En el 150º aniversario de su nacimiento, presentamos la semblanza biográfica de Alexandra Kollontai que integra la obra "Las Bolcheviques" de Óscar de Pablo. El libro, publicado en 2018 se puede descargar de manera gratuita en formato digital en www.brigadaparaleerenlibertad.com
Jueves 31 de marzo de 2022 08:24
Nació en San Petersburgo, hija de un general zarista de ideas liberales, Mijaíl Domontovich, de ascendencia ucraniana, y una mujer de ascendencia finlandesa, el 7 de marzo de 1872. Antes de casarse con su padre, su madre había tenido que huir de un matrimonio anterior, rompiendo las normas de la sociedad zarista.
Aunque “Shura”, como era conocida de niña, creció en Petersburgo, su abuelo materno tenía una finca en Kuusa, una provincia de Finlandia, donde la familia pasaba todos los veranos. Como cuadraba a su estatus social, hablaba francés con su madre y su media hermana, inglés con su niñera, ruso con su padre y finlandés con los campesinos de la finca. Durante un año, vivió en Sofía, capital de Bulgaria, donde su padre formaba parte de las tropas rusas que ocupaban ese país.
Tras concluir el bachillerato, su madre se negó a enviarla a la universidad, así que completó su educación en la casa paterna, educada por preceptores particulares para obtener un certificado de maestra.
En 1890, a los 18 años, inició un noviazgo con al estudiante de ingeniería militar Vladímir L. Kolontai. Como sus padres desaprobaban esa unión, la llevaron de viaje por Europa con la esperanza de que olvidara al pretendiente. Fue en Alemania donde conoció la literatura marxista. En todo caso, tras volver a Rusia, en 1893 se casó con Kolontai y tomó su apellido. Al año siguiente tuvieron un hijo, al que llamaron Mijaíl.
Entonces ella se empleó en el Museo Ambulante de Materiales Didácticos de Petersburgo y en la Cruz Roja Política, instituciones legales que hacían trabajo social a favor de los presos políticos.
En 1896 acompañó a su esposo a supervisar la instalación técnica de una fábrica en Narva, donde conoció de primera mano la terrible situación de la nueva clase obrera.
En esa época conoció a Elena Stásova, que colaboraba con la Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera. Gracias a ella, durante la ola de huelgas de 1897, Kolontai ayudó a esta organización recolectando fondos para los huelguistas y distribuyendo volantes, sin llegar a integrarse al aparato clandestino.
En septiembre de 1898 decidió separarse de su esposo, dejar a su hijo en la finca de su familia y abandonar Rusia para trasladarse a Suiza y estudiar Economía Política.
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En Zúrich se enroló en los cursos de Heinrich Herker, quien entonces era partidario del marxismo “revisado” de Eduard Bernstein. Para ganarla a sus concepciones, en la primavera de 1899 Herker la convenció de viajar a Londres para estudiar los logros del movimiento sindical británico y entrevistarse con sus teóricos, los esposos Webb. Sin embargo, en Londres Alexandra sólo se convenció de los límites de las reformas. En esa época formalizó su divorcio con Kolontai.
En septiembre de 1899 volvió a la casa paterna en Petersburgo, donde se estableció con su padre viudo y su hijo de cinco años. Entonces volvió a contactar a Stásova y a través de ella solicitó su ingreso al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.
Entonces se dedicó a organizar círculos de estudio para obreros. En esa época contó entre sus amigos más próximos, además de Stásova, a Alexandr Bogdánov, que pronto se convertiría en el segundo líder en importancia del bolchevismo.
En 1900 empezó a colaborar con el partido socialdemócrata de Finlandia y a estudiar la sociedad de ese país.
En la primavera de 1901 volvió al extranjero para completar su formación teórica, dejando a su hijo al cuidado de su ex esposo. En Zúrich conoció personalmente a Rosa Luxemburg y en París conversó con Laura y Paul Lafargue, hija y yerno de Marx. Finalmente llegó a Ginebra, donde colaboró con Plejánov y Lenin, y conoció a Karl Kautsky, que visitaba la ciudad. En esa época aparecieron artículos suyos sobre Finlandia en la revista teórica del grupo Iskra, Zariá, así como en la prestigiosa Neue Zeit de Kautsky.
A mediados de 1902 volvió a Rusia. En enero del año siguiente tomó la palabra en una reunión pública de jóvenes nihilistas para defender al marxismo y en febrero publicó sus investigaciones sobre Finlandia en forma de libro. Ese verano volvió a viajar al extranjero para acompañar desde fuera al Segundo Congreso del POSDR. Ahí tuvo lugar la escisión entre mencheviques y bolcheviques, pero ella optó por mantenerse neutral.
De vuelta en Petersburgo, el domingo 9 de enero de 1905 acudió sin permiso del Partido a la manifestación obrera que el pope Gapón había convocado ante el Palacio de Invierno, manifestación que fue reprimida a tiros y que detonaría los sucesos revolucionarios de ese año. Aunque hubo cerca de 200 muertos y 800 heridos, Kolontai consiguió salir ilesa.
Durante ese año participó en la Revolución en Petersburgo dentro del comité socialdemócrata de la ciudad, donde los bolcheviques tenían mayoría. En marzo ayudó a lanzar el periódico de la organización y fue nombrada tesorera del comité. En abril tomó la palabra en un mitin feminista para defender la unidad de clase entre los géneros, pero fue abucheada y no pudo concluir su intervención. Ese verano publicó su folleto Sobre la cuestión de la lucha de clases, donde polemizaba con el “marxismo legal” de Piotr Struve. En octubre acudió a una de las asambleas del soviet de Petersburgo, donde conoció a Trotsky, cuya posición conciliadora entre las facciones socialdemócratas ella compartía. En noviembre, organizó un debate en el Instituto Tecnológico entre Lenin y Mártov, donde los conoció personalmente.
Durante ese año se convirtió en oradora de masas. Al mismo tiempo, visitó con frecuencia Finlandia para mantener el enlace con los socialdemócratas de ese país.
A principios de 1906 finalmente se decidió a ingresar a la facción menchevique, pues coincidía con su táctica de participación en la Duma, que los bolcheviques en ese momento rechazaban. Su alejamiento con el bolchevismo duraría nueve años. Eso no le impidió organizar una publicación colectiva titulada Anuario obrero, con colaboraciones tanto de mencheviques como de bolcheviques, que apareció a finales de ese año, ni discutir con Nadeshda Krúpskaya la posibilidad de organizar dentro del Partido un departamento especializado en el reclutamiento de mujeres obreras.
En esa época empezó a interesarse en la cuestión de la mujer, y a defender el establecimiento de organizaciones obreras femeninas sujetas a una comisión especialmente organizada dentro del Partido Socialdemócrata, siguiendo el modelo del partido alemán.
En abril de 1906 viajó a Mannheim, Alemania, para asistir a un congreso del Partido Socialdemócrata Alemán, y en agosto de 1907 viajó a Stugartt para participar como la única delegada rusa en un congreso femenino de la Internacional socialista, alojándose junto con Rosa Luxemburg en casa de Clara Zetkin.
En esa época publicó su folleto Finlandia y el Socialismo y organizó en Petersburgo un grupo de mujeres obreras en el que reclutó a obreras como Klavdia Nicolayeva y Alexandra Artiujina, que con el tiempo se volverían líderes bolcheviques.
En la primavera de 1908 empezó a organizarse un congreso de organizaciones femeninas de toda Rusia, a celebrarse en diciembre, bajo la dirección de las feministas liberales. Entonces Kolontai propuso que el comité socialdemócrata de Petersburgo, dominado por los bolcheviques, enviara una delegación, propuesta que enfrentó la oposición de la joven líder bolchevique Vera Slútskaya. Kolontai, sin embargo, insistió, y para armarse teóricamente para la polémica, dedicó el verano a escribir su largo tratado Las bases sociales de la cuestión de la mujer, que el escritor Maxim Gorki publicaría al año siguiente en Capri. Al mismo tiempo, organizó una nutrida delegación de mujeres obreras para que asistieran al congreso a enfrentar a las feministas burguesas, lo que le ganó el odio de estas últimas.
Ese septiembre, las autoridades giraron una orden de aprehensión en su contra, debido al contenido de su folleto sobre Finlandia; así que tuvo vender su apartamento, despedirse de su hijo y pasar a la clandestinidad. Sin embargo, se quedó en Petersburgo.
En vísperas del congreso femenino, el comité socialdemócrata finalmente decidió aceptar la propuesta de Kolontai y enviar una delegación, pero nombró para encabezarla a la bolchevique Slútskaya, quien se había opuesto a participar. Para reforzar la delegación, otra bolchevique, Inessa Armand, acudió desde Kiev.
Desafiando el peligro de presentarse en público, Kolontai apareció ante el congreso el 10 de diciembre y presentó una resolución en el sentido de que el enemigo de las obreras no eran sus hermanos de clase varones, sino la clase capitalista. El Presídium del congreso se negó siquiera a someter a votación esta resolución, por considerarla contraria al espíritu feminista, ante lo cual Slútskaya, Armand y las demás bolcheviques resolvieron abandonar el evento. Kolontai se opuso a dejar el congreso y se quedó con sus partidarias, pero sólo hasta el día siguiente, cuando se convenció de la necesidad de seguir a las bolcheviques.
Sabiendo que había sido identificada por la policía, al día siguiente abandonó Rusia clandestinamente. Entonces se estableció en Berlín, donde se integró al ala izquierda del Partido Socialdemócrata alemán, dirigida por Karl Liebknecht, Luxemburg y Clara Zetkin.
En marzo de 1909 recorrió varias ciudades alemanas como parte de una gira de conferencias, en las que se estrenó como oradora popular en alemán. Como ocurrió a otros revolucionarios del imperio ruso, su admiración por la socialdemocracia alemana se volvió crítica cuando la conoció desde dentro.
Ese abril viajó con Zetkin a Inglaterra para explorar las relaciones entre los socialistas y el movimiento sufragista.
En esa época hizo amistad con el socialdemócrata ruso Georgui Chicherin, que en esa época recorría las capitales europeas para mantener la cohesión entre los exiliados rusos. Además, sostuvo un amorío con el economista menchevique Piotr Máslov.
En el verano de 1910 se trasladó a Bolonia, Italia, donde dio cursos sobre sexualidad y sobre el socialismo finlandés, en la escuela de cuadros que habían establecido los bolcheviques disidentes de izquierda Bogdánov y Lunacharsky, en la que también participaron Trotsky y otros socialdemócratas rusos independientes de las facciones.
Ese agosto se trasladó a Copenhague para participar en un congreso mundial de mujeres socialistas. En el congreso, Kolontai defendió, contra la opinión de la mayoría, la idea de que todos los derechos sociales de maternidad debían extenderse a las madres solteras. Al final, el mismo congreso la incluyó en el Secretariado Femenino de la Internacional y en la planta de colaboradoras de su revista, Igualdad, que dirigía Zetkin. Tras el congreso femenino, ahí mismo se celebró el pleno del congreso de la Segunda Internacional, donde Kolontai también participó. Fue ahí donde se estableció el Día Mundial de la Mujer. Inmediatamente después del congreso, se dirigió con otros delegados, entre ellos el francés Jean Jaurès, a Malmö, Suecia, a participar en una campaña contra la conscripción. El que la programaran para hablar al lado de Jaurès, el orador más célebre del socialismo de entonces, da una idea de la fama que ella misma había obtenido como oradora.
En marzo del año siguiente ayudó a organizar en Berlín la primera celebración del Día Mundial de la Mujer.
Una vez celebrada la manifestación, invitada por su amigo Chicherin, se dirigió a París, para integrarse a la colonia de exiliados rusos. Viviría el resto del año en la capital francesa, donde escribió su libro de crónicas Por la Europa obrera y su tratado Sociedad y maternidad. Cada vez más crítica con los mencheviques, aunque sin integrarse aún a los bolcheviques, en París volvió a encontrarse con Lenin, Krúpskaya e Inessa Armand, que entonces dirigían la escuela de cuadros de Longjumeau. Muchos años después, Kolontai usaría sus impresiones sobre el círculo íntimo de Lenin para escribir su novela Un gran amor (o La bolchevique enamorada). En París supo del suicidio de la pareja Lafargue, en cuyo funeral tomó la palabra, junto con Lenin.
En enero de 1912 regresó a Berlín. En abril emprendió una gira de conferencias por Suecia y a finales de año volvió a Londres, donde colaboró con la colonia de emigrados rusos.
De vuelta en Berlín, en julio de 1914 ayudó a organizar un mitin antibélico de mujeres obreras. Cuando la Guerra Mundial estalló a principios de agosto, la policía alemana la detuvo junto con su hijo Mijaíl, entonces de 18 años, que había venido a visitarla, por ser súbditos de una nación enemiga. Ella fue liberada en cuanto pudo demostrar que era una oponente del zar, pero a su hijo se le mantuvo bajo custodia policiaca. Entonces acudió al Partido Socialdemócrata, pero se enteró de que éste no sólo apoyaba la guerra, sino que no se oponía al encarcelamiento de los civiles rusos en Alemania.
En septiembre fue expulsada de Alemania, junto con su hijo, que se dirigió de vuelta a Rusia. Ella, por su parte, se dirigió a Estocolmo. Ahí coincidió con el obrero bolchevique Alexandr Shliápnikov, con quien inició un romance.
En esa época se aproximó a los bolcheviques y comenzó una correspondencia regular con Lenin y Krúpskaya, aunque sin dejar de colaborar con el exitoso diario anti bélico Nasche Slovo, que Trotsky y Mártov dirigían desde París.
Aunque Suecia era formalmente neutral, su policía desconfiaba de los rusos como posibles espías del zar, de manera que en noviembre fue arrestada como sospechosa y encarcelada en la prisión de mujeres de Estocolmo. Finalmente, el 26 de noviembre fue expulsada de Suecia. Entonces, tras un paso por Copenhague, a principios de 1915 se estableció con Shliápnikov en Oslo. Ahí colaboró con el periódico Comunista que publicaban los bolcheviques semi- disidentes Bujarin, Piátakov y Evgenia Bosch. Igual que ellos, Kolontai no coincidía con la posición de Lenin respecto al derecho a la autodeterminación nacional.
En agosto se decidió a romper su colaboración con los mencheviques internacionalistas del Nasche Slovo, en solidaridad con las críticas bolcheviques.
Ese año publicó el popular folleto antibélico ¿Quién necesita la guerra?
Invitada por el socialista estadounidense Ludwig Lore, a finales de septiembre se embarcó rumbo a Estados Unidos para emprender una gira de propaganda antibélica que duraría cuatro meses y la llevaría de un extremo al otro del país.
En Estados Unidos conoció a simpatizantes bolcheviques, como el obrero ruso-americano Volodarsky y el exiliado Chudnovsky, que dirigían en Nueva York el periódico internacionalista Novy Mir. Ahí la alcanzaron también su hijo Mijaíl y su pareja Shliápnikov. Al poco tiempo llegó también Nicolái Bujarin, con quien Kolontai ya había colaborado en Oslo. Bajo su influencia, se integró definitivamente al bolchevismo y en particular a su extrema izquierda. Finalmente, en los primeros días de 1917, poco antes de que Kolontai dejara América, Trotsky llegó también a Nueva York y se integró a la redacción del Novy Mir. Su trayectoria había sido en muchos sentidos paralela a la de Kolontai, pues ambos se habían mantenido al margen de las facciones socialdemócratas, ambos eran oradores notables e intelectuales del exilio, y ambos se habían radicalizado bajo el impacto de la Guerra Mundial. Sin embargo, la radicalización de Kolontai y su aproximación al bolchevismo habían sido más rápidas que las de Trotsky. Quizá por eso en esa época ella vio a Trotsky con los ojos particularmente críticos del converso reciente, pues todavía veía en él las vacilaciones que ella acaba de dejar atrás.
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A finales de 1916, su relación con Shliápnikov terminó cuando él volvió a Rusia por su cuenta. Sin embargo, se mantuvieron personal y políticamente próximos.
Poco después, en febrero de 1917 dejó a su hijo trabajando en una planta industrial en Paterson y se embarcó de vuelta a Europa para establecerse nuevamente en Oslo. Ahí, en los cinco días, del 8 al 13 de marzo, fue recibiendo las noticias de la Revolución llamada de Febrero, que se desarrollaba en Rusia y que terminó por derrocar al zar. Antes de partir de vuelta a Rusia, recibió por cable la “Carta de lejos” de Lenin, con el encargo de llevarla consigo a Petrogrado. Así, con el documento escondido en su corsé, el 19 de marzo llegó a la estación de Finlandia de Petrogrado, terminando más de nueve años de exilio. Ese día cumplió 45 años.
Al día siguiente, tras entregar el texto de Lenin a la redacción del Pravda, se dirigió al Palacio de Táurida, donde tenía lugar una reunión feminista de apoyo al gobierno provisional y a la guerra. Ahí, desafiando a la mayoría de las presentes, pronunció un discurso contra la política conciliadora que le valió el ser arrojada del evento.
El 26 de marzo, a una semana de su arribo a Petrogrado, el oficial bolchevique Nicolái Podvoisky propuso a los soldados simpatizantes del Partido que la eligieran su representante en el soviet de la ciudad, cosa que hicieron al día siguiente, después de oírle pronunciar una serie de discursos. Así se convirtió en la primera mujer en ser electa representante soviética y en entrar al Comité Ejecutivo del soviet.
Durante los días que siguieron a la revolución de febrero, el Partido Bolchevique estuvo dirigido, en ausencia de otros líderes de más alto rango, por Shliápnikov y Mólotov, que ya estaban en la ciudad. Más o menos instintivamente, ellos habían intentado mantener la independencia del Partido respecto al gobierno provisional y a la mayoría conciliadora del soviet. Sin embargo, al poco tiempo llegaron a la capital dos líderes con más antigüedad en el Comité Central bolchevique, Kámenev y Stalin, que asumieron la dirección del Partido. Estos, y especialmente Kámenev, imprimieron al trabajo del Partido un espíritu de apoyo condicional al gobierno y los partidos conciliadores. A partir de entonces, tanto Shliápnikov como Kolontai se opusieron a esta línea de apoyo al gobierno, aunque sin atreverse a modificar al programa histórico del bolchevismo, que aún contaba con una revolución burguesa.
El 3 de abril, cuando Lenin volvió a Rusia, Kolontai se integró a la delegación de líderes bolcheviques que fue a recibirlo a la estación fronteriza de Belostov. Al día siguiente, cuando Lenin llegó a Petrogrado y presentó sus famosas “tesis de abril” en una conferencia bolchevique (en las que exigía una ruptura tajante con la guerra, el gobierno provisional y los partidos conciliadores, así como el inicio de un trabajo de propaganda dirigida a preparar al proletariado para la toma del poder), ella fue la única delegada en tomar la palabra para defenderlas. Perplejos, los demás cuadros bolcheviques sólo empezaron a comprender las tesis de Lenin en los siguientes días, y algunos de ellos ni siquiera entonces.
Para responder a la manifestación patriótica que las feministas habían organizado el mes anterior, el 11 de abril, convocó por su cuenta una manifestación de esposas de soldados contra la guerra ante el Palacio de Taúride (como parte de las llamadas “jornadas de abril”), que logró atraer a 15 mil mujeres. Durante el siguiente mes, ayudó a dirigir una huelga general de lavanderas por reducción de la jornada y el alza salarial, que el 3 de mayo obtuvo una importante victoria.
A partir de entonces concentró su trabajo de agitación en los marinos de la flota del Báltico, para lo cual se trasladó a Helsinki. Ahí conoció al marino bolchevique de 28 años Pavel Dibenko, con quien inició un romance.
En junio participó en un congreso de la socialdemocracia finlandesa celebrado en Helsinki, luego volvió a Petersburgo para participar en el primer congreso de los soviets de toda Rusia y finalmente viajó a Estocolmo para representar a los bolcheviques en un tercer congreso del movimiento internacional de Zimmerwald.
Ahí la línea bolchevique logró imponerse, pero el congreso no tuvo validez formal por falta de quórum.
En la capital sueca la hallaron las noticias de las llamadas “jornadas de julio”, la serie de manifestaciones armadas que las masas simpatizantes de los bolcheviques lanzaron por iniciativa propia arrastrando al partido tras de sí. Mientras la manifestación era reprimida por las fuerzas reaccionarias, ella se apresuró a volver a Rusia, sólo para ser detenida al desembarcar en el puerto de Torneo. Entonces fue conducida a la prisión para mujeres de Víborg, donde pasaría cerca de dos meses. Mientras tanto, otros líderes bolcheviques populares, como su compañero Dibenko, Trotsky, Lunacharsky, Kámenev y Raskónikov fueron también encarcelados, mientras que Lenin y Zinóviev tuvieron que pasar a la clandestinidad.
Estando ella presa, ese agosto se reunió el VI Congreso del Partido Bolchevique, que la incluyó en ausencia en su Comité Central. Ese comité —en el que Kolontai, su antigua amiga Stásova y Varvara Yakovleva eran las únicas mujeres— sería el encargado de dirigir el partido durante la Revolución de Octubre.
El 21 agosto, el escritor Maxim Gorki y el ex bolchevique Leonid Krasin (que para entonces se había convertido en un próspero gerente industrial) pagaron su fianza y ella pudo salir de la cárcel, aunque durante un tiempo tuvo que quedarse bajo arresto domiciliario. Cuando a principios de septiembre el gobierno provisional se vio obligado a recurrir a los bolcheviques para que lo defendieran de la intentona golpista del general Kornílov, fue exonerada, al igual que los demás bolcheviques presos.
En octubre, el Comité Central la integró a la comisión encargada de renovar el programa del Partido. Al mismo tiempo, ayudó a organizar un congreso de mujeres obreras de Petrogrado.
Al día siguiente de la toma del poder, el II Congreso de los Soviets la eligió Comisaria del Pueblo de Bienestar Social. Bajo el gobierno provisional, el departamento de Bienestar Social, dirigido por la condesa feminista Sofía Panina, dependía del Ministerio de Educación. Así pues, cuando éste se convirtió en un Comisariado del Pueblo autónomo, Kolontai se convirtió en la primera mujer en formar parte de un gobierno en todo el mundo.
En los días que siguieron, tuvo que enfrentar la huelga de los funcionarios de su comisariado, que, alentados por la condesa Panina, impedían la realización de sus funciones. Después de una semana, se decidió a ordenar a los guardias rojos que arrestaran a los funcionarios huelguistas. Cuando finalmente consiguió llegar a sus oficinas, se dio cuenta de que su antecesora se había llevado todos los fondos de la dependencia, por lo que ésta fue encarcelada hasta que los fondos fueron restituidos.
En diciembre, ayudó a redactar el primer decreto del matrimonio civil (con pleno derecho al divorcio), y en cuanto fue promulgado ella misma se casó con Dibenko. El suyo fue el primer matrimonio civil registrado en la historia de Rusia.
A finales del año dirigió a los marinos del Báltico en la ocupación del monumental monasterio de Alexandr Nevski de Petrogrado, al que convirtió en un asilo para lisiados de la guerra. Aquel fue el primer edificio religioso expropiado por el gobierno soviético. Eso le ganó el anatema formal de la Iglesia ortodoxa. En enero de 1918 ocupó también un orfanato religioso, el Instituto Nicolaiev, para convertirlo en un Palacio de la Maternidad. Sin embargo, la noche previa a su reapertura, una mano misteriosa prendió fuego al edificio. Cuando Kolontai llegó al lugar de los hechos, una monja que trabajaba en la institución, convencida de que planeaba convertirla en un burdel, intentó estrangularla, y sólo se salvó gracias a la intervención de un marino que la acompañaba.
En febrero de 1918 formó parte del ala del Partido Bolchevique que oponía a la ratificación del tratado de paz con Alemania y propugnaba la continuación de la guerra.
A mitad de la controversia, a principios de marzo, partió junto con Leonid Berzin y Marc Natanson en una misión que buscaba llegar a Europa Occidental para establecer contacto con la izquierda europea en nombre del joven gobierno soviético. Sin embargo, el vapor en el que viajaban se averió en el Báltico y tuvo que atracar en las Islas Aland. Ahí los guardias blancos finlandeses, que ocupaban las islas, capturaron a la delegación soviética y la enviaron de vuelta a Rusia.
A su regreso, ese mes de marzo se mudó con el resto del gobierno soviético a Moscú. Ahí participó en el VII Congreso de Partido Comunista y el IV Congreso los Soviets de toda Rusia, que se celebraron sucesivamente. En ellos se opuso a la paz de Brest-Litovsk, dado que una de las condiciones que Alemania exigía para terminar la guerra era que el gobierno soviético se retirara de Finlandia, Ucrania y los países bálticos, dejando a los movimientos soviéticos de estas regiones desprotegidos ante el avance alemán. Cuando la facción pro bélica fue derrotada en el congreso del Partido, sus miembros, incluyendo a Kolontai, renunciaron a sus puestos en el gobierno. Ese congreso eligió un nuevo comité central en el que Kolontai ya no figuraba; el comisariado de Bienestar Social fue disuelto.
En ese punto, su esposo Dibenko, que también se oponía al tratado, abandonó su puesto en la frontera con Estonia y se trasladó a Samara, donde hizo compaña contra la Paz de Brest-Litovsk. Ahí fue arrestado y conducido a Moscú, donde fue juzgado. Aunque fue exonerado del cargo de traición, su actividad opositora entre el ejército llevó a su expulsión del Partido. Mientras estuvo preso, Kolontai se dedicó a abogar por su liberación.
Como el resto de los comunistas de izquierda, con el estallido de la guerra civil hizo a un lado sus diferencias y se lanzó de lleno a la defensa de la Revolución. Así, ese verano participó en una gira de agitación por el frente del sur.
Luego ayudó a organizar el primer congreso de obreras y campesinas de toda Rusia, que se inauguró en Moscú el 16 de noviembre. Este congreso la integró a una comisión especial para el trabajo comunista entre las mujeres, en la que también participaban Inessa Armand y la obrera Vera Moirova. Ese invierno, publicó varios ensayos en forma de libro con el título La nueva moral y la clase obrera.
Dibenko, por su parte, se trasladó a Crimea para organizar la resistencia clandestina a las tropas de ocupación alemanas, donde fue capturado por el enemigo. Sólo fue liberado tras un intercambio de prisioneros. Luego asumió el mando de un batallón en Ekaterinoslav, que condujo exitosamente, por lo que fue readmitido en el Partido.
En enero de 1919, Kolontai fue obligada a guardar cama cuando se le diagnosticó angina de pecho y en febrero tuvo que someterse a cirugía. Apenas se hubo recuperado, ese marzo participó como delegada en el Primer Congreso Mundial de la Comintern y luego como representante de la comisión femenina en el VIII Congreso del Partido Comunista.
Entonces se trasladó a Járkov, donde colaboró con Cristian Rakovsky, que encabezaba el gobierno ucraniano, y con Concordia Samoilova, que dirigía el trabajo entre las mujeres en ese país. Cuando, a finales de abril, el Ejército Rojo tomó la península de Crimea, un gobierno soviético presidido por Dimitri Uliánov, en el que Dibenko ocupaba el comisariado de Marina, se estableció en Simferópol. Entonces Kolontai fue convocada a trasladarse ahí desde Járkov para encabezar el departamento de Agitación y Propaganda. En las condiciones de la guerra civil en Ucrania, el traslado le tomó todo el mes de mayo. Su labor ahí sin embargo no duró más que un mes, pues el 23 junio el avance del general blanco Denikin obligó a los miembros del gobierno soviético a abandonar Simferópol y pasar a Kiev. Un mes después, Kiev también se vio amenazado y Kolontai tuvo que volver a Moscú.
De vuelta en la capital, ese septiembre participó en la fundación del Jenotdel, en calidad de representante de las activistas regionales. Inessa Armand fue nombrada su presidenta.
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Aunque entonces el Partido en pleno reconoció la necesidad de un organismo especial para el trabajo entre las mujeres, sólo Kolontai la había previsto teóricamente desde antes de la Revolución.
Después de un mes de trabajo en el Jenotdel, en octubre contrajo el tifus y cayó en cama. Sólo en marzo de 1920 pudo emprender un viaje de descanso a Ucrania, para visitar a la familia de su esposo Dibenko. De ahí, pasó al sanatorio de Kislovodsk, en sur de Rusia. Ahí Kolontai volvió a encontrarse con su antiguo compañero, Shliápnikov, que dirigía una escuela de formación política para obreros.
En junio sufrió un infarto, por lo que tuvo que trasladarse a Moscú para someterse a una nueva cirugía. Su recuperación se complicó debido a un nuevo ataque de tifus.
Ese septiembre, Armand, que también había ido a Kislovodsk, murió de cólera durante la evacuación de la ciudad, y en noviembre Kolontai fue nombrada, en su remplazo, presidenta interina del Jenotdel.
Desde ese puesto, ese mes redactó para la Internacional, junto con Clara Zetkin y Sofía Smídovich, el documento “Guías para el trabajo comunista entre las mujeres”.
A finales de año participó en el VIII Congreso de los Soviets, que la integró a su comité ejecutivo, y en una conferencia del Jenotdel que le siguió, donde se formalizó su nombramiento como presidenta.
Influida por su antiguo compañero Alexandr Shliápnikov, a principios de 1921 empezó a simpatizar con la llamada “Oposición Obrera”. Esta era una corriente bolchevique radical particularmente sensible a los intereses inmediatos de la clase obrera y preocupada por la incipiente burocratización del partido. Su principal demanda era que las decisiones económicas del Consejo Superior de Economía pasaran a los sindicatos, pero también pedía igualar los salarios y hacer que los funcionarios, aun los de más alto rango, participaran personalmente en el trabajo manual.
En marzo de 1921 participó en el X Congreso del Partido. Ahí, defendió las posiciones de la Oposición Obrera, que Trotsky y Bujarin refutaron con especial acritud.
Ese congreso, que coincidió con la rebelión naval de Cronstadt, decidió dos medidas temporales de emergencia: por un lado, prohibir la organización de facciones al interior del Partido; por el otro, detener la requisición de grano y conceder más espacios a la economía privada en el campo para alentar la producción, es decir, pasar del llamado “comunismo de guerra” a la Nueva Política Económica. Junto con el resto de la Oposición Obrera, Kolontai se opuso a ambas medidas, pero fue derrotada.
Tras el congreso, escribió el folleto, La Oposición Obrera.
Ese verano, se celebró en Moscú un Primer Congreso Mundial de Mujeres Comunistas, seguido del III Congreso de la Comintern, en los que Kolontai y Clara Zetkin presentaron e hicieron aprobar las “Tesis sobre el trabajo entre las mujeres”. Además, en el congreso de la Comintern, Kolontai defendió las posiciones de la Oposición Obrera. En esa época empezó a dictar cursos sobre economía y la cuestión de la mujer en la Universidad Sveldrov.
En agosto se trasladó a Odesa, donde pasaría el resto del año.
En febrero de 1922 sumó su firma a un documento de la Oposición Obrera en el que se apelaba al Comité Ejecutivo de la Comintern contra las decisiones del Partido ruso, documento que fue conocido como la “Carta de los 22”. En respuesta, se formó un comité internacional para discutir las quejas de la carta, que incluía a su vieja amiga Clara Zetkin. Sin embargo, el comité rechazó las quejas de los 22. Poco después, Kolontai tuvo que comparecer ante el XI Congreso del Partido, celebrado en marzo, donde por última vez defendió las tesis de la Oposición Obrera. El congreso la halló culpable de indisciplina y, aunque decidió no expulsarla del Partido, sí la retiró de la presidencia del Jenotdel. Poco después, sería remplazada en este puesto por Sofía Smídovich.
Entonces volvió a Odesa, donde, privada de todos sus puestos de responsabilidad, se dedicó a escribir artículos sobre sexualidad. En esa época terminó su matrimonio con Dibenko.
En junio escribió una carta a la Secretaría General del Partido (entonces encabezada por Stalin) renunciando implícitamente a su actividad opositora y solicitando que se le reincorporara al trabajo del gobierno. Entonces, su viejo amigo Chicherin, que encabezaba el Comisariado del Pueblo de Asuntos Extranjeros, la convocó de vuelta a Moscú.
Después de tres meses de trabajar en la sede del comisariado, en octubre fue enviada a Oslo como parte de la delegación comercial soviética en Noruega. En esa época empezó a expresar sus ideas sobre sexualidad en relatos de ficción, que agrupó en los libros El amor de las abejas obreras y Mujer en el umbral, así como en un ensayo de crítica literaria en el que defendía los poemas de Ana Ajmátova, pese la hostilidad de esta autora respecto a la revolución.
Ese diciembre viajó a La Haya para participar como representante de la URSS en una conferencia internacional de sindicatos y en mayo de 1923 pasó a encabezar la delegación comercial soviética en Oslo.
Ese verano realizó un breve viaje a Moscú, donde la Comisión de Control del Partido la trató como a una disidente hasta que se entrevistó con Stalin y le pidió que interviniera. En agosto volvió ocupar su puesto en Oslo.
En septiembre de 1924, cuando la URSS formalizó sus relaciones diplomáticas con Noruega, Kolontai se convirtió en su representante plenipotenciaria, y, por lo tanto, en la primera mujer de la historia moderna en ocupar un cargo equivalente al de embajador.
A mediados de 1925 pasó unos meses en Moscú, participando en la discusión en torno a una nueva ley matrimonial. En esa discusión, realizada en cientos de mítines públicos, Kolontai se opuso en vano a la introducción de las pensiones de divorcio, por considerarlas antisocialistas.
En esa época, sus artículos sobre sexualidad produjeron polémica al interior del Partido. Por ejemplo, su sucesora al frente del Jenotdel, Sofía Smídovich, llegó a responsabilizar su énfasis en la libertad sexual de la ola de violaciones que tuvo lugar ese año.
En diciembre de 1925 participó en el XIV Congreso del Partido Comunista, antes de abandonar Moscú para regresar a su puesto en Oslo.
En abril de 1926 volvió a Moscú. Entonces tenía lugar la lucha entre la facción dominante, dirigida por Stalin y Bujarin, y la Oposición Unificada, dirigida por Trotsky, Zinóviev y Kámenev, con la que simpatizaban también los demás líderes de la vieja Oposición Obrera. Dado que Kolontai había participado en las oposiciones izquierdistas de 1918 y 1921, fue invitada a sumarse a la mucho más importante oposición de 1926, pero declinó la invitación.
Ese diciembre fue enviada a México como representante plenipotenciaria de la URSS, en sustitución de Stanislav Pestovsky. En marzo de 1927 recibió fondos internacionales para la huelga ferrocarrilera mexicana, recolectados en la URSS en una campaña iniciada por su antecesor. La altura de la capital mexicana afectó su salud, por lo que pasó gran parte de su gestión en México semi-retirada en la ciudad de Cuernavaca (donde le tocó vivir la inestabilidad del gobierno morelense de esos años) y en junio abandonó el país.
En octubre de 1927 fue nombrada nuevamente embajadora en Noruega.
Aunque ese diciembre publicó un artículo en Pravda celebrando la derrota de la oposición en el XV Congreso del Partido, a principios del año siguiente, cuando se enteró de que Trotsky y su esposa habían sido arrestados y deportados a Alma Ata, les envió una carta privada de solidaridad personal.
Tras un breve paso por Moscú, a principios de 1930 se trasladó a Estocolmo, para fungir como embajadora en Suecia.
En 1931 el gobierno soviético legalizó el castigo de las opiniones disidentes en familiares de los infractores en el extranjero. En ese punto, su hijo Mijaíl seguía viviendo en la URSS. Quizá por eso a partir de entonces ella abandonó toda actitud disidente. En noviembre de 1932, cuando Trotsky, que se hallaba en Copenhague, solicitó visado en Suecia, fue Kolontai quien presentó la petición oficial del gobierno soviético de que se le negara la entrada.
En septiembre de 1935 viajó a Ginebra para participar como representante soviética en una conferencia de la Sociedad de las Naciones sobre derechos de la mujer.
En los siguientes años tuvo que enterarse sin protestar de la purga de toda la vieja guardia bolchevique, incluyendo a su antiguo amante y compañero en la Oposición Obrera Shliápnikov (arrestado en 1935 y fusilado en 1937), a su ex esposo Dibenko (arrestado, torturado y ejecutado en 1938), a Cristian Rakovski, con quien colaboró en Ucrania en 1919 (arrestado en 1937 y fusilado en 1941), a Leonid Berzin, que la había acompañado en su frustrada misión a occidente en 1918 (desaparecido en 1937) y a Nicolái Bujarin, quien la había introducido al Partido Bolchevique en 1916 y que había participado con ella en la oposición al tratado de Brest-Litovsk en 1918 (arrestado en 1937 y fusilado en 1938). De todos los miembros del Comité Central bolchevique de 1917, sólo ella, Elena Stásova y Stalin sobrevivieron a las purgas. La tercera mujer de aquel comité central, Varvara Yakovleva, también fue arrestada en 1938 y ejecutada en 1941.
En el verano de 1939 sufrió un nuevo ataque cardiaco y tuvo que internarse en un sanatorio.
En marzo de 1940 ayudó a negociar desde Estocolmo el fin de la guerra soviético-finlandesa.
Tras la invasión alemana de la URSS en junio de 1941, empezó a publicar en Estocolmo un boletín diario antifascista para influir en la opinión pública sueca e impedir que Suecia entrara a la guerra del lado de Alemania. En reconocimiento por esas actividades, el 19 de marzo de 1942 (con ocasión de sus setenta años), el gobierno soviético le concedió la condecoración de Heroína del Trabajo y al año siguiente la nombró Embajadora Suprema.
En 1943 una embolia la dejó paralizada de la mitad izquierda del cuerpo, forzándola a usar silla de ruedas, pero aun así no abandonó su puesto.
Como México estaba entre los aliados de la URSS en la guerra, en 1944 el gobierno de Ávila Camacho le concedió la condecoración del Águila Azteca.
En marzo de 1945 fue convocada de vuelta a Moscú, con lo que terminó su larga carrera en el servicio exterior. Sin embargo, siguió trabajando como asesora para el ministerio de Asuntos Exteriores. Ese año, sus amigos suecos la postularon como candidata al Premio Nobel de la paz, que sin embargo no obtuvo.
Murió en Moscú el 9 de marzo de 1952, poco antes de cumplir los ochenta años.