A 42 años de un nuevo aniversario de la guerra, presentamos algunos elementos para reflexionar sobre la postura del gobierno de La Libertad Avanza en relación a la cuestión Malvinas.
Una política sobre Malvinas a la medida del imperialismo británico
En el contexto de un nuevo aniversario del inicio de la Guerra de Malvinas, y apenas cuatro meses después de asumir el poder, nos enfrentamos a un nuevo gobierno que parece seguir el mismo rumbo desmalvinizador que han seguido, con matices, todas las administraciones desde 1982.
La desmalvinización, como ya fue abordado en este artículo, es una política que emerge en función de reorientar la vida política y social argentina tras la derrota en la Guerra de las Malvinas. Destinada a recomponer las relaciones con el imperialismo luego del conflicto bélico, cada gobierno se ocupó, con sus particularidades, de omitir el debate público sobre la guerra y sus consecuencias. Esta política busca instalar la idea de la imposibilidad de derrotar al imperialismo y pretende despojar a las Fuerzas Armadas de su imagen represiva y autoritaria, integrándolas de manera más efectiva en el marco del régimen democrático burgués.
El menemismo, gobierno reivindicado por Milei y alineado con el imperialismo bajo el Consenso de Washington, restableció las relaciones con Gran Bretaña a partir del Tratado Anglo-Argentino de 1990 firmado en Madrid. Este fue luego complementado por el “Tratado Anglo-Argentino de Promoción y Protección de las Inversiones”, firmado en Londres en diciembre de ese mismo año. Este tratado supuso un avance en la expoliación de los recursos en el Atlántico Sur. En 1998 en un viaje diplomático a Londres, Menem en el marco de las llamadas “relaciones carnales” con el imperialismo pidió públicamente “perdón por Malvinas” y propuso una serie de “soluciones pacíficas” al tema Malvinas, como la autodeterminación de los Kelpers: es decir, reconocer a la población local, surgida de la implantación británica, la posibilidad de definir el estatus de las islas ocultando el problema colonial.
Luego de las jornadas de diciembre de 2001 y en un nuevo contexto de relación de fuerzas, Nestor Kirchner, a pesar de su afiliación al PJ durante el menemismo, adoptó un enfoque diferente respecto a las Islas Malvinas en el discurso gubernamental. Retomó el concepto de la "causa nacional" pero evitó abordar las implicaciones de la guerra en términos de subordinación al imperialismo. Con el macrismo en el gobierno, se intentó retornar a la política menemista sobre Malvinas, firmando un nuevo acuerdo colonial con el FMI (que el gobierno de Alberto Fernandez legitimó durante su gestión) profundizando los lazos de opresión del imperialismo.
En un marco internacional notablemente distinto al de los años noventa, marcado por la emergencia de nuevas potencias y tensiones geopolíticas que desafían el predominio de EEUU, el gobierno de Milei se propone profundizar aquella política cipaya. Por otra parte, la crisis capitalista de 2008 reveló las fisuras del credo neoliberal. El ascenso de China como competidor principal de Estados Unidos, junto con conflictos como la disputa entre Rusia y la OTAN en Ucrania y el genocidio que está perpetrando Israel en Gaza, presentan un contexto de permanente policrisis. En este escenario, el gobierno de Milei presenta una total alineación con las potencias imperialistas, especialmente con los intereses de Estados Unidos y el Estado de Israel, dando muestras de una clara entrega y sumisión que da la pauta de su política hacia Malvinas.
Esta alineación con la ultraderecha internacional se expresa, entre otras cosas en la medida anunciada de trasladar la embajada argentina en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Al tomar esta decisión, se socava el principio de integridad territorial y se cuestiona el derecho a la autodeterminación de poblaciones implantadas mediante procesos de colonización pues en el caso de Jerusalem se trata de una ciudad ocupada por el ejército israelí con un régimen de apartheid.
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Por otro lado, este alineamiento conlleva un anclaje ideológico que supone contradicciones en relación a la cuestión de Malvinas. La admiración declarada de Milei por Margaret Thatcher y su consideración de ella como una líder mundial destacada, plantea una notable contradicción a la política del Estado argentino y su respectivo reclamo. En el caso de Friedrich August von Hayek, su referente económico, envió una carta al periódico británico The Times incitando un bombardeo a la ciudad de Buenos Aires en plena Guerra de Malvinas. Todas sus referencias políticas y económicas de ultraderecha y ultra liberales son muestra de su alineamiento incondicional al imperialismo.
En sus primeros discursos de campaña en 2023, Milei ha sugerido una negociación con el Reino Unido similar a la que se llevó a cabo con China por Hong Kong. Este territorio colonial britanico fue entregado al gigante asiático en 1997 luego de cien años de ocupación colonial. Lo que no dice Milei es que China, luego de la Guerra de Malvinas, aceleró los acuerdos para la devolución del enclave colonial. A su vez, esta referencia omite la importancia estratégica que las islas tienen para los intereses británicos. No se trata solo de un archipiélago remoto, sino de un punto estratégico en la geopolítica mundial. Con extensiones territoriales significativas y la posibilidad de reclamaciones futuras en la Antártida, las Islas Malvinas son un activo valioso para el imperialismo inglés.
El aspecto económico no se puede pasar por alto. Las aguas circundantes a las Malvinas son ricas en recursos pesqueros y petrolíferos, lo que hace que el control sobre estas islas sea aún más deseable para Gran Bretaña. En este sentido, los dichos de Milei y de la canciller Diana Mondino de permitir a Gran Bretaña "hacer un uso razonable de los recursos que hay allí abajo" plantean un sometimiento a los intereses británicos en lugar del intento genuino de defender las reclamaciones argentinas sobre las Islas Malvinas.
A su vez, los intereses imperialistas británicos, no se limitan a las islas del Atlántico Sur. En la reunión en Davos entre Milei y el ministro de asuntos exteriores británico, David Cameron, y en el encuentro entre Victoria Villaruel y la embajadora del Reino Unido, Kirsty Hayes, si bien se discutió la soberanía de las islas, las discusiones de fondo fueron alrededor de acuerdos comerciales. El gobierno de LLA, en busca de inversiones, busca tender lazos con el imperialismo británico alrededor de acuerdos sobre recursos marítimos y, en particular, inversiones para la explotación del litio.
Después de la visita de David Cameron a las Islas Malvinas, Gran Bretaña anunció medidas para ampliar su control sobre el Mar Argentino. El Comisionado Británico de las Georgias y Sandwich del Sur impuso restricciones a la navegación y pesca en 170.000 km2 adicionales del Mar Austral, además de la expansión de Áreas Marinas Protegidas.
Las respuestas que ha dado el gobierno a la expansión británica han sido muestras de la búsqueda de cooperación para obtener inversiones y mostrar al país como un lugar atractivo para los negocios capitalistas. Las reacciones que ha dado el gobierno se resumen en: La respuesta irónica por tweet de Diana Mondino: “Valoramos el gesto del Canciller de UK Cameron de incluir a la Argentina en su visita a la región” en el contexto de la gira del funcionario inglés por América. En segundo lugar, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que “Argentina no debe entrometerse en la política de otros países”. Otro ejemplo de esto fue la inclusión de Juan Battaleme como secretario de Asuntos Internacionales de la Defensa del Ministerio, profesor titular de la cátedra del Reino Unido en la UCEMA-quién realizó una ceremonia en homenaje ante el fallecimiento de la reina Isabel-. Estas son las diferentes expresiones de una política de sumisión para el saqueo de recursos naturales en el país.
Malvinas en la geopolítica del siglo XXI
El conflicto en torno a las Islas Malvinas y el Atlántico Sur se intensifica en un escenario marcado por la crisis energética que enfrenta Gran Bretaña influenciada por la Guerra en Ucrania. La presencia de empresas británicas de hidrocarburos en Malvinas, como Rockhopper, Desire, Argos, Border & South y Falkland Oil & Gas, plantea la posibilidad de una reconsideración estratégica de la región, especialmente ante la reconfiguración de los suministros energéticos acelerados por la guerra en Ucrania. [1]
La abundancia de recursos petroleros en el Atlántico Sur, señalada por la Sociedad de Geología de Gran Bretaña y respaldada por datos de BP(ex British Petroleum), representa un atractivo para el país europeo, que busca enfrentar la disminución de su producción petrolera. Además, la importancia estratégica del Atlántico Sur se evidencia en el flujo del comercio marítimo ya que, alrededor de 200 mil buques transitan por la región, abasteciendo al 80 % del petróleo que demanda Europa Occidental. [2]
En este contexto, la operación de la constructora BAM Nuttall tiene como objetivo convertir el puerto de las islas en un centro de soporte logístico para la explotación de recursos naturales. También tiene implicaciones en la Antártida, donde las Malvinas sirven como punto de conexión y base de reabastecimiento para expediciones hacia el continente antártico, con sus vastos recursos naturales y su importancia científica y estratégica reconocida internacionalmente por el Tratado Antártico. Este tratado que vence en 2049 es importante porque plantea que el territorio se utilizará exclusivamente para fines pacíficos, prohibiéndose toda actividad militar y los ensayos de toda clase de armas.
Frente a estas cuestiones, la presencia militar británica en las Islas Malvinas, respaldada tanto por Estados Unidos como por la OTAN, ha convertido esta región en uno de los puntos más militarizados a nivel global. Esta situación no solo refleja la importancia estratégica que estas islas tienen para el Reino Unido, sino también el poder geopolítico que irradia el imperialismo británico en la región.
Malvinas como terreno de disputa por la historia
La postura del gobierno de Milei respecto a las Malvinas se refleja también en la controversia sobre la interpretación del pasado reciente en Argentina. Esto se evidencia en la figura de Victoria Villaruel, cuyo padre tuvo un papel militar destacado durante la última dictadura y la guerra de Malvinas, y que no juró la constitución durante el gobierno de Alfonsín. Villaruel promueve un discurso negacionista y pro-militar, abogando por despolitizar los debates sobre Malvinas y centrarse en homenajear a los militares que participaron en la guerra, sin distinguir a los que se encuentran vinculados a violaciones de derechos humanos durante la dictadura militar.
Este discurso se corresponde al relato militar de la última dictadura el cual busca fundamentar su accionar, planteando que ellos jugaron un rol decisivo en la salvaguarda de la patria, la propiedad privada y la familia, contra la amenaza extremista y subversiva. Y para eso “promovieron una guerra justa contra la guerrilla”. De esta manera Victoria Villaruel emplea la Guerra de Malvinas para reivindicar a acusados y condenados por violaciones a los derechos humanos. Así, la causa Malvinas es utilizada por el gobierno y a los negacionistas para realzar la imagen de aquellos militares cuestionados por su participación en actos represivos durante la dictadura.
El problema está en que se iguala a soldados conscriptos con oficiales y suboficiales que son profesionales y como dice Federico Lorenz: aunque todos hayan vivido la experiencia de guerra, no todos la vivieron ni la recuerdan de la misma manera. Los suboficiales y oficiales son profesionales de las armas, pero más del 80% de quienes combatieron en las islas eran conscriptos. Estaban obligados a ir cuando los llamaron, lo que no quita que en muchos casos estuvieran convencidos de hacerlo y lo reivindiquen hoy. [3]
Este discurso se enmarca en la narrativa que formularon los militares y hoy se encarna en el gobierno de Milei y Villarruel. En Elementos para un "cuarto relato" sobre el proceso revolucionario de los ’70 y la dictadura militar, Christian Castillo plantea:
La importancia de esta visión es que da fundamento al hecho de que la Argentina vivió entre 1969 y 1976 un verdadero proceso revolucionario que tuvo a la clase obrera como principal protagonista”. Es decir, una clase que no sólo enfrentaba los ritmos de producción en las fábricas, sino también disputaba el poder en los capitalistas y su gobierno, mostrando la posibilidad de un cambio revolucionario. Incluso, sin esta visión queda trunca la propia explicación de por qué sobrevino la dictadura más sangrienta de la historia argentina, es decir, por qué la clase empresaria tuvo que apelar al terrorismo de Estado como nunca antes se había visto en nuestro país, si no era porque sus intereses estaban profundamente amenazados. [4]
La disputa por el pasado reciente en Argentina, impulsada por el gobierno de Javier Milei y Victoria Villaruel con su enfoque de "Historia Completa" busca reivindicar a militares implicados en violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Este relato reivindicado por el gobierno y sectores negacionistas busca imponer afín a sus objetivos que son esencialmente los mismos que la dictadura: imponer un ajuste brutal, la derrota de la clase obrera y la vanguardia, y la transformación económica para un mayor sometimiento al imperialismo. Ante esta situación, es esencial combatir el relato negacionista y reafirmar la lucha contra la impunidad de ayer y hoy para romper con las cadenas del imperialismo.
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Consideraciones finales
Nos encontramos frente a un nuevo aniversario de la Guerra de Malvinas en el que se enmarca una disputa por la historia reciente del país. El gobierno de la LLA con su relato negacionista de la década de los 70 busca reivindicar los crímenes de la dictadura. Desde el final de la guerra hasta nuestros días los gobiernos llevaron diferentes políticas para la reconciliación con las FFAA. Comenzando por la autoamnistía por parte de los militares, con la búsqueda de reconciliación que tuvo Alfonsín con los carapintadas al declarar que “muchos de ellos fueron héroes de Malvinas”, tomando a Aldo Rico como héroe de guerra cuando fue un genocida, las leyes de obediencia debida y punto final. Incluso fue una política del gobierno de CFK mediante la doctrina Milani o la reivindicación de Gomez Centurión como héroe de guerra durante el gobierno de Macri.
La política del gobierno de Milei y Villaruel frente a Malvinas revisitada a lo largo de estas líneas, con el relato de La Historia Completa y los dichos del Tata Yofre sobre Thatcher como aquella a la que “le debemos agradecer la democracia”, sirven como una reivindicacion de la dictadura y para reforzar las cadenas semicoloniales que atan al país.
Si bien la Guerra de 1982 fue una aventura militar para ocultar los crímenes y la crisis económica de la dictadura, la causa Malvinas debe ser retomada por su carácter justo y su relevancia como una lucha antiimperialista.
La guerra de Malvinas sirve como un recordatorio de la importancia de una dirección obrera revolucionaria para llevar adelante medidas efectivas contra los intereses colonialistas. Con direcciones como la de los militares genocidas que reprimieron a su propio pueblo, las aventura militar, fortaleció las cadenas que nos atan al imperialismo, como ocurrió en nuestro país tras el conflicto.
Apostar a la derrota del imperialismo en esta disputa territorial se convierte en una tarea esencial, no solo para Argentina, sino también en una perspectiva subcontinental de liberación de la opresión imperialista para todos aquellos que nos reivindicamos socialistas revolucionarios.
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