El pasado martes 24/03 se inició un frente de mal tiempo, generando una catástrofe natural que devela la crisis social de las ciudades del norte del país. Mientras las autoridades entrecruzan responsabilidades, responden con militares en las calles.
Viernes 27 de marzo de 2015
Durante el transcurso del día miércoles 25/03 las céntricas calles de la ciudad de Antofagasta se encontraban inundadas por caudales de agua, edificios institucionales sin servicio y anegados por las lluvias, además de la completa falta de comunicación en la ciudad, la falta de internet y servicio celular (lo que afectó desde Arica hasta Copiapó) que solo pudo contrapesarse por las señales de radio y 2 canales de televisión.
Las autoridades, por su lado, desde horas de la mañana se enfrentaron en declaraciones cruzadas mientras las casas de los sectores más afectados por las lluvias no recibían apoyo alguno y los pobladores buscaban cómo dar respuesta, armando diques improvisados. La tragedia avanzaba y la Oficina Regional de Emergencia no respondía. Miserablemente las autoridades repartieron un par de bolsas de basura, generando indignación en la gente que esperaba una solución de fondo.
A lo largo del día se fueron ampliando las noticias, en la medida que se fueron restableciendo los sistemas de comunicación empezaban a llegar informaciones de la catástrofe en Chañaral, imágenes del desborde del río “Salado” el cual arrastraba escombros y camiones con insumos mineros y llevándose con él las casas de la pequeña comuna.
La lluvia es natural, la catástrofe no
Mientras las autoridades entrecruzan acusaciones no se resuelve la tragedia. Es más, militares y policías, rifles en mano se apostan a resguardar supermercados (como en Chañaral) o a evacuar por la fuerza a familias que no quieren abandonar los campamentos en donde viven.
Taltal, Antofagasta, Chañaral, Copiapó, son ciudades afectadas conocidas por los problemas ambientales que sufren y que han sido centro de movilizaciones, como las recientes contra la contaminación de cobre en el puerto de Antofagasta.
Mientras la catástrofe empieza a decantar y comienza a aflorar la precariedad de la ciudad los empresarios hacen grandes negocios. Se han subido los precios de los artículos de primera necesidad, principalmente el agua embotellada.
Sin dejar de mencionar la responsabilidad de las empresas mineras cuyos diques habrían cedido a la lluvia aumentando el cauce de los ríos desbordados, agregando al caudal escombros, barro químico y hasta ácido sulfúrico. Esto no solo favoreció el desborde de los ríos sino que afectó el consumo de agua potable.
El fracaso de los políticos patronales en la implementación de planes de urbanización, queda al descubierto. Se desprecia a trabajadores y sus familias, se los arroja a la miseria en campamentos y poblaciones precarias, falta de viaductos, luminaria de emergencia, teléfonos satelitales, etc. Un completo desprecio frente a las necesidades populares.