Kosteki y Santillán cayeron a manos de la maldita Policía Bonaerense. Los responsables políticos de sus muertes siguen impunes y ocupado cargos, incluso en el actual Gobierno.
Viernes 26 de junio de 2020 00:01
Aníbal Fernández, Eduardo Duhalde y Felipe Solá | Foto archivo DyN
Ya pasaron 18 años desde que el 26 de junio de 2002, la Policía Bonaerense reprimiera brutalmente una manifestación de organizaciones sociales cerca de la estación de Avellaneda.
En ese momento la crisis económica, tras el gobierno ajustador de Fernando de la Rúa, golpeaba de lleno a los trabajadores y sectores populares con una desocupación que llegaba al 22,5 %.
Las fábricas ocupadas, los movimientos de desocupados y asambleas populares se extendían en todo el país, en oposición a las políticas de los sectores dominantes que descargaban la crisis sobre los trabajadores y el pueblo.
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En 2006 fueron condenados a prisión perpetua el excomisario bonaerense Alfredo Franchiotti y el excabo Alejandro Acosta, como autores materiales de los homicidios.
Pero los responsables políticos de estos crímenes siguen impunes, ocupando cargos públicos durante estos 18 años, incluido el Gobierno de Alberto Fernández.
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Crónica de represión y muertes anunciadas
En el momento de los asesinatos Eduardo Duhalde era el presidente de la Nación. Una semana antes de la masacre declaró que “los intentos de aislar a la Capital no pueden pasar más, tenemos que ir poniendo orden”. Varios de sus funcionarios iban más allá y amenazaban: “Se van a impedir los bloqueos como sea”.
La amenaza fue un hecho. La represión en las cercanías de la estación Avellaneda les arrancó la vida a Maxi y Darío, otras 90 personas resultaron heridas, 30 de ellas por balas de plomo y más de 150 fueron detenidas.
Pero Duhalde no es el único responsable impune. En ese momento Aníbal Fernández era secretario general de la Presidencia. Muy suelto de cuerpo y apenas ocurridos los crímenes salió a avalar el accionar policial, asegurando que "los piqueteros se mataron entre ellos".
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Pero una imagen vale más que mil palabras. El fotógrafo Pepe Mateos pudo registrar con su cámara imágenes claves que desmintieron la versión oficial.
La impunidad permitió (y desde ya el peronismo que lo tuvo y tiene en sus filas) que Aníbal Fernández fuera nada menos que jefe de Gabinete durante el Gobierno de Cristina Kirchner y candidato a gobernador bonaerense por el Frente para la Victoria en 2015.
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Otro de los responsables de estos crímenes es el actual canciller Felipe Solá.
En el momento de la masacre era el gobernador de la provincia de Buenos Aires y fue uno de los primeros en mentir diciendo que “los piqueteros se mataron entre ellos”.
Nora Cortiñas, indiscutida referente y luchadora de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, recuerda que llamó a Solá para pedirle explicaciones luego de ocurridos los hechos. Sin ponerse colorado, Solá le aseguró: “No se preocupe Norita, esto es una guerra entre pobres y se están matando entre ellos”. Pero eso no es todo.
Esa misma tarde Solá llamó al jefe del operativo, el comisario bonaerense Alfredo Fanchiotti (hoy cumpliendo prisión perpetua) para felicitarlo por lo hecho en el Puente Pueyrredón y hasta le prometió un ascenso en la fuerza.
Felipe Solá es autor de la frase “hay que hacerse el boludo” en referencia a cómo hacer para mantenerse en el poder, que ya tiene unos años y ha sido un especialista en ese "arte", aunque no el único.
Antes de ser canciller de Alberto Fernandez, Solá ha sido parte del Frente Renovador del antes traidor y actual aliado del Gobierno nacional y agitador de la mano dura Sergio Massa.
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En la convocatoria que cada 26 de junio llevan adelante organizaciones, familiares y amigos de Maxi y Darío, un reclamo permanente y vigente como nunca se hace escuchar: "Los responsables de ayer no pueden ser los salvadores de hoy".