Prosiguiendo con el análisis de lo que nos dejó la marea electoral, en esta oportunidad queremos abordar el fenómeno ideológico del ecologismo y sus expresiones políticas en el país.
Miércoles 1ro de enero de 2020
Caricatura cortesía del dibujante duraznense Karlos Garateguy
Desde el Partido Verde Eto-Ecologista fundado en 1987 por Rodolfo Tálice y disuelto en el 2009, el Uruguay no había presenciado nuevamente la emergencia de "partidos verdes" en su sistema de partidos.
Estas elecciones la irrupción en el parlamento de César Vega y el PERI (Partido Ecologista Radical Intransigente) consiguiendo una banca en cámara de diputados, y la votación de Salle de más de veinte mil votos (aunque quedando fuera del parlamento), representan el despertar político de un fenómeno social mucho más amplio.
Unidad Popular y la agenda ambiental
En el período de agitación política de la elecciones del 2014, el voto anti-aratirí fue capitalizado por Unidad Popular, que supo audazmente canalizar el espíritu expresado en las importantes movilizaciones contra la instalación de la megaminería a cielo abierto y contra todos los proyectos primarizadores de la economía uruguaya al servicio del saqueo imperialista, como la regasificadora, UMP1, la industria sojera contaminante, etc.
A pesar de su programa de conciliación de clases, Unidad Popular supo agitar muy bien la denuncia contra el gobierno del FA, principalmente a través de su candidato a la presidencia Gonzalo Abella, y en sentido la obtención de una banca en el parlamento en las elecciones del 2014 por parte de UP, se explica por la captación del voto anti-megaminería, que aunque también aprovechado por el PERI de Vega en aquel entonces, no posibilitó su ingreso al parlamento.
Sin embargo en las últimas elecciones, ante el fortalecimiento del PERI por un lado y el surgimiento del Partido Verde Animalista de Salle por el otro, hipotetizamos que el voto "ecologista" se convirtió en el hegemónico en el espectro de la "izquierda" extra frenteamplista y migró hacia estas nuevas formaciones, dejando fuera del parlamento a Unidad Popular que a su vez antes había caído en la bancarrota programática (apoyo a "Un solo Uruguay", acuerdo con el Partido Nacional en el BPS, etc) y perdido por el camino aliados como Prounir.
De esta forma se selló el destino político de Unidad Popular, que pasó cinco años por el parlamento burgués sin pena ni gloria.
El Partido Verde Animalista y la falta de verosimilitud
En el año 2018 se fundó el Partido Verde Animalista del abogado Gustavo Salle; figura mediática rimbombante y payasesca en la que se sintetizó una plataforma política bastante contradictoria, por un lado denunciando los casos de corrupción del FA y sus negociados con la multinacionales, por otro lado encabezando la campaña contra la bancarización obligatoria y ganándose el afecto de gran parte del capital no monopolista; pero a su vez oponiéndose a las iniciativas de la agenda de derechos en general, y a la ley trans en particular.
Esta mescolanza de posicionamientos y posturas disonantes, condimentadas con una personalidad un poco trastornada ubicó a Salle a la "izquierda" en lo económico, pero a la extrema derecha en lo social junto a Manini Ríos, Verónica Alonso e Ilafigliola.
Su sistemática prédica "constitucionalista" podría haber legitimado la fundación de un partido legalista, algo así como un nuevo partido kadete (en la denominación) Partido Demócrata Constitucional en la antigua rusia zarista.
Sin embargo Salle decidió bautizar a su nueva formación con el nombre más inverosímil de la historia política del Uruguay, su PVA en la campaña y la contienda discursiva tuvo poco de verde y menos de animalista.
El PERI de Vega y sus limitaciones
El triunfo claro de Vega y el PERI hegemonizó el espacio del voto verde consiguiendo su banca y además desplazando a Unidad Popular del parlamento como la otra fuerza por fuera del FA.
Vega y su partido además han conseguido instalar en la agenda político-mediática, después de su performance electoral, algunos puntos programáticos claves en su plataforma como la prohibición de los agrotóxicos, o incluso cuestiones democráticas del régimen como la propuesta de eliminación del senado.
No obstante el programa del PERI tan sólo se limita específicamente a las preocupaciones ambientales y ecológicas generadas por el modo de producción capitalista en un país de la periferia como Uruguay en general, y por el capitalismo agrario en particular, pero no obstante no ofrecen una salida de conjunto para la clase obrera y la bancarrota nacional.
La disociación entre la lucha ecológica y la lucha de clases
Sin lugar a dudas el movimiento ecologista resulta progresivo desde el punto de vista histórico al desnudar la irreconciliable contradicción en la relación que se establece entre el proceso de acumulación capitalista y el cuidado de la naturaleza; sólo otro modo de producción que no esté al servicio de la ganancia del capital puede garantizar relaciones más armónicas entre el hombre y su entorno; y un verdadero desarrollo sustentable.
Sin embargo; de forma distorsionada y mediada por diversas complejidades políticas, la emergencia del voto verde en Uruguay refleja cierta lógica del neoliberalismo, en su capacidad de disociar la lucha de los movimientos sociales (anticolonial, antiracista, ecologista, etc) de la lucha de clases y la intervención independiente de la clase obrera en la lucha por el poder obrero.
Sólo un partido revolucionario de la clase obrera en nuestro país podrá ligar ambas luchas y sintetizarlas en un programa común y una estrategia correcta, que ofrezca una salida obrera, socialista y anticapitalista al peligro ambiental de la barbarie imperialista y a la totalidad de la decadencia nacional.