Los #25N las trabajadoras recordamos que la precarización de las mujeres en medio de la crisis también es violencia patriarcal desde el Estado y los patronos, este año el rol de vanguardia asumido por las enfermeras demostró que cuando nos ponemos en marcha no hay cabida para la victimización y la impotencia, tenemos un mundo por ganar.
Martes 4 de diciembre de 2018
El pasado 25 de noviembre con motivo del Día internacional de la lucha por la eliminación de la violencia hacia las mujeres, las trabajadoras carecíamos de motivos para celebrar, en cambio sí seguimos teniendo muchos otros por lo cual salir a luchar. Y es que el ritmo acelerado de deterioro de nuestras condiciones de vida en medio de la catástrofe económica es brutal, el gobierno de Maduro busca imponer un gran paquetazo capitalista que se corona con salarios de pobreza más la violación de las contrataciones colectivas, un derecho histórico de la clase trabajadora en Venezuela, esto es parte de su plan de ajuste que pretende seguir descargando la crisis en los hombros de los sectores más explotado y oprimidos. Una situación mayoritariamente sufrida por las mujeres trabajadoras y pobres del país.
¿Cuál es la situación de las mujeres en Venezuela?
La mayoría de las mujeres sufrimos una doble y hasta triple jornada laboral, nos referimos a que estamos obligadas a vender nuestra fuerza de trabajo por salarios miserables, esto se da en las empresas del Estado, la administración pública o en las empresas privadas, para luego regresar al hogar y emprender labores domésticas, siendo este un trabajo que no es reconocido ni remunerado, es decir, evidencia cómo en este sistema capitalista y patriarcal hay una naturalización de que el trabajo doméstico recaiga en los hombros de las mujeres. A todo esto le agregamos las extenuantes horas y malabares para conseguir alimentos, medicinas, además de una tortuosa experiencia con el transporte público.
El gobierno hambreador de Maduro (que prefiere pagar deuda externa en lugar de garantizar alimentos, medicinas y salarios) junto a los empresarios mantienen unos salarios miserables que han sumido a las mujeres a condiciones de vida muy precarias, según cifras del mismo Instituto Nacional de Estadísticas (INE) del 2013, por cada 100 hombres viviendo en pobreza, teníamos 107 mujeres; y 112 por cada 100 varones en pobreza extrema.
Las madres a cargo del hogar viven el drama de cómo alimentar a sus hijos, según estudios del 2016 hecho por la organización Caritas (ONG), se señala que la proporción total de niños menores de cinco años con déficit nutricional aumentó de 54% en abril a 68% en agosto. En 2017, en el 33 % de los hogares consultados las mujeres dejaron de comer alguna vez en medio de la crisis, y en 60 % se ubica el número de las mujeres que han postergado o rezagado sus necesidades alimenticias para favorecer a otros miembros del los grupos familiar, como consecuencia 67% de las mujeres han perdido 10 kilos de peso en los últimos años, según el Centro Hispanoamericano para la Mujer (Freya).
Con respecto al mundo laboral, según el último estudio del INE en el 2011, el 39% de los hogares dependía principalmente de una mujer, a pesar de esto señala que en el 2016 se observó una disminución de las mujeres de unas 308.507 personas de la población económicamente activa, al tiempo que la población inactiva que se dedica a los “quehaceres del hogar”, aumentó a unas 428.330 personas. En este sentido algunos datos del INES del 2016 plantean que el abandono de un porcentaje importante de la población femenina del mercado laboral impacta en los ingresos de los hogares.
Algo muy grave es que el 55% de las mujeres señala que había renunciado a su trabajo (la mayoría por razones asociada al cuidado de los hijos e hijas), mientras que el 45% alega que fueron despedidas, tanto en el sector público como en el privado refiriéndonos la población femenina que quedo fuera del mercado laboral. El 56% de las mujeres señala que el dinero que percibe mensualmente no alcanza para cubrir los gastos de alimentación para ella y sus familias. Como consecuencia de los salarios de hambre los asalariados del país tienen que resolverse haciendo, además de su trabajo, los más diversos oficios, alguna labor como comerciante o “de lo que salga”, tan solo para “medio completar los ingresos”.
Uno de los sectores de la clase trabajadora más vulnerables y las más precarizadas en el sector salud son las enfermeras, quienes por supuesto tampoco escapan a eso, agregando más carga a su doble o triple jornada laboral: “nosotras tenemos que hacer otros oficios (para otras personas), coser, lavar, planchar, hacer otras cosas, porque lamentablemente el sueldo no nos alcanza”.
En cuanto a sus condiciones de trabajo exclaman “tenemos que trabajar con las uñas”, parte de sus denuncias señalan la grave y caótica situación en la que se encuentran los hospitales públicos a nivel nacional, la salud del pueblo se ha degradado aceleradamente en los últimos años. El gobierno de Maduro se ha venido cuidando de no hacer públicos los datos oficiales sobre la salud, buscando ocultar la alarmante realidad que se vive en el país, como por ejemplo, que la mortalidad infantil y materna en Venezuela subió drásticamente.
Según un boletín epidemiológico de 2016, publicado por el Ministerio de Salud, se señala que en el 2015, fallecieron 11.466 menores de un año, representando un incremento de 30,12% en relación con el número de 2015 que alcanzó 8.812, y el número de fallecimientos de mujeres embarazadas creció 65,79% en 2016, pues murieron 756, cifra superior a la de 2015, cuando se registraron 456 muertes. Las condiciones en que se da a luz en los hospitales públicos son infrahumanas, un ejemplo fue la situación caótica que trascendió el año pasado, en el Hospital Pastor Oropeza donde las embarazadas paren en las peores condiciones, incluso en las salas de espera, debido al colapso del sistema de salud.
Nuestros derechos sobre nuestras sexualidad y reproducción fueron completamente anulados en el 2016, según el presidente de Fefarven, la escasez de los anticonceptivos llego al 90% para finales del año. En la actualidad sigue persistiendo este problema, y los pocos anticonceptivos que se consiguen son a precios exorbitantes, las mujeres nos vemos obligadas de decidir si usamos anticonceptivos o comemos.
Como era de esperarse frente a esta situación se dispararon las cifras de embarazos no deseados, el 65% de las mujeres consultadas señalaron que no planificaron su embarazo, Venezuela es actualmente el país de mayor índice de embarazos en América del Sur, de los cuales 80% son jóvenes de 15 a 17 años. En datos del INE señalan que cada año en Venezuela existen más de 100 mil madres precoces. Cifras completamente alarmantes. Todo esto en un país donde tras casi 20 años de supuesta “revolución”, nos sigue siendo negado un derecho básico como es el derecho al aborto, a la interrupción voluntaria del embarazo.
No solo estamos sometidas a ser madres sí o sí, por la falta de educación sexual y laica en las escuelas, la escasez de los anticonceptivos y la penalización y criminalización del aborto. Sino que estamos obligadas a ser madres en las peores condiciones.
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¿Victimizarnos o ponernos al frente de las luchas? La lección de las enfermeras
A mediados de este año las enfermeras jugaron un rol muy importante, ya que su lucha por un salario igual a la canasta básica, y además de denunciar la condición crítica del sistema de salud público, despertó la simpatía y la solidaridad de los trabajadores, las mujeres y la juventud a nivel nacional.
Las enfermeras lograron un gran paro en el sector de la salud, protestaron en su puesto de trabajo, en los centros de salud y en las calles (las pocas veces que se lo permitieron las restricciones gubernamentales y policiales), lograron coordinarse a diferentes sectores de trabajadores, lo cual le permitió juntar fuerzas en las calles para exigir sus derechos., Lograron estar en las primeras páginas de la prensa nacional y realizaron una gran manifestación en la Plaza Caracas frente al Ministerio del Trabajo.
El principal logro de las enfermeras fue visibilizar las terribles condiciones de vida del conjunto de la clase trabajadora, expusieron cómo los trabajadores estaban recibiendo salarios de hambre, donde el cobro de un mes de trabajo alcazaba para la comida de pocos días, la escasez de medicamentos, los problemas para conseguir los alimentos de ellas y sus familias, las tortuosas condiciones de trasporte público demostraron que sus condiciones de trabajo son completamente precarias tanto para ellas como para los pacientes.
Esto se tiende a repetir en diferentes sectores de trabajadores a nivel nacional, la lucha de las enfermeras fue del primer conflicto que desencadenó una gran pelea por los derechos de los trabajadores aun, en desarrollo.
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Las enfermeras sin miedo denunciaron todas las políticas del gobierno de Maduro, las cuales viene golpeando las condiciones de vida del pueblo trabajador y pobre, salieron a las calles por un salario igual a la canasta básica luchando por que se respeten las contrataciones colectivas que forman parte de las conquistas históricas de la clase trabajadora, todo este camino recorrido por la enfermeras y todas las luchas que se están dando, nos ponen a las mujeres en un escenario distinto para que la mayoría de las mujeres luchemos por nuestras propias demandas.
El gobierno de Maduro decidió sencillamente ignorar la lucha de las enfermeras, se negó a cualquier tipo de diálogo orientado a darles soluciones.
La deuda externa contra las condiciones de vida de las mujeres y los salarios
En los últimos años se han pagado grandes cantidades en la usurera deuda externa, mientras el sistema de salud público (y la educación pública) se desploma, mientras la escasez y brutal encarecimiento de los anticonceptivos hace imposible adquirirlos, mientras el Estado no garantiza el acceso a los mismos, mientras no hay alimentos suficientes. ¡Hay dinero para algunas cosas pero para otras no!
Venezuela inició el 2018 con un total de pago de 70.312.500$ en el mes de enero, en consecuencia, se aceleran y profundiza la crisis económica y social, en un país donde la caída de las importaciones ha sido drástica y con un proceso hiperinflacionario, escasez de los productos básicos, y la pulverización de los salarios que vuelve insoportable en día a día.
Aun así, el cinismo del gobierno continúa y decide que es mejor pagarles a los buitres imperialistas, que dar respuesta a la crisis actual que cae sobre los hombros de las trabajadoras, mujeres de sectores populares, campesinas, jóvenes y a todos sus hermanos de clase.
¿Qué hacer para que irrumpa el movimiento de mujeres en Venezuela?
Las enfermeras estuvieron en la primera fila de las demandas de los trabajadores y su lucha es un ejemplo para todas las mujeres, aunque el paro haya cesado, marcó la dirección por la que el conjunto de los trabajadores tiene que movilizarse, para la pelear hoy por sus salarios, contratos colectivos y derechos más elementales para defender sus conquistas, que actualmente el Gobierno de Maduro y los empresarios vienen atacando.
Estas experiencias saca a flote principalmente que una parte importante de la clase trabajadora en Venezuela es femenina, aun así, sus problemas, en especial lo que tiene que ver con las mujeres en específico, son desdeñados o ignorados por el Estado y las direcciones de los sindicatos.
Todavía esta fuerza probada en una lucha ejemplarizante deberá reanudarse fortalecida en coordinación con los demás sectores, hacia una gran lucha nacional unificada que nos permita golpear con un solo puño; en defensa de los derechos históricos de todos los trabajadores, por las contrataciones colectivas, contra los despidos arbitrarios, como es el caso de la trabajadora del Metro de Caracas, Deillily Rodríguez, otro referente de las luchas de la mujer trabajadora contra quienes pretenden arrebatarnos nuestros derechos. En fin, la ruta sigue siendo ligar nuestras demandas como mujeres a las de toda la clase trabajadora, que se haga sentir en una sola voz estas demandas.
A nosotras no nos representan mujeres como Delcy Rodríguez, ni María Corina Machado. Hace falta que las mujeres nos organicemos y movilicemos de manera independiente del gobierno y la oposición de derecha y de la Iglesia (católica y evangélica), para luchar por nuestras demandas en principio como trabajadoras, y también contra la violencia y la opresión que nos impone esta sociedad capitalista y patriarcal; que junto con el Estado reproducen la situación de tragedia en la que nos encontramos.
Las feministas socialistas lucharemos para que en ese movimiento tengan peso fuerte las mujeres trabajadoras, y que se proponga apoyar y compartir la legítima lucha por el salario, y una salida de los trabajadores a la brutal crisis del país.
Sabemos que los feminismos que aspiren a la emancipación de las mujeres de todas las formas de opresión patriarcal que hoy existen, no pueden hacerlo sin enfrentar al capitalismo; ya que es bajo este sistema económico-político que ocho hombres acumulan una cantidad de dinero equivalente a lo que, en el otro extremo, alcanza para sobrevivir a 3500 millones de personas, de las cuales el 70 % son mujeres y niñas.
La lucha de las enfermeras en Venezuela tuvo en su momento más álgido una repercusión internacional, y hacia esa clase de movimiento debemos apostar teniendo en cuenta que la lucha del conjunto de las mujeres también es internacional, las mujeres luchan en todo el mundo y como ejemplo tenemos tan solo en la región las masivas movilizaciones en Argentina, Chile, México, Brasil, etc.
En nuestro país tenemos todo un camino por delante para construir un movimiento de mujeres que, comprendiendo que la gran mayoría de los seres nacidos mujer son trabajadoras o pobres, entrelace la lucha contra el machismo y el patriarcado a la lucha contra el capitalismo, que no separe la lucha feminista de la lucha de las mujeres trabajadoras y pobres. Un movimiento de mujeres totalmente independiente de los patronos y de los gobiernos que sostienen esta sociedad. Un movimiento de mujeres que luche dentro del movimiento obrero para que el conjunto de la clase trabajadora tome en sus manos las demandas de las mujeres en general y de la mujer trabajadora en particular, comprendiendo que solo la más sólida unidad de lxs explotadxs y oprimidos puede producir los grandes triunfos históricos que necesitamos.