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Red Internacional
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Política Chile. Jackson renuncia, los acuerdos del gobierno y la derecha a espaldas del pueblo continúan

Ayer viernes, tras reunirse con Gabriel Boric, Giorgio Jackson entrega su cargo y se despide del gobierno en La Moneda. Tras la noticia, el Partido Republicano, renunció de proseguir con la acusación constitucional que, con apoyo de toda la derecha, el martes había anunciado que presentaría el próximo lunes.

Sábado 12 de agosto de 2023

Hace varias semanas, la derecha se encontraba en una ofensiva contra el ahora exministro de Desarrollo Social, exigiendo su renuncia, haciéndolo políticamente responsable en el Caso Convenios. Responsabilidad que, según lo declaraban sus acusadores, le cabría a la mano derecha de Boric por dos motivos.

Uno, por encabezar una de las carteras donde se acusa la existencia de vínculos entre funcionarios y fundaciones beneficiadas con traspasos de dineros del fisco y por sus gestiones que supuestamente las facilitaron. Esto agravado por el vergonzoso robo en el ministerio en medio del proceso de investigación.

Y dos, por ser uno de los fundadores y dirigente de Revolución Democrática, partido del conglomerado frenteamplista vinculado a las fundaciones que hizo estallar el lío de platas e influencias de las ONG y fundaciones con el gobierno y todos los partidos del régimen, denominado caso "Democracia Viva".

Recordemos que la fundación a cargo de Daniel Andrade, expareja de la diputada y expresidenta de RD Catalina Pérez, está siendo cuestionada por recibir millonarios convenios de la Seremi de Vivienda en Antofagasta, organismo que depende de la cartera del ministro Carlos Montes (PS) y que designa el presidente Boric.

Más allá de la eventual responsabilidad del exministro en este escándalo, lo que está de fondo es una operación política de la derecha para imponer su programa de saqueo y opresión a la clase trabajadora y sectores populares -y derechizar aún más al gobierno, que hace suya su agenda- desde el Congreso y los antidemocráticos órganos del proceso constituyente, ambas instancias donde la oposición tiene mayoría. La derecha logra así incluso a definir los ministros de estado del ejecutivo, lo que no es un dato menor en una democracia burguesa hiper-presidencialista como la chilena.

La derecha busca capitalizar el descontento social ante las condiciones de vida del pueblo que continúan precarizándose y una casta política que continúa defraudándola y que no logra recomponer la crisis orgánica del régimen, abierta desde la Revuelta de Octubre. Junto a los medios de comunicación empresarial han hecho una campaña para salir del debate de la conservadora reforma tributaria y pensiones que quiere el gobierno -que preserva el saqueo de los dueños del país-, pues no quieren que la clase capitalista y las grandes fortunas renuncie ni al 1% de su usurpación a quienes explotan, haciendo girar a la opinión pública hacia el problema de la asignación eficiente y honesta de recursos públicos del Estado como respuesta al caso ¡cómo si ellos, fuera y dentro del gobierno, no estuvieran aun peor manchados por el clientelismo y la corrupción, estructural al estado que administran! Jackson se convierte en un chivo expiatorio de una culpa compartida por todo el régimen y sus partidos.

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El gobierno de Boric, por su parte, sacrifica a Jackson con el objetivo, por una parte, de cerrar las filas y evitar un agravamiento de la crisis en la coalición de gobierno y, por otra, mover la discusión hacia el llamado “pacto fiscal” y las reformas, a las cuales la derecha y el empresariado habían obstruido las negociaciones a condición de que el exministro se fuera para la casa. Esta semana, figuras y congresistas del PPD y el PS, partidos patronales y neoliberales con los cuales gobierna el Frente Amplio y el PC, le había quitado el piso a Jackson públicamente, lo que habría acelerado el ocaso del exministro.

"Con este acto espero sinceramente que la oposición se siente en la mesa y haga sus esfuerzos para construir entre todas y todos un país más justo", dice Giorgio Jackson en su carta de renuncia al presidente Boric, volviendo a cifrar esperanzas en una derecha que nada tiene que ofrecer. Así, el gobierno de la izquierda progresista continúa su estrategia, destinada al fracaso -como ocurrió en España o Grecia, sus referentes- de buscar, a como de lugar, co-gobernar con la derecha y el empresariado que lo castiga, mientras le da la espalda a las demandas más urgentes y sentidas del pueblo trabajador y pobre.

Un pueblo que empieza a volver expresarse en las calles, como se ha visto estos días con la lucha de las y los profesores y de la comunidad educativa. Pero el gobierno y sus partidos, al contrario de apoyarse e impulsar la fuerza de este movimiento, le pone trabas y aplica los ajustes que le indica la burguesía nacional e internacional. Pero saben que la paciencia se pierde. Boric mismo baja de los salones para tomar el megáfono a decirnos que esperemos, que confiemos.

Nos dice también que una parte suya quiere derrocar el capitalismo, ante lo cual la derecha hace alharacas. Pero no es esa parte del presidente la que gobierna. Pues al mismo tiempo llama “unidad nacional” al pacto que hace con una derecha criminal y prepara una conmemoración de los 50 años del Golpe con un carácter rastreramente reconciliador con ella. El gobierno engaña. Insiste, como lo hace Jackson, en llamar “un país más justo” a transformaciones que continúan fortaleciendo y blindando aún más el régimen empresarial de los 30 años.

Así lo vemos en la agenda represiva, que ha cobrado la vida de David Toro y Maritza Pizarro. Lo vemos también en el fraudulento proceso constitucional donde, como no podía ser de otra manera en instancias todavía más antidemocráticas que el mismo Senado, se está elaborando una Carta Magna aún peor que la actual.

De la derecha solo se puede esperar más y más explotación y opresión. De los partidos de la izquierda progresista e institucional, que invita a esta derecha a gobernar con ella, no hay nada que esperar, sino la resignación y la derrota. Es necesario construir una alternativa política de izquierda de oposición al gobierno e independiente de toda variante patronal. Una izquierda que no quiera gestionar y reformar el corrupto Estado capitalista, que es un órgano de administración de los negocios de los dueños del país, sino destruirlo y reemplazarlo por un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre.

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