El gobierno se prepara para buscar aprobar una reforma de pensiones, que en lo sustancial mantendrá intacto el actual sistema de capitalización individual. En estas tratativas, el rol protagónico lo ha jugado la actual ministra del trabajo, recientemente cuestionada por negociar con empresarios a espaldas de los trabajadores, que dice representar, en la mesa del lobbista de la derecha Zalaquett
Martes 23 de enero
¿Quién es Jeannette Jara? El reciente escándalo en el que se ha visto envuelta debido a su participación en cenas en casa de Zalaquett con prominentes empresarios ha vuelto a colocarla en el foco mediático. Su vertiginosa carrera política en el gobierno de Boric la ha convertido en una figura indispensable para el Jet Set del Partido Comunista. Con dos victorias legislativas en su haber, la "reducción de la jornada laboral" y el "aumento del salario mínimo", en un gobierno con pocos éxitos, la han catapultado al mismísimo comité político del Palacio de La Moneda.
Actualmente, lidera, junto al Ministerio de Hacienda encabezado por Mario Marcel, la estrategia gubernamental para lograr la aprobación en los próximos días de la reforma de pensiones impulsada por la actual administración en la Cámara de Diputados. Pero la trayectoria política de Jeannette Jara no comenzó con este gobierno. Durante la administración neoliberal de Bachelet, la actual ministra desempeñó un papel importante en la Subsecretaría de Previsión Social, conocida por sus políticas desfavorables hacia los trabajadores. Antes de eso, se destacó como dirigente estudiantil al presidir la FEUSACH durante las movilizaciones estudiantiles de 1997. Tras una campaña municipal fallida en 2021, Jeannette Jara se sumó al gobierno de Boric como nueva ministra del trabajo.
En su figura, la actual ministra del trabajo refleja la dirección actual del Partido Comunista. Alejado del sistema político en los primeros años de la transición, el PC se volcó a los movimientos sociales para ganar en las calles la influencia política que el régimen le negaba. Desde entonces, el Partido Comunista lideró el descontento contra el sistema neoliberal, convirtiéndose en el partido más votado de la alianza de gobierno.
La influencia que el Partido Comunista ganó en las calles lo convirtió en una pieza clave de los intentos de los partidos neoliberales por dar estabilidad y legitimidad al proyecto de la burguesía para cerrar la crisis política. Esta integración comenzó con el llamado Pacto por Omisión en 2010, que permitió al PC disponer de una bancada parlamentaria. Luego, el PC aumentó su presencia parlamentaria y municipal, y su ingreso al gobierno de Bachelet le otorgó ministerios y cargos en el Estado.
Desde entonces, el Partido Comunista no ha hecho más que aumentar su influencia en el Estado y su número de votos. Esto ha generado una idea de "infalibilidad", una confianza excesiva que lleva a defender los bruscos cambios de dirección del partido sin recibir más que algunas críticas aisladas. La burocracia del partido se ha acostumbrado a la comodidad de los sillones parlamentarios, y cada decisión pasa por el interés conservador de sus miles de funcionarios públicos, dirigentes sindicales y políticos que buscan mantener sus puestos. Defienden casi como un principio y un avance para la clase trabajadora que el partido pueda disponer de dichos cargos.
Pero, ¿ha servido efectivamente toda esta influencia para avanzar en los derechos de los trabajadores? Durante el gobierno de Bachelet, en el que el PC participó, estos derechos no avanzaron. Incluso, en situaciones como la rebelión de las bases durante el paro del Colegio de Profesores a finales de 2014, cuando el presidente del magisterio, Jaime Gajardo (PC), intentó bajar por decreto la movilización de los trabajadores de la educación contra el gobierno de la Nueva Mayoría. Esta situación generó un enorme descontento en las bases, y pese a que el primer intento de contener la movilización se vio frustrado, la dirección del PC se valió de todos los medios para evitar su triunfo, aceptando la carrera docente que ha dado como resultado una mayor precarización laboral de los profesores.
Con el fin de preservar sus puestos parlamentarios, el PC nos insta constantemente a conformarnos con cualquier alternativa de alianza política, incluso si termina adoptando el programa de la derecha. ¿Qué es sino una ministra del trabajo, militante de un partido que supuestamente representa a la clase obrera, conversando distendida con los empresarios y negociando con ellos a espaldas de los trabajadores? Jeannette Jara personifica lo mejor de la política de los acuerdos, de la cultura política de la vieja Concertación, donde se justifica cualquier concesión al gran empresariado por unas migajas para los trabajadores.
El reciente acuerdo SQM-CODELCO, que garantiza un jugoso negocio por varias décadas al yerno de Pinochet, Ponce Lerou, fue justificado por el Partido Comunista como una "ganancia", legitimando el saqueo de los recursos naturales con una mayor participación estatal, que en la práctica solo implica tener más funcionarios con sueldos millonarios en los sillones de una empresa "mixta".
Tampoco podemos olvidar que durante la pandemia, el PC se mantuvo en la más vergonzosa pasividad mientras los derechos de los trabajadores se vieron seriamente conculcados con la agenda de precarización y flexibilidad laboral que Piñera aprovechó de aprobar con la excusa de la cuarentena.
Más vergonzosa fue aún su compromiso en la actual administración con la estrategia de Mario Marcel para contener la inflación que significó una drástica caída en el salario de la clase trabajadora y los sectores medios que aún no logran recuperarse, con el objeto de preservar las ganancias empresariales.
La comodidad de la burocracia del Partido Comunista en los sillones parlamentarios y su disposición a negociar con empresarios, incluso a expensas de los supuestos principios fundamentales del partido, plantean dudas sobre la autenticidad del compromiso del PC con la clase trabajadora. La historia reciente, marcada por concesiones a la élite empresarial, como el caso SQM-CODELCO, deja entrever que efectivamente dicho partido se encuentra cada vez más comprometido con la defensa del régimen neoliberal.
Esta sumisión del PC a la agenda neoliberal no debe dejarnos en una actitud pasiva a quienes nos proponemos construir una alternativa política de la clase trabajadora. La crítica activa al rol jugado por el actual ministerio del trabajo y al gobierno del cual el PC es uno de sus pilares fundamentales debe orientarse ahora más que nunca a recuperar nuestros sindicatos, organizaciones sociales y de la juventud para poder organizarnos y acabar con un régimen que día a día nos condena a la miseria.
Ιωαχειν
Editor y columnista de la Izquierda Diario