La industria del espectáculo deportivo y las presiones sobre las grandes estrellas, el rol de los medios en construir personajes, el “entorno” del 10. Algunas ideas que deja flotando el trabajo de Infobae.
Augusto Dorado @AugustoDorado
Domingo 7 de marzo de 2021 00:00
El lunes el sitio Infobae publicó un informe audiovisual que tuvo mucha repercusión, sobre la muerte de Maradona y sus últimos días, construido en base a audios de Whatsapp y llamadas telefónicas del famoso entorno que rodeaba a Diego. También hay testimonios de personas cercanas como Verónica Ojeda (expareja, la mamá de Dieguito, el hijo más chico de Maradona) o Guillermo Cóppola. Está fácilmente disponible en Youtube. En esta nota obviamos describir el informe, más bien apuntamos a esbozar algunas impresiones y reflexiones que deja este trabajo periodístico.
Por un lado, es muy llamativo y hasta chocante el trato que le daban a Diego varios personajes de ese entorno desde el abogado Matías Morla hasta un tal Charly (que era “asistente personal” y le proveía drogas y alcohol a Diego), pasando por la psiquiatra Cosachov, el médico Luque, etc. Por ejemplo, que el tono para avisar la situación de agonía se exprese en frases como “Está en un paro cardiorrespiratorio, se va a cagar muriendo el gordo” o que en la previa del cumpleaños de Diego den directivas como “Lo único que tenés que hacer es cortarle el escabio un rato” para que al día siguiente pudiera estar presente en la cancha de Gimnasia para cumplir un compromiso de sponsoreo de la marca Speed, es muy chocante. Pero además contrasta con la forma en que tomamos la noticia las millones de personas que no lo tuvimos cerca y que en gran medida tendimos a idealizar a Diego muchas veces acríticamente, algo que desde La Izquierda Diario tratamos de evitar y en varias ocasiones reivindicamos críticamente a Diego, sin esconder nada bajo la alfombra. Pero en ese “entorno” no se percibe demasiada angustia por el Maradona persona que tenían a su cuidado sino más preocupación por sostener el objeto de su subsistencia, como dijo Claudia Villafañe unos días después “la gallina de los huevos de oro” que era Diego para toda esa gente.
Tal vez lo más interesante que aporta el trabajo de Infobae es poner en claro el papel de Víctor Stinfale en ese entorno porque en apariencia estaba como lateralmente en la vida de Diego: empresario dueño de la marca Speed, aventurero en el mundo del fútbol con Deportivo Riestra (club del ascenso al que AFA favoreció descaradamente en los últimos años): queda claro que Matías Morla, la cabeza de este entorno, reportaba directamente a Stinfale. Era “el jefe” para Morla. Stinfale es un abogado del poder que estuvo imputado por las causas AMIA y del boliche Time Warp (en el que murieron 5 pibes y varios fueron hospitalizados en una fiesta que había superado por mucho la capacidad del lugar). En una cuenta de Twitter aparentemente oficial (aunque en honor a la verdad no lo parece) Stinfale se presenta como abogado de Al Kassar, William Schenkler (uno de los barras de River preso por el asesinato de otro barra, Gonzalo Acro) y José Barrita (El Abuelo, antiguo capo de la 12 de Boca); aunque finalmente sea una cuenta trucha de Twitter, es cierto que Stinfale fue abogado de estos personajes.
Según el diario Clarín en una entrevista con Luis Majul, Víctor Stinfale declaró “Si Hitler me da un millón de dólares, lo defiendo”. Y volviendo a la causa del boliche Time Warp: el socio de Stinfale era Adrián Conci (uno abogado de la empresa, el otro dueño legal). ¿Quién era abogado de Adrián Conci? Fernando Burlando, actual abogado de Claudia Villafañe. Estos abogados del poder, mediáticos, suelen cruzar caminos.
Los grandes medios de comunicación hegemónicos, que ahora lógicamente todos condenan a este entorno que descuidó a Diego hasta llevarlo a la muerte, muchas veces colaboraron y colaboran en que este tipo de personajes construyan su fama y su poder. Burlando es habitué de las “mesazas” de Mirtha Legrand, y Matías Morla asistió dos veces al programa Podemos Hablar de Andy Kusnetzoff en Telefé construyendo su personaje de “abogado amigo de Diego” que cuenta anécdotas graciosas. No decimos que los medios tengan directamente “culpa” porque tal vez no era fácil conocer en profundidad la realidad de estos personajes, pero sí están a la vista sus vinculaciones con el poder: al menos a partir de eso podrían tomar recaudos a la hora de darles pantalla. Es hora de que los medios hegemónicos se hagan cargo de su responsabilidad en darles cierto vuelo.
Diego en parte fue devorado por una maquinaria implacable: la industria del espectáculo deportivo que se hiperdesarrolla bajo este sistema social y que hace uso y abuso de las grandes estrellas del deporte. A diferencia de otros casos, Diego tal vez con algo más de autonomía en relación a por ejemplo figuras del espectáculo como Britney Spears: ella está legalmente imposibilitada de manejar su carrera, punto al que Maradona jamás llegó. Por supuesto, menos se pueden comparar los padecimientos de estas megaestrellas con los que surgen de la superexplotación que pueden sufrir -para poner un ejemplo- las familias obreras del frigorífico Arrebeef que están tomando la planta en defensa de sus puestos de trabajo: la mayoría de los “mortales” no estamos en la posición de cierto poder derivado de su talento que tuvieron Maradona o Britney Spears (aunque dicho sea de paso ¿Cuántas posibilidades tienen esos obreros de desarrollar sus talentos bajo las condiciones de vida que impone el capitalismo moderno?). Pero Diego estaba muy presionado por esta industria del espectáculo: la postal fue esa última aparición pública, cayéndose a pedazos en cancha de Gimnasia por presión de un sponsor (justamente Speed).
Hay quienes dicen “pero Diego lo hacía a voluntad, Diego elegía a su entorno”. Es muy relativo porque la voluntad de Diego estaba atravesada por un problema grave de adicciones. Tal vez la conclusión central es que en la sociedad en que vivimos, el desarrollo y la vida de esas figuras que admiramos está limitada por esta maquinaria industrial del espectáculo (que tiene nombres y apellidos) que suele devorarse a nuestros ídolos.