En septiembre de 2015 un grupo de artistas se convoca para cantar La Internacional con el objetivo de generar un aporte a la campaña del Frente de Izquierda y los Trabajadores. La elección del tema y su interpretación actual es un hecho culturalmente significativo. A propósito de este evento varias imágenes y anécdotas leídas en libros de historia del movimiento obrero argentino, cuentos y obras de teatro pasaron por mi cabeza.
Violeta Bruck @Violeta_Bk
Martes 29 de septiembre de 2015
Foto: Archivo General de la Nación
Una de las fotos que acompaña esta nota es de diciembre de 1904, una asamblea de obreros cigarreros en el local de la Sociedad Cosmopolita de Obreros Pintores de Buenos Aires. El cuadro de Karl Marx preside la asamblea, y como sabemos hoy eran decenas de locales obreros los que repetían la decoración sumándole banderas rojas y proclamas contra explotación capitalista.
Andrés Rivera recuerda en "El verdugo en el umbral" las anécdotas de su padre: "Los policías allanaron el Sindicato de Trabajadores del Vestido, y lo revisaron, todavía indulgentes, todavía porteños y preguntaron quien era ese viejo de barba, y papá, secretario del Sindicato de Trabajadores del Vestido, miró el retrato de Marx, que colgaba de una de las paredes de la pieza de reunión del Consejo Directivo, y miró, en el retrato, la cabellera de león, el monóculo caído sobre el vasto pecho, y dijo un viejo sastre...". El relato continúa con humor e ironía, y expone la ignorancia de la policía y la alegría de los trabajadores disfrutando la anécdota "...y cuando los policías se fueron se les oyó reír como locos, y a los largo de toda esa cuadra de la calle Warnes se oían las risas y, riéndose, se decían, uno al otro, como si se confiasen un secreto, es un viejo sastre, y las risas se oían hasta Canning"
David Viñas relata en su libro "En la semana trágica" el odio burgués a las banderas rojas, y Pedro Milesi, un obrero presente en estas movilizaciones de enero de 1919 aporta en sus crónicas "En los labios de los acompañantes las estrofas de la Internacional y sobre todo del himno, el nuestro, el proletario: Hijos del Pueblo. En las manos de los portaestandartes de los sindicatos, flameando al viento el símbolo invencible de nuestra emancipación, las banderas rojas, tan roja como la sangre roja de los mártires caídos". La movilización a la que hace referencia fue protagonizada, según algunas crónicas, por más de 200.000 obreros que con banderas rojas y cantando los himnos revolucionarios se dirigían por las calles de Buenos Aires desde Barracas hacia el cementerio de la Chacarita. Pedro Milesi será más adelante integrante de los primeros grupos trotskistas en el país.
Pero no sólo en las calles porteñas flamearon banderas rojas, Osvaldo Bayer rescató las historias de la Patagonia Rebelde, esa gran lucha de los obreros rurales del sur a quienes el diario La Nación acusaba de querer trasladar al país "el régimen de los soviets". Las huelgas de la Forestal en Santa Fe y Chaco, en donde se había prohibido el uso de las ropas color rojo por ser considerado peligroso para los intereses de la empresa y los soldados recorrían las calles haciendo efectiva esa prohibición "A cada víctima que despojaban de sus prendas, las que casi siempre quemaban, se colocaba un cintillo azul y blanco, y al ritmo de los azotes obligábaselos a gritar ¡Viva la patria!" (Gastón Gori, La Forestal).
Esta aversión por el rojo de las clases dominantes locales expresaba su temor ante un movimiento obrero que enfrentaba la explotación capitalista y extendía las ideas revolucionarias influenciando también a sectores de la intelectualidad, el arte y la cultura.
Distintas manifestaciones artísticas y culturales acompañaron la organización obrera y las luchas de las primeras décadas del siglo. Bibliotecas, teatros populares y espacios en sindicatos difundían textos de Marx, Engels o Bakunin, programaban obras de teatro para el esparcimiento y la reflexión, “Hijos del pueblo”, “¡El mártir de Ushuaia!”, “Compañeros”, eran algunos de los títulos. Para los eventos especiales como los actos por el 1ro de mayo sonaba “La Internacional” interpretada por grandes orquestas. Según las numerosas crónicas en cada uno de los clubes o salones usualmente elegidos para reuniones como el Salón Verdi, Giuseppe Garibaldi, Unione e Benevolenza, Casa Suiza, el Círculo Gallego en la ciudad de Buenos Aires; el teatro Roma de Avellaneda, salones en Berisso, Rosario, Tucumán y por supuesto en los actos en las plazas y en las movilizaciones en las calles, en todos estos espacios sonaron durante las primeras décadas del siglo las estrofas del himno escrito en 1871 por Eugène Pottier al calor de la Comuna de Paris.
Durante años el peronismo en el poder trabajó para ocultar y enterrar estas tradiciones. Pero las ideas resurgen y a partir del Cordobazo se vivió un proceso de ascenso de las movilizaciones obreras y cuestionamiento al poder del capital. Como retrata Raymundo Gleyzer en una excelente escena del film Los traidores, la burocracia sindical surgió, creció y se hizo parte de estado para detener este proceso. No fue suficiente, y el golpe genocida de marzo del 76 vino a imponer una “reorganización nacional” persiguiendo, asesinando, torturando y censurando al fantasma del “marxismo apátrida”.
Pero la intensidad de la música es capaz de recorrer los tiempos, y ayer y hoy pueden emocionarnos los mismos acordes porque nos une un hilo histórico. En las primeras décadas del siglo pasado los horrores de la guerra mundial impulsada por las potencias imperialistas podía despertar la hermandad de los pueblos para oponerse a estas masacres. En los tiempos actuales la barbarie que expresa la crisis migratoria en Europa con muertes, persecuciones y fronteras que se cierran, nos impulsan también a rescatar las tradiciones del internacionalismo.
La nueva versión de “La Internacional” interpretada por los #ArtistasconelFIT puede sugerir en cada uno de nosotros distintos recuerdos y emociones. Puede remitirnos al pasado, al presente o al futuro. Las creaciones artísticas nos estimulan la capacidad de imaginar. En el llamado a realizar actividades culturales en todo el país bajo el mismo lema #ArtistasconelFIT se estimula también la unión del arte con la lucha de los trabajadores y por una alternativa política socialista.
En las imágenes de mi cabeza se mezclan como en un remolino las distintas experiencias que a lo largo de la historia alzaron las banderas rojas, al son de la misma melodía, y en un montaje acelerado se acercan todas para sumar sus fuerzas en esta tarea vigente e histórica de enfrentar el capitalismo.
Violeta Bruck
Nació en La Plata en abril de 1975. Prof en Comunicación Audiovisual (egresada UNLP). Miembro de Contraimagen, realizadora de los documentales Memoria para reincidentes y La internacional del fin del mundo