A cinco años del 15M y con la vuelta de las imágenes de plazas llenas de gente en asamblea con el movimiento francés Nuit Debout, las candidaturas “del cambio” vuelven a ignorar a la juventud en las nuevas elecciones.
Lunes 16 de mayo de 2016
Foto: Izquierda Diario
Han pasado 5 años desde que miles de personas decidieran desafiar la represión legal y acampar tras una multitudinaria jornada de manifestación en plazas de todo el Estado Español. Era una movilización que criticaba un régimen calificado de “falsa democracia” por el propio movimiento, un sistema responsable de una crisis que aún sigue golpeando a base de paro, precariedad y pérdida de derechos.
En las plazas estábamos un gran número de jóvenes, llamados una y otra vez Ni-nis (ni estudia ni trabaja) por la prensa, que respondimos con un concepto que comenzaba a resonar por las escuelas y las plazas, el de la juventud “sin futuro”.
Tal como mostraba una encuesta realizada en octubre de 2011, 2 de cada 3 jóvenes entre 15 y 30 años valoraban positivamente el 15M y 3 de cada 5 se identificaban con el movimiento o apoyaban sus reivindicaciones. De esta manera se evidenciaba un hartazgo tras años de crisis que también estaba salpicando a una juventud con una pesada carga de alienación y derrotas.
A pesar de la represión del gobierno del PSOE y la pasivización social que se impuso desde las burocracias sindicales, la juventud volvió a aparecer en escena tras la derrota que supuso la aplicación del Plan Bolonia en 2009, exigiendo el fin de los recortes y los desahucios, la defensa de los servicios públicos o el no pago de una deuda ilegítima.
Ahora que el apoyo a PP y PSOE se ha reducido a menos de la mitad desde 2011, este régimen encuentra nuevos apoyos para no tambalearse en la llamada “nueva política”. Por derecha y por izquierda, Ciudadanos y Podemos+IU en este momento, prometen recambios a las desgastadas columnas del régimen del 78 y sus sagradas instituciones.
Mientras que para el reformismo de izquierdas, encarnado en Podemos y las formaciones municipales “del cambio”, y nacido de la desmovilización del descontento para encauzarlo por la aritmética parlamentaria, se olvidó por completo de las demandas de la juventud del 15M: nada dicen del paro y la precariedad laboral, los problemas para independizarse o la expulsión de las universidades por motivos económicos. Todas quedaron en el tintero, o en pactos con los culpables de la crisis como el PSOE.
Al igual que decíamos “no nos representan” al PP y PSOE como gobiernos de turno para aplicar la política del empresario, ahora que las opciones se multiplican sin cambiar de raíz un programa de defensa de los intereses capitalistas, volvemos a ver como la “nueva política” tampoco nos representa.
Pese a que hayan pasado 5 años del 15M, fue la estela de politización, organización y movilización posterior lo que desencadenó importantes procesos de lucha como la de la minería, los trabajadores públicos, el movimiento antideshaucios, las Mareas, las huelgas generales o manifestaciones masivas como "Rodea el Congreso", o las "Marchas de la Dignidad".
También la juventud salió a la calle marcando un auge del movimiento estudiantil, contra la LOMCE, el tasazo o el 3+2, por una educación pública de calidad, tal como en las movilizaciones de Baleares, en la Primavera Valenciana o en numerosas huelgas estudiantiles, así como enfrentando la represión, como en Gamonal o Can Vies.
Pese a la movilización post-15M, la falta de coordinación de la juventud con la clase trabajadora, alimentada por los continuos “palos en la rueda” de una burocracia sindical que ya aceptó las ETTs y acostumbrada a ignorar a la juventud, fue determinante para que el gobierno del PP impusiera los recortes en educación, en sanidad o la Reforma Laboral.
Todos estos retrocesos, fueron acompañados de la represión a la juventud y la clase obrera y de la Ley Mordaza, pero tampoco hubieran sido posibles sin una desmovilización impuesta al calor de unas derrotas que serían fundamentales para vender las ilusiones reformistas que alzarían a un recién creado Podemos sobre las demandas sin resolver de millones de trabajadores y jóvenes.
A cinco años del 15M ni Podemos, ni los llamados “Ayuntamientos del cambio” asumen el derecho a decidir, el fin de la Monarquía, el no pago de la deuda, como hablaba la juventud en el 15M mientras era reprimida por una policía hacia la que reiteran sus elogios como “ciudadanos de uniforme”.
De tal manera, Podemos también abandona demandas del 15M tan básicas y sentidas como la reforma de la Ley Electoral, o la laicidad y gratuidad real de la educación pública, así como en sus propuestas laborales, tampoco habla de la derogación completa de la Reforma Laboral, sólo de reformas parciales, aceptando el “despido por razones económicas”.
Estas demandas se han ido cayendo del carro en aras de la lógica electoral, así como el concepto de “casta”, cuando Podemos planteaba la posibilidad de pactar hacia el 20D con el PSOE de los EREs, el GAL, las reformas laborales y el “PSOE y PP la misma mierda es” de las plazas, que debía quedar como un eco de fondo que no perturbase la “nueva política”.
Por otro lado, Unidos Podemos, la nueva confluencia de Podemos con IU para el revival electoral del 26J, también supone la alianza con un clásico de la “vieja política”, pata indispensable del Régimen del 78 con experiencia en gobernar con el PSOE y mandar a reprimir a los estudiantes Anti-Bolonia gobernando en ICV-EUiA.
Pese a que las opciones “del cambio” de la izquierda reformista son la primera opción de voto para la juventud, sus propios límites estratégicos son un muro para las ilusiones de millones de jóvenes y trabajadores que son desviadas en esa dirección.
Esta situación abre la posibilidad de un futuro desencanto tras una experiencia con la “nueva política”, tal como sucede en Grecia, donde Syriza, homónimo de Podemos en el poder lleva enfrentando huelgas generales y sectoriales al aplicar los recortes de la Troika y el BCE, abriendo la posibilidad de que el descontento con los límites de la izquierda reformista sea canalizado por derecha.
Es por eso que las demandas de la juventud sólo pueden desarrollarse hasta el final enfrentando directamente este régimen y sus oxidados pilares, por el camino de la movilización y la coordinación y con la clase obrera y los sectores oprimidos para sumar fuerzas y golpear con un solo puño al gobierno de los capitalistas que nos reserva un futuro de paro, precariedad, miseria y represión.
Es por ello que a 5 años del 15M no hay tiempo para la nostalgia, sino para recuperar la indignación y organizar un frente anticapitalista y de clase, e impulsar la movilización de la clase trabajadora, las mujeres, la juventud y los sectores populares.