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Análisis. Internacional Feminista: entre techos de cristal y pisos pegajosos

Recientemente se realizó el encuentro fundacional de la “Internacional Feminista” con funcionarias de los llamados “progresismos”. Presentamos un contrapunto con este espacio destacando la necesidad de un feminismo socialista con las trabajadoras al frente.

Sábado 8 de abril de 2023

Del 30 de marzo al 1 de abril se realizó el encuentro fundacional de la “Internacional Feminista”. La noticia de que este se llevaría a cabo en la Ciudad de México estuvo acompañada de un manifiesto firmado por funcionarias de gobiernos comúnmente denominados “progresistas” de 16 países de América Latina, seis de Europa y tres de Asia.

De conjunto son un agrupamiento heterogéneo de mujeres ligadas o como parte del poder, que podrían tener diferencias importantes, pero se autodenominan Internacional Feminista en clave oportunista para posicionarse frente al masivo movimiento de mujeres internacional, que protagoniza distintas luchas en cada país. En su mayoría estas mujeres no forman parte de esa lucha en las calles y hoy no están en posibilidad de realizar un encuentro orgánico, abierto, no restringido a algunos contactos de prensa, su alcance político depende de su propio aparato político y se verá posteriormente.

No es casual que el anuncio de la conformación de esta plataforma internacional se haya dado el mismo 8 de marzo, día internacional de las mujeres, que alrededor de todo el mundo tuvo movilizaciones multitudianarias contra la violencia patriarcal y feminicida, por el aborto y los derechos reproductivos y contra la precarización laboral que tiene rostro de mujer. Una jornada internacional en la que destacó la enorme movilización de la CDMX.

Los gobiernos autodenominados progresistas en distintas latitudes han incorporado a sus políticas gubernamentales “agendas feministas” desde hace años, como respuesta al enorme fenómeno de movimiento de mujeres que ha sido uno de los elementos más dinámicos de la lucha de clases.

Esto ha generado grandes ilusiones en sectores importantes de la población frente a la realidad de violencia que se vive sobre todo en los países dependientes y pobres donde las contradicciones del capitalismo patriarcal son aún más profundas; así como frente a la invisibilización del trabajo doméstico, de las dobles o triples jornadas que cumplimos las mujeres, las brechas salariales y frente a la carencia de derechos reproductivos.

Esto ha ido de la mano de la proyección de figuras femeninas como funcionarias, lo cual bajo su lógica, es muestra de que bajo sus gobiernos, las mujeres pueden ocupar puestos de poder y romper los techos de cristal impuestos por el patriarcado. Si bien esto ha sido producto de luchas históricas del feminismo, esto está lejos de significar la misma posibilidad para el conjunto de las mujeres.

Sin embargo, las medidas implementadas como parte de sus políticas, han estado lejos de revertir la condición estructural de opresión de las mujeres trabajadoras, campesinas y pobres. Como señalan Josefina Martínez y Diana Assuncao en el prólogo de Mujeres, Revolución y Socialismo, en el 2022 hubo 388 millones de mujeres y niñas viviendo en situación de pobreza mientras el 1% más rico del mundo concentra el 50% de la riqueza mundial.

En su documento fundacional plantean como objetivos la “coordinación de nuestras luchas, combatir la desigualdad del modelo económico y social y apoyar a nuestras compañeras feministas que disputan espacios de decisiones y poder” así como “transformar sociedades capitalistas y patriarcales”.

Además proclaman un supuesto “feminismo popular, interseccional, de clase, anticapitalista, disidente, decolonial, antirracista, ecologista, antipunitivista, con un profundo sentido democratizador y por la construcción de la paz”.

Es simplemente falso que reivindiquen un feminismo “anticapitalista” desde espacios de poder en gobiernos capitalistas; que aunque buscan diferenciarse de la derecha o de los clásicos partidos de centro que en distintos países fueron los responsables de la instauración del neoliberalismo, no cuestionan ni buscan trastocar las bases de la acumulación de riquezas por un puñado de capitalistas.

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Las fundadoras de la Internacional Feminista

Dentro de las 58 “lideresas progresistas” destaca la gobernadora de la Ciudad México, Claudia Sheinbaum, prescindiendo el segundo día del encuentro con 20 minutos de discurso, en un claro posicionamiento electoral y de reivindicación de la 4T, quien ha encabezado gobierno de alianza empresarial, gentrificación y recientemente la militarización del Metro, con la Guardia Nacional, y hacia el movimiento de mujeres ha sostenido una campaña de criminalización, infiltración en las marchas, que ha pretendido dividirlo y una ofensiva ideológica entre las "buenas y las malas feministas" , lo cual ha estado acompañado de represiones y encapsulamientos a movilizaciones de mujeres así como a trabajadores y trabajadoras en lucha en la ciudad capitalina; Nadine Gasman quien en plena pandemia respaldó el recorte del 75% al Inmujeres del cual es presidenta; la senadora y dirigente del Morena, Citlali Hernández y Verónika García, Coordinadora de Feministas 4T.

Dentro de las fundadoras están también Sophia Chikirou diputada por parte de Francia Insumisa, el partido de Melenchon el cual ha abandonado la perspectiva de la revolución socialista y actualmente es parte de una coalición electoral de izquierda llamada NUPES donde una gran parte de sus diputados no opuso resistencia a la reforma a las jubilaciones.

Estuvo presente también Xiomara Castro, presidenta de Honduras quien llegó al gobierno generando muchas expectativas en amplios sectores de la población, sin embargo a finales del año pasado declaró un Estado de excepción que ha implicó la cancelación de garantías individuales por meses y el despliegue de policía militar en distintas regiones del país, sobre todo en las fronteras “para combatir a las pandillas”.

Irací Hassler, alcaldesa de Santiago de Chile por parte del Partido Comunista, que como contamos en esta nota “ha cumplido un rol primordial en perseguir y criminalizar a los inmigrantes y el comercio ambulante de la comuna de Santiago” con un despliegue del cuerpo de Carabineros responsable de las innumerables violaciones a derechos humanos durante las revueltas del 2019.

Irene Montero, ministra de Igualdad del gobierno del Estado Español y miembro de Unidas Podemos que participa en el gobierno de coalición del Partido Socialista Obrero Español y que el año pasado participó del envío de armas a Ucrania. Además, la ministra ha sido cuestionada por políticas que apuntan a la criminalización de las personas en condición de prostitución.

Además hubo políticas y funcionarias de El Salvador, Cuba, Ecuador, Argentina, Bolivia, Perú, Bélgica, Costa Rica, Colombia, Brasil, Bangladesh, Italia, Guatemala, Grecia, Paraguay, Venezuela e India.

A puerta cerrada era visible que un requisito (no explícito) era ser funcionarias o tener cargo dentro de ONGs, realizándose en Los Pinos, que aunque recalcaron que era “la casa del pueblo”, estuvo cerrada para las miles de mujeres que han tomado las calles en los últimos años.

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¿Por qué fue México la sede?

López Obrador se ha posicionado como líder regional de los gobiernos progresistas desde el inicio de su mandato, manteniendo una posición frente a conflictos internacionales como el bloqueo a Cuba, el intento golpista en Venezuela o los golpes de Estado en Bolivia y Perú que se diferencia de las posiciones de otros gobiernos “de izquierda” del subcontinente por cuestionar la intervención imperialista.

Pero no está de más señalar que dichas posiciones se contradicen con la política de subordinación económica pactada en el T MEC o la política migratoria en casa, que mantiene la subordinación a Estados Unidos de la mano de la militarización así como de la criminalización y condiciones de vulnerabilidad para las y los migrantes como lo demostró el incendio en instalaciones del INM en Ciudad Juárez tras el cual 42 migrantes perdieron la vida.

En este sentido no es casual que la sede para la inauguración de la Internacional Feminista haya sido nada menos que la Ciudad de México, gobernada por la candidata que parece ser la favorita para las elecciones presidenciales del 2024, pues esto le permite a Sheinbaum comenzar a posicionarse como referente a nivel regional, avanzando hacia un reacomodo que le permite tanto a Sheinbaum, al Morena como al resto de funcionarias ubicarse más a izquierda frente al movimiento de mujeres y en tener un margen de acción relativo frente al imperialismo

Del mismo modo buscan legitimar sus agendas al aparecer como “gobiernos feministas”, lo cual pretende operar como contención del enorme descontento que es un potencial motor de la organización no solo del movimiento de mujeres sino del conjunto de la clase obrera cada vez más feminizada y por ende un desestabilizador de los gobiernos a nivel internacional.

Las denominaciones de “anticapitalista, antirracista, de clase, etc” son meramente alegóricas en boca de mujeres que participan de gobiernos que envían armas para la guerra en Ucrania donde son las mujeres del pueblo trabajador ucraniano quienes enfrentan los estragos; de quienes aprueban recortes presupuestales, militarizan las calles y a lo mucho incrementan las penas por violencia lo cual no toca ni en un ápice las bases estructurales de la opresión hacia las mujeres.

En la clausura del encuentro, Citlali Hernández habló de que las mujeres debemos “tomar el poder”, pero para la senadora morenista, esto significa que cada vez más mujeres ocupen cargos de poder en gobiernos capitalistas. Para las mujeres y disidencias que militamos a nivel internacional en la agrupación Pan y Rosas estamos convencidas de que efectivamente debemos tomar el poder, pero eso necesariamente implica acabar con la dominación de clase que descansa sobre la base de la opresión de la mitad de la población ocupando nuestra condición de mujeres para garantizar la acumulación de ganancias de unos cuantos.

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Por un feminismo socialista con las trabajadoras al frente

Pareciera que se reeditan las discusiones abiertas en la década de los 90s cuando el feminismo dejó la radicalidad en las calles para adaptarse a gestionar planes y derechos desde el gobierno. Un momento en el que, en la medida en que se integraba la “agenda feminista” a los gobiernos, esta era introducida de forma mucho más inofensivo para atacar las condiciones estructurales que sostienen la opresión, y también se daba a la par de un ataque sin precedentes a las condiciones de vida de la clase trabajadora, con la entrada de millones de mujeres a la fuerza laboral en las condiciones más precarizadas.

La importancia de retomar las lecciones del feminismo y sus desviaciones, precisamente podrían dar luz a lo que debería aspirar el nuevo movimiento de mujeres que toma cada vez más relevancia en la escena internacional. Desde ya que la lista de pendientes que tienen los gobiernos para con las mujeres es larga, sin embargo, es importante que cada vez más señalemos que la lucha por nuestros derechos debe estar ligada a una perspectiva de acabar de raíz con este sistema, siendo claras en la necesidad de una organización que cuestione de fondo la raíz del problema: el sistema capitalista y patriarcal que no es que pueda tener un “rostro más humano” o se pueda “transformar” sino que hay que acabar con el de raíz.

En momentos de crisis se visibiliza aún más la perspectiva del feminismo liberal, pues en el marco de este sistema capitalista y patriarcal nuestros derechos están sometidos a los designios de las y los de arriba, muestra de ello son los ataques a derechos conquistados en décadas previas, como el derecho al aborto o los derechos de las personas trans en EE. UU., que dicho sea de paso no fue ni siquiera mencionado en su Manifiesto.

En ese camino es importante también señalar tanto a la derecha que de forma cínica ahora se autonombra feminista, como a esta reedición del feminismo liberal (que aunque no se denominen así) muestra que la salida sigue siendo mostrar la ilusión de que “tomar espacios de poder” las mujeres y disidencias de conjunto estaremos representadas.

Por eso no es casual ni les parece problemático a figuras como Claudia Sheinbaum, hacer gala (dentro de la propia internacional feminista) de proyectos como PILARES, que mientras ella se muestra como la que llevó la cultura comunitaria a las comunidades oculta que dicho programa está basado en la precarización de cientos de jóvenes a los cuales se les contrata anualmente o se les impone tareas de todo tipo que implica un descuido a esa propia cultura comunitaria.

Por eso consideramos fundamental continuar con la construcción de un feminismo socialista, que organice y ponga al frente a las millones de trabajadoras que viven día a día la precarización y la violencia. Un feminismo que construyamos desde abajo y que a la par de luchar por ampliar nuestros derechos aquí y ahora, enlacemos esa lucha a la pelea por un mundo sin opresión ni explotación, y eso solo pasará rompiendo completamente con este sistema. Rescatando también las lecciones de la internacional de las mujeres socialistas que fueron vanguardia desde inicios del siglo pasado plantando cara a la guerra que se avecinaba con el lema “guerra a la guerra” una internacional de la cual se desprendió el llamado a un día internacional de las mujeres que hoy resurge con fuerza cada 8M. Uniendo la fuerza del movimiento de mujeres con la fuerza de las y los millones de asalariados que mueven el mundo, y como lo está mostrando la clase obrera en Francia retomando los métodos históricos de la clase trabajadora, logre frenan los planes de ajuste y precarización que imponen los gobiernos.

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