Ni las crónicas más afiebradas sobre el 18F pudieron destacar la presencia de jóvenes. El Gobierno, cuya única esperanza para octubre es Scioli, busca responder movilizando a la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. La izquierda, por su parte, se prepara para un nuevo aniversario del Golpe de Estado el próximo 24 de marzo. La juventud, entre la polarización y una posición independiente.
Martes 24 de febrero de 2015
Reaccionarios convocando a homenajear a un cipayo, no conmueven
No analizaremos aquí lo que ya se dijo en La Izquierda Diario sobre la importante pero no sorprendente "marcha del silencio". La movilización surtió efecto en el escenario político, fue "de masas", pero no superó el techo de las últimas demostraciones de fuerza que había logrado el mismo sector político/social: en la marcha que impuso la mano dura con la “Ley Blumberg”, “la 125”en 2008 o el 8N en 2013. Si bien ninguna de estas manifestaciones había tenido a la juventud como protagonista, esta vez, costaba encontrar siquiera uno o dos jóvenes en un mar de señores y señoras "paquetas". Tal es así que hasta a los noteros de TN se les escapó al aire: "Ahí hay dos jóvenes, búsquenlos".
Efectivamente, la calidad de los convocantes del 18F no podía entusiasmar a ningún joven: un poder reaccionario, la casta judicial de parásitos al servicio de la impunidad de los capitalistas. Nisman fue empleado de la CIA y el Mossad. Muchos de los fiscales convocantes están directamente implicados en el encubrimiento de la causa AMIA. Entre la juventud, pocas cosas son más repudiadas que el último genocidio, y los servicios de inteligencia concentran parte de su más putrefacto legado. La estrecha relación entre Nisman y Stiuso (que es sólo la cara visible de esta "corpo"), fue un repelente para todo sector medianamente "progresista". Por otra lado, la relación de los candidatos de la oposición con esos "poderes reales” es evidente: Macri con el Fino Palacios y Ciro James, Massa con Juanjo Álvarez, y todos embarrados con distintos jueces y fiscales.
La juventud que no fue al 18F, ¿irá al 1-M?
Lo primero que habría que decir, en honor a la verdad, es que al kirchnerismo hoy en día no le es fácil juntar 70 o 90 mil personas. Pero lo cierto es que uno de sus puntos de apoyo fue un sector importante de la juventud que vio con entusiasmo la bajada del cuadro de Videla, el matrimonio igualitario o la Asignación Universal, incluso el enfrentamiento "blando" (ya que está de moda el término), con la Sociedad Rural y Clarín. El kirchnerismo supo leer las expectativas de las masas que en el 2001 voltearon al gobierno de la Alianza al grito de “que se vayan todos”. Tomó cada una de las demandas progresivas del pueblo trabajador y la juventud para bastardearlas y restaurar un régimen en crisis.
Las agrupaciones del gobierno nunca terminaron de avanzar en las principales universidades del país, cuyos Centros y Federaciones son dirigidas en gran medida por organizaciones de izquierda y de "izquierda independiente", y en el otro polo, por radicales. Sin embargo, con el discurso "progre", la mística pos-Néstor, y apoyado en las "ventajas" de ser Estado -puestos para jóvenes en distintas dependencias y en empresas pseudo-nacionalizadas como Aerolíneas- su peso relativo en la juventud "progresista" es mucho mayor al que tiene, por ejemplo, en el movimiento obrero organizado. Desde la ruptura de Moyano y gran parte de la burocracia sindical con el gobierno, quedó en evidencia la endeblez de sus alianzas en el movimiento obrero, y la falta de una fracción propia "kirchnerista" o "cristinista".
Pero hoy el "nunca menos" pareciera alejarse cada vez más y conducir, como única esperanza (si es que la hay), a Scioli. Se acerca el fin de un ciclo, y las mismas ilusiones alentadas por el kirchnerismo chocan con la realidad. Ninguno de los problemas estructurales de la juventud ha sido resuelto en esta década: la precarización del empleo; el acceso a la educación universitaria por parte de las grandes mayorías populares; el acceso a la vivienda; la represión en los barrios que durante la década ganada se cobró 2.710 vidas (más que las 1.611 de las 2 décadas anteriores); las muertes de cientos de pibas jóvenes por abortos clandestinos. ¿Qué tendría que ir a defender la juventud con el kirchnerismo entonces?
La oposición ya mostró sus fichas en las calles con la marcha de los paraguas. El kirchnerismo intentará responder este primero de marzo, en las puertas del Congreso, cuando Cristina inaugure las sesiones legislativas ordinarias. El mensaje que salió de la Rosada para las agrupaciones K fue claro: “hay que mover todo”.
La contienda callejera es la antesala de una pelea electoral donde el kirchnerismo buscará encolumnar a la juventud detrás del derechista Scioli. Para detener la sangría de esa franja etaria a posiciones más de izquierda, la táctica elegida es la ya clásica polarización: “Vienen por todo. Son ellos o nosotros”. Difícil tarea cuando la oferta es cambiar a Stiuso por un Milani fortalecido, y la “mística” no se puede comprar en las casas de cotillón.
Crece una posición independiente y la izquierda, que saldrá a las calles el 24 de marzo
Por el momento, el grueso de los jóvenes permanece expectante y sin tomar una participación activa ante esta “guerra de desgaste” entre el gobierno y la oposición Lo que es seguro es que a la juventud no le entusiasman ni las "castas" de servicios y jueces, ni la alternativa "sciolista", que además también cuenta con su propia casta de servicios y jueces afines.
Parte del desencanto de sectores de la juventud que apoyaron "por izquierda" al kirchnerismo ya se expresó en el ascenso del Frente de Izquierda. La juventud obrera y estudiantil, fue el mayor componente del voto FIT. Ese descontento se puede desarrollar frente a la actual crisis política.
El 18F no entusiasmó a ningún joven. El 1-M está por verse, aunque se prepara con un "proyecto" en decadencia. Lejos del "golpe blando", las distintas fracciones de la burguesía y el imperialismo se juegan a un consenso de derecha, pero por medio de las elecciones de octubre (ya sea con Macri, Massa o incluso con Scioli).
Nuestro desafío será convertir ese vuelco a izquierda de importantes sectores juveniles, no sólo en más votos, sino sobre todo en nuevas fuerzas militantes en el movimiento obrero y estudiantil. La próxima parada ya tiene fecha y será, nada más y nada menos, que el próximo 24 de marzo, a 39 años del golpe genocida.
Tras la crisis Nisman y evidenciado el rol de los servicios de inteligencia -esos “sótanos de la democracia” intocables pese al fin de la dictadura-, la izquierda y la juventud aglutinada en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia se preparan para una fuerte manifestación en todo el país de los que no están dispuestos a cambiar un Stiuso por Milani, ni aceptar un vicerrector exSide -como es el caso de Darío Richarte en la UBA-, ni a callar por Jorge Julio López, o cuando las mismas fuerzas policiales que actuaron durante la dictadura siguen su “guerra” cotidiana contra los pibes en los barrios, con cientos y miles de casos de “gatillo fácil”.
El 24M la izquierda, los trabajadores y la juventud tienen una cita de honor. Es un día de lucha para terminar con la impunidad de ayer y hoy, pero este año tiene un desafío adicional: hay que fortalecer la única posición independiente, y derrumbar en las calles la falsa polarización que intentan instalar el Gobierno y la oposición desde sus corporaciones mediáticas, todos cortados por la misma tijera que sostiene el espionajes y los servicios de inteligencia.