Renzi gana las primarias del Partido Democrático, pero la debilidad del renzismo y la escisión del PD siguen marcando la política italiana. La crisis general de gobernabilidad continúa.
Miércoles 3 de mayo de 2017
Foto: EFE
El domingo 29 de mayo fueron celebradas las elecciones primarias del Partido Democrático italiano en las que han participado casi dos millones de electores, siendo una convocatoria abierta. Sin demasiadas sorpresas ha resultado vencedor el ex primer ministro Matteo Renzi con un 70% de votos frente al ministro de justicia Andrea Orlando (19.50%) y al gobernador de la Puglia, Michele Emiliano (10.49%).
Matteo Renzi quien se vio obligado a renunciar como Primer ministro italiano tras la derrota en el referéndum constitucional del pasado 4 de diciembre convocado para realizar una reforma constitucional, ahora vence las primarias del PD con un 70%. Tras la dimisión de Renzi, el presidente de la República, Sergio Mattarella, negando la posibilidad de convocar nuevas elecciones encargó a Gentiloni (PD) formar un nuevo Gobierno ante la oposición del resto de formaciones políticas con representación parlamentaria. El nuevo gobierno que fue resuelto rápidamente buscaba traer la estabilidad y mostrar continuidad política tras la crisis que significó la derrota con un 60% del NO en el referéndum.
Es importante mencionar que la importancia del referéndum propuesto por Renzi se basaba en la necesidad de sostenimiento y legitimación del gobierno y del propio Renzi avanzando en la bonapartización del mismo régimen. La legitimación de una propuesta centrada en la figura de Renzi para sostener la gobernabilidad en Italia, lo que sin duda empujó a la dimisión inmediata de Renzi ante su derrota.
El nuevo gobierno ha encontrado una relativa estabilidad en sus primeros meses sin verse obligado a ceder ante la presión del resto de formaciones políticas para la convocatoria de elecciones, sin embargo, no parece ser una opción política lo suficientemente fuerte para poder aplicar las necesarias reformas y ataques que desea la burguesía italiana y europea para resolver la crisis económica y política en este país. La necesidad de un gobierno no solo legitimizado sino fuerte se hace cada vez más imperiosa ante las duras tareas a resolver. La imposición de una nueva reforma electoral, o las vías para resolver la crisis del sistema bancario italiano son solo algunas de ellas.
Crisis del PD y del sistema político italiano
La debilidad del renzismo, la pérdida del referéndum y la escisión del PD que protagonizó todo un sector tras el referéndum han marcado el último periodo del Partido Democrático, profundizando una crisis interna que afecta a la ya situación crítica del escenario político italiano. Ahora con el triunfo de Renzi en las primarias la crisis se profundiza. La apuesta por parte de la burguesía italiana del proyecto político del renzismo -presentado como una propuesta de revitalización del país para la superación de la crisis- se había visto derrumbada el pasado 4 de diciembre evidenciando un situación de fuerte desgaste tras la aplicación de una reforma educativa y la imposición del Jobs Act, una serie de medidas que liberalizan el mercado del trabajo, incluyendo la eliminación del artículo 18 que hasta hace poco impedía el despido libre en Italia.
Renzi se eleva hoy a la cabeza del PD, el partido con mayor representación parlamentaria, 283 de 630 parlamentarios pero que ha visto desde las últimas elecciones y fundamentalmente en los dos últimos años una fuerte deslegitimación profundizándose así aún más la crisis que sufre todo el sistema político italiano. El PD llegó al gobierno en 2013 y vio en las lecciones europeas de 2014 el máximo de apoyo conseguido por ninguna fuerza política italiana obteniendo el 40% de votos, pero ahora ninguna encuesta le da más de un 25% de intención de voto siendo superado por la formación populista de derecha Movimento 5 Stelle.
A pesar de esta situación y ante las encuestas previas que ya apostaban por un triunfo de Renzi en las primarias, en las declaraciones de los últimos días éste ha reivindicado su anterior etapa saludando algunas de las políticas más duras de su pasado gobierno, sobre todo la reforma del Jobs Act. Y aunque ahora habla de "un nuevo inicio para ganar" evidencia que no existe un cambio en su política. Después de las internas, ha centrado sus primeras declaraciones en delimitar lo que será su política de no pactos. "Haremos una gran coalición, pero con los ciudadanos, no con los partidos políticos que no se representan más que así mismos". Sus intenciones parecen abrir cada vez más interrogantes en el escenario italiano.
Ahora queda la incertidumbre sobre cuándo serán las próximas elecciones generales en Italia, ya que con el triunfo de Renzi las presiones para la convocatoria de nuevas elecciones en el próximo otoño se mantienen, aunque parece difícil esta fecha, que obligaría a una más que vertiginosa campaña. La opción más probable es que éstas lleguen en febrero de 2018. De cualquier modo, todo apunta a que el próximo Parlamento no resuelva ninguna crisis política. Ninguna encuesta otorga mayoría a ninguno de los grupos parlamentarios, manteniendo la propia fragmentación del actual parlamento italiano, en el que hasta ahora el elemento de mayor estabilización era el PD. Pero con la intención de Renzi de ningún pacto se seguiría bloqueando la estabilidad necesaria para imponer toda la batería de medidas que la burguesía italiana y europea preparan para Italia.
La burguesía italiana que apostó por Renzi y el referéndum como principal carta para poder llevar a cabo todos los ataques contra los trabajadores y sectores populares ahora se ve presa de su propia estrategia. La crisis de gobernabilidad en Italia parece no resolverse. Múltiples incógnitas se abren en el escenario político. Aun cuando la clase trabajadora y los sectores empobrecidos no han logrado intervenir más decididamente en la escena, las posibilidades de que “por arriba” se encuentra una salida a la crisis política, parecen cada vez más lejanas.