Hace años asistimos a un proceso de moderación ideológica de la coalición de centroizquierda. Cada vez más, los programas son reducidos a “la miseria de lo posible” y acotados bajo el temor del avance de la derecha. ¿Esta es la izquierda que necesitamos?
Martes 16 de julio
Tal como ha sucedido en experiencias históricas en otros países, las derechas continentales han venido avanzando y, a su paso, han marcado una agenda represiva, neoliberal, antiderechos y retrógrada. Esta agenda securitaria, de retroceso de derechos laborales y reaccionaria es el resultado de un esquema que termina imponiéndose en sectores progresistas de la sociedad, y en sus expresiones políticas.
Sin embargo, nos preguntamos: ¿qué responsabilidad tienen las fuerzas progresistas en todo esto?
El caso del Frente Amplio
Uruguay no es la excepción a la regla. En el proceso electoral en curso, ha quedado claro que los programas y las propuestas políticas no fueron lo destacado, sino más bien lo que se comprobó es que todas las fuerzas políticas han moderado sus discursos, vaciándolos de contenido y no arriesgándose a proponer nada muy audaz.
Más en general, en materia económica, el Frente Amplio ha administrado, mientras fue gobierno, el estado capitalista de forma “responsable”, no sin beneficiar a las multinacionales y abrirles negocios (UPM), respetando las bases neoliberales dejadas por las administraciones anteriores, y avanzando incluso en las tercerizaciones en las empresas públicas.
Durante años, el Frente Amplio le ha dado sobrevida a las variantes de derecha, como a Guido Manini Ríos, figura que se terminó fortaleciendo en los períodos de gobierno frenteamplista a partir de un discurso negacionista del Terrorismo de Estado. En materia de DDHH, si bien fue el partido que más visibilizó este tema, mantuvo la Ley de Caducidad y, hasta personajes nefastos como Fernández Huidobro se convirtieron en protectores de los militares, trancando las causas de DDHH. Si bien se han cuidado, en materia represiva, el FA ha reprimido en el CODICEN y en cuanta manifestación lo consideró necesario, abriendo causas contra luchadorxs por los DDHH, como lo fue en la movilización a la Suprema Corte de Justicia.
Además de decretar la esencialidad en la educación, y tener una política contraria hacia el sector docente y, más en general, hacia las conquistas de la clase trabajadora, tildándola de “privilegiada” (Mujica), siempre que sectores en lucha se manifestaban, eran motivo para poner en duda la justeza de sus reclamos.
Más recientemente, el FA ha mantenido una oposición responsable al gobierno de Lacalle Pou, plagado de hechos de corrupción, amiguismo político y escándalos ligados al narcotráfico y operaciones delictivas de todo tipo.
El FA no estuvo a la altura de enfrentar la votación de la LUC – es más, aprobó muchos de sus artículos – ni tampoco generó un movimiento de resistencia frente a la intención del gobierno de la Coalición de aumentar la edad jubilatoria, cosa que finalmente terminó haciendo. Y así podríamos seguir …
Es más, esta situación lleva a que la postura del Frente Amplio sea “dejar hacer” al gobierno de derecha, para que se desgaste y, en la próxima contienda electoral, el FA vuelva a ser una alternativa de poder. Pero en el medio la derecha avanza en leyes y políticas que luego no son revertidas.
Entonces, nos preguntamos si todos estos posicionamientos políticos sirven para consolidar una izquierda fuerte y que se plante contra los poderes hegemónicos, o bien si sirve para embellecer las posturas de la derecha y, frente a un posible escenario electoral, usar esto como “cuco” de que “vienen por más”.
El progresismo neoliberal
Podríamos decir que el más importante triunfo de la derecha es haber logrado que el Frente Amplio se asimile al régimen democrático burgués, que asimile y reproduzca las políticas neoliberales, aunque “con rostro humano”, que no resuelva las reivindicaciones históricas – como la de los DDHH – y que perpetúe ese sentido común de que “no se puede pedir más” y que, si esto pasa, hay amenaza de perderlo todo.
Se va conformando así una especie de “neoliberalismo progresista” al decir de Nancy Fraser: una alianza de los sectores progresistas de la sociedad – incluidos los movimientos sociales de las mujeres y las comunidades sexo-diversas, la población afrodescendiente, el ambientalismo, la clase trabajadora organizada y el movimiento cooperativista – y sus partidos, con los sectores más rancios del capital financiero internacional (las AFAPs), las multinacionales, el comercio y la oligarquía terrateniente.
Analizando el proceso norteamericano, Nancy Fraser señala que:
“Para que el proyecto neoliberal triunfara, había que presentarlo en un nuevo envase, darle un atractivo más amplio y vincularlo con aspiraciones emancipatorias no económicas. Una economía política profundamente regresiva podría convertirse en el centro dinámico de un nuevo bloque hegemónico solo si se la adornaba con las galas del progresismo” [1]
En Gran Bretaña, por su parte, el mismo fenómeno tuvo expresión en la Tercera Vía de Tony Blair y el Nuevo Laborismo, que asumió la agenda progresista de derechos – generando amplias ilusiones y expectativas populares – aunque no tocó ni un milímetro de las políticas conservadoras tacheristas de las décadas pasadas. Este modelo de neoliberalismo progresista fue “el faro” en el que se proyectaron varias de las expresiones de centroizquierda en todo el mundo. Tomando esta experiencia, el FA uruguayo moderó su programa durante los años ’90 y parte del 2000, con la fundación del Encuentro Progresista.
Por tanto, cualquier parecido con la realidad uruguaya no es pura coincidencia. Y remite a las necesidades de recambio que, cada tanto, requiere el régimen de dominación política de la burguesía, a partir del desgaste de los partidos tradicionales y de la decadencia de una democracia que, como la uruguaya, surgió del Pacto del Club Naval – es decir, de la impunidad para los militares asesinos – y permaneció tan ligada a los intereses de la potencia imperialista hegemónica por estos lares, o sea los Estados Unidos, pagando la deuda externa, subordinándose a sus mandatos y posicionamientos internacionales, aunque luego el estado uruguayo se abriera a un mundo no tan unipolar.
Los movimientos sociales se asimilan al Estado ampliado
La operación cierra con un adormecimiento, asimilación al Estado (ampliado) y cooptación de esos movimientos y fuerzas sociales que se ponen en actividad, Durante los gobiernos del FA, el feminismo se redujo a votar una ley de violencia basada en género, pero sin presupuesto, a pintar los árboles de lila o a incorporar el lenguaje inclusivo. Por su parte, el movimiento sindical se redujo a presionar por mejorar al menos algo la desigualdad producida en el marco de la explotación capitalista, y realizar solo luchas de presión que no cuestionen en nada las bases estructurales de la desigualdad. O el movimiento cooperativista, luchando por reducir aportes y quitar la carga tributaria, pero nunca cuestionando el plan de vivienda nacional, frente a la existencia de viviendas ociosas y predios libres, y de personas y familias sin casa. O bien la cuestión racial, tomada solamente como una necesidad de reconocimiento y valoración, pero nunca entendida como bandera de lucha para acabar con la profunda desigualdad económica, consecuencia de la discriminación, y conquistar una política que derribe por tierra el racismo tan arraigado en nuestra sociedad, aunque no parezca.
Es que este tipo de corrientes reformistas – el Frente Amplio es el ejemplo criollo, pero en América latina abundan – se apropian de las demandas más sentidas de las masas, para pasivizar los movimientos y neutralizar su potencialidad cuestionadora de la estructura social en un sentido anticapitalista. Y cuando acceden a la gestión del estado, lo hacen desde ahí, cooptando a los movimientos y/o a sus principales figuras y referentes. Es el famoso transformismo, que plantea Gramsci.
Y cuando esta operación se desgasta o entra en crisis, vuelva la derecha, y así sucesivamente.
Postura del FA frente al Plebiscito contra las AFAPs de cara a octubre.
El Frente Amplio aún no ha tomado postura, luego del resultado de las internas y de la confirmación de que se llegaran con las firmas, respecto del Plebiscito por la Reforma de la Seguridad Social de octubre próximo. Donde es previsible que nuevamente den libertad de acción y que, en los hechos, la mayoría de las listas frentistas NO ensobren la papeleta, poniendo en grave riesgo el triunfo del plebiscito y, jugando en los hechos y en las definiciones, para el capital financiero, y en especial para los fondos de pensiones, al igual que todo el arco político de la derecha tradicional.
Esta actitud, obviamente, no permite enfrentar a la derecha sino más bien todo lo contrario, permite que el FA siga demostrando que es un instrumento para la aplicación de las políticas capitalistas, aunque con un discurso redistribucionista.
Construyamos una izquierda anticapitalista y socialista
Contra esta alternancia entre reformismos neoliberales y derechas reaccionarias, es que tenemos que proponer una alternativa propia, para no cometer los mismos errores de siempre y no caer en las frustraciones a las que nos tienen acostumbradxs. Es decir, proponer una batalla por nuestras propias demandas, y que estas puedan ir hasta el hueso del asunto y no solo a conseguir parches en las situaciones más acuciantes. Tomando la tradición de generaciones pasadas, que dieron su vida por un ideal de una sociedad sin explotación ni ningún tipo de opresión, como en los 60 y 70.
Para esto, no podemos sino apostar a la autoorganización obrera y popular, a la conquista y recuperación de los sindicatos para la lucha de clases – y no solo de la presión in extremis -, a la renovación del cuerpo dirigente de todas las organizaciones obreras y populares, a la transformación de la democracia directa en una maquinaria asamblearia con mandato que se respete, y que la revocabilidad sea en cualquier momento. Una autoorganización que integre y nuclee a todos los sectores en lucha, ambientales, de mujeres, disidencias sexuales, movimiento estudiantil, etc etc, con una perspectiva de clase y socialista.
Material de consulta bibliográfica:
Josefina L. Martínez, “El espejismo del thatcherismo y las nuevas derechas en el declive neoliberal”, publicado Ideas de Izquierda el 03/03/2024, disponible en: https://www.laizquierdadiario.com/El-espejismo-del-thatcherismo-y-las-nuevas-derechas-en-el-declive-neoliberal
[1] Nancy Fraser, “Lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer”, publicado originalmente en Le Monde Diplomatique, difundido por Recursos Humanos Tierra del Fuego el 23/01/2023, disponible en: https://recursoshumanostdf.ar/contenido/14913/lo-viejo-esta-muriendo-y-lo-nuevo-no-puede-nacer .