Figuras como Piter Robledo y el últimamente conocido Ignacio Montagut son la imagen diversa y liberal del gobierno de Cambiemos, detrás de la cual se encuentra una política de ajuste.
Lunes 20 de marzo de 2017
¿Una sana rebeldía?
Pedro Robledo es el sexto hijo de seis hermanos, de familia ultra conservadora fiel al Opus Dei, transitó una juventud marcada por la política y estudios en el extranjero.
Se lo vio por primera vez en el 2014, cuando sufrió una agresión debido a su orientación sexual, lo que lo llevó incluso a participar de la mesa de 6-7-8 y a entrevistarse con la presidenta Cristina Fernández.
Orgullosamente declara que aspira a ser el primer presidente gay de la Argentina. Dirigente de la Juventud Pro, pasó de trabajar en ONG’s a ser la cara visible de la Subsecretaría de Juventud que pertenece al Ministerio de Desarrollo social de la Nación, anteriormente gestionada por La Cámpora.
Intentando diferenciarse de la gestión de la “pesada herencia” comentó que no profesa fanatismos y que no es “soldado de nadie”, pero Robledo encarnó la política macrista desde el primer día de su mandato: despidió a más de 35 trabajadores que se encargaban de contener y reinsertar socialmente a jóvenes en situación de calle.
Esta fue la primera de un sinfín de medidas de derecha. Poco tiempo después, lo vimos atender una reunión en la Casa Rosada junto con representantes del partido neo nazi Bandera Vecinal. El joven funcionario intentó negar el hecho, pero Alejandro Biondini, dirigente de dicha organización salieron a desmentirlo en las redes sociales y las imágenes del encuentro se viralizaron de inmediato.
El joven Pro, que desde un inicio de su mandato se quiso distinguir diciendo que no era “ñoqui”, cobra un abultado sueldo de más de cien mil pesos mientras los docentes luchan por superar un mínimo de 10.000 pesos, y los programas de género y de inserción laboral son desfinanciados sin miramientos.
“Petu” Castillo, la cara femenina de la JPro
"Petu” es la hija del ex gobernador y re-re- re-reelecto senador nacional por Catamarca, Oscar Castillo, como parte de la alianza PRO-UCR.
Pero esto no termina ahí. En Catamarca recuerdan que su abuelo Arnoldo Aníbal Castillo fue intendente de facto de la capital provincial durante la dictadura militar de Lanusse en 1971, y más tarde gobernador de facto en Catamarca la dictadura hasta el 10 de diciembre de 1983.
María Lila "Petu” Castillo, ingresó con 29 años a la Dirección Nacional de Coordinación Territorial de Juventud, con un suntuoso sueldo de $ 56.778.
No es novedad que la gestión de Cambiemos ataque constantemente a los movimientos de DDHH. Desde seguir financiando a la iglesia, hasta impulsar candidaturas o cargos a personas que fueron parte o defienden el genocidio de 30.000 compañeros y que ponen en cuestionamiento el número de desaparecidos.
Máximo Giusto: un aristócrata de pura cepa
Nació en Buenos Aires pero se crió en Bruselas, Bélgica. Su padre es un diplomático que ejerce como cónsul en Estados Unidos, encargándose de mejorar los lazos entre la Argentina y Miami. Su madre es prima de Esteban Bullrich, pero se excusa en que nada de eso lo hizo llegar a donde está hoy.
Se recibió de abogado en la Universidad Católica Argentina, y con 26 años ya está a cargo de la Coordinación de Articulación de Proyectos Juveniles y su jefe directo es Pedro Robledo, subsecretario nacional de Juventud en el Ministerio de Desarrollo Social.
Giusto es la clara muestra de la política de la meritocracia que el Gobierno de Cambiemos se ha encargado de instalar en la juventud, su sueldo es de $ 36.386.
Ignacio Montagut, un neo nazi al servicio de Cambiemos
Este personaje es militante de Bandera Vecinal, sí, la misma agrupación que fue invitada a la reunión en la Casa Rosada con Piter Robledo, y fue descubierto provocando a las manifestantes en el pasado Paro Internacional de Mujeres el 8 de marzo, mientras se encontraban haciendo una pintada a favor del aborto en una iglesia. Comandado por la ministra de seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, Montagut posó frente a las mujeres con una bandera del Vaticano, provocando para poder justificar la represión en la marcha.
Luego inició una persecución por las redes sociales atacando a las activistas de Socorro Rosa en Tucumán, que realizaban una intervención por el aborto legal frente a una iglesia.
Este ser también se encargó de perseguir virtualmente a una de las chicas que participó del “Tetazo” en Capital Federal.
Montagut visitó los medios excusándose de ser “homosexual, católico y liberal” -casi una esquizofrenia política- que lo hace conformar el equipo de de Yamil Santoro dentro de “Unión por la Libertad”, la agrupación de Patricia Bullrich.
Los vínculos con el gobierno de Macri no terminan ahí, se encargó de militarle la campaña a Cambiemos con los famosos “timbreos” desde su organización “Convocar”.
Una nueva juventud combativa
Se puede ver que la juventud que representa a Cambiemos defiende a la derecha reaccionaria y sus ideales, desde el despido de trabajadores por ser “ñoquis”, hasta el ataque sistemático hacia las mujeres, la diversidad sexual y toda la juventud que se organiza por sus derechos.
Abrazados a la política patronal y ajustadora de Cambiemos, estos exponentes de la “sana rebeldía” -como ellos se autodenominan- muestran que de rebeldes no tienen nada, solo siguen apoyando el modelo neoliberal del Gobierno de Macri. Mientras estos jóvenes tienen abultados sueldos el "Gobierno prefiere evitar a toda costa ofrecer un aumento salarial acorde a garantizar un mejor nivel de vida para la docencia".
Por el contrario, se levanta una red de agrupaciones estudiantiles en todo el país. Esta juventud se une a la clase trabajadora para enfrentar al macrismo y a las variantes del PJ/ kirchenrismo con independencia de los partidos patronales y de la iglesia y su moral oscurantista. Es la Juventud del PTS desde donde se levantan luchas obreras como la de los trabajadores de AGR-Clarín llevando la solidaridad a lo largo del país. Y para enfrentar al gobierno de Cambiemos y su política revisionista, se organizan para ganar las calles este 24 de marzo una vez más y gritar: ¡Fueron 30.000, fue genocidio, cárcel a Milani!