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Red Internacional
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MÚSICA // ÓPERA. La bohème: historia de los amores dentro del marco de la desigualdad social

La ópera que compuso Giacomo Puccini junto a sus libretistas favoritos Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, se basa en “Escenas de la vida bohemia” de Henri Mürger y en la estadía del propio Puccini en Turín durante sus años como estudiante.

Jueves 25 de enero de 2018 00:00

Hablar de la bohemia en general es algo vago; sin embargo, adquiere sentido si se divide dicho estilo de vida en tres tipos: La bohemia “ignorada”, en donde los artistas transcurren su existencia de manera ignota, sin reconocimiento alguno; en consecuencia, sufren privaciones de toda especie, lo cual conduce casi ineludiblemente a una muerte precoz. En segundo lugar, está la bohemia “amateur”, en donde el artista o pseudo artista encuentra en su modus vivendi un arma de seducción. Ésta es llevada a cabo por jóvenes burgueses anhelantes de libertad, rebeldes que desafían a sus familias y se vuelcan a una vida en donde podrán obtener una mayor libertad romántico-sexual, tener amistades excéntricas, y frecuentar todo tipo de locales. Por otra parte, está la llamada bohemia “verdadera”, en donde el artista o literato logra insertar su arte en el mercado laboral, ascendiendo en la escala social, pasando a ser las privaciones sólo un estadío transitorio de su existencia.

Es bohemio quien no teniendo más recurso que su arte como medio de vida, apuesta todo al arte, produciéndose el final de la vida bohemia cuando el artista ha alcanzado el reconocimiento, entrando así a la vida burguesa, lo que significa a su vez, la matanza de los ideales de la bohemia primigenia.

En la ópera, se nos hace saber de modo delicado, entre bellas melodías y armonías innovadoras del segundo acto, que Musetta trabaja como prostituta, haciéndose mantener por hombres mayores, aun cuando ama a un Marcello incapaz de aportar una moneda. Él es un pintor que ocasionalmente cobra algún dinero realizando un mural o cuadro, y cohabita con el poeta Rodolfo en una mansarda desde la cual se ven los techos y el cielo de París. Está también el músico Schaunard, cuyo único alumno de música es el loro de un hombre rico, y el filósofo Colline, quien afirma estar estudiando la gramática rúnica—cosa inexistente.

El libreto—logrado y poseyendo fragmentos donde se encuentran los versos más bellos de la historia de la ópera italiana—usa eufemismos para lo que en la novela de Mürger se dice con cierta crudeza. Es comprensible teniendo en cuenta al tradicional público de la ópera, sobre todo en 1896.

Mimì en la ópera es bordadora de flores, mientras que en la “novela” es una florista callejera. Tal cambio está lejos de ser sutil, puesto que a una bordadora la imaginamos en un interior, protegida de las inclemencias del clima. Contrariamente, la florista de la calle está permanentemente a la intemperie, sea invierno o verano… ¿Y qué flores podría conseguir para vender Mimì en el invierno nevado de París? En la obra de origen, se indica que al igual que Musetta, es una prostituta; sin embargo, en la ópera, tal idea está desdibujada debido al canon existente en el período de su composición, en donde si hay dos mujeres, solo una podrá llevar una vida licenciosa; la otra, deberá irradiar un grado de pureza necesario para generar empatía por parte del público. Tal es el caso de Venus y Elizabeth en Tannhäuser de Wagner, o Carmen y Micaela, en la obra de Bizet. Los ejemplos sobran, dado que la ópera es un arte de representación de los arquetipos, y éstos han ido desapareciendo a lo largo del siglo XX hasta desvanecerse por completo en la ópera contemporánea.

Para suavizar la historia fue mejor convertir a Mimí en bordadora, remontando así también un peldaño en la escala social. No habría sido posible el éxito de obra tan perfecta en su composición de no haber cambiado su contenido de manera tal que no ofendiera a la burguesía, que por ese entonces era el único público que asistía a la ópera, siendo algunos de ellos, los mecenas de la producción.

De haber mostrado que cuando Mimì muere, no lo hace como en la ópera—acompañada y querida—sino sola, compartiendo la cama del hospital junto a otra paciente igualmente desnutrida y tísica, la gente habría rechazado la obra.
Si bien en el tercer acto nos enteramos de que Rodolfo se ha dado a la fuga al enterarse de la enfermedad de Mimì, también se nos muestra que lo ha hecho porque la ama a tal grado, que no puede verla enferma. Él se refugia junto a Marcello y Musetta en una posada en las afueras de París, morada transitoria del pintor, quien se encuentra realizando un mural de unos guerreros sobre la fachada. Musetta se ha avenido a quedarse exclusivamente con él, mientras Rodolfo se guarece del mundo porque no sabe cómo enfrentar a una Mimì con fecha próxima de expiración.

Y ella, enferma y todo, recorre una distancia que es de fácil caminata en línea recta si se está sano y no nieva… pero Mimì está enferma y es invierno. Los dos primeros actos transcurren en el área del Café Momus, en el Quartier Latin, y el tercero, en la Barrière d’Enfer, en Montparnasse.

Mimì necesita que Rodolfo le explique por qué la ha abandonado, y su sacrificio obtiene un beneficio, desde el momento en que salimos del tercer acto con la pareja junta otra vez e ingresamos a un cuarto acto que tanto musical como dramáticamente hablando, es de una intensidad y belleza superlativas.

“La bohemia” es una ópera equilibrada en todos los aspectos: orquestal, vocal, escénico, dramático. Tiene todos los ingredientes para que tanto los artistas que la interpretan como el público, experimenten un viaje hacia lo más profundo de su fibra íntima.
Mimì muere junto a su amado Rodolfo que la cuida y llora, y también junto a su amiga Musetta y los amigos estrafalarios que salen a buscar la medicina para el chivo expiatorio de esta historia de carencia material.
La pobreza enferma y la enfermedad, mata. Entonces, es la sociedad quien ha matado a Mimì…

“Ya no tendré más las manos azuladas por el frío…” (Mimì)

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Finale- versión de vanguardia que recomiendo:

Versión tradicional del finale que recomiendo: