La Izquierda Diario dialogó con el ex detenido desaparecido, en el marco del 41 aniversario de la última dictadura. La lucha contra el negacionismo, recuerdos y una firme convicción.
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Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Domingo 26 de marzo de 2017 02:17
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A lo largo de casi dos horas de conversación, las pocas lagunas que aparecieron en su relato fueron resueltas con éxito. Tras cerrar con fuerza los ojos por unos segundos, el nombre, el apodo, la esquina exacta, el dato preciso, vuelve a la cabeza de este hombre memorioso que vierte su historia ante el grabador.
El hombre que habla es Jorge “Turco” Sobrado, 66 años, ex detenido desaparecido durante la útlima dictadura cívico militar. Actualmente vive en La Plata y es militante del Partido de los Trabajadores Socialistas. Su vida política comenzó en los convulsivos años 70, cuando se cruzó por casualidad con un militante del PRT – La Verdad, que sujetaba un periódico en una esquina de la Capital Federal.
Repasar su experiencia, prestar atención a su perspectiva e hipótesis para el futuro inmediato y otro no tan inmediato que quisiera vivir para ver, cobra una importancia particular al calor de los debates actuales. Gobierno, empresas de medios de comunicación y grandes patronales, hacen enormes esfuerzos por sembrar el olvido y la negación. El testimonio del Turco, apodo que se ganó por ser buen vendedor de la prensa partidaria en sus años de militancia juvenil, es parte de la lucha por trazar el camino inverso: ni olvido, ni perdón, ni reconciliación.
Imágenes grabadas
Su familia era “gorila”, como él mismo la define. Su papá era militante radical. Su mamá había sido obrera y se dedicó luego a las labores de ama de casa. En este contexto sin embargo, hay recuerdos concretos que explican, junto al carácter encendido de la época, el surgimiento de sus inquietudes y sensibilidad social.
“Yo iba al Pellegrini a la primaria y al lado de mi casa, en Constitución y Entre Ríos, estaba el colegio Estrada. Una vez, cuando yo tendría seis o siete años, me quedó grabada la imagen de la montada contra un grupo de pibes de ese colegio, con los caballos parados en dos patas contra la pared”, cuenta. Aquellos pibes acurrucados, eran protagonistas de la pelea estudiantil librada en el año 1958, conocida como “laica o libre”. Lo que estaba en juego era la injerencia de la iglesia en la educación, institución que pugnaba por el fin del monopolio estatal en la educación universitaria.
Esas imágenes se imprimieron en sus retinas infantiles y marcaron su camino militante. En la secundaria leyó lo que todos leían. De a poco el Che Guevara se convirtió en su inspiración y luego de un breve paso por la iglesia como miembro de Acción Católica, salió a buscar la guerrilla. Muchos de sus conocidos de la iglesia estuvieron entre los fundadores de Montoneros, pero él emprendió otro rumbo. Ya entre 1971 y 1972, andaba en busca de la guerrilla marxista.
“La guerrilla estaba súper clandestina. Ya había pasado el Cordobazo, el Viborazo, todos los azos. Un día había dos pibes hablando, habrá sido octubre o noviembre del 72. Uno tenía un periódico del PRT - La Verdad. Era Eduardo ’el Cabezón’ Villabrille, un cuadrazo del partido que desapareció en el 77. Me invitó a tomar un café en un bar. Estuvimos charlando y me dio la razón en todo y después me dio vuelta todo. Me explicó que estaba bueno lo que pensaba, pero el problema era que la guerrilla no solucionaba nada y me invitó a la reuniones del Comité Obrero Estudiantil”, recuerda el Turco. Para entonces ya se estaba conformando lo que luego sería el PST.
De esa forma, un poco queriendo y un poco de casualidad, Jorge Sobrado comenzó a militar en el trotskismo. Sus primeras tareas tuvieron que ver con la construcción de la corriente del PST en secundarios. También hizo su experiencia militante en la universidad.
Contra la corriente
La militancia en la juventud del PST no fue cosa sencilla. En las facultades había que librar peleas concretas todos los días. “Ser trosko en la época era igual que ahora, militar contra la corriente. El grueso era Montonero. En la época del pacto social nos hicimos a los golpes. Nos rompían la cabeza todos los días los Montoneros, porque nosotros íbamos y pegábamos carteles que decían ’No al pacto social de Perón – Gelbard’ y venían ellos que eran multitudes. Era de masas en el movimiento estudiantil la JUP. Nos hicimos cagándonos a trompadas en la facultad y nos ganamos el respeto así”.
“Ser trosko en la época era igual que ahora, militar contra la corriente. Nos hicimos cagándonos a trompadas en la facultad y nos ganamos el respeto así”
Otra de las discusiones claves que más recuerda de su militancia en la juventud, se daba contra los militantes del Partido Comunista, en torno al golpe militar de 1973 en Chile. “El PC nos corría con que había una vía pacífica al socialismo que era Allende y nosotros a esa discusión la veníamos haciendo y terminamos teniendo razón cuando vino el golpe. La realidad era convincente. Es más, el PC se negaba a movilizar y nosotros le dábamos vuelta las asambleas yendo a los colegios y sacando los pibes a la calle y así ganamos muchos cuadros”.
Peleas igual de duras daban los militantes del partido en otros espacios. El PST conquistó, durante los años previos al golpe militar, cierto peso en estructuras obreras y entre los trabajadores de distintas áreas. “Teníamos inserción en la UOM, en bancarios, en docentes y después en muchas fábricas de zona Norte, Oeste y Sur. Teníamos compañeros en la Ford, en Terrabusi, en Wobron, en Astarsa”. A su vez, el partido había alcanzado cierta extensión a nivel nacional y llegó a tener locales en Córdoba, Tucumán, Neuquén, además de en diversas localidades de la provincia de Buenos Aires, como La Plata y Bahía Blanca. El PST llegó a ser una organización que en un acto contra el golpe de Pinochet en Chile, en septiembre de 1973, movilizó entre cuatro mil y cinco mil personas de Capital y el Gran Buenos Aires. Además, en las elecciones del mismo año obtuvo alrededor de 80 mil votos.
Toda esta extensión pudo sostenerse un tiempo, hasta que a partir de 1973, con la puesta en marcha del accionar fascista de las bandas de la Triple A, todo se tuvo que “achicar”. “En la época del pacto social nos empezaron a reventar los locales. Nos reventaron el local de Beccar, porque nosotros a la lucha la llevamos adentro de la fábrica, contra la burocracia que había acordado el pacto social”, recuerda el Turco.
Esta situación y una serie de atentados, implicaron que el partido pasara a funcionar en la clandestinidad. Hubo que cerrar muchos locales y tomar medidas de seguridad más serias. Militar clandestinamente, tuvo como consecuencia que muchos militantes decidieran apartarse de la actividad política. Era difícil. Sin embargo, el Turco no se acobardó.
En aquellos años, la vida de un militante podía depender de un detalle. Hasta varios años luego de entrada la democracia, el Turco caminó las calles contramano, para “escuchar lo que viene atrás y ver lo que viene adelante”. La puntualidad para llegar a una cita con un camarada, era crucial y en lo posible había que llegar más temprano al lugar y “pegarse una vuelta para ver si había algo raro”.
Al Turco le llevó tiempo poder sentarse en cualquier lugar dentro de un bar. Desde 1975 empezó a sentarse en una ubicación que le permitiera ver la puerta, porque la policía entraba todo el tiempo a pedir documentos. Como expresa su relato, fue difícil entrar, tanto como salir de la clandestinidad. “Hay costumbres que se perdieron, que ya no son necesarias, pero en ese momento era tu vida”.
El problema son las convicciones
Producto del estilo de vida clandestino, un militante tenía que estar todo el tiempo en movimiento, mudarse de un lugar a otro. Es por esto que el Turco no tiene archivo. No tiene fotos suyas de los años 70, ni papeles, ni periódicos viejos. Probablemente por eso tiene grabado cada detalle con tanta claridad en su cabeza. Quizás esta cualidad también tenga que ver con las exigencias de militar en los 70. Ejercitar la memoria era algo importante. Una charla, una reunión, no podían prepararse con apuntes en papel. Había que tener todo bien memorizado pero nada anotado. Una dirección, un teléfono, menos que menos.
En el año 1975, el Turco se mudó a Córdoba, para seguir allá con sus aportes al trabajo juvenil del PST.
“Si vos estás convencido te pueden sacar todo pero las ideas no te las pueden sacar, entonces eso es lo que te fortalece”
El Turco cuenta los errores del partido, algunos de los cuales costaron vidas. Menciona las lecciones que no se sacaron o que se sacaron tarde. Sin embargo, hay un elemento que no deja de destacar. El Turco recuerda la confianza ciega en el compañero del al lado, en que no te iba a delatar y destaca esa confianza como una de las cosas más cualitativas de la militancia en aquellos años. “El problema son las convicciones, si vos estás convencido te pueden sacar todo pero las ideas no te las pueden sacar, entonces eso es lo que te fortalece, no es físico el problema”.
Botón de muestra
El Turco militó antes y después de la dictadura, dentro y fuera de la cárcel. Luego continuó haciéndolo en democracia. Fue uno de los fundadores del Mas y en 2004, habiendo sido parte de las jornadas revolucionarias del 2001, se integró al PTS, donde hoy milita y forma parte del Ce.Pro.Dh. Como cada año, este 24 de Marzo movilizó junto al Encuentro Memoria, Verdad y Justicia a plaza de Mayo. La consigna en este 41 aniversario del golpe, reafirmó que fue un genocidio y que los desaparecidos son 30 mil.
“Cada aniversario nosotros decimos que es distinto por esto o por lo otro. Yo creo que este año es crucial la lucha contra dos cosas. Estamos viendo cómo Cambiemos y los medios quieren reflotar la teoría de los dos demonios. Y por otro lado, algo que para nosotros es muy importante que es cómo se cayó el relato de los K con Milani preso”.
Recientemente una emisión del programa Intratables, del canal América, condensó en unos frenéticos minutos de discusión televisada, la batalla que se libra hoy y que describe el Turco. María Victoria Moyano Artigas, nieta recuperada, defendía a capa y espada que lo que sucedió fue un genocidio, que hubo un plan sistemático y que no es admisible bajo ningún concepto el perdón ni la reconciliación. Sus interlocutores eran los periodistas del staff del programa, comandados por el conductor Santiago del Moro. Las posiciones sostenidas por los panelistas se hacían eco en buena medida de la intentona gubernamental de instaurar la teoría de los dos demonios y abonaban la idea del perdón y de fomentar la “unión” y “la paz”.
Entre los invitados se encontraba el hijo de un genocida detenido y un ex militante de la Juventud Guevarista que se considera a sí mismo “una víctima” de la organización guerrillera en la que militó porque según expresó, le habrían llenado la cabeza cuando era apenas un pibe de 14 años. En las antípodas de semejante idea, el Turco reivindica la militancia juvenil y explica el ímpetu que impulsaba a su generación, como una reacción lógica y sentida ante la convulsión de los tiempos que corrían.
“La pasábamos re bien. Para mí el 73, el 74 y el 75 fueron los años más felices de mi vida pese a todos los avatares”
“Te llevaba la época. Le ponías el cuerpo a lo que estaba pasando o te ibas a tu casa, no había posibilidad de quedarte en el medio. Era todo o nada. Y aparte la pasábamos re bien. Para mí el 73, el 74 y el 75 fueron los años más felices de mi vida pese a todos los avatares, porque militabas contento. Era una fiesta militar, más allá de los avatares a los que te llevaba la lucha de clases. Yo me acuerdo en el 73 y parte del 74, los sábados a la noche nos juntábamos antes de irnos de joda y hacíamos brigadas para ir a calle Lavalle, que estaba llena de cines, a vender periódicos”.
Ante esta andanada “intratable” de comentarios reaccionarios, Victoria Moyano fue contundente: si hay reconciliación el empresariado puede pensar que esto puede volver a pasar. Es que en efecto, lo que los medios y el Gobierno niegan es que el proceso que tuvo lugar en la década del 70, vino a aplastar un ascenso obrero revolucionario. Lo que había era lucha de clases, lucha que las patronales nacionales e imperialistas ahogaron con sangre.
Memoriosos sin archivo
“¿Quiénes dirigieron el golpe? los empresarios. Los empresarios todavía pueden gobernar con este tipo de gobierno, pueden aplicar los ajustes porque se los aplica Macri, pero como hay intereses burgueses cruzados, hoy es Macri, mañana será otro. Yo acuerdo totalmente con lo que dice Vicky, porque hoy te gobiernan con Macri porque todavía la relación de fuerzas da, pero cuando la clase obrera actual, que tiene en su memoria histórica el 2001 y la hiperfinflación de Alfonsín, que sabe que su padre agarró la indemnización, cuando empiecen a cerrar las fábricas en gran escala... ahora tienen el ejemplo de Zanon, de Madygraf. Ya no solamente va a resistir y a aceptar que avancen contra sus intereses. Va a haber lucha. Si hay lucha nosotros tenemos que prepararnos. Nosotros dimos una pelea como generación muy grande, quisimos cambiar el mundo pero el problema es que la estrategia que primó fue la guerrilla y así era imposible. El golpe se dio como dice Vicky en la tele, cuando la guerrilla no tenía casi poder de fuego. El problema que vino a combatir la dictadura, es que había un estado asambleario en las fábricas donde los obreros le cuestionaban todo al poder burgués en el lugar donde más les duele, en la máquina y sus ganancias”.
“Va a haber lucha. Si hay lucha nosotros tenemos que prepararnos”
Pasan los años. El Turco pierde el pelo pero no las mañas, ni la puntualidad, ni la memoria. Tampoco pierde la esperanza ni la convicción. La clave está en la lucha de clases. Si las nuevas generaciones de trabajadores y estudiantes pueden reeditar su intento de cambiar el mundo sin partir de cero, es gracias a su testimonio y al de muchos como él: los memoriosos sin archivo dispuestos a verter décadas de experiencia sobre un grabador.