El pasado 6 de agosto en El Teatro de Flores la legendaria banda reunió una multitud para celebrar los 20 años de su disco homónimo, el de la tapa de metal. Todo lo demás fue una noche infernal de pura música.
Daniel Lencina @dani.lenci
Martes 9 de agosto de 2022 20:45
Foto: Nati Tormenta
Se apagan las luces y la tensión aumenta. En la pantalla del escenario aparece De la Rúa en un viejo televisor anunciando el estado de sitio, en la recordada noche del 19 de diciembre del 2001. Luego aparece Domingo Cavallo, el que estatizó la deuda privada bajo el último gobierno militar, privatizó todo bajo Menem y que terminó de hundir a la Argentina de los de abajo en la miseria del hambre en las puertas del siglo XXI.
Los silbidos estallaron mientras veíamos las imágenes de los saqueos del 19 de diciembre y luego los gases lacrimógenos, el desafío al estado de sitio, la batalla de Plaza de Mayo del 20 de diciembre del 2001 y el icónico helicóptero con el que ese gobierno infame terminaba, dejando un tendal de muertos a manos de la represión policial en las inmediaciones de la Casa Rosada.
Mientras se calentaba el ambiente se sintió el coro “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. No era para menos, Horcas celebraba el veinte aniversario de su disco homónimo, el de la tapa de metal. Y cuando uno piensa que ese disco vio la luz en el 2002, todo nos recuerda al 2001 pero cuando terminamos de asociar ese contexto empieza a sonar el tema Rebelión y el piso tiembla, pienso por un momento que estoy en la Bombonera pero no, estoy en El Teatro de Flores (y bien acompañado). El estribillo estalló como una verdadera bomba en los oídos de la multitud: “Nos quieren ver muertos, el poder se va acabar… ¡Se va acabar!”.
Un disco con dos décadas de vigencia, léase un gran disco; merece ser celebrado a lo grande y la mítica banda sabe muy bien cómo hacerlo. Sonaron todos los temas que lo componen y Horcas no se guardó nada. El show se llenó de invitados sorpresa, superó ampliamente las expectativas. Por el escenario desfilaron Gabriel Lis, que grabó la guitarra del disco aniversario, el gran Corvata: de Arde la Sangre, JP Adamo: en teclados, Eli Maric: gran cantante de tango, Brenda Jezabel vocalista de Blood Parade, Richar: vocalista de Asspera, Knario: vocalista de Plan 4 y para finalizar, tocando el hit de los hits de ese disco apareció en el escenario el Mono de Kapanga junto a Maikel y Mafia para que El Teatro explote cantando Esperanza.
No fue una noche más, no solo para los amantes del Heavy Metal, sino para los amantes de la música, de la cultura y el arte. Todo eso y más simboliza la banda fundada por el inolvidable Osvaldo Civile, el ex V8, para quien siempre hay recuerdos y de los mejores. Como los que tengo de aquella tarde invernal de los locos años 90 cuando lo conocí y pase una tarde junto a él y mi amigo Ale, charlando, dándole de todo para que firme autógrafos, entre carcajadas, para los amigos del barrio y la secundaria. El homenaje no pudo faltar y este disco es muy importante porque fue el primero de estudio sin él, y aunque ya no esté entre nosotros los mortales, vivirá por siempre en nuestros corazones.
Por eso el 20 aniversario es muy importante, porque Horcas demostró que pasando los años la banda mantuvo la esencia, el estilo, el sonido continúa siendo demoledor y las letras más que vigentes. Para quien no conozca la banda puede leer allí desde interpelaciones directamente políticas hasta mensajes de amor puro, que te derrumban tanto como si fueras “un castillo de arena a lado del mar”, como dijo Walter Meza el poeta, digo el cantante. Señor cantante.
La banda es realmente impresionante en vivo. Porque como pasa con toda gran banda de rock en la Argentina, el público es más que apasionado, canta las letras y los riffs, a esta altura es intergeneracional con niños a cococho de sus ma-padres haciendo cuernitos y justamente porque está a la altura de lo que propone la banda desde el escenario, se forma un feedback y después un remolino y entonces explota todo por el aire hasta fundirse en un solo abrazo, un solo pogo, bañado por una catarata de emociones.
Si querés ver un cantante con carisma y una garra única como la de Walter Meza, si a eso le sumás un bajo bien pulenta como el del Topo y unas violas recontra filosas como dos espadas listas para la batalla como las de Sebastián Coria y Lucas Bravo y que además cuenta con una bata zarpada tocada tanto con precisión cómo con pasión como lo hace Cristian Romero: entonces tenés que ver a Horcas. Si o si. ¿Por qué? Porque Horcas a esta altura es como uno de esos buenos vinos, cuanto más pasa el tiempo mejor se pone. Un vino que al llenar su copa recrea el “saludo universal” y la levanta en lo alto para que todas y todos beban de él invitándonos a soñar entre la rebelión y la esperanza.
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Daniel Lencina
Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.