La campaña electoral hacia las elecciones del 14 de noviembre está en curso. El debate en CABA fue un hito de la campaña, con una destacada participación de Myriam Bregman. El próximo miércoles será el turno de Provincia de Buenos Aires, con Nicolás del Caño. A su vez, el Frente de Izquierda y de Trabajadores Unidad está difundiendo una serie de spots centrales en TV y radio, ajustados a los breves espacios que otorga el régimen, donde buscamos sintetizar algunos planteos que son parte del programa que articula reivindicaciones inmediatas con la perspectiva socialista de lucha por un gobierno de las y los trabajadores. En el presente artículo vamos a desarrollar el por qué de la elección de estos ejes políticos de campaña, su ligazón con el programa y la estrategia del PTS y qué relación tienen con nuestra lucha de conjunto frente al gobierno del Frente de Todos, las oposiciones de derecha y extrema derecha, la ofensiva de las grandes patronales y el FMI para que la clase trabajadora pague los costos de la crisis, y la preparación de la lucha y organización necesarias para enfrentarlos y vencer. Nuestro objetivo es abrir una reflexión e intercambio, desde nuestra militancia y la Comunidad de La Izquierda Diario, con miles de compañeras y compañeros que ya están participando de la campaña del FITU. Para ello vamos a partir de cuatro de los spots de la campaña, uno referido a la conquista del lugar de tercera fuerza a nivel nacional, otro sobre la lucha contra el ajuste y por una salida del pueblo trabajador, otro dedicado a la lucha por una jornada laboral de 6 horas y trabajo para todos, y otro referido a la lucha de las mujeres en la campaña del FITU. Próximamente publicaremos también el que aborda otro importante eje: la lucha contra la destrucción capitalista del medioambiente.
*PARTE 1: EL FITU COMO TERCERA FUERZA NACIONAL
*PARTE 2: LA LUCHA CONTRA EL AJUSTE Y POR UNA SALIDA DEL PUEBLO
TRABAJADOR
*PARTE 3: POR LA JORNADA LABORAL DE 6 HORAS Y TRABAJO PARA TODXS
*PARTE 4: LA LUCHA DE LAS MUJERES EN LA CAMPAÑA DEL FITU
*PARTE 1: EL FITU COMO TERCERA FUERZA NACIONAL
*PARTE 2: LA LUCHA CONTRA EL AJUSTE Y POR UNA SALIDA DEL PUEBLO
TRABAJADOR
*PARTE 3: POR LA JORNADA LABORAL DE 6 HORAS Y TRABAJO PARA TODXS
*PARTE 4: LA LUCHA DE LAS MUJERES EN LA CAMPAÑA DEL FITU
PARTE 1: EL FITU COMO TERCERA FUERZA NACIONAL
En las PASO, el gobierno sufrió una dura derrota electoral. Una gran parte de sus votantes se abstuvo y una parte menor votó a la oposición de derecha y a la izquierda. La extrema derecha creció, sobre todo en CABA, pero la izquierda fue la tercera fuerza nacional (luego de la derecha macrista y el Frente de Todos), quedando la extrema derecha en cuarto lugar y luego otros partidos provinciales. El FITU logró los porcentajes más altos en las PASO desde que se fundó hace 10 años, destacándose las votaciones en Jujuy, Chubut, Neuquén, San Juan, Provincia de Buenos Aires y CABA.
Logramos ser la tercera fuerza política en las PASO. Queremos reafirmar esto y conquistar diputadas y diputados en las generales de noviembre. Esto sería solo un paso en nuestra apuesta a que la gran mayoría social del país, la clase trabajadora y el pueblo pobre, se organice y luche por un programa propio, contra los que quieren seguir pagando al FMI y ajustar a las mayorías para beneficiar a una pequeñísima minoría social de grandes empresarios, banqueros y terratenientes, minoría que cuenta con el poder del aparato del Estado y una base de apoyo en los sectores más altos de las clases medias.
Las dos primeras fuerzas políticas, que siguen siendo las fuerzas mayoritarias, están cruzadas por duras internas ante sus respectivos fracasos. En el Frente de Todos, si se profundiza la derrota en noviembre, será más difícil mantener la unidad entre los que son más directamente agentes de la Embajada norteamericana y las grandes empresas (Massa, gobernadores como Manzur) y los que gobiernan también para ellos pero quieren contener más a la clase trabajadora y el pueblo pobre, como el kirchnerismo. Ahora, estos cubren por izquierda lo que aquellos hacen (gobiernan) por derecha, buscando revertir lo más posible la derrota de las PASO y generar “gobernabilidad” (el peronismo como “partido del orden”, lo que ya mostró desalojando con Berni y la Bonaerense la toma de tierras en Guernica, para hacer una cancha de golf).
En Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich coquetea con la extrema derecha de Milei, mientras Larreta busca armar con Vidal y Santilli su alternativa presidencial “dialoguista” con el peronismo, y los radicales buscan desarrollar su propio juego. Nada garantiza que lleguen unidos al 2023. Las coaliciones mayoritarias no gozan de buena salud. El régimen político ajustador está en crisis, mientras el FMI, el capital financiero internacional y las multinacionales, exigen más ajuste, más apertura, más privatizaciones, más extractivismo (con su destrucción del medio ambiente), para pagar deudas y seguir fugando capitales.
Los partidos que integramos el Frente de Izquierda Unidad nos hemos ganado el reconocimiento masivo en el pueblo de trabajador por “poner el cuerpo”, por estar siempre presentes en cada lucha, siendo consecuentes con nuestro programa. Nicolás del Caño y Myriam Bregman son los rostros más visibles para millones de una izquierda que conquistó representación en el Congreso desde 2013 y se renovó desde el 2015, profundamente comprometida con la clase trabajadora, las mujeres y la juventud, una izquierda que enfrenta el ajuste y al FMI, que defiende la lucha socialista por un gobierno de las y los trabajadores sin someterse a la gestión de este capitalismo decadente ni a la desmoralización producto de las derrotas de las últimas décadas. Alejandro Vilca en Jujuy, Raúl Godoy en Neuquén, Claudio Dellecarbonara en el AMBA, son referentes obreros que han conquistado amplísimo reconocimiento en sus provincias o regiones y se proyectan a nivel nacional.
Que la decepción se transforme en lucha y organización
Apostamos a que la decepción de amplios sectores tanto con el gobierno actual como con el anterior, se transforme en lucha, rompiendo la pasividad que impone la burocracia sindical y de las organizaciones sociales que aceptan todo lo que hace el gobierno y las patronales sin chistar. Ya venimos viendo que esto es posible desde las tomas de tierras para poder construir viviendas en Guernica y varios barrios populares de las grandes ciudades. Los múltiples procesos de trabajadores autoconvocados que recorrieron el país: sectores tercerizados del ferrocarril y empresas como Edenor y Edesur; trabajadores de la salud de Neuquén, las y los “elefantes”, que protagonizaron una lucha ejemplar uniéndose al pueblo mapuche y conquistando el aumento de salarios más alto del país; vitivinícolas en Mendoza; trabajadores del citrus en Tucumán; muchas líneas de colectivos (UTA) en distintas provincias. Ellos anticipan que amplias franjas de la clase obrera no van a quedarse de brazos cruzados frente a la pérdida de puestos de trabajo, de salarios, de jubilaciones, de salud, de educación. Los tiempos dependerán de los golpes de la crisis económica y de la propia experiencia política, con las elecciones como un hito. Los sectores más conscientes de la clase trabajadora y la juventud, podemos aprovechar esta instancia de gran debate político nacional para llegar más fuertes a las batallas de la lucha de clases que nos tocará vivir. Junto a estos sectores, seguiremos exigiendo a las direcciones de los sindicatos y demás organizaciones de masas, que rompan su subordinación al gobierno e impulsen medidas de lucha. Queremos así ayudar a ampliar la experiencia con el peronismo.
En las PASO, el FITU realizó una fuerte campaña, pese a contar con escasísimos espacios gratuitos en radio y TV, reivindicando las luchas contra el ajuste y el FMI y logrando hacer popular la propuesta de reducir la jornada laboral a 6 horas, sin rebaja salarial y con un mínimo que cubra la canasta familiar, para repartir las horas de trabajo entre ocupados y desocupados, sin precarización laboral. Esta posición empalmó con la creciente demanda de trabajo genuino frente a la crisis, poniendo en cuestión la utilización de las nuevas tecnologías para explotar más a los trabajadores (donde las APP son el ejemplo más extremo: inteligencia artificial y trabajo ultra precario). El cuestionamiento a los privilegios de la casta política al servicio de los grandes empresarios también fue un punto de separación de los que, como Milei, atacan a la “casta” pero no a sus mandantes, los empresarios. Para ellos quieren “libertad” absoluta. Libertad para esclavizar a la mayoría que no es dueña más que de su fuerza de trabajo. La lucha de las mujeres y la denuncia del extractivismo y la destrucción del planeta, también fueron parte de nuestra campaña, con la juventud al frente. En unas PASO muy pobres en cuanto a ideas de las demás fuerzas políticas, el FITU emergió como “tercera fuerza” con este claro contenido político. Esa conquista es lo que reivindicamos con el spot que publicamos arriba para iniciar la campaña hacia las elecciones de noviembre.
¿Desde qué perspectiva intervenimos en las elecciones?
Las elecciones son batallas parciales tácticas, dentro de la estrategia de lograr que la clase trabajadora, en alianza con todxs lxs oprimidxs, pueda organizarse y luchar contra sus enemigos, los que viven explotándola, para vencer. La lucha y autoorganización se darán como producto de la propia experiencia en enfrentar los partidos en que ella confía, en particular el peronismo, y a las burocracias de todo tipo. El PTS se propone construir un gran partido de trabajadores y trabajadoras revolucionario para agrupar a los sectores más conscientes y decididos a no dejar que los burócratas (sindicales, estudiantiles, etc.) usen los sindicatos, centros de estudiantes y movimientos sociales, como frenos para la lucha. Queremos recuperarlos. Así como los patrones sostienen a los burócratas y construyen sus propios partidos políticos para defender sus intereses, necesitamos estar organizados si realmente queremos derrotarlos.
Como demuestra la historia de nuestro país y el mundo, solo si nuestra clase, la mayoría social, avanza en conquistar su propio gobierno, podremos terminar con la explotación, la opresión y la destrucción del planeta. El único camino a la verdadera libertad implica reorganizar la sociedad y poner todos los recursos de la producción, la técnica y la ciencia, al servicio de satisfacer las necesidades de las grandes mayorías, disminuyendo el tiempo de trabajo para poder tener tiempo libre a la vez que preservamos el planeta, es decir, la perspectiva del comunismo. Así se podría marchar hacia terminar con la existencia de clases sociales y por ende con la necesidad de cualquier Estado como máquina de dominación.
A todas las personas que invitamos a ser parte de la campaña del FITU, o que participan junto a nuestro partido de todas y cada una de las luchas, queremos expresarles en estas breves líneas cuáles son nuestros fines y los medios para conseguirlo, invitándolas a ser parte de la construcción de la herramienta política que necesita la clase trabajadora y la juventud para vencer.
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PARTE 2: LA LUCHA CONTRA EL AJUSTE Y POR UNA SALIDA DEL PUEBLO TRABAJADOR
La carta de Cristina luego de la dura derrota electoral, reconocía que el gobierno de Alberto Fernández del que ella es parte (preside el Senado) había aplicado un ajuste, algo que solo la izquierda dijo con toda claridad en las PASO. Aunque Cristina restringió la idea de ajuste a la subejecución del presupuesto nacional (los gastos del estado, incluyendo asistencia social, salud, educación, etc.) y no al conjunto del ajuste que se viene aplicando (por ejemplo, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones), fue una dura confesión de que el propio gobierno es responsable de la crisis social, que se ve crudamente en el aumento de la pobreza, que se mantiene por encima del 40% de la población, sin revertir la tendencia que ya venía desde el gobierno de Macri. Denunciaron el acuerdo de Macri con el FMI como una estafa, pero no lo desconocieron sino que están renegociando el pago, y para ello hacen “buena letra” ajustando el gasto fiscal más de lo que el propio FMI exige. Se confirma la denuncia que hicimos en la campaña presidencial del 2019 cuando alertamos que bajo la bota del FMI y sin enfrentar a las grandes patronales, no había forma de salir del desastre que dejó Macri. Enfrentamos en aquellos años el “malmenorismo” de amplísimos sectores que depositaron sus esperanzas en “la vuelta” del kirchnerismo y sus aliados.
Ahora el gobierno intenta revertir su derrota anunciando medidas que apenas compensan una parte de lo perdido, mientras promueven a su vez “incentivos” para los empresarios, que van desde rebajas impositivas para favorecer las exportaciones en determinados sectores hasta planes “estratégicos” de aumentar la producción primaria (agroindustrial, minera, petróleo y gas, etc.). El esquema económico del gobierno es promover una economía exportadora de materias primas, atrasada, pagadora serial de una deuda infinita (ya se pagaron más de U$S 600.000 millones desde la última dictadura militar).
La promoción del gobernador de Tucumán José Manzur como Jefe de Gabinete, implica un giro a la derecha ya que no solo se trata de un ferviente “celeste” que obligó a parir a una niña de 11 años violada, sino que fue el articulador del apoyo de los gobernadores peronistas a Macri bajo su gestión, aportando los votos necesarios en el Congreso para la aprobación de las leyes de ajuste. El llamado “combate a la derecha” es con más derecha en el gobierno.
La oposición de Juntos propone, además de ser los responsables de la “vuelta” del FMI y de una fuerte pérdida de salarios y jubilaciones, reemplazar las indemnizaciones por algún otro sistema (hay varios “proyectos” patronales en el Congreso) que les facilite a los empresarios despedir cuando se les cante. El verso es que así se crearía trabajo en blanco. Uno de los modelos es el convenio de la UOCRA, donde hay un fondo de desempleo que cubre una parte de lo que correspondería a una indemnización. La realidad es que la construcción es una de las ramas con más trabajo en negro y precario.
Espert y Milei van más allá y plantean directamente liquidar los convenios colectivos por rama de actividad y que cada empresa negocio el suyo, para atomizar y debilitar el poder de los trabajadores. Capitalismo más salvaje.
Pero por el lado del peronismo, desde los gobernadores hasta la burocracia sindical, pasando por las direcciones kirchneristas, no proponen avanzar en crear trabajo en blanco con derechos, sino que promueven una “reforma laboral por empresa”. El modelo es Toyota, donde se impuso trabajar los sábados como si fuera un día más de la semana laboral (sin que se considere como “horas extras”). Los gobiernos kirchneristas mantuvieron lo esencial de la precarización y las tercerizaciones que se impusieron con el gobierno neoliberal de Menem en los ‘90. Por esto el trabajo en negro y precario nunca bajó a menos del 30 % de las y los trabajadores en los mejores años de Néstor y Cristina, algo que históricamente no era así en la Argentina.
Una salida de(l) fondo
El programa del FITU plantea la defensa de los salarios y las jubilaciones, como parte de una salida del pueblo trabajador. Todos los analistas de los grandes medios y el conjunto de las y los funcionarios políticos se quejan de la inflación, pero los que siempre terminan perdiendo son las y los trabajadores y jubilados. Por esto, lo mínimo que exigimos (y esto lo planteamos en la campaña de las PASO) es que los salarios y jubilaciones aumenten de forma automática, mensualmente, de acuerdo con la inflación, y se recupere todo el poder adquisitivo perdido en los últimos años. La inflación tiene múltiples causas, que no podemos desarrollar aquí (el peso de la deuda, la fuga de capitales, la monopolización de ramas enteras de la producción, en particular de las exportaciones del agro cuyos precios dolarizados a su vez impactan sobre los alimentos, la emisión monetaria para pagar deudas y subsidios a las empresas, el atraso del aparato productivo, que obliga a importar insumos y maquinarias, etc.). Pero lo que no se puede aceptar es que sea un arma de ajuste permanente sobre salarios y jubilaciones. Partiendo de esto, planteamos una “salida del pueblo trabajador” con un programa de conjunto que incluye el desconocimiento soberano de la deuda ilegal e ilegítima, pero no como un “default” (cuando los gobiernos capitalistas no pueden pagar más y vienen golpes devaluatorios y catástrofes para el pueblo) sino articulada con otras medidas de fondo. Por ejemplo, la nacionalización del sistema bancario y financiero, expropiando los bancos privados y financieras que son los operadores de las fugas y golpes devaluatorios. Con esta medida, lejos de apropiarse de los ahorros de los sectores populares, se los puede preservar y conformar un banco público único, bajo gestión de los trabajadores, para cuidar el ahorro nacional, financiar obras públicas (escuelas, hospitales, viviendas), otorgar créditos accesibles para los trabajadores y sectores populares, y ayuda para los pequeños comerciantes o productores arruinados por la crisis. Otra medida sería la nacionalización del comercio exterior, es decir, que todos los exportadores entreguen lo que se va a exportar a una institución creada por el Estado que comercializa y administra la relación con otros países. Es la forma de terminar con el poder de veto que tienen este puñado de empresas (sobre todo las cerealeras) poniendo límites objetivos a la capacidad que tiene el Estado de apropiarse de rentas, como la agraria, o modificar los parámetros del comercio exterior, así como a definir los precios internos. En diversos artículos de LID hemos desarrollado estas y otras medidas.
La fuerza para terminar con la dependencia y el atraso
Una “salida del pueblo trabajador” no es fácil, porque lleva a enfrentar al capital financiero internacional y a la gran burguesía. Los partidos mayoritarios dicen que nuestro programa es “infantil” y que “el país no está preparado para eso”. ¿Estamos preparados para seguir hundiéndonos de forma “seria”? Una recuperación económica podrá permitir que algunos mejoren, pero no que las grandes mayorías puedan tener trabajo genuino, cubrir las necesidades de sus familias, poder estudiar, aprovechar todo lo que representa una vida que merezca ser vivida. Cualquier promesa de que esto sea posible sin romper los lazos de dependencia del país y de sometimiento a los grandes empresarios y al imperialismo, es pura demagogia cínica.
No proponemos una salida fácil, pero no estamos solos: somos la mayoría productora de la sociedad y en Latinoamérica y muchos países del mundo los pueblos se rebelan para no pagar los costos de una crisis que es internacional. Hasta en Estados Unidos, modelo de tantos derechistas, se está dando una fuerte oleada de huelgas.
Nuestra estrategia es la unidad de todos los explotados y oprimidos: desde las y los más precarios a los científicos y técnicos, incluyendo sectores de las clases medias. Son todos ellos y ellas quienes inventan, diseñan, producen y hacen funcionar todo, no los empresarios. Impulsamos que, desde la clase trabajadora, tomemos las demandas de la juventud que lucha por el medioambiente, de las mujeres y personas LGTB que luchan contra toda forma de opresión, de los pueblos originarios, de las y los inmigrantes, contra cualquier expresión de racismo y xenofobia.
El partido que queremos construir apuesta a ser una fuerza política que acelere y potencie la emergencia de esa fuerza social capaz de darlo vuelta todo.
PARTE 3: POR LA JORNADA LABORAL DE 6 HORAS Y TRABAJO PARA TODXS
La familia trabajadora está golpeada por cuatro realidades: trabajan horarios “normales” pero vienen perdiendo poder adquisitivo; trabajan más de 45 horas semanales porque no les alcanza; están subempleadxs porque tienen trabajo a tiempo parcial; no tienen trabajo. Varias familias tienen todas estas situaciones juntas. Todxs vienen perdiendo. Lxs jóvenes que trabajan no pueden estudiar, y muchas familias tienen que hacer esfuerzos gigantes para que sus hijxs puedan ir a la universidad o a un terciario, algo que debería ser normal.
Como explicamos antes, todos dicen que hay que perder derechos para poder crear trabajo genuino. Unos por la vía de una (contra)reforma laboral por ley (proyecto de Lousteau de eliminación de las indemnizaciones), otros cambiando los convenios de trabajo por gremio o empresa (como el de Toyota-SMATA, donde hizo un acto Alberto Fernández), que es también una (contra)reforma laboral.
¿Se puede trabajar menos y trabajar todxs?
Como explicamos en esta nota, si se aplicara una jornada laboral de 6 horas, 5 días a la semana en las grandes empresas, se podrían crear 900.000 puestos de trabajo, la mitad del total de desocupadxs. El resto se podría cubrir con muchas “PyMES” que tienen altos ingresos, así como empleo público en sectores como salud, cuidados de ancianos o enfermos, o planes de construcción de las millones de viviendas que hacen falta.
Nos dirán que no es posible, que todas las empresas se van a fundir. Ese es el mismo discurso que tenían los empresarios cuando el movimiento obrero inició su lucha histórica por la jornada laboral de 8 horas, desde fines del siglo XIX, cuando la jornada era de 10 o 12 horas.
Lo primero que hay que definir es que, mientras la jornada legal de trabajo sigue siendo la misma desde los ’30, la productividad del trabajo más que se duplicó entre 1960 y 2020 (midiendo por hora trabajada) y el salario real creció hasta un pico en 1974 y luego cayó hasta llegar hoy aproximadamente a la mitad de aquel valor (con alzas parciales que nunca llegaron a recuperar lo perdido). Como se ve, la clase trabajadora produce el doble, cobra la mitad (en términos de poder de compra del salario) y la jornada legal sigue siendo la misma. Los aumentos de productividad beneficiaron solo a los capitalistas pero estos, por los niveles de inversión y riesgo que exige la competencia despiadada (internacional) y las crisis periódicas, optan por reinvertir productivamente solo una pequeña parte de sus capitales. El resto se lo fugan o hacen inversiones financieras.
Técnicamente, con mayor inversión y utilización racional de los recursos, buscando preservar el medioambiente, se podría producir lo que necesita la humanidad para vivir en menos tiempo. El obstáculo es la organización de la producción y de los servicios en función de la ganancia capitalista y no de las necesidades sociales.
Por esto, la posibilidad o imposibilidad de imponer la jornada de 6 horas depende de la voluntad de lucha y organización de las y los explotados y oprimidos. Se podría imponer con la lucha una ley nacional, comenzar por su aplicación en las grandes empresas, con el control por parte de los trabajadores para ver la aplicación no sólo en las grandes sino también en las pequeñas y medianas y en áreas del estado o en la creación de nuevas fuentes de empleo (construcción de viviendas, escuelas y hospitales). Los recursos deberían provenir de lo que han acumulado a costa del trabajo ajeno los grandes empresarios y terratenientes, como hemos ya planteado.
Táctica y estrategia
Por supuesto que esto llevará a la reacción en contra de los capitalistas. Por esto la perspectiva de la clase trabajadora no puede reducirse a defender derechos respetando la sacrosanta propiedad de los grandes capitalistas que construyeron sus fábricas, bancos, empresas, en base a la explotación de lxs asalariadxs y se apropiaron de las mejores tierras y recursos naturales masacrando a pueblos originarios y con grandes negociados con el estado. La lucha pone en cuestión la ganancia capitalista presente y pasada (acumulada como capital, ya sea dinerario o en bienes).
Entonces, ¿qué objetivos realistas podemos tener ahora? En primer lugar, nos proponemos que la demanda de la jornada de 6 horas sea parte de las demandas de sectores cada vez más amplios de la clase trabajadora. Ya sectores de la dirigencia sindical kirchnerista levantan la reducción de la jornada laboral (Yasky, Palazzo). Les exigimos que sean consecuentes, no se subordinen a la rosca parlamentaria e impulsen medidas de lucha. No ponemos como precondición asumir una estrategia revolucionaria de ruptura con el capitalismo para impulsar la lucha por las 6 horas. Pero consideramos que es necesario estar dispuestos a ir hasta el final para quebrar la resistencia de la clase dominante. Será necesario impulsar la unidad de toda la clase trabajadora (ocupada, desocupada, precarizada, permanente, etc.) y los oprimidos, con sus métodos de lucha más contundentes, como paros, movilizaciones y la huelga general. Cuando se paralizan las fábricas, el transporte, los puertos, las centrales eléctricas, las y los trabajadores no solo frenan la producción, sino también, organizando su propia autodefensa, pueden evitar que el gobierno de turno imponga una salida represiva a favor de los empresarios.
Para semejante nivel de lucha, serán necesarias nuevas formas de organización que superen los límites rutinarios de los actuales sindicatos y movimientos sociales. Los trabajadores y el pueblo en lucha han encontrado diversas formas de auto organizarse, superando las divisiones defendidas por las burocracias sindicales y sociales. Podrán tomar la forma de sindicatos clasistas, coordinadoras, asambleas populares, con representantes electos por lugares de trabajo, estudio o vivienda. El desarrollo de estos organismos y la capacidad de respuestas a los ataques del capital hará que pasen de ser una herramienta para la lucha cotidiana a ir convirtiéndose en un poder alternativo al de los capitalistas.
La clase obrera argentina tiene grandes gestas inscriptas en su historia. Con su nueva configuración (sindicatos, movimientos de desocupados y trabajadores precarios, etc.) protagonizará nuevos capítulos. Al calor de esta experiencia podremos construir un partido revolucionario como herramienta para garantizar la victoria. Esa apasionante tarea histórica queremos debatir con todos los compañeros y compañeras que sean parte de la campaña del FITU.
PARTE 4: LA LUCHA DE LAS MUJERES EN LA CAMPAÑA DEL FITU
En las PASO, el gobierno sufrió una dura derrota, luego de la cual, el primer consejo de Cristina, que el presidente hizo efectivo, fue nombrar a Juan Manzur como jefe de gabinete de ministros. Se trata del exgobernador de Tucumán que garantizó la firma del Pacto Fiscal en el gobierno de Macri, que habilitó la reforma de las jubilaciones; el que tiene estrechos lazos con los empresarios de la industria farmacéutica; el empresario millonario que falsificó las estadísticas de su provincia –una de las más pobres del país– para ocultar los índices de desnutrición infantil; el miembro del Opus Dei que fue uno de los más ardientes enemigos de la marea verde y la legalización del aborto en Argentina. El movimiento de mujeres no lo recuerda solo por ser antiderechos de palabra, sino porque en su provincia permitió que una niña abusada, de apenas 11 años, fuera obligada a parir después que se le negara su derecho a un aborto terapéutico.
Su reciente nombramiento como jefe de gabinete fue repudiado, como era esperable, por amplios sectores del movimiento de mujeres y los feminismos. Pero las críticas, el rechazo y el malestar también se sintieron entre quienes todavía conservaban alguna afinidad con este gobierno. Por eso, algunas referentes del Frente de Todos, que pretenden convencernos de que el aborto legal se lo tenemos que agradecer al gobierno peronista, enseguida tildaron a las voces críticas de no entender las necesidades del pueblo. ¡"Platita en el bolsillo" dicen sin sonrojarse los que, después del desastre en el que nos dejó el macrismo, crearon ilusiones pero llevaron a que 3 de cada 10 jefas de hogar tengan un ingreso que no supera los 30.000 pesos! "Platita en el bolsillo" dicen los que sacaron el IFE que apenas representaba un paliativo en medio de la pandemia, cuando 3 millones de personas se inscribieron en el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular y el 60 % son mujeres. Los mismos que respondieron con una represión brutal, al mando del odiado Sergio Berni, a las familias sin vivienda que ocuparon tierras baldías en Guernica, entre quienes se encontraban muchas mujeres que, con sus hijas e hijos, se vieron obligadas a huir de sus hogares donde eran víctimas de la violencia machista.
Pero las mujeres trabajadoras siguen estando en la primera línea de la lucha por su salario, por sus condiciones laborales, contra la represión y la impunidad, por el derecho a la vivienda, como lo hemos visto con las trabajadoras de la salud de Neuquén, las enfermeras de CABA, las maestras de Salta, las obreras del citrus de Tucumán o las de la industria vitivinícola en Mendoza, las comisiones de mujeres de Madygraf o Guernica o Los Ceibos…
Las mujeres dimos un ejemplo de lucha y no le debemos nada a nadie
En el Frente de Izquierda-Unidad apostamos a que resurja la fuerza de las mujeres que con su lucha perseverante, durante más de una década en que tanto los gobiernos kirchneristas como el de Macri lo impidieron, lograron la legalización del aborto movilizándose masivamente en todo el país. Mientras el Frente de Todos y sus agrupaciones feministas, sindicales, políticas, estudiantiles y movimientos sociales afines hicieron todo lo posible por desmovilizar al movimiento de mujeres, incluso incorporando a muchas de sus referentes como funcionarias de las secretarías y ministerios de género, el Frente de Izquierda-Unidad sigue impulsando la organización de un movimiento de mujeres independiente del Estado, que no tenga compromisos con los gobiernos de turno, que sea capaz de salir nuevamente a las calles para retomar la agenda de lucha por nuestros derechos.
Agenda que no se agotó con el aborto legal, sino que tiene que partir de esa enorme experiencia que fue un ejemplo para toda América Latina, en primer lugar para garantizar que ese derecho sea efectivo. Pero también para avanzar en que se cumpla nuestro reclamo de "Ni una menos"; por presupuesto para la atención integral efectiva a las víctimas de violencia de género, la prevención de los femicidios y todos los crímenes de odio; por el desmantelamiento de las redes de trata; por jardines de primera infancia gratuitos en los lugares de trabajo y estudio; por terminar con la brecha de género salarial y por todos los derechos de las mujeres trabajadoras. Para conseguir que se implemente, efectivamente en todo el país y en todos los niveles educativos, una educación sexual integral, laica y científica con perspectiva de género; para eliminar definitivamente todos los edictos persecutorios y cualquier forma de discriminación contra lesbianas, gays, transexuales e intersexuales. Para eliminar los decretos de la dictadura militar aún vigentes que establecen salarios y otras prebendas para la jerarquía de la Iglesia católica, en el camino de avanzar en la separación definitiva y efectiva de la iglesia del Estado.
Llevando al Congreso esos reclamos del movimiento de mujeres y alentando, desde las bancas, a la movilización y la lucha para conquistar estas demandas, las diputadas y diputados del Frente de Izquierda constituyen el único bloque del Congreso Nacional que está consecuentemente, de nuestro lado. Los únicos que no esconden dinosaurios ni "pañuelos celestes" que pegan el faltazo cuando hay que dar la cara o terminan votando en contra de nuestros derechos, como lo hicieron con el aborto legal muchos diputados de la oposición de derecha, pero también del propio oficialismo.
La lucha por una vida libre de discriminaciones, violencia, miseria y explotación
La participación en la lucha política de la campaña electoral no solo va de la mano con la participación en todas las luchas que seguimos dando en las calles, sino también en promover la mayor autoorganización, apostando a que la fuerza de nuestro movimiento desde las bases, se exprese en los sindicatos, en los centros de estudiantes y en todas las organizaciones que queremos recuperar para nuestra lucha.
Estamos en la primera fila de todas las luchas por todos nuestros derechos, pero no confiamos en que los gobiernos, sus ministerios ni los parlamentos van a regalarnos nada. Su conquista depende de nuestra movilización y organización. Pero además, sabemos que la plena igualdad entre hombres y mujeres, la eliminación por completo de todas las formas de discriminación y la plena emancipación de todos los oprimidos son incompatibles con la continuidad de un sistema de explotación y opresión como el capitalismo.
Porque, aunque la opresión de las mujeres hunde sus raíces en las sociedades esclavistas de la Antigüedad, el capitalismo reformuló esta subordinación y la hizo funcional al fortalecimiento de la explotación de la fuerza de trabajo. ¿De qué manera? Pues pagándole a las trabajadoras y trabajadores un salario que debería alcanzarles para reproducir cotidianamente su propia fuerza de trabajo: comer, asearse, vestirse, descansar y volver a trabajar renovados cada día; pero, justificando y naturalizando que las mujeres sean las responsables de hacer gran parte de ese trabajo doméstico y de cuidados, de manera gratuita en sus hogares. El resultado es que las mujeres trabajan el doble que la mayoría de sus compañeros, que una gran parte de ese trabajo es invisibilizado y gratuito, y que los capitalistas se ahorran de tener que pagar gran parte del mantenimiento de las trabajadoras y trabajadores. Sostener esta descomunal desigualdad material necesita también de una gran presión ideológica, cultural, prejuicios milenarios que se inculcan por medio de la educación, las religiones, los medios de comunicación y que, como la homofobia, el racismo o la xenofobia, solo sirven para dividirnos entre los explotados.
Por eso, creemos que la construcción de barrios sustentables, con establecimientos que cubran las necesidades básicas de la comunidad (restaurantes, lavanderías, escuelas, jardines maternales, hogares de ancianos, atención domiciliaria), como también de espacios recreativos (parques, campos deportivos, clubes, centros culturales), es decir, la socialización del trabajo doméstico y de cuidados, sacándolo del ámbito privado del hogar, convirtiéndolo en un trabajo ejercido tanto por hombres y mujeres asalariados, es una base necesaria para empezar a eliminar la "esclavitud doméstica" que, en los hechos, impide a las mujeres ejercer y disfrutar en igualdad de condiciones con los hombres de sus derechos "igualitarios" –allí donde los haya conquistado–.
Pero este programa que parte de las necesidades actuales de la inmensa mayoría de las mujeres del pueblo trabajador, solo podrá imponerse con la fuerza organizada de la clase trabajadora, con las mujeres al frente, doblándole el brazo a los explotadores y su Estado. Y en la lucha por imponerlo, el pueblo trabajador se verá obligado a tomar medidas cada vez más profundas para que los medios de producción sean de propiedad colectiva y no estén al servicio de las ganancias de un puñado de parásitos capitalistas, sino para mejorar las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población. Es decir, que al tiempo que peleamos, día a día, por conquistar cada uno de nuestros derechos, sabemos que solo podremos construir plenamente una vida libre de discriminaciones, violencia, miseria y explotación si logramos arrebatarle a los capitalistas no solo el poder económico sino también su dominación política, conquistando un gobierno obrero y del pueblo pobre, basado en asambleas de trabajadoras y trabajadores, como parte de una lucha internacional que inicie la construcción de una sociedad sin explotación ni opresión.
Esa es la perspectiva por la que luchamos las feministas socialistas de Pan y Rosas y todos los militantes del PTS, quienes consideramos que únicamente esa revolución social puede sentar las bases para la emancipación de las mujeres. En la transición a una sociedad socialista, las siguientes generaciones, ya liberadas de esa doble jornada no remunerada y habiendo conquistado la reducción al mínimo de su tiempo de trabajo, podrán avanzar más rápidamente en la disolución de todos los prejuicios machistas y encontrarán nuevas definiciones para el amor, que no estén atadas al sacrificio silencioso, la labor invisible y la entrega incondicional que hoy oprime a la mitad de la Humanidad.
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