchas con ataques duros. Desde el Gobierno y sus aliados en el Congreso Nacional -a pesar de todo-, preparan una nueva ofensiva capitalista con leyes reaccionarias. Pero después de este martes hay mucho mejores condiciones para apostar a la tarea de articular las fuerzas desplegadas, junto a trabajadores y jubilados, para enfrentar ese plan: la próxima cita de honor es movilizar masivamente hacia el parlamento cuando se traten las leyes, exigiendo paro a la CGT y la CTA para ese día.
Fernando Scolnik @FernandoScolnik
Martes 23 de abril 18:57
Cuando faltaban menos de 24 horas para la movilización universitaria, que ya se preveía multitudinaria, pidió un poco de paciencia. Sus funcionarios ya habían probado por la vía de atacarla diciendo que era algo "político". Ahora él habló más en general de cómo está el país, pero con un ojo en lo que se venía. Agradeció el “esfuerzo heroico” que estarían haciendo los argentinos. Dijo que valía la pena. Que estamos mal, pero vamos bien, y que lo que estamos haciendo es "una hazaña de proporciones históricas a nivel mundial". Que, aunque sea doloroso, el camino es el correcto y empieza a haber resultados. Planillas, números, datos fiscales y financieros. Todo bastante alejado de la vida real. Solo le faltaron las filminas.
Desde la Casa Rosada, este lunes el presidente que gana más de 4 millones de pesos por mes le había pedido paciencia a la población para recorrer “la mitad del camino” que falta según él. Él tiene paciencia, entre otras cosas, porque para él sí hay plata. También para los sueldos millonarios de su hermana Karina, del ñoqui de Adorni y tantos otros integrantes de la casta, incluyendo senadores, jueces, embajadores. Te mentí, no íbamos a ajustar a la casta, podría haberse titulado también el video. Pero a vos te pido paciencia. La mía está.
El timing del mensaje presidencial tuvo que ver con un momento clave en el que el gobierno sigue siendo nuevo pero no tanto y a la vez no tiene resultados palpables para mostrar en la vida real y cotidiana de millones, más que penurias. La marcha -él lo sabía- iba a expresar que no todo va tan bien e incluso iba a dejar en ridículo una vez más al protocolo represivo de Bullrich. Muchas voces señalaron también que la ausencia de anuncios concretos en la cadena nacional fue una muestra de debilidad e incertidumbre sobre el rumbo. Luis Caputo sigue sin conseguir los fondos millonarios que rastrea sin éxito en el exterior.
Nos dirigimos hacia una nueva coyuntura política en la que el reloj de arena comienza a mostrar que el crédito inicial del que goza la administración liberfacha aún no está del todo agotado, pero que el tiempo tampoco será infinito ni mucho menos en un marco de profunda recesión con caída del consumo y de la recaudación -que amenaza incluso a los “logros” fiscales que reivindica y ¿dibuja? el presidente- y de alta inflación que -aunque bajó algo- permanece alta y será alimentada con nuevos tarifazos. A eso se agregan las dudas sobre el “atraso cambiario”. El remanido cuento de la herencia recibida -que utilizan casi todos los gobiernos- es un libreto que siempre tiene fecha de vencimiento. Milei lo sabe.
Algunas dudas y zigzagueos de las últimas semanas muestran que en la Casa Rosada no todo está en orden. Las idas y vueltas con las prepagas mostraron que ni siquiera el gobierno más promercado del mundo puede dar rienda suelta sin más a la voracidad empresarial sin autogenerarse una crisis. El ataque a la universidad pública -volveremos sobre esto- dio cuenta a su vez de las contradicciones y del costo político que paga un gobierno de ideología meritocrática cuando quiere atacar incluso a quien quiere esforzarse y estudiar para tener un futuro mejor. También las internas oficialistas -algunas en carácter de papelón, como en el Congreso Nacional con el caso Marcela Pagano y la destitución de Oscar Zago de la presidencia del bloque en diputados-, indican que no todo anda precisamente por un tubo.
En este marco, la trampa de pedir paciencia es más perversa que nunca y después de la masiva movilización de este martes hay mucho mejores condiciones para enfrentarla. Porque el tiempo que piden es para terminar de hilvanar no solo un ajuste como el que están haciendo, sino también para votar en el Congreso Nacional, junto con los bloques colaboracionistas (PRO, UCR, Pichetto) y sectores del peronismo, un paquete legislativo a medida del gran capital: acuerdo fiscal, ataques a las jubilaciones, reforma laboral esclavista, limitaciones del derecho a huelga, criminalización del derecho a la protesta y otros ítems que implicarían cambios estructurales sumamente regresivos.
No por casualidad, los “mercados” vienen festejando el rumbo con subas de acciones y bonos. Lo que está en discusión durante las próximas semanas -luego del fracaso de la Ley Ómnibus en el verano- tiene que ver con el intento de establecer un plan refundacional para la Argentina bajo la batuta del capital financiero internacional y los grandes dueños del país. Pero se pueden encontrar con el freno de las calles que acabe con la fiesta.
La multitudinaria movilización universitaria de este martes -que tuvo fuerza en todo el país y contó con gran simpatía entre los trabajadores- es en este marco una caja de resonancia que expresa los cambios en el humor social frente a este plan salvaje que en pocos meses ha beneficiado a los más ricos y ha generado más de 3 nuevos millones de pobres. Bajo la bandera de la defensa de la educación pública, se expresaron también múltiples malestares y demandas insatisfechas, por la baja de salarios, por despidos, por los ataques también a la salud pública y a las jubilaciones. Con un presente que aparece oscuro, Milei no solo quiere implementar una reforma laboral sino hasta quitar el derecho a estudiar. El Gobierno quiere conquistar para el gran capital la libertad de tener esclavos sin futuro y, en un marco de crisis generalizada, comienza a verse una disociación entre el relato (mal) leído en cadena nacional este lunes por la noche y la temperatura de la calle. El presidente dijo casi el mismo discurso que al asumir el 10 de diciembre, pero cuatro meses después. Y el tiempo, en política, no es un factor cualquiera. La impaciencia avanza.
Es por eso que la marea que se expresó en las calles presenta a su vez nuevos desafíos. El radicalismo y el peronismo, con responsabilidad de dirección en las universidades nacionales, buscaron copar la marcha como parte de limitar el reclamo a sus demandas más inmediatas y a su estrategia de recomposición política hacia las elecciones de 2025 y 2027. Más aún: desde el acto oficial no hicieron ningún llamado concreto sobre cómo continuar la lucha. Peor aún: en el caso del radicalismo, lo hacen al mismo tiempo que se preparan para votarle a Milei las leyes en el Congreso Nacional e incluso redactan ellos mismos el proyecto de reforma laboral que el gobierno les tercerizó. El peronismo, por su parte, no solo está inmiscuido en sus propias internas luego del gran fracaso del Frente de Todos, sino que, más allá de su discurso, viene siendo un gran dador de gobernabilidad a través de la CGT y las cúpulas sindicales, de los gobernadores que aplican el ajuste en sus provincias o de los diputados y senadores que -más allá de los que incluso se pasan de bando- se siguen negando a terminar de voltear el DNU. La ausencia de un programa verdaderamente alternativo al de Milei muestra el callejón sin salida de estas oposiciones.
Es por eso que la Juventud del PTS, al igual de miles de estudiantes y docentes que votaron esas consignas en asambleas, marchó este martes luchando por más presupuesto pero planteando articular esa pelea con la necesidad de derribar todo el plan de Milei que afecta al pueblo trabajador de conjunto, levantando la necesidad de paro y movilización cuando se trate la nueva Ley Ómnibus en el Congreso Nacional, voltear el DNU y el protocolo represivo de Bullrich.
Un nuevo actor ha surgido en la escena política. Su fuerza en las calles plantea nuevas disputas. Contra la oposición peronista y radical, desde la izquierda peleamos para que se una a los trabajadores -como los choferes- que vienen luchando por sus salarios, a las asambleas barriales y a los millones que se preparan para parar en la convocatoria del 9 de mayo de la CGT. En lo inmediato, para enfrentar en los próxmos días el proyecto de Ley Ómnibus. Sin ninguna confianza en las burocracias sindicales y estudiantiles, es necesario tomar estas tareas desde abajo y en nuestras manos, apostando a la autoorganización desde las bases y tomando cada paso de la lucha en el camino de construir la huelga general para derribar todo el plan. Después de la enorme jonada nacional de este martes, hay mucho mejores condiciones para esas tareas. Obreros y estudiantes, retomando juntos el camino del Cordobazo.
Fernando Scolnik
Nacido en Buenos Aires allá por agosto de 1981. Sociólogo - UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001.