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Sudeste asiático. Jornadas sangrientas en Myanmar: Ejército mata a más de 80 personas cerca de Yangón

Ocurrió en Bago, una ciudad cercana a la capital comercial Yangón, los datos fueron revelados este sábado debido a los cortes de internet. La situación en Myanmar es cada vez más grave mientras la resistencia popular contra el golpe no afloja.

Santiago Montag

Santiago Montag @salvadorsoler10

Sábado 10 de abril de 2021 20:27

Este sábado salió a la luz que al menos 82 personas fueron asesinados debido a la represión policial y militar contra los manifestantes de Bago, ubicada a 65 kilómetros al noreste de Yangón —la principal ciudad industrial y comercial del país—, entre el jueves y el viernes. El recuento no pudo publicarse hasta este sábado debido a los cortes de internet y la campaña de censura a la prensa en el país. Esta metodología está siendo utilizada a diario desde que los militares dieron el golpe de Estado el pasado 1 de febrero.

Hace días la Junta militar ordenó a las compañías de telecomunicaciones que restringieran el acceso a internet a través del móvil y de las redes wifi. Desde entonces los detalles de lo ocurrido en Bago han tardado más de un día en emerger debido a la enorme dificultad para recopilar información de lo que ocurre en Myanmar. Testigos de lo que sucedió en Bago (ciudad de 250.000 habitantes), aseguraron a la agencia AFP que la continua violencia en la ciudad ha obligado a muchos residentes a huir a pueblos vecinos desde el jueves.

Según la agencia de noticias francesa, que ha tenido acceso a imágenes de vídeo verificadas, los manifestantes tuvieron que esconderse tras barricadas para escapar de los ataques de las fuerzas armadas, mientras se escuchaban explosiones de fondo. Los uniformados utilizaron armas de guerra como granadas de fusil para dispersar las protestas, a la vez que impedían a los equipos de rescate atender a las víctimas. “Apilaban todos los cuerpos sin vida en camiones del Ejército y se los llevaban”, dijo un testigo a AFP.

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En una sesión informativa para la reunión ’Arria-Formula’ del Consejo de Seguridad de la ONU el 9 de abril de 2021 sobre la situación en Myanmar, el experto en Myanmar de Crisis Group, Richard Horsey, advirtió que el país está al borde del fracaso del Estado y argumentó que existen todas las justificaciones para el Consejo para imponer un embargo de armas al régimen. En la misma el embajador especial de Myanmar en la ONU, Kyaw Moe Tun, llamó el viernes a la comunidad internacional a “actuar de inmediato” para frenar las matanzas.

La Junta Militar, por su parte, reduce la cifra hasta 248, según aseguró un portavoz de los generales el viernes en una rueda de prensa, en la que tildó a las víctimas como “gente terrorista violenta”.

Desde el 1 de febrero el régimen dirigido por el mayor general Min Aung Hlaing ha convertido a Myanmar (ex Birmania) en un campo de exterminio para intentar derrotar al movimiento de protesta contra la dictadura. Los militares se niegan a definir como tal al golpe que justifican como respuesta a un supuesto fraude electoral, sin pruebas concretas, en los comicios de noviembre del 2020 —en las que arrasó la Liga Nacional para la Democracia de Suu Kyi con más del 80% de los votos—. Desde febrero, Myanmar vive jornadas de protesta con miles de personas que toman las calles sistemáticamente para pedir el regreso de la democracia y por que se escriba una nueva constitución que anule la del 2008 que brindaba enormes poderes al Ejército —conocido como Tatmadaw— .

Los métodos de represión de la Junta militar son brutales: fusilamientos aleatorios en los barrios, asesinatos organizados en fábricas, incendios y allanamientos a casas de trabajadores y activistas, utilización de armas de guerra para reprimir, encarcelamientos de miles de opositores, bombardeos en aldeas de minorías étnicas, etc. La nueva matanza elevó a 618 el número de víctimas mortales, decenas de los fallecidos son niños.

En respuesta los jóvenes y trabajadores vienen luchando contra el golpe de Estado con protestas callejeras cada vez más radicalizadas exigiendo la caída de la dictadura. La brutal represión ha planteado a los manifestantes la necesidad de organizar la autodefensa para enfrentar el poder de fuego de los militares. Por eso han construido enormes barricadas, escudos de acero, petardos, pistolas de aire comprimido, tirachinas, bombas molotov, etc., dando forma a un nuevo paisaje de Yangon, Mandalay y otras ciudades bajo un escenario de combates incesantes.

En Yangón las protestas han adoptado un tono más creativo, con las calles teñidas de pintura roja como denuncia por el derramamiento de sangre, mientras panfletos con el mensaje “No nos gobernarán” se reparten por distintos barrios.

La resistencia ha adoptado además la forma de una huelga general de hecho con miles de trabajadoras textiles a la cabeza, donde ferrocarriles y puertos están frenados mientras que comercios y fábricas se mantienen cerrados.

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Por otro lado, casi la totalidad de los grupos armados étnicos que operan en el país se han posicionado de forma explícita a favor del Movimiento de Desobediencia Civil, lo que ha aumentado las viejas tensiones entre estas y el Tatmadaw en varias regiones. En Lashio, en el norte del estado de Shan, el Ejército de Liberación Nacional Ta’ang (TNLA) y otros dos grupos étnicos lanzaron un ataque coordinado en la madrugada del sábado contra una comisaría, matando a más de una docena de policías, asegura The Irrawady. Tras el ataque, las tropas militares de Myanmar allanaron Naung Mon y la cercana aldea de Naung Kwe, lo que provocó la huida de más de 300 civiles de las dos aldeas, dijo un residente local.

La resistencia se ha extendido en todo el territorio de Myanmar. En los dos meses que lleva el golpe se han radicalizado los métodos de lucha en la medida que fue creciendo la brutal represión de la junta militar. De las marchas iniciales se pasó a barricadas y enfrentamientos más directos con la Policía y las bandas paramilitares, y de los pedidos iniciales de restaurar la democracia se avanzó a un rechazo a los privilegios políticos y económicos que los militares mantienen hace décadas, incluyendo la redacción de una nueva constitución. Ese avance en las demandas y los métodos de lucha de los manifestantes es a lo que más temen los militares.

Para profundizar mirá el video de Claves.Myanmar: trabajadores contra el golpe militar


Santiago Montag

Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.

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