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Newsletter. La vergüenza nacional (ahora y siempre)

“¡Policía Federal, la vergüenza nacional!” era un canto popular de los 80 y 90. ¿Qué cambió, más allá de lo cosmético, para que hoy algunos la presenten como más prestigiosa que la Bonaerense o la de Santa Fe? Acá un poco de su prontuario, a la luz de la condena al espía Balbuena. Aníbal y Bullrich, símbolos de la complicidad. Nueva entrega de Antipoliciales, crimen y violencia con una mirada de otra clase.

Daniel Satur

Daniel Satur @saturnetroc

Miércoles 5 de abril de 2023 10:20

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Hola, ¿cómo va? Arranquemos con una buena noticia. No, no es la paliza que se comió Sergio Berni a manos de colectiveros doloridos y enojados. Que el médico militar haya probado su propia medicina pendenciera puede generar simpatía, pero en esta situación trágica y explosiva hay que pensar una salida no espasmódica y organizada. Ya hablaremos de la íntima relación entre conurbano, muerte y Policía Bonaerense.

La buena noticia es la condena que el juez Rafecas le dio a Américo Balbuena, “pluma” de la Federal , y a dos de sus exjefes: Alejandro Sánchez y Alfonso Ustares. Entre 2002 y 2013 Balbuena estuvo infiltrado en la Agencia Rodolfo Walsh y desde allí hacían espionaje ilegal sobre organizaciones sociales, políticas y sindicales. Los detalles los podés encontrar en la muy buena cobertura del juicio que hicieron Larisa Pérez y Gloria Pagés.

A los tres los condenaron por “incumplimiento de los deberes de funcionario público”, pero la verdad es que ellos cumplieron muy bien con sus deberes. Y de eso quiero hablarte. Como dijeron Oscar Castelnovo (fundador de la Walsh) y Myriam Bregman (querellante en el juicio), Balbuena no era un “cuentapropista”, sino uno de los miles de espías del Estado que pululan entre nosotres.

LA VERGÜENZA NACIONAL

Hace tiempo repasamos en este informe parte del derrotero criminal de la Policía Federal , desde la década de 1940 (con el primer peronismo) hasta la Triple A de los 70. Obviamente, todo lo tenebroso de esa fuerza se desarrolló a pleno tras el 24 de Marzo de 1976, con centros clandestinos de detención propios y un sinfín de crímenes.

Por eso, como retrata una mítica letra de A77aque , entre los 80 y los 90 era común escuchar en cualquier manifestación “¡Policía Federal, la vergüenza nacional!”. Porque además de emblema de la dictadura, también era símbolo de la represión en “democracia”. Pasaron varias décadas y los gerentes del Estado quisieron cambiarle la imagen. Hoy hay funcionarios y opinólogos que aseguran que la Federal está “al servicio de la comunidad” y hasta que es mucho más “confiable” que las fuerzas provinciales.

Pero el prontuario de la Federal es tan frondoso que muchos de sus escándalos son inocultables. Así lo ilustran El Rati Horror Show de Piñeyro; el libro Iiosi, el espía arrepentido de Lewin y Lutsky (convertido en serie por Burman y Borenstein); el informe Infiltrados, a su servicio de Bertoia en revista Crisis; los libros Espiados de Savoia y Sangre Azul de Barbano; y nuestro documental Yo sabía que a Walter lo mató la Policía , realizado en común con la Correpi.

Vayamos ahora a un (limitado) compendio de personajes y hechos que hacen honor a aquel cantito ochentoso.

IOSI Y EL PELADO

En 2010 Marcelo Saín afirmaba en Página|12 que la Federal tenía “casi mil espías” infiltrados en todo tipo de organismos públicos y privados. Según la definición de quien ocupó diversos cargos nacionales y provinciales, se trataba de un “servicio paraestatal de informaciones e inteligencia no sujeto a ningún tipo de contralor”. Uno de esos espías fue José Alberto Pérez, a quien en 1985 le ordenaron infiltrarse en la comunidad judía de Buenos Aires.

Rebautizado Iosef Peres, aprendió la cultura hebrea y estrechó vínculos con personalidades de la comunidad y de la Embajada de Israel. Tanto escaló que hasta le ofrecieron ser custodio de Rubén Beraja, el menemista titular de la DAIA. En el libro Iosi, el espía arrepentido (2015), él mismo dice: “Durante casi quince años me integré paciente y hábilmente en agrupaciones sionistas y organicé actividades. No hay institución judía a la que no haya podido entrar”. Y recuerda la “satisfacción” de sus jefes cuando logró “formar parte de la comisión directiva de una entidad central de la colectividad”.

Parte de la historia de Iosi fue ficcionada en 2022 por Daniel Burman y Sebastián Borenstein para Prime Video. Pero en el libro de Miriam Lewin y Horacio Lutzky es donde Iosi afirma: “Cuando explotó la bomba en la Embajada (...) empecé a preguntarme si la información que transmitía en encuentros secretos no habría contribuido al atentado. Después de la explosión en la AMIA ya no tuve dudas”.

Iosi llegó a casarse y tener un hijo con una mujer judía. Pero después de los atentados en la Federal le fueron soltando la mano. Por eso en 2002 les contó todo a les periodistas. Sin éxito, pidieron a la DAIA que lo escucharan. En 2003 le contaron la historia a la diputada Nilda Garré, que a su vez les contactó con la senadora Cristina Fernández de Kichner. Ambas sugirieron que todo quedara en manos de Alberto Nisman, fiscal de la causa AMIA, y de Antonio “Jaime” Stiuso, director de Contrainteligencia de la SIDE. Dos de los armadores de la trama de impunidad.

A fines de 2010 la presidenta CFK creó el Ministerio de Seguridad y puso al frente a Garré. la Federal pasó a funcionar bajo su órbita y ella le ofreció a Iosi llevarlo a trabajar en el Departamento de Inteligencia contra el Crimen Organizado. Cuando Garré renunció en 2013, Iosi quedó a la deriva. Decidió testimoniar en la causa a cambio de que lo ingresaran al Programa de Protección de Testigos. Tras declarar en 2014, nunca más se supo de él. Muerto Nisman, desde la Fiscalía no volvieron a llamarlo.

“Estoy casi seguro de que mi lugar fue ocupado por otros después de mi salida (...) Es ingenuo pensar que no fue así”, afirma Iosi en el libro. Antes de desaparecer del mapa (y probablemente con aval de Garré) le pasó a Lewin un listado de más espías de la Federal . Le marcó especialmente a uno que estaba infiltrado en la Agencia Walsh. Era el pelado Balbuena.

En el juicio que acaba de terminar, Balbuena y su exjefe Sánchez fueron defendidos por Jorge Luis del Valle Álvarez Berlanga. Un abogado que entró al Poder Judicial en 1976, sirvió a la dictadura y en 1992 fue nombrado fiscal federal por Carlos Menem. Renunció al cargo en 2007 para evitar un juicio político por su conducta en causas de narcotráfico. Además, lleva 24 años enseñando “derecho” en la Escuela de la Federal.

En los alegatos del juicio, Álvarez Berlanga aseguró que Sánchez nunca mandó a Balbuena a infiltrarse. Y menos aún que durante esos once años el “pluma” haya dado informes a sus superiores. “Balbuena no entregaba información, él trabajaba con su ética periodística en un lado, y con su ética policial en otro, y los caminos no se cruzaban”, dijo el caradura.

EL FINO

¿Quién no recuerda a Jorge “Fino” Palacios? A fines de los 60 empezó a revistar en la sede de Coordinación Federal de Moreno 1417, donde años más tarde funcionó un centro clandestino de detención. En 1991, siendo comisario, se hizo amigo de Mauricio Macri luego de que éste fuera secuestrado y liberado doce días después tras el pago de U$S 6 millones. Por el hecho se condenó a “la banda de los comisarios”, integrada por policías de la Superintendencia de Seguridad Federal, la misma ex Coordinación donde había hecho carrera Palacios.

En 1994, tras el atentado a la AMIA, el Fino quedó a las órdenes del juez Juan José Galeano. Fraguó pruebas, cobró sobornos y hasta “perdió” grabaciones sensibles de la causa. En 1997 Menem lo premió poniéndolo al frente de la Dirección Unidad de Investigaciones Antiterroristas (DUIA) de la Federal .

En noviembre de 2001, en la sede de la DUIA, Palacios brindó junto a José Hecman (heredero de Beraja) quien lo elogió como “un gran colaborador por la justicia”. Junto a ellos estaban otros jerarcas policiales y el amigo de nazis Carlos Soria (padre del actual ministro de Justicia y Derechos Humanos). Un mes después el Fino comandaría la represión en Plaza de Mayo, con un saldo de cinco muertos y cientos de heridos en medio del estado de sitio decretado por Fernando De la Rúa. Ni por el encubrimiento del atentado ni por aquella represión Palacios fue condenado.

Tan impune se sentía que al final pisó el palito. En 2004 se difundió una escucha de una causa por contrabando de autos. El Fino hablaba de negocios con un desarmador de la calle Warnes que acababa de ser condenado por integrar la banda que secuestró y mató a Axel Blumberg. Tras 37 años “al servicio de la comunidad”, Palacios fue dado de baja.

Rescatado por Macri, se convirtió en jefe de Seguridad de Boca Juniors. En 2007, cuando su patrón llegó a la Jefatura de Gobierno porteño, quedó a las órdenes de Guillermo Montenegro, el ministro de Justicia y Seguridad macrista (hoy intendente de Mar del Plata). Cuando en 2009 crearon la Policía Metropolitana , estaba cantado quién sería el jefe. Pero duró apenas un mes y medio, hasta que se supo que había puesto a varios “plumas” (entre ellos Ciro James) a espiar a medio mundo, desde sobrevivientes del atentado hasta familiares de Macri. Ya sin cargos, siguió “trabajando” para el macrismo hasta que en 2020 lo mató un paro cardíaco.

ANÍBAL, LAS VÍAS Y EL PARQUE

Además de conducir a la Federal desde 2021, el actual ministro de Seguridad también tuvo la fuerza a su cargo durante los gobiernos de Néstor y Cristina. De aquella época hay dos botones de muestra. El crimen de Mariano Ferreyra en Barracas en octubre de 2010 y los de Rossemary Chura Puña y Bernardo Salgueiro en Villa Lugano dos meses después.

En el primer caso, desde la Comisaría 30 le allanaron el camino a los pistoleros de José Pedraza (capo de la Unión Ferroviaria) para que atacaran la movilización por el pase a planta de los tercerizados del Ferrocarril Roca. Ferreyra murió de un tiro. La lucha popular impuso un juicio y condenas a los responsables. A los federales Mansilla, Ferreyra, Lompizano, Echavarría, Conti y Villalba les dieron penas menores.

En el Parque Indoamericano fue la Federal la que apretó los gatillos, tras ingresar de noche al predio ocupado por miles de familias. El operativo lo orquestaron Fernández (jefe de Gabinete nacional) y Montenegro (ministro porteño). La represión la ejecutaron la Federal y la Metropolitana . Además de Chura Puña y Salgueiro, murió Emiliano Canaviri Álvarez y hubo decenas de heridos. En 2018 todos los procesados fueron sobreseídos. Y aunque la Cámara de Apelaciones revocó el fallo, la causa nunca avanzó. Eugenio Burzaco, entonces jefe de la Metropolitana , acaba de asumir como ministro de Seguridad de Horacio Rodríguez Larreta.

CON PATO, COMO EN CASA

El catálogo criminal de la Federal durante el gobierno de Macri es infinito. Con Patricia Bullrich como ministra y Burzaco como secretario de Seguridad, la fuerza hiperdesarrolló el espionaje, la corrupción y el crimen organizado. El caso de Santiago Maldonado es un muestrario. Su desaparición y muerte tuvo a Gendarmería como protagonista, pero contó con la colaboración de toda la expertise azul.

Este cronista integró el equipo de La Izquierda Diario volcado al caso. Al igual que la familia Maldonado y referentes de derechos humanos, pudimos comprobar el nivel de espionaje desplegado desde el Estado. la Federal , además, ayudó al juez Otranto y a la fiscal Ávila a hacer bosta la causa.

El 17 de octubre de 2017 el médico legista de la fuerza, Werther Aguiar, sacó varias fotos al cadáver de Santiago (hallado horas antes en el Río Chubut). Enseguida las compartió por Whatsapp para que se viralizaran. Lo condenaron a un año y medio de prisión y es, hasta el momento, el único juzgado en el caso que sigue impune.

QUE SIGA LA JODA

La llegada del Frente de Todos a la Rosada no alteró a los comisarios ni sus “plumas”. El progresismo de Sabina Frederic ni les hizo cosquillas. En la cuarentena represiva la Federal se hizo una panzada de detenciones, coimas y represiones. La vía libre a todas las fuerzas tuvo consecuencias trágicas, como la desaparición y muerte de Facundo Astudillo Castro. Si bien fue protagonizada por la Bonaerense , contó con el auxilio de la fuerza nacional a través de la delegación Bahía Blanca.

Como lo fuimos contando acá, al entramado urdido por el fiscal Ulpiano Martínez, la jueza María Marrón y el ministro de Seguridad bonaerense Sergio Berni, la Federal sumó rastrillajes inconducentes, intimidación a testigos clave, inserción de una testigo falsa (cuyo nombre está prohibido decir) y una participación central en el hallazgo del cadáver tras 107 días desaparecido.

Tras el desbarranque electoral de 2021, el reemplazo de Frederic por Aníbal Fernández no hizo más que tranquilizar a la tropa. Por eso la Federal sigue auxiliando a la Bonaerense cuando hay que fraguar pericias o truchar informes. Es lo que hicieron en los casos de Alejandro Martínez, muerto en una celda de San Clemente en 2021, y de Daiana Abregú, muerta en una celda de Laprida en 2022, donde la Dirección de Criminalística de la Federal asegura que se trató de “suicidios”.

El pasado 9 de marzo el ministro dio un informe ante la Comisión de Seguridad Interior de Diputados. El eje fue Rosario, pero entre las preguntas que le hicieron resaltó una de la diputada Myriam Bregman, quien le pidió explicaciones sobre los “plumas” del Cuerpo de Informaciones de la Policía Federal, esos a quienes “no se les conoce haber descubierto a ningún narco, pero sí mucho espionaje político”.

Fernández, ofuscado, escupió: “No existe eso de los plumas, eso del espionaje es del Siglo XVI, nosotros sólo tenemos inteligencia criminal”. Pocos días después Américo Balbuena, uno de los plumas negados por el ministro, era condenado junto a dos de sus exjefes por hacer espionaje en pleno Siglo XXI.

Después de estos breves ejemplos de “la vergüenza nacional”, se abre una pregunta: ¿Entonces para qué sirve la Policía?

Postdata 1- Hay un crimen social del que se acaban de cumplir diez años: la inundación de La Plata. No te pierdas este videoinforme de La Izquierda Diario.

Postdata 2- Ayer se cumplieron 16 años del crimen de Carlos Fuentealba. Comparto acá un homenaje lleno de memoria.

Postdata 3- Hoy se cumplen seis meses de la muerte de César “Lolo” Regueiro, caído en la represión de la Bonaerense en la cancha de Gimnasia. ¡Juicio y castigo a todos los culpables!

Hasta dentro de quince días. Cuidate de la gorra. Y avisá si te enterás de algún nuevo capítulo del rati horror show. No seas botone.


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Daniel Satur

Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).

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