El excomisario Horacio Giménez, reemplazante de Waldo Wolff, participó del Operativo Independencia, de la represión a obreros en Villa Constitución en 1975 y de la dictadura genocida. Reciclado en “democracia”, condujo la Metropolitana de Macri, desde donde reprimió con saña a médicos y pacientes del Borda. Siempre zafó de ser condenado. Prontuario de un ultra que quiere llevarse bien con Bullrich.

Daniel Satur @saturnetroc
Miércoles 5 de marzo 12:46

El excomisario general de la Policía Federal Horacio Giménez acaba de ser designado en reemplazo de Waldo Wolff al frente del Ministerio de Seguridad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El cambio se da en medio de la crisis que atraviesa el gobierno de Jorge Macri por la situación de miles de detenidos en comisarías y alcaldías porteñas, combinada con la “interna” que mantiene el PRO con el gobierno nacional, particularmente con la exmacrista Patricia Bullrich.
“Es tiempo de policías (...) No tenemos dudas de que su profundo conocimiento en la materia y su compromiso con el orden serán clave para que Buenos Aires siga siendo una Ciudad segura y ordenada”, tuiteó el lunes Macri sobre Giménez al anunciar cambios en su Gabinete, marcando una clara línea de acción.
La llegada de Giménez al Ministerio es leída por la ultraderecha como una “buena noticia”, ya que el hombre es portador de un frondoso prontuario. Y además, porque hace años está consustanciado con la represión en CABA. De hecho entre 2011 y 2016 condujo la Policía Metropolitana a las órdenes del entonces jefe de Gobierno Mauricio Macri. De aquella época arrastra un procesamiento por reprimir a personal, pacientes y trabajadores de prensa en el Hospital de Salud Mental José Tiburcio Borda, causa que lleva años esperando una definición de la Corte Suprema de Justicia.
El "profundo conocimiento en la materia" de Giménez: cuando era jefe de la Policía Metropolitana desalojó con represión el Hospital Psiquiátrico Borda, donde terminaron heridos varios trabajadores de prensa, de Salud, manifestantes y legisladores, como mi compañera @Barry__Ale https://t.co/xIMvVLswWe
— Andrea D'Atri (@andreadatri) March 3, 2025
Setentista, pero de los malos
Giménez nació en 1955 y siendo muy joven entró a la Escuela de Cadetes de la Policía Federal Ramón L. Falcón. Según información que él suele difundir, “desplegó una vasta carrera en la PFA”, donde llegó a ser jefe del Departamento de Seguridad de Organismos Nacionales, director General de Seguridad Interior y superintendente de Interior y Delitos Federales Complejos. Ese último puesto lo ocupó durante las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner.
Décadas antes de alcanzar esos altos cargos, siendo un oficial de corta trayectoria, integró las bandas de la Federal que fueron enviadas a cumplir diferentes misiones represivas contra aquello que las clases dominantes llamaban “subversión”.
Durante el gobierno de Isabel Perón y José López Rega, Giménez se sumó al pelotón de 5.000 hombres, encabezado por el Ejército, que se instaló en Tucumán para dar rienda suelta al tristemente célebre Operativo Independencia , ensayo general y antesala de lo que se extendería a todo el país a partir del 24 de marzo de 1976.
A principios de enero de 1975 la presidenta peronista había firmado el decreto 261 que ordenaba “aniquilar el accionar de elementos subversivos” en territorio tucumano. Con esa cobertura “legal”, militares y policías hicieron estragos contra la población del norte, secuestrando, torturando y matando obreros, estudiantes y activistas políticos.
Los propios ejecutores del Operativo Independencia reconocieron haber montado 80 “lugares de reunión de detenidos” en la provincia. No menos de once de esos lugares se convirtieron en centros clandestinos de detención. El más emblemático es la Escuelita de Famaillá , por donde se calcula que pasaron entre 1500 y 2000 detenidos.
Por aquellos tiempos Giménez también anduvo reprimiendo en el sur de Santa Fe, más precisamente en Villa Constitución, bastión de la lucha obrera y popular que desde 1974 fue escenario del recordado “Villazo” contra patronales como Acindar, la burocracia sindical de la UOM y el “pacto social” que había impulsado el gobierno de Juan Perón.
Esa gesta de la clase trabajadora fue brutalmente reprimida en marzo de 1975, en un operativo inédito del Gobierno Nacional a cargo de fuerzas estatales con apoyo de bandas paramilitares como la Triple A y hasta financiamiento empresarial. Acindar , por caso, llegó a tener un destacamento policial dentro de la fábrica.
Desde noviembre de 2023 en los Tribunales Federales de Rosario se lleva a cabo un juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra la población de Villa Constitución. En el banquillo están sentados un exgerente de Acindar , un militar y más de veinte miembros de la Federal. En esa causa Giménez zafó, al igual que cientos de aquellos “jóvenes oficiales”.
El hecho de que a lo largo de las décadas Giménez no haya sido procesado (menos aún condenado) por aquellos delitos no lo exime de responsabilidad. Como siempre han denunciado sobrevivientes y organismos de derechos humanos, los genocidas que terminaron presos son pocos si se los compara con las decenas de miles de militares, policías y penitenciarios que secuestraron, torturaron, mataron, desaparecieron y robaron bebés en los casi 800 centros clandestinos de detención montados en Argentina entre mediados de los 70 y principios de los 80.
Represor metropolitano
Como gran parte de sus “camaradas de armas”, Giménez logró reciclarse una vez finalizada la dictadura. A fuerza de enjuagues “democráticos”, fue uno de los tantos que logró desplegar “una vasta carrera” en la Policía Federal, al decir de su currículum oficial. Los gobiernos de Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde y los Kirchner siempre avalaron sus ascensos.
Durante la segunda presidencia de CFK, la entonces ministra de Seguridad Nilda Garré motorizó cambios en la cúpula de las fuerzas federales. Tras años de ocupar altos peldaños del escalafón de la fuerza, Giménez y varios más fueron pasados a retiro.
En su caso, además, se sumaba la acusación de otros federales que lo apodaban “el jefe de los traidores”. Porque en 2009 habría mandado a filmar y sacar fotos a aquellos miembros de la Federal que mostraban entusiasmo por pasarse a la recientemente creada Policía Metropolitana (la misma que conduciría dos años después).
Desde su retiro, Giménez cobra una jubilación de las más abultadas de las que paga el Estado, muy lejos de la mínima que perciben los verdaderos trabajadores y trabajadoras que cada miércoles son reprimidos frente al Congreso por los “camaradas” del ex comisario general.
En diciembre de 2011, a punto de cumplir 59 años, Giménez fue convocado por el alcalde Macri para reemplazar a Eugenio Burzaco en la jefatura de Metropolitana. Él aceptó gustoso. Al asumir el cargo, dijo nada menos que estaba “comprometido” con “el respeto y la garantía de los derechos humanos”. Entre los presentes hubo risas contenidas.
Nostálgico, el exjerarca de la Federal encaró la conducción de la policía porteña con dedicación. Tanto que en su biografía quedará para siempre marcada como un “hito” la salvaje represión que comandó en abril de 2013 contra trabajadores, trabajadoras y pacientes del Hospital Borda .
Fue en el marco de una protesta ante la decisión de Macri de demoler instalaciones dedicadas a talleres y actividades culturales. Aunque en verdad la Metropolitana tenía la orden de hostigar, perseguir, reprimir y encarcelar a todo lo que oliera a popular y antiPRO.
En esa represión hubo más de medio centenar de heridos y varios detenidos. Hechos por los que Giménez, el propio Macri, otros funcionarios y policías terminaron procesados. Pero en febrero de 2015 todos fueron sobreseídos. Poco después la Cámara Nacional de Casación Penal confirmó la impunidad, fiel al mandato tácito de salvar a Macri y sus secuaces de toda complicación judicial.
La causa por los hechos del Borda no está cerrada. Tras diversas apelaciones y presentaciones de querellantes, desde hace años el destino del expediente espera una decisión de la Corte Suprema de Justicia. Aunque nada hace pensar que el máximo tribunal del país vaya a fallar en contra de funcionarios y policías. Menos aún si algunos de sus miembros llegaron a ocupar esos sillones gracias al propio Macri.
Pese a su prontuario (o gracias a él) desde este lunes Giménez conduce el efervescente Ministerio de Seguridad porteño a las órdenes de Jorge Macri, primo de su exjefe y cómplice de andanzas. La intención parece clara: componer relaciones con la cartera represiva nacional que dirige la expresidenta del PRO Bullrich, quien a fuerza de tuits y gritos logró la eyección de su viejo conocido Wolff.
En menos de 24 horas Giménez ya mostró su disposición a llevarse de maravillas con la jauría armada de La Libertad Avanza. Con todo el odio que le tiene a las manifestaciones populares, envió a sus subordinados a apalear y dispararles a vecinas y vecinos de la Villa 1-11-14 que cometieron el gravísimo delito de festejar el carnaval en el barrio. Total normalidad.
Gravísima represión en villa 1 11 14 a los carnavales que estaba realizando el barrio. El debut del nuevo Ministro de Seguridad Horacio Gimenez de @jorgemacri que quedó impune de la brutal represión en el Borda y hoy lo habilita para ejercer esta violencia contra los vecinos. pic.twitter.com/5gMoABXIX7
— Alejandrina Barry (@Barry__Ale) March 4, 2025

Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc