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Eleanor Marx: una punk en el siglo XIX

Celeste Murillo

Ilustración: @marcoprile

Eleanor Marx: una punk en el siglo XIX

Celeste Murillo

Ideas de Izquierda

El 16 de enero de 1855 nació Eleanor Marx. Portadora de un apellido de peso, supo forjar su propio legado como propagandista de las ideas socialistas y organizadora. Ciudadana del mundo, vibró con Shelley y con Ibsen y participó de los principales debates teóricos y políticos de su época.

La máxima favorita de Tussy era “¡Adelante!”. Amaba de forma incondicional a William Shakespeare, fundó el club Dogberry, que recreaba y debatía sus obras. Adoraba a Percy Shelley, incluía las rimas del poeta en sus discursos políticos y peleó para que su legado fuera reconocido como parte de la tradición socialista. Vibró en el teatro con Casa de muñecas de Henrik Ibsen cuando la Gran Bretaña victoriana se escandalizaba. Sus manos escribieron la primera traducción al inglés de la novela Madame Bovary de Gustave Flaubert.

Esa era solo una parte de su vida. Los barrios de Londres vieron a esta socialista, organizadora sindical y política discutir con fabianos, radicales, sufragistas y anarquistas. No se cansó de luchar para reducir la jornada de trabajo, para terminar con la explotación infantil y para que las organizaciones obreras incluyeran la igualdad salarial de las mujeres entre sus demandas. Tussy no era su único sobrenombre, el otro era “la fogonera”, se lo habían puesto los trabajadores del gas.

Ciudadana del mundo

Cuando nació, su papá anunció: “ha nacido una ciudadana del mundo”. Cuando empezó a hablar, ella misma declaró que “tenía dos cerebros”. Era tan popular en el barrio que a su familia la llamaban “los Tussy”, aunque eran los Marx. “Heredé la nariz de mi padre, pero no su genio”, escribió Eleanor en una carta. Muchas personas la desmentirían.

Cuando murió, Will Thorne, trabajador del gas y dirigente sindical británico dijo que habían perdido “a su economista política más importante”. Delegada en las conferencias de la Segunda Internacional, viajó por el mundo invitada por sindicatos y organizaciones de izquierda para difundir las ideas del socialismo. Fue parte de muchos intentos por construir organizaciones que llevaran el programa socialista a la práctica. No siempre lo consiguió.

El historiador E.P. Thompson elogió en la revista New Society de 1976 la militancia de Eleanor Marx, pero también dijo que no siempre había tomado las mejores decisiones políticas y que era importante decirlo para no caer en una reivindicación religiosa. Seguramente Tussy estaría de acuerdo. Thompson escribió que “mucho de su trabajo internacional, no solo las grandes conferencias sino también las reuniones pequeñas con mineros y trabajadores del vidrio, era tedioso, tras bambalinas”, y que su “trabajo práctico entre las mujeres explotadas de East End [en Londres] sigue siendo un ejemplo hoy”.

El feminismo no se inventó en los ‘70

Una de las biógrafas de Eleanor, Rachel Holmes, dice en el prefacio de Eleanor Marx. A lifeque, a diferencia de la idea instalada, el feminismo no surgió en la década de 1970 sino cien años antes. Es como un recordatorio interesante para los movimientos que pelean contra la opresión, un susurro al oído de que no tenemos que empezar siempre de cero. Revalorizar la historia, menos como un ejercicio académico o nostálgico y más como una búsqueda de conclusiones que sirven como guía para la acción, una forma de poner bajo una nueva luz “ideas previas que esperan volver al ruedo” (como escribió la historiadora Laura Fernández Cordero en Feminismos para la Revolución.

Las peleas contra la opresión del siglo XIX y comienzos del XX suelen mostrar (a quien quiera ver) cuán irreal es la promesa de avance gradual en las sociedades capitalistas. Y confirman que las conquistas legales son demasiado frágiles como para que nuestra lucha descanse sobre ellas y mucho menos para que definan qué hacer.

Yo no soy, por supuesto, como socialista, una representante de los ‘derechos de la mujer’. Es la cuestión del sexo y su base económica la que propuse discutir con usted. La llamada cuestión de los ‘derechos de la mujer’ (que parece ser la única que usted comprende) es una idea burguesa. Propuse discutir la cuestión del sexo desde un punto de vista de la clase trabajadora y la lucha de clases [1].

Esta picanteada la escribió Eleanor en un número de la revista Justice de 1895 como respuesta al dirigente socialista E. Belfort Bax. Le habla en ese tono porque Bax le había dicho que podía debatir con ella o “cualquier otra representante acreditada de los ‘derechos de la mujer’”. Y aprovecha para aclararle que cree que no se puede reducir la opresión a un problema de derechos sino que es importante ver cómo se enraíza en el capitalismo. Esa fue una de las veces que discutió el enfoque que debían tener las organizaciones socialistas y obreras.

En 1886, Eleanor coescribió “La cuestión de la mujer” con Edward Aveling, aunque él reconoció que gran parte del trabajo era de Tussy. En 1879, August Bebel había publicado La mujer y el socialismo y en 1884, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado de Friedrich Engels había visto la luz (ella fue una de las primeras lectoras de los borradores, crítica y colaboradora). El trabajo de Marx y Aveling conversaba con esas dos obras que mantendrían su relevancia durante décadas.

Eleanor encontró en la exposición de la socialista alemana Clara Zetkin en el congreso de Gotha de 1896 la vuelta de tuerca que necesitaban sus ideas de “La cuestión de la mujer”. Como buena traductora, reescribió sus palabras para el público británico, que incluía sufragistas, militantes sindicales y socialistas. Le hablaba especialmente a la generación del nuevo sindicalismo inglés que, a menudo, no le prestaba la atención necesaria a la realidad de las “proletarias del proletario” (Flora Tristán dixit). La corriente mayoritaria del sufragismo no le daba importancia al cruce evidente entre clase y género que caía sobre la mayoría de las mujeres y alejaba así a potenciales aliados y aliadas de esa causa. Para ellos y ellas escribió.

En sus anotaciones, resumió y subrayó que la pelea contra la opresión exigía una lucha de todas las mujeres, aunque las afectara de diferentes formas y cada sector tuviera objetivos distintos. “La mujer de la clase alta, gracias a su propiedad, puede desarrollar su propia individualidad. Ciertamente, como esposa aún es dependiente del hombre”. La “verdadera guerra” estaba en la clase media: “las mujeres de esta clase están hartas de la subyugación moral e intelectual. Son Noras rebelándose contra sus casas de muñeca [en referencia a la obra de Ibsen]”. Le dedica gran parte de sus notas a las trabajadoras: “la maquinaria reemplazó al músculo… ‘Y la mujer proletaria ganó independencia… ¡Pero ciertamente pagó el precio!… Si el hombre tenía el derecho de ‘castigar ocasionalmente a la mujer con un látigo’ (me refiero a la ley bávara), el capitalismo ciertamente la azotó con escorpiones’”. Por eso, dice Eleanor:

[L]a mujer trabajadora no puede ser como la burguesa que tiene que pelear contra el hombre de su propia clase… Entre las proletarias, al contrario, es una lucha de la mujer con el hombre de su clase contra la capitalista. No necesita luchar contra los hombres de su clase para romper las barreras que le impiden la libre competencia. La codicia del capital y el desarrollo de la industria moderna la liberaron de ese conflicto (…) Su fin y su objetivo no son el derecho a competir libremente con los hombres sino obtener el poder político del proletariado [2].

La lucha junto a los trabajadores no significaba no debatir en sus organizaciones. Esos debates se traducían, por ejemplo, en pelear para que los sindicatos incorporaran la demanda de igualdad salarial para las mujeres. También podían verse en los discursos ante los círculos sindicales de izquierda de Estados Unidos, en los que les decía a los varones que “tenían el deber de ayudar a las mujeres con los hijos y el hogar para asegurar su capacidad de participar en el movimiento social y político”.

Entre esas anotaciones, debates y reflexiones, es posible hilvanar algunas de las ideas por las que peleamos hoy las que no nos conformamos con algunos derechos para algunas mujeres y pensamos, como Tussy, en otra clave: socialista.

Punk is not dead, la lucha continúa

Susanna Nicchiarelli hizo una biopic de Eleanor que se llama Miss Marx. Algunas críticas dicen que Nicchiarelli abusa de las invasiones punk en las escenas del siglo XIX, como un gesto excesivo de cultura pop. Sin embargo, el punk puede funcionar como una traducción interesante de las ideas con las que Eleanor sacudió al feminismo y al mundo sindical y socialista de su época. Con sus aciertos, algunos fracasos y, sobre todo con su legado, cada vez que suena un acorde punk, se puede escuchar a la Fogonera diciendo ¡La lucha continúa! y a Tussy diciendo ¡Adelante!

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NOTAS AL PIE

[1Traducción propia.

[2Traducción propia.
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Celeste Murillo

@rompe_teclas
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.