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Crisis Política. La visita de Bachelet y la búsqueda de una “solución” negociada en Venezuela

Tres días estuvo Bachelet en Venezuela. Uno de los principales objetivos consistía en allanar el camino hacia las negociaciones: “participen constructivamente con el diálogo facilitado por Noruega” sostuvo en su último día. Los de arriba discuten “salidas” en función de sus intereses mientras los de abajo padecen las calamidades de una agobiante catástrofe.

Domingo 23 de junio de 2019 16:05

El momento escogido para la visita de Michelle Bachelet a Venezuela no fue casualidad. Ella se reunió con todo el espectro político dominante además de diversos encuentros con organizaciones de derechos humanos y otros organismos. Frenéticas reuniones de la mañana a la noche de las cuales poco se dio a conocer, salvo un comunicado final.

Sus encuentros fueron desde el alto escalón del gobierno de Maduro y los militares hasta diversos representantes de la oposición incluyendo a Juan Guaidó. En su comunicado final Bachelet detalló que “Durante mi visita me reuní con el presiente, Nicolás Maduro Moros, y con varios ministros de Gobierno y otros altos cargos, incluyendo el Canciller, el Ministro de Defensa y el del Interior, y aquellos a cargo de las carteras relacionadas con los derechos civiles, políticos económicos, sociales y culturales. También mantuve reuniones con al Presidente del Tribunal Supremo, el Fiscal General y el Defensor del Pueblo. De igual manera, sostuve una reunión con el Presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, y otros parlamentarios de distintos partidos políticos, así como con el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente”.

Luego de un recuento sobre la grave situación de los derechos humanos en el país y afirmar que “Nuestro informe sobre la situación de derechos humanos en Venezuela mandatado por el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, que se presentará el 5 de julio de 2019, contendrá mucha más información basada en evidencias, así como análisis objetivo relativo a todos los aspectos de derechos humanos que acabo de destacar, además de recomendaciones constructivas sobre cómo avanzar”, Bachelet también relató sobre la crisis económica, la crisis sanitaria y las dificultades de la población.

Es más que claro que la decisión de Bachelet de viajar justo en estos momentos a Venezuela, se inscribe en el proceso de encuentros y diálogos que se vienen realizando, tal como los de Oslo, y luego la reunión de Estocolmo, donde países con intereses en Venezuela se han reunido para buscar reactivar las negociaciones entre la oposición de derecha y el gobierno de Maduro. Buscar sacarle las trabas a acercamientos y entendimientos entre chavismo y oposición marcan realmente la agenda de Bachelet, y allanar el camino en un momento en que se consideran que las negociaciones estarían “estancadas”.

Las reuniones que de tanto en tanto salen a la luz pública develan cómo transcurren movimientos subterráneos de todo tipo entre los distintos sectores, sean de los factores políticos internos o de países con diversos grados de interés en Venezuela, sean económicos o geopolíticos. La aparente “calma” en la superficie de la situación interna, con el fondo de la catastrófica situación económica que sufren millones de trabajadores y las grandes mayorías populares, cubre los frenéticos y discrecionales encuentros políticos donde se negocia de todo pero con intereses de pocos.

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Por eso hacia el final de su comunicado la comisionada para los derechos humanos de la ONU enfatizó: "He apelado a todos los líderes políticos a que participen constructivamente con el diálogo facilitado por Noruega y con cualquier otro esfuerzo para intentar enfrentar la actual situación política en Venezuela. El destino de más de 30 millones de venezolanos reside en la voluntad y la habilidad de sus líderes para colocar los derechos humanos de la gente por encima de cualquier ambición personal, política o ideológica. Entiendo el escepticismo de algunos en Venezuela acerca de la posibilidad de que cualquier de estas negociaciones prosperen, pero la grave situación en el país debe instar a los líderes a intentarlo. Mantener posiciones arraigadas en cualquiera de los dos lados solo agravará la crisis, y los venezolanos no pueden permitirse que se deteriore aún más la situación en el país”.

Remarcando también que. “Hago un llamado a dar pasos audaces hacia un compromiso para dejar a un lado las ganancias cortoplacistas y enfocarse en logros a medio y largo plazo para todo el país. Las negociaciones pueden dar frutos solo si son inclusivas y si las partes involucradas dan una respuesta a la urgencia real de la situación”.

Bachelet dijo haberle sacado varios compromisos al gobierno y celebró la liberación del diputado de la derecha Gilbert Caro y otros dos detenidos. “Previo a mi visita, solicitamos al Gobierno varios compromisos, y hemos podido alcanzar varios acuerdos, además de la ya citada presencia de los oficiales de derechos humanos”, sostuvo la ex mandataria chilena.

En Venezuela hay muchos trabajadores presos por luchar y centenares de trabajadores procesados. Uno de los casos emblemáticos es el obrero de la Ferrominera del Orinoco, Rodney Álvarez, que lleva ocho años preso por un crimen que no cometió. Ellos no están en la agenda de la oposición, por lo que tampoco lo estuvieron en la de Bachelet, y por los cuales hay que seguir encarando una dura lucha.

Pero la visita de Bachelet fue “celebrada” por todos, desde Maduro y todo el séquito político hasta los representantes de la oposición encabezada por Guaidó. Qué compromisos realmente habrá sacado Bachelet tanto al gobierno y la oposición en el camino de “soluciones” negociadas, no lo sabemos. Ninguna reunión fue transmitida ni se difundieron posteriores videos, al menos de las sostenidas con Maduro y Guaidó, y a no ser imágenes con los mismos. El hermetismo sigue primando.

Bachelet en su comunicado hizo alusión a cuestiones demandadas por uno y otro sector. Así por ejemplo, mencionó que “Me preocupa que las sanciones impuestas este año por Estados Unidos sobre las exportaciones de petróleo y el comercio de oro están exacerbando y agravando la preexistente crisis económica”, como parte de las exigencias que viene haciendo Maduro para continuar dialogando. Así como también hacia la oposición levantando la voz por algunas de sus demandas, como por ejemplo, en lo que dice respecto a sus detenidos, declarando “hago un llamado a las autoridades a liberar a todas las personas que están detenidas o privadas de libertad por ejercer sus derechos civiles y políticos de forma pacífica”.

Con un país que continúa sumergido en la catástrofe económica y social, y la incidencia de las sanciones, Maduro busca salidas políticas a sabiendas que el panorama sólo avizora más que desplomes. Por su parte, la oposición, sumergida en su laberinto de intentos fracasados, dividida y sin políticas claras, y con Estados Unidos cambiando la línea política, se agarra nuevamente de algún tipo de negociación.

En este marco, la visita de Michelle Bachelet en cuanto alta comisionada de la ONU para los derechos humanos a Venezuela debe verse en el cuadro de diálogos que vienen trascendiendo. Un viaje dilatado desde hace tiempo, salvo una pequeña comisión que había llegado en su nombre al país, se reconfigura en este nuevo escenario.

Como hemos venido escribiendo, de la misma manera que hay que rechazar todo el intervencionismo abierto y descarado del imperialismo con todas las tentativas golpistas de por medio, lo que no implica en modo alguno apoyo al Gobierno de Maduro, los trabajadores no deben sembrar ninguna esperanza en estas “transiciones pacíficas” que también siembra el imperialismo, ni salidas negociadas de los de arriba ni de los militares, que sí tienen acuerdo en algo central: que la brutal crisis la siga pagando el pueblo trabajador.

La salida a la profunda crisis que se vive en Venezuela con un gobierno sumamente represivo y autoritario como el de Maduro, así como toda la política de la derecha que ha mostrado con creces su demagogia con sus llamados a la injerencia imperialista que representa Guaidó solo puede venir de una salida independiente de parte del pueblo trabajador y pobre, levantando sus banderas propias y un programa de emergencia obrero y popular ante la catástrofe que sólo puede ser impuesto con la movilización de la clase trabajadora y el conjunto de los explotados del país.