Argentina votó en la ONU junto al Grupo Lima a favor del informe de Bachelet, ex presidenta de Chile, que condena la violación a los derechos humanos en Venezuela. Nuevas diferencias se abrieron dentro de la coalición de gobierno. En estos apuntes vamos a polemizar con los fundamentos que llevaron a Patria Grande a seguir en el gobierno que votó con los “escuálidos”, contra sus principios e identidad chavista.
Martes 20 de octubre de 2020 23:16
Ilustración: @mataciccolella
El 6 de octubre, en el marco de las elecciones en Estados Unidos, se aprobó un informe en la ONU sobre las violaciones a los Derechos Humanos en Venezuela, que Argentina acompañó, siendo el voto decisivo para que se aprobara. Aunque en el comunicado de la Cancillería se agrega una oración contra de la “injerencia extranjera”, el documento está hecho a la medida del Imperialismo yanki para lograr una mayor intervención en Venezuela, de la mano de la oposición derechista como Guaidó, respaldado por Trump en 2019, cuando lo reconoció como presidente. Estados Unidos mantiene un bloqueo económico y ahora un ataque “diplomático” para poder avanzar sobre Latinoamérica, buscando cambiar el régimen de Maduro por uno más favorable para avanzar económicamente en una mayor expoliación de recursos y profundizar el saqueo, como en Brasil y Bolivia.
Esta votación generó malestar en el interior de la coalición del Frente de Todos. Juan Grabois dijo “Me preocupa la política exterior argentina cada vez más alineada con Trump y el Grupo de Lima” Hubo quejas de Hebe de Bonafini y otros referentes como Atilio Borón. Alicia Castro, ex embajadora de Venezuela, renunció a su puesto en la embajada de Rusia como protesta, señalando que “no difiere en absoluto de lo que hubiera votado el Gobierno de Macri”. De quienes se hubiera esperado un posicionamiento más contundente es Patria Grande, cuya retórica latinoamericanista parece alcanzar solo para sacar una declaración en facebook, planteando que el informe votado:
“(...) utiliza políticamente a los Derechos Humanos con una clara direccionalidad ideológica” y agrega que “Es preocupante para nuestra democracia, y para nuestra política exterior que ahora los medios de comunicación, los grupos económicos y sectores que representan a un sector particular de nuestra sociedad se arroguen la representación del pueblo argentino en su totalidad.”
Sin embargo, esta preocupación no la tuvo en cuenta Itai Hagman, diputado del Frente de Todos por Patria Grande, al votar el canje de deuda, festejado por el oficialismo, la oposición y los especuladores, ni tampoco cuando votó a favor del ingreso de tropas militares extranjeras en el territorio argentino y para que militares argentinos participen de las “misiones” de la ONU ¿Será que la Patria Grande al final también incluía al Imperialismo yanki? Lejos de ser una equivocación o un análisis superficial, las concepciones político-estratégicas desde el surgimiento de esta agrupación permiten entender la evolución que los lleva a inclinarse ante un gobierno que, por sus acuerdos con el FMI, terminó en esta votación bochornosa.
Los orígenes de Patria Grande (o cuando Venezuela era el horizonte).
En el 2008 surge la Mella como agrupación estudiantil y universitaria, emergiendo como “izquierda independiente”, apoyando lo bueno y criticando lo malo del gobierno kirchnerista.
Se da en el marco de la construcción de legitimidad del Estado burgués, producto de cierta recomposición económica coyuntural. Los álgidos procesos de lucha de clases contra los gobiernos neoliberales ocurridos a finales de los ‘90 y principios de los 2000 en Latinoamérica, construyen una correlación de fuerzas en la cual gobiernos llamados “posneoliberales” buscan recomponer el régimen, desviando la lucha en las calles dando concesiones a las masas movilizadas, pero sin responder a las problemáticas estructurales. En este sentido,
“Es imposible entender la retórica chavista sin el caracazo y la resistencia a los intentos golpistas por parte de Estados Unidos, el evomoralismo sin la llamada “guerra del agua” y el peso de las comunidades en ella, o el kirchnerismo sin el “que se vayan todos” y las asambleas populares del 2001.” [1]
La izquierda independiente, como se llamaron a sí mismos para distinguirse de la izquierda trotskista (tradicional para ellos), se posicionó en la defensa de estos procesos, emulsionando el espíritu de época contra la política partidaria y electoral. Esto se cristalizó en la defensa de las figuras de Maxi y Darío, jóvenes militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados, asesinados por la policía en 2002 con Felipe Solá a cargo, actual canciller argentino.
A su vez, retomaron la retórica antiimperialista del gobierno de Chávez con el rechazo al ALCA, y en defensa de los gobiernos “posneoliberales”. Esta agrupación estudiantil surge como parte de la recomposición de la Universidad en el marco de la legitimación de las instituciones del Estado. Esto se vio por el rol de “contención” dentro del régimen a la juventud estudiantil que cuestionaba a las autoridades universitarias, a la burocracia sindical, el ajuste, los despidos y represión sobre los trabajadores durante los gobiernos “progresistas”, poniendo por delante las concesiones económicas o democráticas.
De izquierda independiente a izquierda “in-the-pendiente” (del régimen)
En el año 2013 se cristalizó una discusión que venía cruzando a esta agrupación: la idea de participar en las elecciones. Ya en 2011 Martín Ogando, dirigente de la Mella en ese entonces, mostraba esta incomodidad:
“Nuestra certeza, es que la disputa por un proyecto de país alternativo, de carácter popular y perspectiva socialista debe darse fuera del Estado, contra el Estado y en el Estado. Lo primero resulta evidente, lo segundo reúne hoy un amplio consenso, lo tercero provoca confusiones y polémicas.” [2]
En ese momento, como agrupación estudiantil, se daba por sentado que la pelea era contra el Estado y fuera de él, sobre todo en Argentina, donde el kirchnerismo avanzaba en reprimir luchas obreras como Kraft Terrabusi y la burocracia sindical aliada al Ministro de Trabajo venía de asesinar a Mariano Ferreyra. Ogando sostenía que las elecciones eran una táctica que permitía construir nuevos sentidos comunes y dar disputas:
“En términos de análisis político concreto es improbable que la disputa contrahegemónica en un futuro inmediato pueda prescindir del momento electoral. (…) Esto de ninguna manera significa que sea el terreno de lucha decisivo, ni que debamos subestimar la importancia estratégica de la movilización extraparlamentaria de masas o la existencia de crisis estatales agudas e insurrecciones populares.” [3]
Resultaba lógico que hubiera sectores contrarios a la integración de su agrupación al régimen. Sobre todo al estar basada en el rechazo hacia la política “tradicional”. Alternativas que surgían “desde abajo” o en representación del malestar social, se habían terminado integrando a lo más rancio del régimen. Syriza y Podemos fueron eso: partidos políticos en quien Patria Grande se referenció, pero que terminaron integrados. El primero, que fue gobierno en Grecia producto de enormes manifestaciones y mucho malestar social contra la Troika (Banco Central europeo, FMI y comisión europea), tardó apenas unas semanas, cuando llegó al poder, en aplicar el ajuste; y Podemos que surgió en España post movimiento indignados como representación política contra la casta y la política tradicional, terminó integrado al gobierno liberal del PSOE.
Cuando el fuego crezca, (no) quiero estar allí
La Mella no terminó siendo la excepción. Ante la emergencia de la derecha en Latinoamérica como Macri, Piñera o Bolsonaro, borraron de un plumazo todo discurso a favor de las movilizaciones callejeras para enfrentarlos, se integraron a las listas del PJ Capital.
Nadie podría decir que “no pasó nada” desde el 2015 a esta parte: procesos de lucha de clases como las jornadas contra la reforma previsional en 2017, organización y movilización de los trabajadores, como en Pepsico, que frenó la reforma laboral que el macrismo quería imponer. De todos esos procesos, a Patria Grande sólo le quedó el ligero rastro del cántico “hay 2019” de las burocracias sindicales y del propio kirchnerismo que buscó apaciguar cualquier malestar social hacia la pelea electoral.
En el momento en que se jugaba el enfrentamiento a las variantes más neoliberales, que ellos dijeron siempre enfrentar, que ajustaron al pueblo trabajador en beneficio de las patronales agrarias y los grandes empresarios, ¿Dónde estuvieron los centros de estudiantes dirigidos por esta agrupación? ¿Dónde estuvo la mística de la organización popular? ¿Qué enfrentamiento al macrismo podía haber de la mano del PJ Capital, que le garantizó la gobernabilidad en la Legislatura?
Si la forma central de militar es disputando poder a través de las elecciones, entonces la militancia “por fuera” del Estado pierde valor y solo está pensada para integrarse en un mejor puesto al aparato electoral.
La escalera regresiva: Franja Morada siempre estuvo cerca
A partir del gobierno de Macri, el horizonte de la disputa queda reducido al aparato estatal. Esta idea se imbrica con la pelea por “sacar a Macri”, que termina en desarrollar como programa el “mal menor”. Gramsci explica cómo esto se transforma en una política regresiva.
“Todo mal mayor se hace menor en relación con otro que es aún mayor, y así hasta el infinito. No se trata, pues, de otra cosa que de la forma que asume el proceso de adaptación a un movimiento regresivo, cuya evolución, progresivamente, va a trechos cortos y no de golpe, lo que contribuiría, por efecto psicológico condensado, a dar a luz a una fuerza contracorriente activa y, si ésta ya existiese, a reforzarla”. [4]
Este recorrido de “mal menorismo” de La Mella-Patria Grande duró menos de 5 años: desde noviembre del 2015 cuando en el ballotage llaman a votar a Scioli hasta la integración total en las listas del Frente de Todos en 2019. Luego de un año, siguen siendo parte del gobierno que votó contra sus “principios” latinoamericanistas, entre tantas otras concesiones a los grupos concentrados y conservadores.
Un comunicado en facebook: la defensa bolivariana
El voto en la ONU de la cancillería argentina junto al grupo pro golpistas de Lima se ubicó lejos de las reivindicaciones del “poder popular”, de la autodeterminación del pueblo venezolano y de la participación popular que solían encontrarse en la épica de Patria Grande. Dicha agrupación se posicionó como pata izquierda del peronismo creyendo que podía empujar al Estado desde adentro y superar al PJ tradicional. ¿Alcanza un comunicado de Facebook para enfrentarse al sector conservador del peronismo? ¿Qué diría el pueblo venezolano que en 2002 enfrentó al golpismo en las calles? ¿Qué dirían los venezolanos que están enfrentando el bloqueo económico y los salarios de hambre? Evidentemente el latinoamericanismo no es lo que los caracteriza.
En la historia del Peronismo se vieron múltiples enfrentamientos entre sus alas, no sólo discursivos sino en batallas callejeras, tiros, secuestros; como la Masacre de Ezeiza contra los sectores de derecha en 1973, o los grupos armados y el secuestro de Rucci. Sin embargo, la actitud de la dirigencia que justificaba su ingreso al Frente de Todos con la idea de disputar los sectores de derecha desde adentro del Estado y al macrismo, no termina haciendo ni una cosa ni la otra. Votan con el macrismo el pago de la deuda que ellos mismos denunciaban anteriormente y terminan haciendo una denuncia medio escondida a los aspectos más regresivos, como la votación sobre Venezuela. De hecho, los centros de estudiantes que conquistaron, los referentes de las organizaciones políticas, sociales, sindicales y culturales de todo el campo popular que su frente dice contener, ¿están haciendo lo imposible para enfrentarse a la política exterior del gobierno?
Al final, la lucha “contra el Estado y fuera del Estado”, sólo se trataba de discursos con el fin de negociar con el Peronismo en la mesa chica algunos cargos en el Estado, ya sea en el Congreso y legislaturas o en los ministerios. Lo único que explicaría la poca contundencia de su denuncia, es que no están dispuestos a perder estos cargos conquistados.
En su comunicado, pareciera que la Cancillería votó de manera independiente a la coalición de Todos, como si Fernandez no hubiera sabido de esta decisión. Lejos de eso, el gobierno cede a los mandatos del Fondo Monetario Internacional; de otra forma no es posible entender cómo los que decían ser oposición al Grupo de Lima votaron en común contra el régimen de Maduro. El voto en la ONU muestra que no hay manera de hacer un acuerdo con el FMI sin mayores condicionamientos que sometan al país y al resto de Latinoamérica.
¿Por qué irían a criticar esto de todas formas, si sus diputados votaron el pago de la deuda externa a los bonistas en medio de una crisis sanitaria, habitacional, social y económica? Lejos de las calles donde planteaban ubicarse para defender la Patria Grande, hoy forman parte de un gobierno totalmente arrodillado al Imperialismo, que por su peso en la matriz productiva de Argentina y la posesión de empresas estratégicas, por la presión a través de la deuda externa, está más que lejos de siquiera cuestionar algo de la dominación imperialista.
No pareciera que el gobierno gire a izquierda por la presión de Patria Grande, sino más bien que termina derechizándose, manteniendo en el caso de la toma de tierras de Guernica los intereses de los negocios inmobiliarios y a nivel general de los fondos buitres, los bancos, el FMI, las patronales agrarias y sojeras como Vicentin, de los grandes empresarios como Techint y lo más rancio de los gobernadores.
Los que pelean contra el Imperialismo están en las calles
Pensar desde la perspectiva de la clase trabajadora la situación que atraviesa Venezuela, permite criticar al régimen de Maduro por izquierda, sin votar con Bolsonaro una sanción imperialista. En el comunicado de Patria Grande no hacen mención al reclamo de libertad a los presos obreros y populares, la denuncia a la utilización de las fuerzas represivas contra los trabajadores de salud reclamando contra el vaciamiento y para control social como el toque de queda diario durante la pandemia, ni los magros salarios que no llegan a 1 dólar.
Un verdadero cambio profundo y radical no va a llegar de las manos del imperialismo ni de los gobiernos y partidos conservadores ni tampoco de organismos internacionales como la ONU que avalaron el golpe en Bolivia o Brasil o las masacres a Palestina. El Imperialismo dejó bien claro que en pos de profundizar las cadenas sobre América Latina tomará otras alternativas. Nada muy diferente al pasado.
Las movilizaciones más grandes de la historia de los afrodescendientes y explotados en el imperialismo yanqui es una oportunidad para los explotados y oprimidos del mundo. El enfrentamiento real es una necesidad imperiosa para aquellos que defendemos los intereses del pueblo trabajador, en países dependientes y atrasados como Argentina. Empieza con una ruptura con el FMI y el no pago de la deuda para evitar la imposición de condicionamientos que implican ajustes al pueblo trabajador. Es condición necesaria la independencia política frente a los grupos empresarios nacionales atados por mil lazos a los capitales extranjeros. Sólo la clase trabajadora, junto a otros sectores sociales oprimidos, pueden enfrentar el ajuste como de hecho vienen haciendo en Chile, Ecuador, Colombia y Costa Rica. En el caso de Bolivia, la heroica resistencia de indígenas y trabajadores de El Alto contra el gobierno de facto es un ejemplo para el conjunto de Latinoamérica. El golpismo fracasó en las elecciones en gran medida debido a la relación de fuerzas establecida por la fuerte resistencia obrera y campesina al golpe, incluso pese a la negativa del MAS a impulsarla.
[1] Piro, Gabriel.: “De la boca para afuera: mito y realidad del populismo en América Latina”. Revista Ideas de Izquierda. 14-07-19. Disponible en: http://www.izquierdadiario.es/De-la-boca-para-afuera-mito-y-realidad-del-populismo-en-America-Latin
[2] Ogando, Martín (2011). “Una incitación a la incomodidad. Nueva izquierda y disputa institucional”. En Batalla de Ideas [ISSN 1853-2047] número 2, año 2011, páginas 153-165. Disponible en: https://issuu.com/fpdsenterciarios/docs/cartilla_elecciones_-_debates
[3] Íbidem.
[4] Gramsci, A. Cuadernos de la cárcel. Ed. Era, tomo 5, pág. 294-295, 1999.
Celeste O’Higgins
Integrante del Comité editorial de Armas de la crítica. Es Socióloga egresada de la Universidad de Buenos Aires y estudia profesorado de Geografía en el Joaquín V. González.