En la última reunión anual de la FED las autoridades definieron sostener las tasas en 0% por un tiempo considerable. Las tensiones con el rublo y las monedas emergentes, la caída del precio del petróleo y ciertas dudas sobre la fortaleza de la economía de Estados Unidos se hicieron pesar esta vez.
Jueves 18 de diciembre de 2014
Fotografía: wikimedia.org
Ayer la Reserva Federal de Estados Unidos realizó su última reunión del año. Los mercados esperaban con cierta ansiedad una fecha más precisa para el anuncio de la suba de la tasa de interés y dieran más precisiones de la fecha de este cambio. Sin embargo, esto no ocurrió. El organismo monetario volvió a reiterar que las tasas seguirán en torno al 0% durante un “tiempo considerable”. Algunos como el vicepresidente de la FED, Stanley Fischer, presionaban una definición adelantada de la suba de las tasas.
Ocurre que este año Estados Unidos retiró sus estímulos monetarios lanzados luego de la crisis de 2008, un mecanismo que a partir de la inyección de millones de dólares, le permitió contener la crisis y evitar la gran depresión. La recuperación de la economía norteamericana viene sostenida con un 3,9 por ciento entre julio y septiembre, y un 4,6 por ciento entre abril y junio. Esto llevó a retirar los estímulos y luego vendría una etapa de suba de las tasas de interés que se encuentran en sus mínimos históricos. Quienes se inclinan por el cambio en las tasas lo hacen bajo la perspectiva de retornar a un “normal” funcionamiento de la economía.
Sin embargo, la decisión actual de la FED de sostener las tasas –al menos hasta mediados del 2015 como señalan varios analistas- es un indicador de ciertas señales poco claras de la economía norteamericana. Su recuperación aún genera dudas sobre su verdadera fortaleza . Si bien el desempleo estaría por debajo del 6%, la inflación en octubre fue de 1,7% -aún por debajo del 2% deseado- y los salarios reales que miden el poder adquisitivo de los trabajadores prácticamente están estancados desde 2007.
Pero también operan otros factores externos a la economía de Estados Unidos. El giro brusco del precio del petróleo con una caída de más del 40 por ciento desde junio genera una amplia incertidumbre mundial. Si bien hay países que se benefician al abaratarse sus importaciones de energía –como Estados Unidos- otros comienzan a tener grandes problemas.
Este es el caso de Rusia, Venezuela o México. De conjunto, la baja del precio del petróleo tensionó al resto de los mercados de materias primas que vienen acompañando esta baja en todo el mundo. Un proceso que frente a un dólar que comienza a fortalecerse genera presiones devaluadoras sobre las monedas de los países denominados emergentes.
Si la FED anuncia o da a entender un panorama más certero de suba de tasas puede agregar en este momento mayor inestabilidad financiera y cambiaria a la economía mundial. El Banco Mundial estimó que las entradas de capital privado a los países en desarrollo podrían caer un 50% si los rendimientos de los bonos suben un punto porcentual. De esta manera, la salida de capitales presionaría a una desvalorización de las monedas, ya hoy inestables. Desde el 1 de Octubre el peso mexicano se devaluó un 8,74%, el real brasileño 9,41%, el colombiano -16,47%, el rublo 41,56%, entre otras.
Por último, la crisis del rublo en Rusia puede generar mayores inestabilidades mundiales y en Europa que se encamina hacia una recesión. Por su parte China no puede frenar la desaceleración de su economía y América Latina y el resto de los emergentes se encuentran en una situación similar. Estados Unidos difícilmente pueda salir de la crisis sin afectar al resto de los países, de igual manera, el inicio del crack del 2008 con la quiebra de Lehman Brothers se diseminó por todo el mundo.