No importa cuando leas esto, la oposición de derecha y empresarios se quejan de pagar muchos impuestos. El Frente de Todos promete pequeños cambios que no modifican la regresividad del sistema. Más del 70 % de la recaudación recae sobre el consumo popular y los ingresos de los trabajadores. Ante la crisis social sólo el FITU propone un verdadero impuesto a las grandes fortunas, los bancos y la ganancia empresaria, como paso inicial para cuestionar este modelo desigual.
Viernes 13 de agosto de 2021 20:00
La cuestión impositiva se metió en la campaña y las propuestas de las distintas fuerzas políticas se reflejan a diario en los medio de tv, radio y redes sociales.
Para la candidata que encabeza la lista bonaerense del Frente de Todos, Victoria Tolosa Paz, se trata de avanzar en pequeñas modificaciones hacia una matriz impositiva progresiva “donde quienes menos tienen menos pagan, porque impulsa la productividad, el consumo y el trabajo”.
Una vez más, se trata de intenciones o promesas en época electoral porque al momento desde el Frente de Todos no han impulsado cambios significativos que indiquen ir en ese sentido. Poco tiempo atrás votaron un aumento del monotributo del 35% y retroactivo a enero, una medida que afectaba a más de 4 millones de trabajadoras y trabajadores autónomos, y contratados no registrados como relación de dependencia, que son obligados a trabajar por esta modalidad por sus patronales. Tuvieron que dar marcha atrás por el repudio generalizado.
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A principio de año con la aprobación de la ley de Economía del Conocimiento que beneficia a empresas como la de Maros Galperín (Mercadolibre), desde el Gobierno les garantizaron la disminución segmentada del Impuesto a las Ganancias según el tamaño de la empresa, una rebaja de hasta 70 % en las contribuciones patronales y una alícuota del 0 % de derechos de exportación de servicios. Mientras por el lado de las concesiones electorales, aumentaron a $ 150 000 el nuevo piso del impuesto al salario, pagando un retroactivo a enero y se exime a los aguinaldos para los salarios que no superen el mínimo. Una modificación que no cambia la esencia del sistema impositivo.
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¿Los empresarios pagan muchos impuestos?
La cúpula patronal -esos que piden no pagarles el sueldo a los trabajadores que no se vacunen- se quejan constantemente de la enorme presión fiscal. Desde oposición de derecha representantes como López Murphy, los liberalotes como Espert y Milei; sostienen que una baja de los impuestos a las corporaciones impulsaría, la inversión, el empleo y la actividad. Son cantos de sirena, se nos remitimos a la experiencia del macrismo, de la mano del pacto fiscal hubo un fuerte recorte de impuestos a las empresas, y en general impactando en una reducción de la presión fiscal en 2018. Esto contribuyó a aumentar el déficit fiscal.
No vino un ciclo virtuoso, ni aumentaron las inversiones productivas sino que primó el endeudamiento privado de empresas que se subieron a la bicicleta financiera, y entre otras cosas que pasaron, la economía se hundió. Aún así, una queja muy común entre los empresarios, los millonarios y muchos economistas es “que pagan muchos impuestos”. ¿Mito o realidad?, veamos:
Según datos oficiales en 2020 la presión tributaria en relación al PBI fue del 29,4%. Es decir, por cada $100 que generó la economía, el Estado se quedó con $29,4. Para ver sobre qué sector recae con mayor fuerza la recaudación, tenemos que desagregar este dato global: ¿es sobre los empresarios? o ¿es sobre los trabajadores?
En el mes de julio la recaudación tributaria registró un crecimiento de 66,9% interanual, una suba por encima del aumento de la inflación del período que fue de 51,8 %. De los $ 933.200 millones recaudados en julio, los más ricos pagaron apenas un 0,8 % en Bienes Personales, y las retenciones a exportaciones suman apenas un 8,2%.
Las contribuciones patronales, la parte que “ponen” los empleadores –aunque en realidad surge del mismo valor generado por los trabajadores- es una alícuota que en el 91 era del 33% y hoy pagan cerca del 25%. Representan el 15 % de la recaudación de julio.
Mientras el IVA que recae sobre los consumidores finales, es la principal fuente de ingresos (28,9%). Se trata de un impuesto regresivo porque grava proporcionalmente más a los sectores bajos o pobres que destinan la mayor parte de sus ingresos al consumo. No hay forma de evitar este impuesto, se paga en cada consumo cotidiano como cuando se compra un sachet de leche, o un viaje en tren para ir a trabajar.
Con los Aportes y Contribuciones a la Seguridad Social también se imponen alícuotas regresivas al salario (se grava a todos los montos por igual). Si tenés un empleo formal, la deducción en el recibo de sueldo por aportes personales (obra social, jubilaciones y Pami) es del 17%.
Por Ganancias lo recaudado sobre el total de julio asciende al 19,4 %, se trata de un impuesto llamado "progresivo" porque se aplica por escalas, y grava directamente la ganancia de empresas y a las personas físicas. Sin embargo, existen condiciones asimétricas: las empresas y los más ricos acceden a deducciones de hasta el 50 % y debe realizar el pago de manera diferida. A los trabajadores se les realiza el descuento obligatoriamente mes a mes y la posibilidad de deducción es menor.
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Que la crisis la paguen los capitalistas
A diferencia de las quejas patronales y de la oposición de derecha, los gravámenes directos sobre el rédito del capital o ganancia y sobre los altos ingresos tienen un peso muy limitado dentro de los ingresos fiscales. Mientras ellos reciben exenciones fiscales, moratorias, o como se ve ahora ante la pandemia reducciones de hasta un 95% las contribuciones patronales.
La carga del sistema impositivo recae con toda la fuerza gravando el consumo popular y los ingresos de los trabajadores. Más del 74,4% de la recaudación fiscal no recae sobre el capital: IVA (29%), el impuesto a las Ganancias (19,4%) y Sistema de Seguridad Social (26 %). Por eso hablamos de un sistema altamente regresivo.
Hay que desmitificar los sentidos comunes instalados y reproducidos por los medios que operan defendiendo los intereses de aquellos que se quejan por la presión fiscal pero a la vez son los que menos pagan y muchas veces evaden sin consecuencias. Según un informe de Tax Justice Network (TJN), los países pierden más de 427 mil millones de dólares al año por evasión impositiva por el envío de fondos de multimillonarios y empresas a paraísos fiscales. El mismo informe estimo que para Argentina la pérdida podría rondar los 2,7 mil millones de dólares.
Los mismo millonarios que no quisieron pagar el insuficiente impuesto a las grandes fortunas aprobado en 2020 que alcanzó a una minoría y destina un 25% a financiar el fracking en Vaca Muerta.
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Desde el Frente de Izquierda se propone aplicar un verdadero impuesto a las grandes fortunas pero para financiar las necesidades populares: como un plan de obras públicas para dar respuesta al problema de la vivienda, salarios para los trabajadores de la salud acordes a la canasta familiar, entre otros.
Afectando los intereses de los sectores que vienen aumentando sus ganancias en pandemia: los bancos, el agro power que se ve beneficiado con retenciones históricamente bajas. Esta medida claro que no resuelve de fondo la estructura impositiva regresiva, pero plantea que paguen más los sectores de altas fortunas y la ganancia empresaria, cuestionando la base de la desigualdad social que impera.
En el marco de otras medidas de fondo ante esta crisis social, sanitaria y económica como el desconocimiento soberano de la deuda para no segur hipotecando el futuro de nuevas generaciones, y el monopolio estatal del comercio exterior y la nacionalización de la banca, imprescindibles por ejemplo para frenar la gran fuga de capitales y la evasión.
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Guadalupe Bravo
Nacida en Trenque Lauquen, Provincia de Buenos Aires en 1985. Es economista, recibida en la UBA. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2004. Coedita la sección de Economía de La Izquierda Diario.